miércoles, 22 de enero de 2014

80 | 20/4/11 – Granada, España. Día precioso.


La casa CLOUD seguía la dinámica de siempre. Habían celebrado el cumpleaños de Max, nada ostentoso, una tarta, música, gente de la casa de Kyo... Se lo pasaron en grande, aunque no estuvieron todos; Zero, pasando olímpicamente de todo el mundo, se salió al jardín a fumar.
No soportaba ver al “perillas”, como él había apodado a Kyo, y mucho menos verlo enrollándose con Max …  le ponían enfermo. Además de que últimamente el peliblanco y Max no paraban de discutir, por casi cualquier cosa. Se estaba dando cuenta de cuánto había mimado a Max esos últimos años y lo mucho que le había demostrado que para él, era la única persona a la que podía amar. Sí, era un error mostrar sus debilidades, pero Zero sabía perfectamente las debilidades del menor.

Eran las 3:45 de la tarde, todo el mundo había comido ya a excepción de Max, Hiro y Zero que comían juntos en una mesa del salón. Comían en un absoluto y asfixiante silencio. Hiro se sentía incomodísimo entre Zero y Max que no paraban de echarse miradas de odio de vez en cuando.

–Que dejes de mirarme. –espetó Max de repente mirando a Zero.
–Miraré lo que yo quiera. –contestó firmemente el peliblanco.
–Estáis insoportables, ¿eh? –dijo Hiro tocándose la frente.
–¿Yo? No, con sexo no puedo estar insoportable, pero él, que lleva en sequía desde que lo dejamos no me extraña que esté así. –replicó Max.
–¿¡Qué sequía ni qué leches!? ¡Yo he estado con mucha gente desde que lo dejamos! –exclamó Zero rojo de furia.
–Sí, pero no haciéndolo precisamente. –respondió ingenioso Max entre risas.
–Que no te rías, enano caprichoso. –espetó Zero.
–Mejor eso que ser un viejo pervertido, violador y pederasta. –contestó el menor.
–¡Me ha llamado pederasta! ¡Si fuiste tú el que me provocó! –gritó el peliblanco levantándose de la silla.
–¿¡YO!? –gritó Max fuera de sí levantándose también.
Zero y Max comenzaron a insultarse a gritos hasta que Hiro, harto de la situación catastrófica, se levantó de la silla también al grito de:
–¡BASTA, A PELEAR A LA CALLE!
Zero y Max miraron extrañados a Hiro, intercambiaron miradas infestadas de odio y se sentaron diciendo al unísono:
–Perdón …
Se quedaron en silencio, Max con los brazos cruzados y el rostro contraído, Zero desviando la mirada, y Hiro en medio, furioso con ambos por tal grado de infantilismo. Ryuichi, bajó corriendo las escaleras y se paró junto a Max, que ni siquiera había dirigido su mirada hacia él.
–¡Max, Max! –exclamó nervioso.
–¿Qué? –preguntó secamente volviendo la cabeza.
–Eh …  Yo …
Max al ver cómo había respondido a su primo y la consecuente cara de tristeza del pelirrojo, se levantó corriendo de la silla y se lanzó al cuello de Ryuichi.
–Ay, perdona Ryu, es que ALGUIEN me pone de mal humor con solo ver su cara.
–Tranquilo, yo siento lo mismo cuando lo veo. –respondió Ryuichi mirando triunfante a Zero.
Los primos se abrazaban vigorosamente y eso sacaba de quicio a Zero, que sabía perfectamente, al igual que todos menos Max, que Ryuichi se estaba aprovechando sobremanera de su primo.

–A qué no sabes quien ha venido a vivir con nosotros. –dijo sonriente el pelirrojo.
–Pues, ni idea … Dime que es un famoso buenorro amigo tuyo. –respondió ilusionado el menor.
–No es famoso, pero seguro que te alegras de verle tanto como él a ti.
–Ah, o sea que es un hombre … –insinuó Max sonriendo de medio lado.
Zero ya se estaba cabreando demasiado, pero se le pasó nada más ver lo que bajaba por las escaleras, o mejor dicho, a quien.

Era un niño de unos 12 o 13 años, con el pelo corto muy rubio, casi blanco, muy pálido, con unos grandes ojos azul claro y unas mejillas muy sonrojadas, parecía sacado de un anime. El niño miró a Max y corrió hasta él, que estaba en estado de shock.

–¡MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAX! –gritó el niño saltando a sus brazos tirando a Max al suelo.
–¿P-Pero qué leches haces aquí? –preguntó Max dejándose abrazar.
–Max, no nos habías contado que tenías un hijo secreto. –dijo Hiro burlón.
–¿Cómo! –se sorprendió Zero que no daba crédito a lo que veía.
–Claro, y lo tuve con cinco años, ¿no? Burro, es mi primo. –contestó Max.
–¿No te alegras de verme? –preguntó triste el niño.
–¡No, no es eso! Es que se supone que tú estabas en un colegio en Irlanda.
–Ya …  Pero me hacían cosas muy raras, las chicas me ponían vestidos y me hacían coletas … Y yo te echaba de menos … –dijo a punto de llorar.
–Y yo a ti … ¡Había olvidado lo jodidamente mono que ereeeeeeeeeeeeeeeees! –gritó Max elevando a niño en brazos.

Zero y Hiro miraban la escena entre divertidos y dudosos. Por supuesto, el peliblanco sabía que Max tenía dos primos con los que jugaba de pequeño, que eran Ryuichi y Matt, pero nunca se lo habría imaginado así …
–Qué susto … ¿Es mi impresión o todos los primos de Max se pegan a él como una lapa?
–Pero por favor Zero, no me digas que estás celoso de un niño de 13 años. –dijo Hiro riendo.
–No estoy celoso de ese enano …
–¿Te has dado cuenta? Es exactamente igual que Max cuando tenía su edad. Yo lo conocí cuando ya tenía 15, pero vamos, he visto fotos y son idénticos, es como volver al pasado y ver a Max de pequeñín. –dijo Hiro divertido.
–Sí …  Es como un mini Max … –dijo Zero sin quitarle el ojo al niño.
–Ahora ya no estás celoso, ¿eh? Yo que tú no le haría nada, como Max se entere te corta lo que yo me sé. –rió de nuevo Hiro.
–¡No quiero hacerle nada! Pero es muy mono …
–Pero a ti te gusta Max, ¿no? Aunque por las cosas que le has dicho antes y las que llevas diciéndole desde hace un mes no lo parecía … Nunca te he visto hablándole así. –dijo Hiro cambiando el tono de la conversación.
–Me duele hablarle así, pero no puedo soportar que me hable y me trate siempre así, como una mierda … Lo quiero muchísimo, pero me he dado cuenta de que lo he malcriado.
–¿Y te das cuenta ahora? Un poco tarde, chaval. –volvió a reir Hiro.
–Ya … Pero si cabe una posibilidad de que deje de ser tan caprichoso, lo seguiré intentando.
–Eres un padrazo, novio, lo que seas. Si tuvieras hijos los educarías genial. –sonrió el moreno.
–Aún estamos desarrollando un experimento para que los hombres puedan tener hijos y todavía no puedo tener uno con Max … –fingió Zero.
–¿C-Cómo?
–Tú como si yo no hubiera dicho nada. –disimuló Zero a punto de reír.

Los primos estaban tirados en el suelo, Matt sobre Max, que lo cogía como si fuera un bebé muy pequeño y delicado.
–Estoy muy contento de que estés aquí peque, pero como mis tíos se enteren de que estás aquí en lugar de en el internado y que no les he avisado, me matarán.
–¡No dejaré que te hagan daño, porque yo te quiero mucho! –gritó Matt.
–Qué cosa más rica. Y dime, ¿cómo has venido hasta aquí, no te habrás escapado, no?
–¡No! Yo le mandé una carta a KUMO porque vi que vivías aquí, y le pedí que me llevaran contigo. Y al cabo de una semana, unos hombres vestidos de negro me trajeron hasta aquí. –contestó sonriente.
–Joder, como le gusta a esta tía juntar a la familia … Anda vamos, que te voy a enseñar nuestra habitación. –dijo Max cogiendo en brazos a Matt.
–¿Voy a dormir with you? –preguntó ilusionado.
–Por supuesto, esta casa está llena de pervertidos, no te dejo con ninguno. Cuando venga algún otro niño que te metan en una habitación con él.
–Vale …
Antes de irse, Max se giró y miró a Zero que los observaba junto a Hiro todavía sentados a la mesa-
–¿Ves a ese peliblanco con cara de pocas pulgas? Pues es malo, muy malo, tienes que odiarlo. –le ordenó Max.
–P-Pero si no …
–¡Oye, que te he escuchado! –gritó Zero desde la silla.
–No me ha hecho nada, pobrecito … –dijo Matt.
–Le ha hecho daño al primo Max … –respondió Max con un deje lastimero en la voz.
–Entonces ya no me gusta, ¡tonto! –gritó el niño señalando a Zero.
–Tendrá morro, encima de que me deja él …
–Que te den, Zerito.
–Zero tu … ¡Joder! Con él no me sale … –se enfadó Zero consigo mismo.
–Já.

Max miró una última vez con superioridad a Zero y se fue escaleras arriba con Matt en sus brazos. Zero no sabía si reír o llorar, pero estaba claro que esto no podía seguir así.




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viernes, 17 de enero de 2014

79 | 30/3/11 – Granada, España. Soleado.



La hora después de comer. A esas horas, la casa siempre estaba muy tranquila. Algunos iban a clases por las tardes, otros simplemente se echaban a dormir la típica siesta española. Esa tarde de miércoles, Yumi jugaba en el salón con unos peluches, era, simplemente, adorable. O eso le parecía a Tomoe, que estaba espiándola desde el hueco de la escalera con un blog y un lápiz en las manos. Hubo un segundo en el que Yumi giró la cabeza creyendo que alguien la observaba, pero al comprobar que no había nadie, siguió jugando tranquilamente. Tomoe se agarraba el pecho escondida en las escaleras. Por qué poco, pensó la castaña. Le gustan los peluches, apuntó.

Koichi bajó las escaleras y saludó distraídamente a Tomoe mientras ésta seguía escribiendo en el blog. El moreno entró en el salón y se acercó a Yumi.

–Yumi, ¿has visto a Sakura?
–Etto … Creo que acaba de pasar por aquí … Por cierto, mi hermana te estaba buscando. –respondió sonriendo.
–Vale. –dijo Koichi sonriendo también.

Koichi estaba preguntándose para qué le estaría buscando Megumi, pero dejó de pensar cuando Sakura entró por la puerta con un vaso en la mano.

–Anda, ahí está. –dijo Koichi corriendo detrás de Sakura que estaba recogiendo la mesa. –S-Sakura, quería hablar contigo …
–¿Sí? –preguntó sin tan siquiera mirarlo.
Koichi no pudo preguntar nada, un hombre rubio, alto y de ojos azules amarillentos acababa de irrumpir en la habitación, se había acercado a Sakura y la había abrazado por la cintura. Koichi no podía procesarlo con la rapidez que le habría gustado.

–Hola cariño. –saludó Kevin besándole la mejilla.
–Hola. –sonrió Sakura.
–¿Qué! –exclamó Koichi que no daba crédito a lo que sus ojos veían.
–Eh, Koichi yo … –farfulló la morena.
–Déjalo Sakura, ya hablo yo con él.
–Eso es exactamente lo que me pasó a mí …
Todos giraron la cabeza y vieron que Zero estaba en el sofá sentado mirando al suelo. Nadie se había percatado de que estaba allí.
–Coñe Zero, qué susto …  Ahora nos cuentas que te pasa. –exclamó Kevin con sorpresa.
–No hace falta …
Kevin volvió a encarar a Koichi mientras Sakura recogía la mesa e intentaba pasar desapercibida, aunque a Zero se le daba mejor.

–Lo siento tío, yo la vi el otro día, bueno, hace dos semanas, me acerqué … –empezó a decir Kevin pasándole al moreno el brazo por los hombros.
–¿Qué, qué? Espera … ¿Me estás diciendo que lleváis dos semanas enrollados y no me he enterado hasta ahora? –preguntó Koichi indignado.
–Sakura no quería contar nada, pero ayer hablamos y pensamos que lo mejor era no mantenerlo en secreto … Por ti.
–Por eso … ¿Por eso el otro día que entré en tu habitación estabas tan nervioso? ¿Estaba ella contigo? –preguntó de nuevo el moreno enfadado.
–Emmm … Sí. Estaba en el armario escondida … –respondió Kevin con un deje de culpabilidad.
–Joder …
–Tío, lo siento de verdad, yo solo me acerqué a consolarla y para cuando me quise dar cuenta nos estábamos enrollando …
–Tú no eres un colega ni eres nada, ¡eso no se le hace a un amigo! –exclamó Koichi dolido.
–Y-Ya lo sé, pero …
–¿Cuál es la norma principal de los colegas?
–Los colegas antes que las tías.
–Esa no, aunque también, la otra.
–Un colega no se liará con la ex novia de otro colega bajo ninguna circunstancia.
–Pues tú no la has respetado. –dijo Koichi mirando a su amigo a los ojos.
–Lo siento tío, en serio …
–Mira, déjalo, si da igual … Solo quiero pedirte que hagas feliz a Sakura y que no cometas los mismos errores que yo … –sentenció el moreno apartando la mirada.
Sakura los miró en la “lejanía” (porque en realidad estaba a dos metros escasos) sin poder creer que Koichi dijera algo tan bonito como aquello. Solo lo hacía más difícil para ella. Los amigos se dieron un solemne apretón de manos con la frase final de Kevin, Da eso por hecho, colega. Sakura terminó de recoger y dejó a los chicos solos en el salón, ya que con tanta gente, Yumi había huido hace rato a su habitación.

–¿A este no le pasaba algo? –preguntó Koichi girándose para mirar a Zero.
–Eso, eso, tú no te libras. Conversación de tíos pero ya.
–¿E-Eh? Que no, que no … –dijo Zero intentando escapar.
Tarde, porque Koichi se había sentado a su derecha y Kevin a su izquierda. Zero prácticamente se derrumbó en el sofá.
–Se ha ido con otro. –dijo tocándose la frente con una mano.
–No jodas, ¿con quién? –preguntó Koichi.
–Siempre pensé que Max era un poco ligero de cascos, pero madre mía, qué rapidez. –dijo Kevin riendo.
–No te rías joder … No sé quien es, solo sé que no es de aquí, creo que viene de la casa de Lacey, Sebastian y todos estos.
–Quizás deberías echarte tú también un novio, igual se pone celoso. –sugirió Koichi.
–¡Eso es! ¿Y Richard? Está coladito por ti, si lo tanteas un poco cae fijo. –dijo Kevin.
–A mí solo me gusta Max, no me gusta ninguna otra persona en el mundo … Y Richard no está colado por mí, es mi compañero y punto. –finalizó enfadado.
–Claro, claro …
–Espera, ¿quién es Richard? –preguntó Koichi.
–Nadie, no es nadie. –dijo Zero en un intento por dar la conversación por terminada.
–Es un compañero nuestro del trabajo, se encarga de traducir y tal. Se pasa el día sobando a Zero. –volvió a reír Kevin.
–¡Qué no me soba, coño!
–Vale … INTENTA sobar a Zero. –se corrigió Kevin.
–Hahahah. –rió Koichi.
–Estúpidos.

Koichi y Kevin seguían riéndose del pobre Zero cuando alguien bajó las escaleras y entró en el salón. Una chica de corta melena castaña color miel. Llevaba unas ropas muy bonitas, un chaleco azul y una camiseta amarilla con una mini-falda azul y unas medias amarillas también haciendo que conjuntara todo a las maravillas. Sus botas azules se pararon y encararon a Koichi, el que estaba más cerca de ella.
–H-Hola Koichi, ¿podemos hablar un momento? –preguntó Megumi.
–S-Sí … –contestó ruborizado.
–¡A por todas tigre! –lo animó Kevin.
–Cállate …  –le regañó por lo bajini antes de levantarse.

Koichi se acercó a la chica, parecía nerviosa, como si llevara toda la tarde preparando la conversación palabra por palabra. Obviamente Koichi no lo sabía, pero ciertamente, era verdad.

–V-Verás, había pensado qué …
–Qué guapa estás. ¿Te has puesto así por mí? –preguntó ansioso.
–D-Déjame terminar … –pidió nerviosa Megumi.
–Ah, sí, sí, dime.

La tensión se palpaba en el aire. Bueno, la notaba Megumi, porque Koichi para esas cosas siempre había sido muy inocente; menos con Max, él sí sabía como quitarle la inocencia. Mientras ellos hablaban, Kevin intentaba subirse encima de Zero alegando que “Se le veía muy desesperado y seguro que no había hecho nada desde que Max le dejó”, a lo que Zero se defendió con patadas silenciosas para no cortarle el rollo a la parejita que tenían al lado.

–B-Bueno pues eso, que había pensado que … Como tú ahora no tienes … novia, que si querías que saliéramos a tomar algo … o bueno, si no quieres no pasa nada, yo …

Koichi contestó con un tierno beso que dejó a Megumi con menos palabras aún de las que ya tenía. Aquella preciosa escena con Kevin de fondo intentando meter mano a Zero pidiéndole al menos un abrazo de consuelo era enternecedora. Y rara.

–Vamos al cine. –dijo Koichi sonriendo.
–¡Vale! –contestó muy emocionada.

Megumi y Koichi dejaron el salón. Zero prefirió subir a la habitación a estar más tiempo a solas con Kevin. Subió las escaleras y fue llegar al rellano del primer piso y escuchar gritos. Le molestaban mucho. Era Max, con su nuevo novio, y para variar estaban follando. Joder, pensó Zero.
Volvió a bajar, total, prefería que Kevin le intentara meter mano a escuchar al amor de toda su vida gimiendo con otro hombre.




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