martes, 20 de noviembre de 2012

53 | 25/8/10 – España, Granada. Soleado. (2)





Jessica yacía sobre su cama, en su habitación en el tercer piso. Soñaba con una chica extraña que la saludaba con la mano y una cara inexpresiva. De repente comenzó a despertarse. Se frotó los ojos y trató de enfocar la vista, no sabía donde estaba.

-Uuhhm... ¿Dónde estoy? -se preguntó a sí misma en voz alta.
-Te has desmayado y te hemos traido a tu cuarto. -respondió a su lado una voz suave y seria.
Jessica pilló un buen susto y volteó rápida la cabeza hacia la fuente de sonido. Era Alice Fée. Sentada en una silla al lado de su cama. Su larga cabellera rubia ondulada caía sobre sus hombros y espalda suavemente. Aquellos ojos azules idénticos a los suyos la miraban con decisión y un deje de preocupación, pero era tan pequeño que era difícil distinguirlo, solo sabría distinguirlo una hermana.

-¿Qué pasa, ya no te acuerdas de mí? -preguntó la rubia.
-¡¡ALICE, HERMANA!! -gritó Jessica abalanzándose sobre ella para abrazarla.
-Sí, soy yo...
La pelirroja soltó a su hermana y se sentó en su cama con una excitación increíble, era como despertarse de un sueño alucinante y verlo cumplido en un abrir y cerrar de ojos, nunca mejor dicho.
-¿Qué haces aquí? -preguntó impaciente la pelirroja.
-Madre me dijo que te habías mudado a España para buscarme.
-Sí, ¡y por fin te encontré! Aunque lo que realmente quería era ser modelo... como tú.-dijo seria por primera vez en mucho tiempo.
-Más bien te he encontrado yo a ti. -respondió secamente.
Alguien tocó a la puerta y pasó lentamente asomando la cabeza. Era Koichi, el que había subido a Jessica a cuestas por las escaleras.
-Jessica, ¿te encuentras bien? -preguntó sentándose en el borde de la cama.
-¡Sí! ¡Mira, es Alice, mi hermana! -exclamó con entusiasmo.
-Ya lo sé, estuvimos hablando mientras dormias.
-Ah... (Me ha quitado la ilusión, pensó.)
Al ver que las hermanas reanudaban su conversación, Koichi se sintió algo fuera de lugar por lo que decidió dejarles intimidad para vivir mejor aquel reencuentro fraternal.

-Voy a vivir aquí contigo a partir de hoy.
-¿¡SÍ!? Vaya, es genial hermana, estoy muy contenta de verte de nuevo. -dijo sonriendo.
A Alice se le escapó una pequeña sonrisa que su hermana no pasó por alto. Alice nunca había sido una chica muy expresiva, prefería no demostrar ningún sentimiento. Nadie en su familia sabía el porqué, pensaron que podría ser debido a alguna clase de trauma, pero Alice nunca se quejó de nada y siempre había sido igual, por lo que acabaron concluyendo que era su personalidad. Y así era, Alice adora la lectura, la tranquilidad y la calma, no soporta los ruidos ni las molestias, todo en su vida es relajado. Salvo su trabajo. Trabajaba como modelo desde una temprana edad y prosiguió con su carrera en España a los 16 años, por lo que se separó de su hermana tres años menor. Jessica se había sentido muy sola durante todo ese tiempo, pero por fin volvían a estar juntas, y nada las separaría.

-¿Entonces, dormirás aquí, no? -preguntó Jessica.
-Si te estás refiriendo a esta casa, sí. Si hablas de la habitación, no.
-¿Eeeeeh? ¿Por qué? -preguntó de nuevo desesperada.
-Me han asignado otra habitación, duermo con una tal Shinku.
-¡NOOOOOOOOOO! ¿¡PERO CÓMO TE HAN PODIDO PONER CON ESA!? ¡ES UNA SOSA, Y UNA ABURRIDA, NUNCA ESTÁ EN CASA Y PASA DE TODO EL MUNDO! -hizo una pausa- Ah, vale, sí....
-¿Qué pasa?
-Nada, que sois idénticas, os las apañaréis bien...
Y dicho eso, Jessica ayudó a su hermana a instalarse en su nueva casa.


La noche cayó. Las 23:00. Hiro estaba sentado en un sofá del salón. Todo el mundo dormía aún siendo verano. Había gente en sus respectivas habitaciones hablando, jugando, chateando con el ordenador o simplemente escuchando música, pero el salón estaba vacío. Hiro había recibido una llamada aquella misma tarde. Un amigo de voz familiar le había anunciado su próxima aparición. Llegaría a mediados de septiembre para verlo, a él y a Max. Sabía perfectamente para qué quería ver a Max. Se la tenía jurada desde que los vio actuar en The Blue Palm un año atrás. Odiaba su voz, odiaba su recuerdo, odiaba todo de aquel tipo de ojos celestes y negra melena.

Alguien acarició su hombro sacándolo de sus pensamientos. Era Max. Su hermano. Su mejor amigo. El primer hombre con el que se acostó. Max era muchas cosas en su vida, pero sobre todo aquello, era una buena persona, no se merecía ningún mal que nadie le deseara.
Aquellos ojos azul claro lo miraron preocupado.
-Hiro, ¿te ocurre algo? -preguntó el castaño.
-No nada... Me ha llamado un antiguo... colega... -respondió sin dar importancia a la última palabra, como dejándola caer.
-¿Y eso es malo?
-Si es ese... “colega” -hizo un gesto de comillas con los dedos- pues sí...
-Pero... ¿Quién es, le conozco? -continuó preguntando.
-Es mejor que TÚ no lo conozcas. -respondió recalcando el pronombre.
-P-Pero, ¿por qué?
-Va a venir, y cuando lo haga... Ya sabrás porqué.
-Ahm... ¿No será alguien a quien le debo dinero? Mira que yo no pago en carnes. -dijo burlón intentando aliviar la tensión.
-No le debes nada tranquilo... Tú... Quédate con Zero, no te separes de él... Por tu seguridad por favor... -dijo con aire misterioso cogiéndole la mano.
-P-Pero Hiro...
El moreno ya se había levantado del sofá y caminaba dirección a las escaleras. Subió unos cuantos escalones y se perdió de la vista de Max. El menor se sentía confuso, parecía como si alguien que Hiro conociera fuera a hacerle algo malo, y el no saberlo era lo que más le molestaba.

-Hala, esta noche ya no duermo pensando en quién puede ser... ¿Quién es?



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miércoles, 7 de noviembre de 2012

52 | 25/8/10 – España, Granada. Soleado.





Los días se sucedían con normalidad; salvo por un pequeño factor. Koichi y Zero no paraban de pelear. Allá donde se encontraban se miraban con malas caras, peleaban por tonterías como pasarle la sal a Max en la mesa o abrirle la puerta. Koichi estaba celoso. No soportaba ver a Max pegado a Zero las 24 horas del día (o al menos las que podían verse). Le sobrepasaba, su alma ardía de celos.
Max por su parte, al igual que con su primo, portaba el velo de la ignorancia y solo veía como se peleaban por nimiedades. Zero, que estaba algo más espabilado en cuanto a estos temas, se dio cuenta al primer momento.

-¿Qué pasa, tanto te molesta que estemos saliendo?-preguntó al fin Zero cansado.
-¡N-No es eso!
-¿Entonces qué es?
-Esto...
Y así una infinidad de veces.

Eran ya finales del mes de agosto cuando Hiro le contó a Max que había conocido a una chica muy maja en un chat de internet. Hiro no solía meterse en esos sitios, pero tanto tiempo sin pareja había corrompido su mente. La chica se llamaba Momoe y era japonesa, habían hablado durante un mes al menos y se habían visto incluso por webcam. Según el moreno, Momoe era preciosa, tenía una larga melena blanca ondulada, unos ojos violetas hermosos y unos pechos enormes. Max insistió en que eso último era pasable, pero Hiro volvió a insistir alegando que “eran los pechos más grandes que había visto jamás”. Max se alegró al saber que Hiro por fin había conocido a alguien. Después el moreno le contó algo increíble.

-¿Sabes qué es lo mejor? -dijo Hiro como alguien que va a dar una gran noticia.
-Dime. -contestó aburrido Max al ver que su amigo solo hablaba de la chica del chat.
-Es la prima de Zero. -contestó sonriente.
-¿¡QUÉ!? -exclamó el ojiazul saltando del sofá.
-Sí tío, hablando con ella me dijo que vendría a España dentro de poco porque sus padres se iban de viaje a dar la vuelta al mundo y querían que se quedara con su primo Zero.
-P-Pero Hiro, puede ser otro Zero, en Japón ese nombre...
-No, es seguro. Me dijo que iría a una de las casas CLOUD.
-El mundo es un pañuelo... -murmuró Max.
La conversación siguió su ritmo normal, Hiro le volvió a describir a la chica y Max hizo de tripas corazón y siguió haciendo como que le escuchaba.


Eran las 11:35 de la mañana y Max tomaba un café con leche en el salón acompañado de Jessica, que mojaba una galleta en la leche con cara de agotamiento. Delante de la chimenea, dos chicos no paraban de discutir, alzaban los brazos e incluso parecía que estaban a punto de pelear.

-¿Algo más que decir, enano? -preguntó el peliblanco cruzando los brazos.
-Qué te follen. -contestó el moreno imitando la pose y desviando la mirada.
-A eso voy en un rato. -se burló riendo.
-Olvídame viejo verde, pederasta...
-¿QUÉ ME HAS LLAMADO?-preguntó exaltado Zero echando los brazos hacia atrás.

La pelea prosiguió hasta que Zero decidió pasar olímpicamente del menor para irse a su cuarto a dormir un rato. Koichi miró a Max desafiante y con un poco de odio y subió escaleras arriba también. Después se oyeron dos portazos y poco más.

-Están insoportables. ¿Por qué se pelean tanto? -preguntó Max atusándose el pelo.
-Pues no sé, son unos estúpidos, déjalos... ¡Si es que tú deberías ser hetero, coño! -le gritó Jessica dejando caer la galleta en la taza.
-¿Pero y eso a qué viene? -preguntó el moreno desconcertado.

Su respuesta no llegó ya que en ese preciso instante entró Hiro acompañando a una chica preciosa de unos centímetros menos de altura que él.

-¡Ya hemos llegado! -exclamó Hiro sosteniendo a la chica por los hombros.

Max podía ver que la chica era exactamente igual a Zero pero en mujer, quitando algunos detalles claro. Era bajita pero con un rostro muy dulce. Llevaba bastante maquillaje y pestañas postizas que le hacían los ojos violeta muy grandes y expresivos. Sin embargo, su postura y su cabeza gacha le hacían ver como una chica muy tímida e insegura de sí misma. Llevaba ropa lolita de una marca muy famosa japonesa que Max reconoció; la falda, negra, con volantes y por encima de las rodillas y una camisa blanca con volantes también y encaje. Unos calcetines blancos muy finos llegaban hasta el final de su pierna y unos zapatitos pequeños negros estaban encajados en sus pies. Parecía una muñeca viviente. Cuando Max acabó su “examen visual” la miró a los ojos y le dijo:

-Qué bien, tenía ganas de conocerla. -le dijo brindándole una sonrisa.
-¿Quién es? -preguntó Jessica quedándose boba al ver a ese monumento de chica.
-H-Hola, soy Momoe Shirayuki, la prima de Zero... -contestó tímida con una voz muy aguda.
-Encantado, soy el novio de tu primo. -dijo Max levantándose.
-¡Eres Max-kun! ¡No me lo creo! -exclamó Momoe acercándose a él.
-Imagino que Hiro te habrá hablado de mí... -contestó algo abrumado.
-Sí, pero te conocía de antes, por tus poemas, son preciosos. Qué casualidad que seas el novio de Zero-sama. -dijo sonriendo de felicidad.
-Sí, el mundo es un pañuelo.
-Le has cogido gusto a esa frase, ¿eh? -le dijo Hiro a Max.
-Hahah, sí.
-Por cierto, ¿dónde está mi primo? -preguntó la chica como algo desesperada.
-Ah, pues creo que a subido a su cuarto a dormir un rato, vamos a buscarlo. -dijo Max agarrándola suavemente de la mano.
Momoe correspondió y subió con Max escaleras arriba. Cuando llegaron a la puerta del peliblanco, Max soltó la mano de la chica y giró con delicadeza el pomo de la puerta. Zero estaba completamente dormido sobre su cama, sin taparse y con la ropa puesta.
-Míralo, ahí está. -murmuró Max.
-Hacía tanto tiempo que no lo veía... Sigue teniendo el pelo igual de blanco... -dijo Momoe en voz baja.
Max rió ante el comentario de Momoe y después se acercó sigilosamente a su pareja que yacía plácidamente sobre la colcha de su cama. Se encaramó y toco ligeramente la pierna de Zero mientras le susurraba al oído.
-Cariño arriba... Vamos, venga, levántate. -le ordenó Max en voz baja.
-Hhmm... Max... -farfulló Zero.
-Sí, soy yo, despiértate.
Zero sin abrir siquiera los ojos rodó y abrazó a Max por la cintura hundiendo su cara en el abdomen del menor.
-Sí venga, vamos a hacerlo ahora...
-¿Q-Qué dices? A-Ahora no es el momento, Zerito mío... -dijo con un deje de impaciencia en la voz que denotaba vergüenza ajena.
-Si siempre tienes ganas... Veeengaaaa.... -replicó Zero restregando su rostro en la camiseta de Max.
-¡¡QUÉ TE LEVANTEEEEEEEEEEEEEEEEEEEES!!-le gritó Max agarrando a Zero por los tirantes de la camiseta y levantándolo.
-¡AAAAAAAAAH!-exclamó Zero- Casi me matas del susto... -contestó enfadado poniendo una mano en el pecho.
-Pues muy bien. Mira quien ha venido. -dijo señalando a Momoe.
La chica, en el umbral de la puerta, se agarraba el brazo nerviosa mientras movía un pie sin parar.
-H-Hola primo, siento ser una molestia, pero mis padres se han ido de viaje y me han dicho que me quedara contigo y yo... -dijo mirando al suelo y a Zero a intervalos.
-Haberme dicho antes que venía mi prima, Max... -dijo Zero dando un resoplido mientras se levantaba de la cama.
-Es lo que estaba intentando, animal... -contestó el moreno por lo bajini, algo enfadado.
Los dos primos se saludaron y se abrazaron efusivamente. Ella era algo bajita por lo que tenía que ponerse de puntillas para llegar al cuello de su primo, pero su cara irradiaba felicidad; ella adoraba a Zero con toda su alma, siempre había sido su primo favorito.
Hiro entró a hurtadillas en la habitación mientras ellos dos se abrazaban y se sentó en la cama junto a Max.
-Vaya, Zero expresándole amor a una chica, pellízcame, creo que estoy soñando...
-Estoy tan sorprendido como tú, en todos estos años viviendo con él nunca le he visto comportarse así con una mujer, normalmente es muy distante con ellas, incluso a veces con Sakura que la conoce de hace ya bastante... Supongo que al ser de su familia es normal.
-¿Es de parte de madre o de padre? -preguntó Hiro refiriéndose a Momoe.
-De parte de padre imagino, porque su madre era italiana y ella es japonesa... -respondió dudoso.
Hiro y Max discutieron sobre como estaba la casa de animada y lo bien que parecían estar todos con todos, que ese estado sería temporal. Mientras tanto, Zero y Momoe discutían sobre cómo llamarlo a él, si Zero-sama o Zero-kun, ella se negaba en rotundo a llamarlo por el segundo nombre, él para ella era como una divinidad, y él reía mientras recordaba viejos tiempos con su prima, hará unos años atrás.

En el salón, Koichi miraba la mesa fijamente mientras sujetaba su cabeza con un brazo. Jessica le miraba entre cansada y enfadada.
-Estúpido... -murmuraba el moreno.
-¿Por qué te peleas tanto con él? -preguntó de una vez, molesta por el comportamiento de este.
-Pues... Porque siento que Max se está alejando de mí... Y todo porque tiene novio, si es que no sé para qué animé a Zero a decirle nada... -dijo apenado.
-Mmm... Oh...
-No sé ni para qué te cuento esto, si no me estás escuchando... -refunfuñó Koichi mirando a otro lado.
-N-No puede ser... -dijo Jessica mirando a la extraña chica que acababa de entrar por la puerta.
-Hola, hermana.

Jessica cayó desplomada al suelo y Koichi, mientras la ayudaba a volver en sí, miraba sin parar a la extraña chica que había provocado el desmayo de su “compañera de piso”.




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