jueves, 18 de diciembre de 2014

96 | 26/1/12 – Granada, España. Soleado por primera vez.


Hacía un frío que pelaba, y seguramente fuese porque estaba totalmente despejado, incluso soleado. Un sol que no calentaba nada. Habían movido las mesas pequeñas del salón, ahora estaban frente a la chimenea, pues era el lugar más cálido de la casa CLOUD. Sakura y Kevin no desaprovechaban la ocasión para sentarse en una de ellas junto al fuego.

La “pareja”, si es que podían llamarse así, hablaban distraídamente mientras comían pastas y bebían té. No eran novios. Tampoco amigos. Sakura realmente no sabía ni qué eran, pero llevaban juntos unos 10 meses. No pasaban mucho tiempo juntos, no salían a pasear o al cine, tampoco se decían cuanto se querían, pero estaban juntos. Besos furtivos y noches de sexo era lo único que les quedaba.

-Qué rico. -murmuró Sakura.
Kevin le sonrió falsamente y volvió a mirar el crepitar de la leña, con la mirada perdida.
-Así solíamos sentarnos Haruka y yo, junto al fuego.-dijo Kevin de repente.
-Aaam... Eso se lo podría haber ahorrado, pensó Sakura.

Sakura se disponía a seguir hablando con Kevin cuando Megumi y Koichi entraron, muy agarrados, hablando acaloradamente. La otra pareja se sentó junto a Sakura y Kevin en la mesa de al lado, junto al fuego también, pues venían de la calle donde hacía un frío polar.

-Bueno, ¿y qué tal el trabajo? … ¿Qué coño? -soltó Sakura cuando Koichi le dio sin querer con el brazo desde atrás.
-¡Ostras! -exclamó Koichi.
-¿Q-Qué hacéis aquí? ¡Aquí estamos nosotros! -dijo Sakura enfadada.
-Koichi y yo tenemos una cita. -contestó Megumi sonriente.
-No te pongas así, la casa es tan mía como tuya y nos sentamos donde queremos. -explicó Koichi.
-Ah, me alegro por vosotros... -soltó Sakura quitándole importancia.

Lo cierto era que Koichi y Megumi tampoco podían considerarse pareja. Al principio, cuando Koichi se enteró de que Kevin y Sakura estaban juntos decidió ir a por todas con Megumi, quería darle celos, demostrarle que las tías se matarían por él y que no la necesitaba. Koichi no podía estar más equivocado, pues tan solo después de su primera cita en marzo del año pasado, el moreno había comprobado que no solo no quería estar con Megumi, si no que le aburría un montón. Aún con todo eso él había seguido saliendo de vez en cuando con ella para intentar molestar a Sakura, la cual a veces se picaba bastante y eso le daba ánimos. Alternaba sus citas con polvos con Max, hasta que se echó otro novio y tuvo que quedarse de nuevo a dos velas (Megumi no pasaba de algún besito esporádico). Koichi, ya saliendo con Megumi por puro aburrimiento, decidió seguir molestando a Sakura a ver si por fin podían volver a estar juntos. La echaba tanto de menos...

-Eres tan guapa Megumi, eres la chica más guapa que HE CONOCIDO JAMÁS. -le dijo Koichi resaltando el final de la frase.
Jódete, Sakura. 
-Kevin, TE QUIERO. -dijo Sakura súbitamente.
¿Está intentando ponerme celosa? 
-Y yo, cariño... -contestó Kevin un poco abrumado.
¿Qué dice ésta ahora?
-Llevo un tiempo dándole vueltas y quiero que salgas conmigo, Megumi. -se declaró el moreno.
-¿D-De verdad? -preguntó ilusionada.

Sakura estaba empezando a enfadarse bastante.
-Sabes Kevin... Llevamos mucho tiempo saliendo y... ¡CREO QUE DEBERÍAMOS CASARNOS!
-¿¡Cómo!? -se sorprendió el rubio.
-¿¡QUÉ!? ¡A  MÍ DESPUÉS DE DOS AÑOS JUNTOS NO ME LO PEDISTE! -saltó Koichi encarándolos.
-¡DÉJAME EN PAZ, YO HARÉ LO QUE QUIERA, Y ME VOY A CASAR CON KEVIN! -le respondió a chillidos la morena-pelirroja.
-A ver... Que esto se nos está yendo de las manos... -susurró Kevin.
-Tú has venido aquí a ponerme celosa, ¿verdad? -acertó Sakura levantándose de la silla.
-¿Y-Yo? Pero qué tonterías dices... Yo ahora estoy con Megumi y no quiero ponerte celosa.-disimuló el moreno.
-Ya, ya, por eso te has sentado al lado nuestro teniendo esta pedazo de casa. ¡Eres un mentiroso! -gritó Sakura.
-¿¡YO MENTIROSO!?

Koichi intentó serenarse, pero estaba ya harto, de fingir que no le dolía verla con su amigo, de fingir que no le encantaría estar con ella cada día de su vida.
-Para que veas que no soy un mentiroso... Te quiero, Sakura.

La habitación se quedó en el más absoluto silencio. Megumi había abierto los ojos como platos, sin dar crédito a lo que oía, Kevin, que no estaba sorprendido, simplemente se quedó mirando. Solo pasaron 2 segundos hasta que ambos se abalanzaron el uno contra el otro para fundirse en un precioso beso. Ahora sí que abrió bien los ojos Kevin, sorprendido.

-Yo exageré mucho, ya sé que te enamoraste de Shinku y Max, pero es que me puse tan celosa que pensé que aún sentías algo y yo no... -balbuceó Sakura abrazando al moreno.
-No, no, es culpa mía, yo no te hice todo el caso que debía y te desatendí... Pero te prometo que no pasará nunca mas, te quiero pedir una oportunidad más, aunque sé que no me la merezco, ya me has dado muchas y no tienes porqué darme otra más, pero yo te quiero Sakura...
-Koichi... Todo esto tan de repente...
-Lo sé, lo sé, pero no podía aguantar más verte con Kevin, me hacía mucho daño...

Los enamorados se abrazaron intensamente durante unos instantes. No se querían separar jamás, ¿para qué?
-Sube, que te llevo a caballito como hacía siempre. -dijo Koichi agachándose.
-¡Vale!
Sakura se subió en la espalda de Koichi y se fueron escaleras arriba, dejando solos a Kevin y a Megumi en sus respectivas mesas. El ambiente era tan extraño, en apenas dos minutos dos “parejas” habían pasado a ser una y dos personas abandonadas. Kevin se quedó contemplando la escena unos instantes, después se levantó y se sentó en la silla que había dejado vacía Koichi.

-¿Quieres un café? -le invitó Kevin.
-No... -susurró Megumi a punto de llorar.

Líos amorosos, y es que la casa CLOUD si tenía algo era amor, amor que rezumaba por las paredes, que se colaba por cualquier recoveco, por cualquier rincón. Las personas no olvidan.


Max estaba dándole vueltas a la cabeza, iba a pedirle perdón a Zero, estaba asustado, no sabía como reaccionaría. No esperaba que lo perdonase así porque sí, le había hecho mucho daño y Max lo sabía. Esperó en silencio en su habitación, esperando oírlo llegar de trabajar. Y así fue, al cabo de unos minutos se oyeron unas pisadas cansadas y el abrir y cerrar de una puerta. Max abrió un poco la puerta para asegurarse de que era Zero. Un hombre alto, vestido de negro y con una melena blanca entró lentamente en la habitación. Le daría unos momentos para asentarse y después entraría y le diría todo. Que lo sentía, que se había portado fatal, que no había querido a nadie como lo quería a él...

Zero había llegado por fin a casa. Había sido un día duro, estaba muy cansado. Se quitó la chaqueta y la dejó sobre la cama, aflojó la corbata y desabrochó los primeros botones de la camisa. El peliblanco se dejó caer en el sillón, de espaldas a toda la habitación. Se quedaría dormido ahí si fuese necesario, total, para lo que hacía despierto mientras no trabajaba, que era básicamente nada, prefería dormir y evadirse de la realidad.

Estaba a punto de quedarse dormido cuando alguien llamó a la puerta. Dijo simplemente Adelante, no sabía ni quien era ni le interesaba, solo esperaba que fuese rápido, pues estaba muy cansado y no estaba para tonterías.

-Zero... ¿Podemos hablar?

Al peliblanco se le cortó la respiración. Era la voz de Max. A no ser que estuviese alucinando. Pero las alucinaciones no llaman a la puerta. Se quedó de espaldas al menor, no quería darle la satisfacción de hacerle saber que estaba sorprendido de que estuviese allí, en su habitación, y es más, que quisiese hablar con él.

-Bueno, no hace falta que digas nada, en realidad solo venía a … Disculparme.

Zero se quedó aún más sorprendido si es que se podía. Max. Max pidiendo perdón. Max disculpándose. Sí que debía ser una alucinación, pues el orgullo de Max le hacía casi imposible pedir perdón. Se movió un poco en el sillón, solo para hacerle saber que estaba ahí, pero no pensaba darse la vuelta.

-Quería pedirte perdón por todo, me comporté fatal y tú no tenías la culpa de nada... Lo siento mucho... No sé si será por la bipolaridad, la doble personalidad o que directamente soy un estúpido asqueroso, pero yo no... -intentó disculparse el menor.

Las lágrimas le brotaron de los ojos exageradamente, no podía soportarlo más y a duras penas podía articular palabra. Quería seguir disculpándose pero las palabras se le atropellaban; llorar, hablar y respirar era casi imposible y desistió completamente.

Zero al primer momento de oírlo llorar se le puso toda la piel de gallina. El llanto de Max era lo más triste que el peliblanco (y casi cualquiera que conociera a Max) había escuchado jamás. Se levantó y se acercó un poco al menor, sin saber qué hacer.

-P-Pero no llores hombre... -intentó consolarle Zero.
-¡Es que no... Yo me... me porté muy mal contigo, y tú siempre has sido tan bueno conmigo y no, yo... ! -intentó seguir disculpándose.
-Max, déjalo, ya lo he pillado... -contestó Zero abrazándolo.
-No me merezco ni que me toques... -dijo el menor llorando su hombro.
-No digas eso... Yo... Aprecio que te disculpes, pero no es necesario Max...
-Sí, sí lo es, y y y... Y puedes humillarme si quieres, yo te lo hice y no... No es justo, no... -dijo de nuevo el menor sollozando aún más fuerte.
-¿Q-Qué dices? No te quiero humillar... Anda, tranquilízate. -le ordenó mientras le acariciaba la cabeza.
Todo el discurso que Max había pensado se fue al garete. No esperaba ponerse llorar sin que ni siquiera le mirase a los ojos mientras se disculpaba, pero se sentía muy culpable, se sentía sucio y asqueroso. Zero le abrazaba mientras él lloraba contra su pecho, sabía que no merecía que le abrazase así, menos después de todo lo que había hecho, pero tenía aún menos fuerzas para apartarse de su lado.

-Anda, no llores... Que me da mucha pena... -dijo al final Zero, después de 5 minutos de llanto ininterrumpido.
-Encima ahora te hago pasar pena... Perdón... -contestó el menor con la cabeza enterrada en el pecho del peliblanco.
-Venga, que estás diciendo ya muchas tonterías... Max, yo lo he pasado mal, pero no por lo que me has hecho, si no porque no has estado a mi lado, todo lo demás me da igual...

Max subió la mirada y a Zero se le congeló el corazón, su cara de ángel llorando siempre le había dado muchísima pena, pero aquel día estaba especialmente triste.

-¿Seguro? … -preguntó no muy seguro el menor.
-Seguro. -contestó Zero abrazándolo.

Max volvió a dejarse enterrar en los brazos del peliblanco. Zero por su parte no sabía qué sentir. Era obvio que le había molestado el comportamiento del menor, pero cuando lo abrazaba, cuando lo sentía tan cerca dejaba a un lado todo el rencor, dejaba a un lado el mundo entero si era Max el que estaba a su lado...

-Bueno venga, que como venga tu novio y nos vea así...
-¿Eh? …
-Tu novio...
-Ah, pensé que lo sabías... hace un tiempo que no estamos juntos.
-Ah, ¿no? …

Ahora sí que no sabía qué pensar. ¿Había ido Max a disculparse y de paso volver con él? ¿Era el segundo plato porque el otro le había dejado? O simplemente...

-No quiero que pienses esas cosas... Si te he pedido perdón es porque hacía mucho tiempo que lo pensaba...
-Agh, no hagas eso... -dijo Zero tapándose la frente como impidiendo que le leyese los pensamientos.
-Perdona... Solo quería hacerte saber que el que ha tenido la culpa era yo y que... Lo siento mucho... -dijo separándose sin mirar a Zero a los ojos.

Se quedaron unos instantes sin saber qué decir. Max esperaba una respuesta o algo. Zero no sabía qué responderle.

-Nunca he querido a nadie como te quiero a ti, Zero. -dijo Max mirándole esta vez directo a los ojos.

Zero se había quedado mudo. El menor aprovechó la confusión para salir antes de que dijera algo más y la situación fuese más embarazosa aún, pero antes de llegar al pomo, Zero ya le había agarrado por la otra mano y lo había atraído hacia sí. El mayor no podía aguantarse más las ganas de besarlo y lo cogió con todas las fuerzas de su corazón. Max, que hacía tantísimo que alguien no le sujetaba así, se agarró de la nuca de Zero para hacer el beso más profundo. El mayor sentía que podía morir allí mismo, allí era feliz, no necesitaba nada más. Max se separó y cuando Zero se volvió a acercar él simplemente le paró con las manos.

-Yo... Creo que no deberíamos ir... muy rápido... Yo... M-Me voy.
Dicho eso, el menor dejó la habitación con rapidez y el rostro sonrojado como un tomate. Zero, al que le encantaba verlo con esa cara de vergüenza, sonrió y se tumbó en la cama.

Era la primera vez en meses que le apetecía pensar en la cama y no quedarse nunca más dormido.

Fotohistoria aquí

domingo, 14 de diciembre de 2014

95 | 5/1/12 – Granada, España. Nuevo año tormentoso.


Max estaba en su habitación. Jueves, año nuevo. El castaño deseaba con toda su alma que aquel año fuese mejor, que las cosas se arreglasen. Volvía a estar solo. No se sentía mal como con otras relaciones, pero se sentía solo, y eso nunca le había gustado. Fuera, la tormenta estaba en su mayor apogeo, eran tan solo las 18:09 y parecía medianoche.

Recordaba. Recordaba los buenos momentos, y cada vez que pensaba en cosas bonitas, lo único que se le venía a la mente eran recuerdos con Zero. Había sido la persona más importante para él durante años, jamás había querido a nadie como lo quiso a él. Como le quería a él. Se sentía mal, su segunda ruptura fue una tontería, un calentón del momento que le enfadó, las cosas podrían haberlas hablado y arreglado. Max se sentía como una mierda. Había utilizado a Zero, se había burlado de él, lo había humillado, le había puesto a prueba poniéndole celoso sabiendo lo mucho que le quería.

Soy una mala persona, pensaba Max. Quería pedirle disculpas a Zero, quería hacerle saber que no tenía que disculparse, pues toda la culpa la tenía él. No sabía ya ni si podía echarle la culpa a las dolencias que le carcomían por dentro, quizás todo aquello era culpa suya y no de la enfermedad. Zero se merece alguien mejor, se repetía en su cabeza. Sí, pero yo quiero estar con él, soy así de egoísta, le decía otra voz en su mente. Porqué ir con otros hombres, si Zero había sido siempre el amante perfecto, el novio que cualquiera desearía, devoto, entregado, cariñoso, leal... Lo tenía todo y él había abusado de su amor por años... No era una humillación para él pedir perdón esta vez, pues sentía que quería ser humillado por Zero, se la debía. Tenía que pedirle perdón y asegurarle que el que había obrado mal, era él.


Por otro lado, la casa, que ya había vuelto a su decoración habitual, esperaba un nuevo familiar. La casa CLOUD había aumentado bastante el número de miembros, y este, sería el primero del año 2012.

Parco Folgore, un chico italiano de 15 años. Vivía en Milán con sus padres y su hermana Juliette. Su hermana quiso ir a España a continuar sus estudios allí y los padres decidieron mandar a Parco también, que fue aceptado junto a Juliette en la casa CLOUD, solo que ella se tomaría unas vacaciones antes de ir, así que Parco llegó solo a la casa. Tenía una melena rubia y unos ojos azules que le hacían parecerse a Kurt Cobain. Ligón como él solo, elegancia italiana en todo su esplendor, un poco estirado y chulesco, le gustaba jactarse de su labia, hablaba de arte y deporte con los mayores, mientras que con los chicos de su edad solo se sentía asqueado ante tanta infantilidad (tontería pues él podía ser muy infantil a veces). En cuanto encuentra algo que te moleste lo explota hasta el límite, sacándote de quicio, eso se le da de maravilla. Amante de la gastronomía italiana y todo lo relacionado con su país, osa meterte con su madre y verás la ira en sus ojos. Pijo, niño rico, mimado, así era Parco.

Al llegar Sakura se lo presentó a los demás chicos y les dijo que le enseñaran su habitación y todo pues ella tenía mucha prisa, había quedado con Kevin y estaba a punto de llegar tarde.

-Encantado, yo soy Matt. -saludó sonriendo.
-¿Matt? Pensé que eras una niña. -contestó burlón el italiano. El rubio le miró triste e hizo amago de ponerse a llorar pues eso le hería mucho.
-No le llames eso, no es una niña. -replicó Hyun enfadado. Matt miró a Hyun alegrado de que le defendiera. Misaki y Kain permanecían callados.
-¿Tú quien eres, su novio? -preguntó de nuevo burlándose.
-¡No, Hyun! -gritó Matt sujetando al castaño que se quería lanzar contra Parco.
-Eres estúpido... -murmuró el castaño mientras el rubio le retenía.
-Un placer. ¿Y vosotros?
-Yo soy Misaki. -dijo con una leve sonrisa.
-Kain. -respondió secamente el vampiro.
-Bueno, ¿y qué hacéis aquí para pasarlo bien? Aparte de liaros entre vosotros. -preguntó y después señaló a Hyun y Matt.
-Nosotros no nos... liamos... -respondió Matt un poco avergonzado intentando parar a Hyun que se había vuelto a rebotar.
-Ya, claro... ¿Entonces estás solo? -preguntó acercándose al rubio.
-¿Eh? Bueno, estamos todos aquí. -respondió inocentemente.
Hyun no daba crédito a lo que veía, Parco había pasado de meterse con ellos por estar supuestamente enrollados a intentar ligar con Matt. Aquello le molestaba el doble.

-Que lo dejes en paz. -dijo Hyun poniéndose en medio.
-A que va a ser verdad que estáis liados... -se acercó el otro rubio subiendo una ceja.
-N-No es eso... Él es muy inocente, déjalo en paz. -espetó a punto de estallar.
-Mejor, me gustan inocentes e ingenuos. -explicó sonriendo pervesamente.

Hyun iba a saltar de nuevo cuando Misaki propuso subir a enseñarle su habitación, para dejar a un lado las peleas. Matt tuvo que agarrar del brazo todo el rato a Hyun que amenazaba con saltarle a la yugular a Parco, pero al notar el tacto del rubio se calmó bastante. Kain por su parte simplemente seguía a Misaki allí donde iba así que fue con ellos.

Parco tenía una habitación para él solo junto a la de Misaki y Kain, acondicionada igual que la suya, para dos personas, pero en vez de en tonos blancos y grises, en tonos azulados. Parco apuntó su nombre en la placa y procedió a decorar un poco la habitación no sin antes volver a meterse con ellos, en este caso con los otros dos.

-¿Y vosotros? ¿También estáis juntos? ¿Sois todos gays aquí?
-Creo... Creo que te estás confundiendo. -respondió Misaki sonriendo y salió de la habitación.

Matt y Hyun se habían ido antes pues el castaño no lo soportaba y Matt prefería estar con él ya que sabía que Kain y Misaki se quedaban con el nuevo. Al salir Misaki también, Parco y Kain se quedaron solos. El vampiro se acercó al rubio.

-Ya he visto como te has comportado con Hyun y Matt. Si te acercas a Misaki o le pones una mano encima te la arranco de un mordisco.


Salió de la habitación sin esperar siquiera una respuesta, dejando a Parco asustado de verdad y prometiéndose no tocar a Misaki. Aunque a Matt podría seguir invadiéndole el espacio personal para molestar al castaño.

94 | 27/12/11 – Granada, España. Congeladamente frío.

(La historia de Mio y Mayu pertenece al videojuego Project Zero 2 (o Fatal Frame 2) de Tecmo)


Dos meses habían pasado desde que Emily llegó a la casa y ya se sentía como una más. Scarlett y ella se hicieron aún más amigas, aunque ésta prefería estar con su novio o su “Clan” como ella les llamaba. A Emily realmente no le importaba, pues creía fervientemente que encontraría su alma gemela algún día. Mientras tanto disfrutaba viendo yaoi en directo. Y es que Emily era una fujoshi en condiciones. Le encantaba ver tanto chico gay por todas partes, se preguntaba si había alguno heterosexual aparte del novio de Scarlett y sus hermanos. Aunque con quien había hecho buenas migas de verdad era con Tatsuha, uno de los hermanos de su amiga. Al principio Tatsuha intentó ligar con Emily, pero al ver que ella prefería verlo con otro tío se le quitaron las ganas. Habían encajado bien.

Era diciembre, había pasado Nochebuena, que fue bastante rara. Había mucho follón dado que ahora había más gente que antes, así que organizaron el salón por mesas. Una resultó ser un completo desastre ya que estaban Hiro, Max, Zero, Koichi, Kevin y Ryuichi; Zero y Max se evitaban todo el rato pese a que les tocó comer en asientos contiguos, Koichi se pasó la cena intentando meter mano a Max, Zero se acabó cabreando y se fue... Un completo desastre. Otras mesas como la “mesa oscura” donde comieron Scarlett, Yasu, Sebastian, Lacey, Zoe, Tatsuha y Kain fue más tranquila, como una familia normal, pero todos vestidos de negro. Y las demás mesas,  que eran de todas las chicas y niños pequeños eran un cotorreo incesante. La casa seguía decorada con el árbol y las luces aunque ya casi nadie les prestaba atención.
Aquel martes fue un día muy tranquilo, y aunque venía gente nueva, tan solo Sakura estaba para recibirlas.

Eran dos gemelas japonesas. La casera de la casa CLOUD las había traído desde Japón personalmente, por lo que todos estaban un poco impresionados. Un coche negro oficial de CLOUD paró en la puerta y se apearon las chicas, junto a ellas un guardaespaldas trajeado de negro con gafas de sol, pese a que las nubes lo tapaban todo. Entraron en el recinto y el coche aguardó en la puerta hasta que la entrada principal se abrió y ambas entraron a la casa.

-Encantada de conoceros, yo soy Sakura. -saludó amablemente una vez habían llegado al salón.
-Mucho gusto. -dijeron al unísono.
-Os voy a traer un té, hace bastante frío, vendréis congeladas. -dijo sonriendo.

Al cabo de unos minutos, Sakura volvió con una bandeja, y al instante, una de las gemelas se levantó y le ofreció ayuda, la otra simplemente miraba el suelo cayada.

-Gracias. -dijo Sakura.
-No es nada...
-Bueno, ¿y cómo os llamáis? -preguntó mientras cogía un puff y se sentaba frente a ellas que estaban sentadas en el sofá.
-Yo soy Mio, y esta es Mayu. -se presentó sonriendo ligeramente.
Mayu simplemente asintió, miró a Sakura un momento y volvió a mirar al suelo.
-¿Le ocurre algo? ¿Es muda o...?
-No, no... Es que... No habla mucho desde que volvimos de... De allí. -respondió misteriosa.
-Mio... Quiero que sepáis que esto es una familia, y estaremos aquí con vosotras siempre, podéis confiarme cualquier cosa, ¿vale? -le dijo amablemente tocándole la mano.
Las gemelas se miraron un instante y cuando Mayu le asintió, Mio volvió a mirar a Sakura.
-Bueno... Digamos que hemos tenido unas semanas un poco... Raras...
-Contádmelo, estoy aquí para ayudaros.
Mio volvió a sopesar y a mirar a su hermana, que volvió a asentir sin decir nada.
-Cuando éramos pequeñas Mayu y yo solíamos jugar en los bosques de la aldea Minakami, en Japón. Nuestra madre enfermó y la ingresaron en un hospital, así que nos cuidaba nuestro tío Kei... Nos enteramos de que iban a destruir el bosque donde jugábamos para construir algo y... Decidimos ir a verlo por última vez...

Mio paró unos segundos, se le había secado la garganta, el simple hecho de recordar todo aquello le ponía los pelos de punta.
-... Bueno... Allí habían pasado... cosas extrañas... Hacían rituales y... Bueno, no vas a creértelo...
-Estoy segura de que sí. -le sonrió de nuevo la morena-pelirroja.
Mio asintió y prosiguió con su historia.
-Allí vimos cosas... Espíritus... Fantasmas. De la gente que vivió allí. Hacían...Ceremonias con los gemelos y gemelas del pueblo, como una ofrenda... Una debía matar a la otra para convertirse en una, así se transformaría en mariposa y protegería la aldea... All God's siempre está sumido en la noche... Se decía que si alguien se perdía allí, la niebla lo absorbería -paró unos segundos-. Los espíritus de aquel lugar vagaban eternamente en la oscuridad... Un ritual les había salido mal y todo el pueblo quedó maldito... Nos querían a...nosotras, para volver a celebrarlo... Raptaron a Mayu y... Conseguimos escapar por muy poco...

Después del escalofriante relato, Sakura, que les creyó en todo y les aseguró que allí no les pasaría nada, y que, aunque no fuese su bosque de la infancia, el jardín era muy amplio y tenían cerezos.

Sakura las acompañó al piso de arriba, a su habitación. Estaba a mano derecha, justo al lado de las escaleras. La habitación era solo para ellas. Sakura les pidió que apuntaran su nombre en la plaquita de la puerta y se despidió, dejándoles intimidad.

Mio y Mayu entraron en la habitación, estaba pintada de un bonito rojo carmesí y las cortinas eran con motivos florales muy japoneses. Había dos camas a ambos lados de la ventana, grandes armarios empotrados y un escritorio vacío. Mio y Mayu, que pasaban gran parte de su tiempo en silencio, vaciaron las maletas y metieron su ropa en los armarios.

Mayu, que tenía la pierna derecha dolorida se sentó. Un día, cuando tenían 5 años, estaban jugando en la aldea, corrían. Mio se soltó de la mano de su hermana. Incitó a su hermana a correr más deprisa y Mayu, en un intento por alcanzarla, cayó por un terraplén y quedó coja. Fue ese día cuando Mio le prometió a su hermana que jamás la volvería a dejar sola. Y cumplió, o por lo menos hasta que entraron de nuevo en la aldea 10 años después, en parte culpa de Mayu por seguir una mariposa carmesí.

Mayu era extremadamente sensible al mundo de los espíritus, cualquier cosa, la oía, la sentía... Y es que eran esas pequeñas cosas las que las diferenciaban. Mio también tenía un sexto sentido, pero no tan agudo como el de su hermana. Físicamente eran casi idénticas, cabello corto y lacio, castaño oscuro, Mio con el flequillo ladeado y Mayu cortado recto, pero nada más, sus ojos castaños idénticos, los de Mio más llenos de vida y los de Mayu más apagados.

Mio adoraba la lectura, observar aves y hablar de ellas, las verduras... A Mayu le encantaba la música, los animales, la fruta... Ambas amaban pasear por los bosques y estar juntar. Desde su aventura en All God's, Mio había desarrollado cierta habilidad con la cámara, pues fue allí donde encontró un objeto curioso. La cámara oscura. Servía para captar cosas que el ojo humano no puede a simple vista. Era una cámara para ver espíritus,  verlos y exorcizarlos, fue así como consiguieron salir ilesas de aquella aldea, pues solo tenían aquella vieja cámara como arma.

Mayu, la hermana mayor, se sentó en el borde de la cama, cuyas sábanas eran rojo carmesí. Estaba pensativa, aunque en ese momento fuese por todo lo que habían vivido, pero ella siempre  había sido una chica muy calmada, obediente y tranquila, al igual que su hermana Mio, solo que ella era más habladora y abierta con la gente. Miró a su hermana.

Mio estaba de pie, junto al escritorio. Dejó encima una cámara muy antigua, de fuelles, con caracteres japoneses alrededor del objetivo. La miró fijamente, intentando borrar los recuerdos de su cabeza, pero era imposible. Se volvió y contempló como la miraba su hermana. No le gustaba aquella cámara, la asustaba.

-Sé que no te gusta, pero... Me siento más protegida si está cerca... -se excusó Mio.
-Lo entiendo... Y yo también quiero que la tengas cerca...

Se miraron de nuevo en silencio.

-Estaremos juntas para siempre, ¿verdad? -preguntó Mayu.
-Claro.

93 | 28/10/11 – Granada, España. Frío otoñal.

(Todo lo relacionado con Harry Potter pertenece a la maravillosa mente de J.K. Rowling)


Se acercaba Halloween y la casa CLOUD ya estaba decoraba como mandaba la festividad. Calabazas por doquier, guirnaldas de murciélagos, cuencos con chucherías y caramelos en las esquinas... Algunos lo vivían con emoción, otros como si ya formase parte de su vida y otros directamente pasaban de todo; como hacía Max últimamente, que apenas se le veía el pelo por casa, y Zero más de lo mismo, pues por no ver a nadie trabajaba el doble y se pasaba las noches fuera, a veces incluso estaba días fuera sin darle cuentas a nadie, mientras sus amigos y compañeros se preocupaban por él.

Aquel día Scarlett y Tomoe estaban decorando la habitación junto a las escaleras del tercer piso. Estaba vacía desde que se inauguró la sala, por lo que llevaba sus buenos dos años cerrada. Limpiaron el polvo y airearon la habitación. Estaba hecha para dos personas, pero por ahora solo vendría una chica. Amiga de Scarlett, se habían hablado por cartas desde que ésta llegó a la casa CLOUD. La chica en cuestión vivía en un internado en Inglaterra, pero aquel año había terminado, y después de volver a su casa para ver a sus padres, había decidido irse a vivir con su amiga a España, donde le aseguró que tendría casa y comida todo el tiempo que quisiese. Le contó a Tomoe y le dijo que trabajaría con ellas en la cafetería, pues le había hablado muy bien del local y le había gustado, ya le había conseguido el puesto incluso. Bajaron una cama del ático, la habitación ya tenía dos armarios empotrados, un escritorio amplio y tres mesitas de noche. Pusieron la cama junto a la puerta y la vistieron.

Tomoe, que había comenzado a salir con Yumi en agosto, estaba que no cabía en sí misma de la felicidad. Ya casi incluso había dejado su hábito de estudiar a la gente con su blog, Yumi era todo lo que necesitaba. Aunque no fue fácil llegar donde estaban, pues Tomoe no sabía si Yumi le correspondería, pero estaba muy feliz de haberlo intentado. La menor quería a Tomoe como a nadie en el mundo y juntas eran simplemente perfectas. La mayor cuidaba de ella, Yumi le hacía peinados... Solían dormir en la cama de una o la otra, dormir separadas se les hacía imposible.

Era casi la hora de almorzar cuando alguien llamó a la puerta. Scarlett corrió emocionada por el pasillo y abrió estrepitosamente la puerta.

-¡Hola! -saludó sonriendo Emily.
-¡Hola! -exclamó Scarlett lanzándose a sus brazos.
Ambas se abrazaron y después invitó a la recién llegada a pasar, pues hacía frío en la entrada. Emily entró tirando de sus maletas con la ayuda de su amiga.

-No te imaginaba así, Scarlett, eres muy guapa. -le sonrió.
-Pues tú eres tal y como me dijiste. -contestó muy feliz.

Emily tenía 15 años y una laaaarga melena negra hasta la cintura, de un cabello muy fino y lacio. Tenía los ojos oscuros y pintados, así como sus finos labios, siempre de un color rosa-rojo muy bonito. Aunque a simple vista Emily parezca una persona tranquila y calmada, realmente es una chica muy alegre y divertida. Siempre busca cualquier tontería que hacer para pasárselo bien con sus amigas. Amante de todo lo raro o inusual (aunque odia que la llamen rarita), le gusta dibujar y leer, pero sobre todo, le gusta el yaoi. Su padre era japonés y su madre inglesa, había vivido durante mucho tiempo en Japón, pero a los 10 años se mudaron a Inglaterra, donde vivió hasta entonces, antes de partir a España. Había estudiado en un internado durante cinco años, a Scarlett siempre le pareció muy raro que sus cartas las entregase una lechuza, nunca supo donde había estado internada pues la lechuza esperaba hasta que le escribiera una respuesta y entonces se marchaba con la carta.

-¿Qué tal el viaje? -preguntó Scarlett.
-E-Eh... Muy bien, muy bien. -respondió intentando evadir el tema.
-Te hemos preparado tu habitación, la vas a tener para ti sola hasta que llegue alguien más, si llega, claro.
-Qué guay.

Y Emily así lo deseaba, pues la intimidad era primordial para ella. Había secretos que no podía propagar tan fácilmente. Y es que su internado no era otro que el Colegio de Magia y Hechicería, Hogwarts. Sí, era una bruja. Emily había terminado sus TIMO, sacando 7 Extraordinarios. Aunque amaba con toda su alma Hogwarts y la casa de Hufflepuff, quería un cambio en su vida, y Scarlett le había caído tan bien... Se conocieron gracias a la casera de la casa CLOUD, que habló con Emily por carta. Emily le escribió primero pidiéndole ingresar en una de sus casas, pues no sabía que hacer después de Hogwarts. Ésta no solo le permitió quedarse en una de sus casas, si no que le dijo que se cartease con una chica que seguro le caería bien. Añadió, que nadie en la casa sabía de la existencia del mundo mágico, así que debía guardar el secreto. Y así hizo.

Emily se acomodó en su nueva habitación. Escribió su nombre en la placa de la puerta y debajo en pequeño puso una frase que le había calado muy hondo: “Draco dormiens nunquam titillandus”.
Cuando su amiga Scarlett le preguntó por el significado de la frase ésta le dijo simplemente:
-Nunca despiertes a un dragón dormido.

Y con una sonrisa bajó las escaleras para reunirse con su nueva familia.

92 | 21/9/11 – Granada, España. Noche oscura.

Era una noche oscura, los rayos de la luna se colaban por las ventanas de la casa CLOUD. Fuera, en la inmensidad de la noche soplaba una ligera brisa, ya empezaba a hacer frío de nuevo después del caluroso verano del mediterráneo. Se oía el batir de unas alas. Todo el mundo dormía, menos esa persona que volaba en la negrura y entraba por una ventana.
La ventana se abrió con el simple roce de su mano. Sus botas negras tocaron el suelo y las alas negras se plegaron. Estaba dentro de la cocina, inspeccionándolo todo con la mirada, con esos ojos rojos como la sangre.
Estarán todos durmiendo, pensó.

Se disponía a moverse por la casa cuando le dio una patada sin querer a uno de los muebles de la cocina. Un eco resonó, pues todo estaba en el más absoluto silencio. El chico permaneció callado esperando alguna reacción. Al no oír nada decidió moverse, cuando escuchó una voz.

-¿Hay alguien ahí?
Era una voz femenina. Scarlett, que había bajado a por algo de beber y había escuchado un ruido. El chico alado maldijo para sus adentros y se apartó sigilosamente de la chica.

-¡Q-Qué estoy armada! -exclamó agarrando lo primero que pilló de la encimera que fue una cuchara sopera.
Uhm... Es una chica... y joven... hehe... pensó el chico mientras sonreía en la oscuridad. El chico se movió en la oscuridad y cuando se acercó lo suficiente a la chica como para poder tocarle el rostro le susurró.
-Hola guapa.
Scarlett, que no pudo reaccionar siquiera, fue arrastrada hasta la encimera donde el extraño había tirado al suelo todo lo que había encima. La agarraba con fuerza de las caderas mientras se acercaba peligrosamente a su cuello.
-Guapa, vas a disfrutar más conmigo que con cualquier ser en toda la faz de la Tierra.
-¡Suéltame pervertido! -gritó forcejeando con él.
Cuando el chico se disponía a pasar a mayores con Scarlett notó como algo, que parecía ser una mano bastante grande, le pegaba una bofetada en la cara. Extrañado pues no parecía la mano de la chica se apartó bruscamente agarrándose la mejilla dolorida.
-Qué coño...
-Yasu... -murmuró Scarlett mientras se bajaba de la encimera.

Y se hizo la luz. El extraño se sorprendió y cerró rápidamente los ojos al ver la luz después de tantas horas sumido en la penumbra.
-Aaah... Luz...
-Tatsuha, no sabía que te dedicabas a intentar violar a Scarlett, pensé que eso solo lo hacía yo. -dijo Yasu con los brazos cruzados, sonriendo.

El chico, Tatsuha, abrió los ojos de par en par. Miró a la chica, a Scarlett, y los abrió más todavía. Después miró de nuevo a Yasu sin saber qué decir.

-Hola...hermano. -puntualizó Yasu.
-No puede ser... Joder Scarlett, has crecido mucho... -dijo avergonzado Tatsuha.
-¡Bakaaaa! -le gritó su hermana pegándole con los puños cerrados.

Después de eso Scarlett abrazó a su hermano, el cual se había escapado antes que ella del internado. No había sabido nada de él desde entonces. Yasu no mostró traza alguna de preocupación, como si supiese lo que había hecho su hermano todo ese tiempo.

-¿Qué haces aquí? -preguntó el hermano mayor.
-Estaba buscando comida.
-Yo no soy comida... -dijo Scarlett triste.
-En realidad sí lo eres, pero no viene al caso. -respondió Yasu.
-Como ves me he convertido en un demonio como tú, hermano. -le dijo Tatsuha sonriendo.
-Siempre fuiste un copión. -dijo Yasu desviando la vista y arqueando las cejas.
-Mentira... -respondió Tatsuha frunciendo el ceño.

Mientras Scarlett seguía abrazando a Tatsuha y Yasu se metía con él, otra persona abrió la puerta de la cocina. Tenía cara de pocos amigos, el cabello negro y los ojos blanquísimos.

-¿Por qué tanto grito? -preguntó Kain que se había despertado también.
-Ven aquí, Kain. -le ordenó Yasu.

El pequeño obedeció y se acercó a ellos. Yasu le rodeó los hombros con un brazo y Tatsuha lo escrutó con la mirada.
-Tatsuha, te presento a Kain, es nuevo en nuestro Clan.
El hermano menor se acercó y puso una mano sobre la cabeza de Kain.
-Pero si es enano... ¿Qué le has visto que tanto te interes- … Ah, un vampiro. -concluyó sonriendo.
Kain le dedicó una mirada enfadada por haberle llamado enano y se acercó a Scarlett que lo abrazó como si el mundo se acabase ese mismo día.
-¿No es un poco precipitado meterlo en la familia? Ni siquiera le conozco, ¿y si muerde a Scarlett? -preguntó preocupado.
-No me va a morder, es demasiado adorableee. -dijo Scarlett tirándole de las mejillas a Kain.
-Déjame. -respondió secamente.
-Te recuerdo que soy el mayor de la familia ahora que padre y madre no están. Es mi deber extender la familia para que nuestra estirpe perdure. -dijo Yasu dando por zanjado el tema.
-Pero... -replicó Tatsuha.
-Nada, no quiero oír nada más al respecto, enano. -respondió dándose la vuelta.
-¡No soy enano! ¡Tú eres un viejo! -gritó Tatsuha siguiendo a su hermano.
-Vamos Kain. -dijo Scarlett sonriendo.

Entraron en el salón y Tatsuha se quedó flipado, le parecía la casa más alucinante que jamás había visto. Yasu le dijo que esperase allí que iba a avisar a la casera y salió por la ventana.

-Fuah, pues la casera tiene que tener un pastón, menuda casa...
-¿Es que no conoces las casas CLOUD? -preguntó Scarlett sentándose junto a su hermano en el sofá.
-¿No jodas que esta es una de esas? Joooder, me ha tocado la lotería...
-Hermanito... ¿Qué hiciste cuando te escapaste del internado? Me dejaste muy preocupada... Y muy sola... -dijo Scarlett apoyándose en su hombro.
-Lo siento... me sentía encarcelado, como en una jaula... Solo quería explorar... Me fui y... Conocí gente, hice amigos y estuvimos de okupas en una casa. No era buena vida, pero tampoco me podía quejar. Conocí a un tipo raro de cojones que resultó ser un demonio. Yo no creía en estas cosas hasta que me lo enseñó todo. Al principio admito que me asustó, pero... No sé, después me gustó y me quise convertir también. Luego me enteré de que Yasu lo era y que encima trabaja para Satán muy de cerca... Me puse bastante celoso, él siempre por encima nuestro...
-Tatsuha, es nuestro hermano mayor, claro que está por encima nuestro.
-Ya, pero... A veces siento como si me hiciera sombra y... Pero da igual, esta nueva vida no la cambiaría por nada. Ahora tengo que comer entrañas de personas pero bueno, por lo demás está bastante bien. -finalizó el moreno como si nada.
-¿Qué....? -dijo Scarlett asustada.
Yasu entró en la habitación por la ventana interrumpiendo la conversación de los dos hermanos, pues Kain, que pasaba de todo, había vuelto a su habitación. Había hablado ya con la casera y le dijo que podía quedarse a vivir allí ya que quería que estuviese junto a su familia. Entre Tatsuha y Yasu bajaron una cama del ático (tenían algunas guardadas por si las llegadas inesperadas) y despertaron a Koichi y Hiro. Yasu en cuanto vio a Hiro se dio media vuelta y se fue, por lo que éstos tuvieron que ayudar a Tatsuha a meter la cama en la habitación. Koichi y Hiro perdieron el sueño así que se quedaron con Tatsuha contándole lo que su hermano había hecho al llegar y presentándose. Tatsuha, que no tenía problemas para hacer amigos, se entendió rápidamente con ellos, y después de un par de horas hablando, decidió irse a dormir, en su cama, que estaba al fondo en la única pared libre.

Tatsuha, que tendría 16 años para siempre, aunque aparentase 18 o 19. Sus cabellos cortos y negros como el azabache le caían por la frente, a veces más de la cuenta para tapar aquellos diabólicos ojos rojos. Su piel pálida resplandecía con la luz de la luna que se colaba por la ventana junto a su cama. Arrogante, algo casi innato en los hombres Hate, muy avispado, Tatsuha siempre había sido un chico listo, sabía buscar la solución perfecta para todo. Chulearse era algo impreso en sus genes, cuando había una chica cerca no podía evitarlo, le encanta hacerse el interesante, sonreír de medio lado, esos gestos varoniles que tanto usaba para ligar por las noches cuando salía de fiesta. Si hay algo que Tatsuha odia es que se le recuerde su edad o que se ponga en duda su masculinidad. Aunque no le guste que su hermana se preocupe por él le alivia, siente que alguien se preocupa por él. Odia el color rosa, aunque en su cantante favorito, Ryuichi Sakuma, le encanta. Mataría por follárselo, y es que a Tatsuha si hay algo que le gusta es follar. Hermano de Yasu, Haku y Scarlett. Ahora tío de Zoe, con cuñados, con una gran familia unida de nuevo.

Se sentía bien en aquella casa y esperaba que así fuera por mucho tiempo.



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