viernes, 5 de julio de 2013

66 | 23/12/10 – Granada, España. Cielo oscuro.




Casi era Navidad en la casa CLOUD, y allí, era simplemente espectacular. Las chicas decoraban toda la vivienda con motivos navideños, cocinaban ricos manjares y preparaban regalos para todo el mundo. Zero, por su parte, iba a tener la primera Navidad en familia de toda su vida, sin contar las primeras que tuvo con Max en Japón, y estaba muy emocionado por volver a pasar aquellas vacaciones con su amante.

A Max, las Navidades no le hacían ni fú ni fá, directamente le eran indiferentes, pero le gustaba mucho hacer regalos, que es  lo único que tenía en mente en aquellas fechas... Bueno, no solo eso.
Desde hacía unas semanas, estaba horriblemente preocupado por Kevin, el amigo de Zero. Esperaba no tener que volver a verlo nunca jamás.

Era media tarde, y el salón, desierto, se iba oscureciendo gradualmente conforme descendía el Sol en el horizonte. Se oían unos tacones andar por el suelo de madera del pasillo acompañado del sonido de unas ruedas que cargaban algo pesado sin duda. Se detuvo el sonido y una mujer, alta y atractiva, abrió la puerta del salón mientras tiraba de unas maletas grandes rojo pasión.
La mujer era altísima, incluso si se quitara los tacones seguiría siendo alta. Su melena, negra y de un liso impresionante, caía por su delgada espalda. Y su vestido ceñido acentuaba sus atributos femeninos más que desarrollados.

-Uuum... Vaya mierda de gusto tienen los que viven aquí, esto es horroroso... -dijo bajando levemente sus gafas de sol observando la habitación. -Esta alfombra hay que cambiarla... Después quitaré estos muebles tan cutres y pondré unos de madera de roble y...
-¿Pero tú quién te has creído que eres para ir cambiando las cosas de sitio? -preguntó Jessica que pasaba justamente por el umbral de la puerta. La mujer le sacaría como una cabeza de altura.
-Soy Haruka, y a partir de hoy vivo aquí, y tranquila... Todavía no he cambiado nada... Todavía. -se presentó la morena.
-Me da igual que todavía no hayas hecho nada, tú no tienes ningún derecho a venir aquí y cambiar las cosas de sitio, chulita. -le reprendió enfadada.
-¿Perdona? Yo hago lo que quiero, que ya soy mayorcita. Las cosas en esta casa van a cambiar, bonita. -le respondió a la defensiva.

La pelea cesó, porque, como de costumbre, Hiro llegó para parar la disputa de las dos chicas.

-¿Pero qué es todo este jaleo, chicas?-preguntó bajando las escaleras- Aaaanda.... Hola Haruka... -saludó algo incómodo.
-¡Hiro! Cuanto tiempo chaval, te veo genial, estás muy guapo. -le dijo Haruka cogiendo el brazo del moreno.
-Eeuh... Ya, gracias... -agradeció incómodo.
-Oye, este machorro es mío. -espetó Jessica cogiendo el brazo libre de Hiro.
-Perdona, pero yo lo conozco desde hace mucho más tiempo, mi marido es un buen amigo suyo.
-Chicas... Por favor...
-¿Y si tienes marido qué haces tan pegada a Hiro, lagarta?
-Pues porque ya mismo lo voy a dejar, zorra.
-¿C-Cómo? -saltó Hiro haciendo que ambas lo soltaran.
-Vaya... He hablado más de lo que debería... Me voy a trabajar, ya hablaremos tú y yo más tranquilos esta noche, Hiro. -dijo Haruka mandándole un beso y subiendo escaleras arriba con las maletas.
-¿Kevin va a vivir con nosotros? Anda que dice algo el tío, y eso que lo veo todos los días en el trabajo...
-Qué putona...
-Jess...


La hermana pequeña de Yasu había llegado a la casa CLOUD hacía tan solo unos días, todos se enteraron cuando Yasu comenzó a gritar a los cuatro vientos y a regañar a su hermana en mitad del salón a las 2 de la madrugada. Al parecer, Scarlett, de tan solo 15 años, se había escapado del internado y voló a España donde sabía que estaba su hermano Yasu. El moreno, no paró de gritarle en toda la noche, de regañarla ya que en su momento había pagado un plus para que se quedara hasta los 18 años y por haber cogido sola un avión hasta España. Yasu le preguntó como había podido encontrarlo ya que nadie sabía que estaba España, y aunque Scarlett no dijo nada, todo el mundo pensó que era cosa de su casera KUMO, que nunca cesaba su deseo de juntar a parejas o parientes separados por la geografía.
Scarlett se acomodó en una habitación para ella sola en la tercera planta. Scarlett era una chica muy amable, cariñosa y leal, simpática con los niños pequeños, a los cuales quería mucho, pero sobre todo a su familia, Scarlett amaba sobre todo a sus hermanos, Yasu, Tatsuha y Haku, pero con Yasu había creado un vínculo muy fuerte, él siempre la había defendido de pequeña, y aunque los últimos años se hubieran separado, a Scarlett no había otra persona en el mundo que le importara más que Yasu. Cuando eran pequeños los hermanos Hate, la gente solía decir que Scarlett era la única que había “salido bien”, ya que no era nada fría en comparación a sus hermanos y tenía un tono de piel más oscuro (Yasu se solía cachondear diciendo que ella era hija de otro hombre.)
Ahora Scarlett se había convertido en una chica de 15 años, bajita, con una larga melena castaña ondulada, y, totalmente gótica-lolita. Se había desarrollado bastante rápido para su edad, y Yasu nada más verla se asustó por el tamaño de sus pechos, cosa que hizo sonrojar a Scarlett hasta la raíz del pelo.

La cosa no quedó ahí. Al día siguiente Yasu le presentó a Lacey y le dijo a su hermana que iba a tener una sobrinita. Scarlett se puso super feliz ya que amaba a los niños y se ofreció muy contenta a encargarse de la niña siempre que tuvieran un problema. Pero para Yasu, el principal problema era que Sebastian, su cuñado, miraba demasiado a Scarlett y se habían caído DEMASIADO bien. Yasu veía a Scarlett como una niña pequeña e inocente, y no iba mal encaminado, pues la chica nunca se daba cuenta de cuando le gustaba alguien.

Sebastian descansaba sentado en una silla en la habitación de Scarlett, esperando a que saliera del baño. Miraba a su alrededor y sonría al ver los dibujos de la pequeña en la pared. La sonrisa se le borró de los labios al ver entrar a su cuñado por la puerta como un vendaval. Yasu lo cogió fuertemente del cuello de la camisa apoyando su rodilla entre ambas piernas del vampiro.

-¡Cómo vuelvas a mirarle el escote y las piernas así a Scarlett te juro que te corto la polla!-le gritó enfurecido.
-¡Eh! ¿Desde cuándo nos espías? -preguntó sorprendido.
-Me preocupo por ella, tienes a saber cuantos años y ella solo 15. -le respondió soltándolo.
-¡No le voy a hacer nada! No como tú a mi hermana... -susurró el final de la frase.
-Pero yo con tu hermana no quedo como un pederasta.
-Que va, quedas como un bebé.
-¿Qué me has dicho? -preguntó agresivo de nuevo cogiéndolo por el cuello de la camisa.
-Que eres el bebé de mi hermana, junto con Zoe eres su bebé favorito.

Yasu lo soltó y caminó hasta la ventana. Se veían los árboles del jardín moverse con una fina brisa.
-Pues tranquilo, que con todas las cosas bonitas que me dices... No me queda más remedio que decirle un par de cosas a Scarlett... -dijo Yasu meloso.
-¿Qué cosas?
-Hé.... cosas. -rió el demonio.
-Ah, no... Ni se te ocurra, o le digo a Lacey cosas muy bonitas que le has hecho a la gente.
-Soy un demonio, mi trabajo es hacerle putadas a la gente, es lo que hay. -respondió sonriente.
-Sí, ¿y cuándo no lo eras? … O el querer tirarte a tu hermana, seguro que eso no le sienta bien a la pobre Lacey, con su preciosa hija... temo por mi sobrinita, lo que va a sufrir... -dejó caer Sebastian.
-Ni se te ocurra mencionar a mi hija, ¿estamos? -dijo Yasu cabreado estampando a Sebastian contra la pared.
-¡Suéltame! ¡Déjame vivir mi vida en paz y feliz, deja a mi hermana vivir en paz, y vive tú feliz y en paz! ¡Y todos contentos! -gritó Sebastian liándose.
-Como se te ocurra hacerle algo malo a Scarlett no le vuelves a ver el pelo, ¿entiendes? -sentenció Yasu separándose de su cuñado.
-No le voy a hacer nada... (Aunque si ella quiere hacer algo no me voy a quejar...) Lo último que quiero es que sufra.

Se quedaron unos segundos en silencio y entonces se escuchó a Scarlett gritar.
¡Yaaasuuuu! ¿Dónde están las toallas del baño? ¿Me traes una? ¡Me muero de frío!

-¡Voy, voy, pero no salgas desnuda, coño!
-Yo mejor no pienso... -dijo en voz baja Sebastian.
-Mejor. -respondió Yasu dándole la espalda y saliendo por la puerta.
-A lo mejor con un poco de suerte viene desnuda a la habitación...
-¡Te he oído! -gritó Yasu por el pasillo.
-Mierda...




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