viernes, 28 de agosto de 2015

100 | 19/2/12 – Granada, España. Precioso día despejado.



El gran día. Después de la “cálida” conversación de Zero y Max en el porche el día anterior, éste último lo abordó en un pasillo por la noche, haciendo que Zero casi muriese de un infarto, para quedar al día siguiente.

-Mañana a las 3, que se habrán ido todos. -dijo Max guiñando un ojo.

Y ya era el gran esperado día. Max confiaba en que pudiesen arreglarlo y vivieran como antes, los dos juntos. Quería estar con Zero, lo tenía decidido. No había conocido a nadie que fuera tan cariñoso y leal como él. Y jamás lo conocería.

-Hhmm.... uhgg...

Estaba despertándose cuando un dolor en el pecho le asaltó. Se sentía como si se estuviera ahogando. Mientras se sujetaba sudoroso la camiseta del pijama comenzó a pensar, a buscar en su memoria si había tomado las pastillas. Era obvio que no, pues el dolor iba a más y se estaba juntando con un mareo y dolor de cabeza insoportable.

-No... No... Hoy no... Tengo que... Hablar con Zero... -dijo justo antes de desplomarse en el suelo encima de la alfombra.


-Bueno chicos, ¿nos vamos? -preguntó Sakura que estaba coordinando a todo el mundo para irse de excursión.

Prácticamente todo el mundo, incluso Shinku, se iban de excursión al campo, y Sakura, que era una experta en esas cosas se ofreció para dirigir a la gente. Scarlett estaba controlando a los más pequeños, que estaban ilusionados con la idea de pasar un día al aire libre. Parecía que salía todo el mundo a excepción de dos hombres de pelo claro que conversaban en uno de los sofás.

-Joder tío... ¿Tu ex novia? -preguntó el peliblanco.
-Si tío, se va a venir a vivir aquí al parecer, lo está intentando todo... Lo que me faltaba, tener a ese putón verbenero cerca...
-Hombre, no será para tanto...
-Tú no la conoces, está buena no, lo siguiente. Pero es un putón como la copa de un pino. Y calienta pollas encima... Después de todo lo que ha pasado con Haruka lo último que quiero es tener cerca a otra ex... -dijo el rubio, apenado agachando la cabeza.
-Pobre Kevincito.
-¿Kevincito? -preguntó burlón subiendo la cabeza.
-Tú siempre me llamas Zerito. -contestó molesto.
-Sí, porque queda mejor que Kevincito... Desde luego poner motes no es lo tuyo. -dijo riendo.

Zero, pasando del mafioso le dedicó una mirada de asco y cruzó las piernas y los brazos. Estaba impaciente, eran las 14:50 y no sabía nada de Max. También era cierto que habían quedado en 10 minutos, pero Zero tenía ya un mal presentimiento, nunca salían las cosas bien cuando querían.

-¿Y tu amor? ¿Se está retrasando? -preguntó gracioso el rubio.
-Sí... Supongo que quiere llegar más tarde para hacerse el interesante... Lo conozco demasiado bien.
-O tú has llegado demasiado pronto porque estás desesperado.
-También, pero... ¡Oye! ¡Qué yo no estoy desesperado! -exclamó Zero descruzando brazos y piernas.
-Si es normal, llevas más de medio año a pan y agua... Hombre imagino que tus solos de zambomba te marcarás, como todos, pero aún así... -dijo compadeciéndose del pobre Zero.
-¡Y dale con hacerse pajas, estás enfermo!
-Como si no lo hicieras, si te he visto.
-¿Perdón? -preguntó sorprendido y asqueado.
-Hombre, iba a la habitación y escucho a alguien gimiendo por lo bajini, pues te entra curiosidad.
-¡Cállate! -gritó para huir de la conversación.
-¿Cuándo te la cascas te imaginas que es Max quien te la hace? -preguntó el rubio riéndose.
-¡QUE ME DEJES EN PAZ! -volvió a gritar apartando la vista.
-Eso es que sí. -sentenció riendo.

Zero, más que harto de aquella conversación pues no necesitaba nadie que le recordase que llevaba meses con tristes estimulaciones manuales para salir del paso, se levantó.

-Voy a buscarlo, lo mismo le ha pasado algo. -dijo preocupado.
-Lo que no le pase a este niño...

Zero subió las escaleras. Ya sabía que todavía no era la hora, que faltaban 5 minutos y que puede que Max ya estuviera listo para bajar, pero aquel mal presentimiento le carcomía por dentro, no quería que luego por esperar 5 minutos se encontrase a Max muerto en el suelo o cualquier cosa del estilo.

-Estás exagerando Zero, quizás solo se está arreglando para ti. -pensó con una mínima esperanza.
Zero llamó a la puerta, y al ver que no le contestaba nadie la abrió sin más, entrando despacio.

-¿Max?
-Z-Zero...

Max estaba tirado en el suelo agarrándose el pecho y Zero, que tardó solo 1 segundo en reaccionar, corrió a su lado y lo levantó con cuidado. Sabía que había algo que no iba bien. Max cuando se despertaba siempre ponía música, le animaba a empezar un nuevo día.

-¡Max!
-Aahg...

El menor se agarró como pudo a la camisa del mayor que le sujetaba sentado en el suelo. Le dolía todo, sentía que se iba, ya le había pasado más veces. Pasarían unas horas, haría a saber qué y después despertaría sin ningún recuerdo de lo sucedido. Los médicos aún dudaban si era TID, pero la mayoría de síntomas apuntaba a aquella extraña enfermedad mental, aunque muchos de los aspectos eran extraños y poco comunes en pacientes con Transtorno de Identidad Disociativa.

-Te quiero mucho, Zero. -dijo Max mientras le caía una lágrima solitaria por la mejilla.
-Yo también te quiero, pero no llores por favor. -dijo abrazándole con fuerza.
-Lo siento, he fastidiado el día... No me dejes hacer ninguna estupidez...
-No te preocupes, te ataré si hace falta. -dijo intentando hacer reír a Max.
-No te pases... -contestó sonriendo. -Que no se te olvide la pastilla. Por favor, necesito volver a ser yo...
-Lo dices como si fuera la primera vez que lo hago.

Zero se acercó y le dio un beso, a Max ya casi se le estaban cerrando los ojos. Después del dolor venía el alivio y se quedaría dormido un par de horas. Despertaría siendo otra persona y ya... Era problema de Zero.

-Te quiero. -le dijo Zero mientras lo acostaba en la cama.
-Y... Yo a ti... -contestó antes de dormirse del todo.

El peliblanco, que ya había lidiado con esa situación un par de veces sabía lo que le tocaba. Esperar a que despertarse, convencer al otro Max de que tomara la pastilla, cosa que no pasaba nunca y después obligarlo a que se la tomara. Realmente no le había pasado muchas veces. Una vez cuando vivían juntos en Japón, por la época de Navidad. Era la primera vez que Zero lidiaba con aquello y encima fue justo al llegar de trabajar. Se había encontrado con un Max que se asustó muchísimo de verlo y se encerró en la habitación vacía a llorar. Después de horas acabó echando la puerta abajo y el pobre Max se desmayó del susto. La segunda había sido cuando ya vivían en España. Estaban en el ático, habían dormido allí después de hacerlo toda la noche. Max se despertó desnudo gritando  y por poco no salió en sábana por toda la casa pidiendo auxilio.

Eran las 8 de la tarde, Zero, que estaba en la silla del menor sentado leyendo el periódico con una taza de café encima de la mesa miró a Max, se estaba despertando.

-Aahh... Qué dolor de cabeza. ¿Por qué estoy durmiendo, qué hora es? -preguntó el menor con un tono de voz más grave del normal.
-Son las 8. -contestó el mayor sin desviar la vista de periódico.
-¡Ah! ¡Tú otra vez! ¿Por qué cada vez que me despierto estás tú aquí? -preguntó asqueado echándose hacia atrás.
-Ya te expliqué que soy tu novio. -dijo dejando a un lado el periódico.
-Y dale, ¡qué no soy gay, que me gustan las tías, me gustan las tetas, coño!
-¡Y yo te repito que soy tu novio! Cállate si no quieres que te de por culo un rato. -exclamó levantándose de la silla.
-Ya te gustaría. -dijo el menor arqueando una ceja.
-Dios, lo que me toca aguantar... Ahora mismo te vas a tomar la pastilla.
-¿Otra vez? ¡No me fio de ti! ¡Quieres drogarme y violarme! ¡Gay pervertido!
-Sí, soy un violador y como no te estés quieto te voy a meter un pedazo de tranca... -dijo mientras se subía encima de Max y forcejeaba para darle la pastilla.
-¡Lo ves! ¡Suéltame! -gritó Max sin parar de moverse debajo del peliblanco.

Mientras forcejeaban en la cama alguien abrió la puerta estrepitosamente.

-¿Qué son esos gritos? ¡Oh! Perdón por interrumpir. -dijo Kevin, que ya se iba de nuevo nada más abrir.
-¡No es lo que parece, yo no soy gay! -gritó Max quitándose a Zero de encima.
-Claro, claro, y yo soy moreno natural. Te he visto con un montón de tíos, incluido yo. -contestó burlón.
-¡ESTÁIS TODOS ENFERMOS, SOIS TODOS GAYS! -gritó el menor.
-Sí, sobre todo tú, ¡ven aquí! -exclamó Zero persiguiendo a Max pastilla en mano.

Pasaron un par de minutos, pero por fin Zero consiguió que Max se tomara la dichosa pastilla y de paso, como estaba tan nervioso, le pinchó un calmante para que durmiera un rato. El mayor estaba agotado. No podía dejar que esa situación se diera de nuevo, y para eso, Max necesitaba a alguien que le recordase esas cosas, alguien que estuviera siempre encima y no solo con intenciones sexuales. Ese era Zero.

El mayor lo volvió a acostar en la cama pero esta vez se tumbó con él, estaba temblando y parecía que incluso le iba a dar fiebre, así que lo tapó con todas las mantas que encontró y lo apoyó en su pecho para que notara el calor corporal de otra persona.

Hacia las 3 de la madrugada Max abrió los ojos. Estaba un poco mareado y confuso. Palpó y notó que estaba durmiendo sobre alguien. Estaba calentito. Subió la cabeza y vio a Zero que dormía tranquilamente sujetándolo por la cabeza y la cintura, el peliblanco siempre había sido muy posesivo en la cama, como intentando que el menor no escapase nunca de él. El castaño solo pudo sonreír y acercarse más al mayor. No dormía tan a gusto con nadie como con Zero. Y éste, que no estaba dormido, sonrió para sí cogiendo a Max con más fuerza.


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jueves, 27 de agosto de 2015

99 | 18/2/12 – Granada, España. Sol frío.


Sábado. Sábado por la tarde para ser más concretos. Lo normal sería que la casa CLOUD estuviese abarrotada de gente, ya eran casi 40 personas conviviendo en aquella maravillosa estancia. Pero no. Había como de costumbre gente en sus habitaciones, otros habían aprovechado el sábado para salir por ahí al centro y otros no tenían más remedio que ir a trabajar.

Un sábado por la tarde, el salón casi vacío, algo muy inusual. Los hermanos Hate sentados en el sofá. No había panorámica más rara que aquella.

-¡Joder tío, era Ryuichi Sakuma! -gritó Tatsuha.
-Es la decimosexta vez que lo dices, ya lo sé. Además llevo viviendo en la misma casa que él desde hace más de un año. -contestó Yasu muy molesto.
-Podrías habérmelo dicho, sabes que lo adoro...
-Pero si estabas perdido no sé donde.
-No estaba perdido, estaba... Encontrándome a mí mismo. -dijo distraídamente.
-Ya, follando todo el día con mujeres y comiendo intestinos de personas.
-Hombre, es que dicho así...

No es que fueran los hermanos más unidos del mundo, pero Tatsuha admiraba mucho a su hermano mayor, siempre había sido una referencia para él. A Yasu por su parte le costaba la vida reconocer sus sentimientos, por no hablar de expresarlos en voz alta, pero quería mucho a todos sus hermanos pequeños.
Alguien bajaba por las escaleras, bastante fresco para la época del año en la que estaban, y claro, ese solo podía ser Max.
-Tatsuha, ¿puedo hablar contigo un momento? -preguntó el castaño acercándose.
-¿Eh? Sí, sí, claro.
-Me voy. -anunció Yasu de repente.

Abrió la ventana, sacó sus alas negras como el azabache y se perdió en el cielo. Desde que firmó el contrato en el que juró no hacerle ningún daño a Max, quería encontrárselo lo menos posible, sus pensamientos cada vez que lo veía eran del plan qué patada en la boca tiene este niño.

-Oye Tatsuha, ¿te puedo pedir un favor? -preguntó sentándose a su lado en el sofá.
-Lo que quieras, guapo. -respondió echándose un poco encima.
-No seas pegajoso. -pidió el menor quitando los brazos de Tatsuha de su cintura.
-Es que te pareces mucho a Ryuichi Sakuma. -dijo con cara de ilusión.
-¿Será porque es mi primo, quizás? -dijo arqueando una ceja y cruzando los brazos.
-¡NO JODAS!
-Y que te enteres ahora...
-Ya decía yo que os parecíais... Bueno, ¿qué querías?
-Ah sí. Verás, mañana se van a ir casi todos de excursión y quiero aprovechar para quedarme solo aquí con Zero y hablar con él de... Una cosa. El caso es que Ryuichi no va a salir y necesito que me lo entretengas toda la tarde.
-¿Vas a mojar, eh? -preguntó sonriendo de medio lado.
-¡No voy a mojar, estúpido! -gritó sonrojándose a más no poder.
-Pero... Yo... ¿Una cita?... ¿Con Ryuichi? -se dijo Tatsuha a sí mismo abstraído completamente.
-Sí, sí, llévatelo por favor, si no tienes dinero, yo te lo pago, y si tienes planes... ¡Por favor, te lo suplico! -pidió Max con la mejor cara de pena que tenía reservada para esas ocasiones.
-Que sí, que sí, si yo encantado. -sonrió el moreno.
-¿De verdad? ¡Muchas gracias! -dijo Max abrazando efusivamente al demonio.
-De nada. Uhm... Tienes el mismo cuerpecillo que Ryuichi... -dijo mientras abrazaba a Max toqueteándolo.
-Ryuichi está más fuertote que yo, ¿eh?
-Pero igualmente os parecéis...

Max se separó de Tatsuha y se levantó del sofá, estaba muy contento, por fin podría hablar con Zero a solas y sin interrupciones. Se despidió con un adiós mientras escuchaba como le decía el demonio que no hiciera sufrir mucho a Zero. Solo lo que se merecía, pensó Max. Solo un poquito.

El menor buscó por todas partes a Zero, le habían dicho que aquel día no tenía trabajo y quería aprovechar para decirle que hablarían seriamente mañana y que sería a solas. Max, que iba vestido entero de negro y con pantalones cortos de cuero, buscó y buscó hasta que, cansado de no encontrar a Zero, salió a tomar un poco el aire fuera, solían poner la calefacción bastante fuerte en invierno y se estaba asando como un pollo.

Y allí estaba, totalmente dormido, apoyado en la mesa de madera y sin camiseta. En febrero. Zero era un tipo duro e insensible a los factores medio ambientales. Max se acercó y se sentó en la silla de al lado, mirando como Zero dormía. Zero. Ese hombre de pelo blanco que siempre tenía el ceño fruncido,  que miraba con indiferencia a todo el mundo. A todos excepto a él. Max siempre había sido la excepción de Zero, la única persona que recibía cariño de él, la única persona que le había gustado y según pasaba el tiempo, la única que le gustaría en toda su vida.

-Zero... -susurró Max.
-Uumm... -murmuró antes de abrir los ojos.
-Hola. -saludó el menor sonriendo apoyando la cara en la mesa junto a la del peliblanco.
-¡Ah! Qué susto... -exclamó el mayor echándose hacia atrás al ver a Max.
-Perdona.
-¿Qué pasa, Max? -preguntó deseando saber porqué le buscaba.
-Mañana se van todos de excursión.
-Lo sé.
-No voy a ir. Quiero hablar contigo mañana. A solas.
-¿Completamente... Solos? -preguntó sonrojándose ligeramente.
-Sí, pero no te pienses nada raro... -respondió enfurruñándose y apartando la vista.
-No, no, solo... hablar. Pero...

La frase se vio interrumpida por un arrebato de Max en el que se lanzó como si su vida dependiera de ello al cuello del mayor. Le besó y Zero, que no le había dado tiempo a procesar nada, se dejó hacer pensando si aún estaría dormido y todo aquello solo fuese un bonito sueño. Pero parecía que no era un sueño, porque era tan real, y tan cálido. Y joder, estamos en febrero y me arde la piel. Seguían besándose sin parar, Zero ya por fin había respondido y abrazaba a Max que se había sentado encima suyo. Y Max, que no podía más le estaba mordiendo la oreja a Zero, que, si el menor no podía más, Zero estaba a punto de estallar. Como siga así le pongo contra el muro de la casa aquí mismo. Fue entonces cuando Max, que ya le estaba desabrochando el pantalón, se levantó y se sentó en la silla de al lado.

-Sí. Hablar. -contestó sonriendo y subiendo una ceja.
-S-Sí... -respondió como pudo el mayor, que respiraba agitadamente.

Max se levantó de la silla y se despidió de Zero, se tenía que ir y dejó a Zero solo, respirando con dificultad y con el pantalón hinchado.

-¿Y ahora que hago yo con ESTO?


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jueves, 19 de febrero de 2015

98 | 13/2/12 – Granada, España. Nubes con formas extrañas.



Lunes, el día más odiado de la semana. La casa estaba prácticamente vacía, o al menos eso parecía. El salón nunca había estado tan calmado, Alice leía sentada en una de las sillas, mientras Max dormía en una de las alfombras, junto a la chimenea encendida. El crepitar de la leña relajaba a Alice, le gustaba leer con ese sonido de fondo y a Max le relajaba tanto que le hacía dormirse.

La respiración de Max era lenta, acompasada. Dormía en pijama de pantalón corto, en aquella casa siempre hacía calor y más frente al fuego; le gustaba sentir la calidez en su piel.

Alguien bajaba las escaleras, melena blanca hasta casi los hombros, complexión fuerte, ropas negras... Zero se disponía a ir a la cocina a por algo de comer pero algo le frenó. Quizás fue aquel ángel que había caído del cielo en la alfombra del salón.

Se acercó con cuidado, nunca le había gustado despertar a Max, le daba pena, dormido estaba tan mono... Se arrodilló y se aproximó un poco más, le gustaba verlo así de tranquilo dormitando. Hasta que Max comenzó a despertarse.

-Hhmm...

Abrió los ojos y se encontró con la cara en primer plano del que había sido el amor de su vida durante tanto tiempo. Solo pudo decir...

-¡Aaaaaaaah!
-¡Ah! -exclamó Zero, que se había asustado también.
-¿¡Qué haces!? -preguntó asustado Max con las mejillas casi al rojo vivo.
-N-Nada, solo te estaba mirando... -respondió aún echado hacia atrás.
-Ah...

Se produjo un silencio incómodo. Max no sabía qué decir, Zero no sabía qué decir, Alice seguía con su lectura como si no hubiese nadie en el salón. El menor de verdad quería hablar con Zero, le había dado taaantas y taaantas vueltas al tema de la reconciliación...

-Emm... Esto...
-¿Sí? -preguntó Zero dándole pie.
-Eh... Yo... He estado pensado en lo nuestro y...
-¿Sí...? -preguntó de nuevo emocionado.

Ese era el momento perfecto para que alguien lo interrumpiese.

-¡Hola enano! -saludó Koichi que entraba por la puerta.
-Hola melenas. -contestó.
-¿Has visto a Hiro?
-Que va, llevo un rato durmiendo aquí.
-Bueno, gracias igualmente. Hasta luego. -se despidió sonriendo.
-Bye...

Koichi subió por las escaleras y se perdió de la vista. Zero que se había desinflado como un globo al ver al moreno volvió a hincharse al ver que Max quería continuar la conversación.

-B-Bueno, lo que intentaba decir es que... -intentó de nuevo más sonrojado aún.

Ese era el momento perfecto para que alguien lo interrumpiese. De nuevo.

-Hola guapo. -saludó Kevin bajando las escaleras.
-Gilipollas. -contestó simplemente Max.
-¿Qué hacéis? -preguntó sentándose junto al menor en el suelo.
-¿Sabes que sobras un poco, crestas? -espetó Zero, harto ya y de un humor de perros.
-Oh, perdonen señores, que interrumpo su cópula. -se excusó el rubio haciendo una reverencia chistosa.
-¡N-No es una cópula, imbécil! -gritó Zero sonrojándose también mientras Max se tapaba la cara con una mano.
-Vale, vale, ya me voy...
-Quita esa mano. -contestó Max apartando la mano del rubio de su trasero.

Zero amenazó con saltarle y Kevin se tuvo que marchar. Abrió la puerta y salió, dejándolos solos de nuevo. Max no desaprovecharía más el tiempo, tenía que actuar rápido.

-Es que verás, Zero, yo... -dijo acercándose todo lo que pudo mientras le tocaba el muslo con la mano.

SÍ. Podían interrumpirlos nuevamente.

-Maxie, ¿has visto a...?  ¡Ooops, perdona, perdona! -exclamó Hiro que acababa de entrar y corrió a las escaleras tapándose la cara.

Max y Zero estaban ya muy hartos de todo aquello y el menor decidió ir directamente al grano. Cogió la corbata de Zero y acercó sus rostros todo lo que pudo.

-Zero, yo quiero que me...

La frase que nunca acabaría. Fue nuevamente interrumpida, esta vez por alguien pequeño que se había abalanzado al cuello de Max.

-¡Maaax! -gritó sollozando un niño rubio.
-¿Qué pasa ahora....? -preguntó un poco hasta las narices ya.
-Allan y Allen están usando sus poderes, le han dado a Misaki sin querer y Kain los está persiguiendo por todas partes para morderlos.
-Off... Espérame un momentín y ahora voy, ¿vale? -dijo cariñosamente a su primo.
-Vale...

Matt volvió a subir las escaleras y la parejita volvió a quedarse sola. Bueno, con Alice de fondo que parecía que la vida de los demás le importaba más bien poco.

-Bueno, ya te lo diré en otro momento... -dijo Max finalmente.
-Pero...

Max se acercó y parecía que los astros se habían alineado, pues nadie los estaba interrumpiendo. Le dio un suave beso, uno solo. A Zero se le hizo corto, le había pillado tan de sorpresa que ni siquiera pudo abrazarlo o besarlo de vuelta.

-Espero que con eso te valga por ahora. -sonrió antes de desaparecer por el hueco de la escalera.
La sonrisa de Zero no le entraba en la cara. Estaba radiante, Max, SU Max, le había dado un beso. Él. A Zero. Se sentía morir, estaba tan feliz que sabía que en ese momento nada le molestaría.

-¿Qué te pasa que estás tan feliz? ¿Has pensado en montarte un mènage a trois con Max y conmigo?
-preguntó Jessica, que había aparecido de la nada.
-Ahora tus comentarios pervertidos no me afectan. -contestó aún sonriendo y mirando al infinito.
-Que tío más sieso... Todo el día pensando en Max. Max esto, Max lo otro, follándote a Max aquí, enculándolo allá...
-¡Eres una bestia! -exclamó.
-Dime que no es lo que te gustaría hacer ahora. -dijo levantando una ceja.
-Bueno vale... Es que llevo a pan y agua 9 meses... -contestó bajando la cabeza.



Aunque era febrero y se supone que hacía frío, Tatsuha no necesitaba abrigo, estaba tumbado en uno de los sillones de exterior en camiseta de tirantes. Emily lo miraba y solo de mirarlo, ya le daba frío.

-Oye, pues este sitio es bonito, hay mucha gente pero se está bien...
-Sí, no está mal... -contestó la morena.
-Y aquí, tomando el solecito... Que blanco estoy, ¿no?
-Hhm... -Emily no sabía qué contestar, ni siquiera hacía sol.
-¿Cómo has dicho que te llamabas? -preguntó mirándola.
-Emily, Emily Strange, ya te lo he dicho muchas veces... -dijo levantando una ceja y medio sonriendo.
-Eres muy guapa. -dijo Tatsuha acariciándole la cara.
-Gracias...
-¿Quieres pasártelo bien conmigo? -preguntó acercándose peligrosamente.
-¿P-Perdona?
-Sí, venga.
-¡Déjame, pervertido! -exclamó rechazándolo.
-Bueno vale...

Se quedaron callados unos instantes.

-¿Sabes? Llevo mucho tiempo enamorado de una persona, ya casi dos años... -dijo el moreno.
-¿Sí? ¿Y por qué no le pides salir?
-No me conoce... Él es famoso... Sí, ya sé que es una tontería, pensar que podría estar conmigo o que lo estoy confundiendo con admiración pero... Aún así... Me gusta de todos modos. Lo vi en directo varias veces y aunque intenté acercarme fue imposible.
-Las fans y los guardaespaldas imagino... Seguro que lo acabas conociendo, no creas que es tan difícil... Espero que tengas suerte. -le deseó Emily levantándose.
-Gracias guapa. -le agradeció Tatsuha.

-Sería una verdadera suerte encontrármelo. -susurró ya a solas.

Al entrar en la casa Emily, Ryuichi aprovechó para salir, quería fumar y hacerlo dentro era de mala educación, así que salió al porche. Sacó la cajetilla y se dio cuenta de que le faltaba el mechero. Palpó todos sus bolsillos en busca de un encendedor, pero definitivamente lo había olvidado dentro de casa. Había un chico, quizás el también fumase y le podría dar fuego.

-¿Perdona, tienes fuego? -preguntó el pelirrojo acercándose.
-J-JODER...
-¿Eso es un sí o un no? … ¡A-Ayuda! ¡Se ha desmayado un chico aquí!


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97 | 6/2/12 – Granada. Día completamente normal.



Era una tranquila mañana de viernes. El cielo estaba despejado, los pajarillos cantaban, la luz se colaba por las cortinas iluminando la habitación de Max. Había dos bultos en su cama, ambos tapados hasta arriba con las sábanas. Se podían intuir dos figuras masculinas. Una de ellas comenzó a despertarse, se irguió y estiró los brazos con fuerza.

-Hhm...  -murmuró Max a punto de despertarse.

El otro le miró y le sonrió. Acercó su mano y comenzó a acariciarle la cabeza.

-Buenos días, enano. -dijo con entusiasmo el moreno.
-Uuhhm... Buenos días, Hiro... -contestó el menor frotándose los ojos.
-Hace un día muy bonito, ¿no crees?
-¿Cómo puedes tener tan buen humor por las mañanas? -preguntó Max con cara de asco y sueño.
-No sé... Hace un día bonito, he dormido bien por primera vez en mucho tiempo y estoy aquí con mi amigo, ¿qué más puedo pedir? -sonrió el moreno.
-Hahaha, qué optimista eres, Hiro... Aaaah, pues yo tengo sueño... -dijo Max bostezando.
-Estarás cansado de ayer por la noche... -contestó burlón sacando la lengua.
-Me han dado más caña y durante más rato, no te eches flores. -dijo frío el menor.
-No me echo flores enano... Entonces qué, ¿has vuelto con Zero? Ayer me lo ibas a explicar y acabamos haciendo otras cosas...
-Ciero... Pero ya sabes Hiro, tengo mis necesidades.
-Lo sé, por eso no te paré. -rió.

Max se quedó mirando a sus manos por unos instantes, se notaba un poco alicaído. No es que no le gustase tener sexo con su amigo, ya eran muchos años y había cierta confianza... Pero él quería estar con Zero. Y a la vez no quería, le asaltaban las inseguridades y pensaba ¿Y si me da otro aire y le vuelvo a hacer una putada? Él ya lo ha pasado bastante mal...Max quería estar 100% seguro de que amaba a Zero y de que sus sentimientos por él eran igual de fuertes e intensos que los que el peliblanco sentía por Max.

-Hace ya un tiempo que estoy solo y... Estar solo me hace pensar, me hace sentirme vacío, no quería estar como hace unos años... -dijo al fin en voz alta.
-Que bonito... ¡Has madurado, ya no te quieres tirar a todo lo que ves! -dijo contento Hiro pasándole un brazo por los hombros.
-Shut up!
Max estuvo de morros un momento y después de mirar a Hiro y a su cara de “sigue con la historia” volvió a hablar.
-Empecé a recordar los buenos momentos con Zero... Lo bien que cuidó siempre de mí... Lo mal que lo traté yo... No se merece nada malo...
-¿Y entonces?
-Entonces... Me disculpé, fui a hablar con él y me disculpé por todo lo que le había hecho.
-Qué fuerte... Tú disculpándote... Hiciste bien. Aiiis, mi pequeño Max, que se hace mayoooor. -dijo Hiro abrazando al menor.
-Hahah, ¡cállate! … Bueno... El caso es que me puse a llorar, y ya sabes que a Zero le da mucha pena cuando lo hago y me consoló y bueno... Nos besamos... Bueno, me besó él...

Hiro esperó unos segundos, su cerebro lo estaba procesando. Giró rápidamente la cabeza y miró a Max con seriedad y sorpresa.
-¿Y entonces qué leches haces acostándote conmigo?
-Oye, que no dijimos nada de volver, soy libre aún y lo tengo muy claro... Si quiere volver conmigo quiero sinceridad completa. Así que cuando lo vea hablaré con él, no vaya a ser que se haga ilusiones tan rápidamente.
-Madre mía... Cómo para salir contigo, menos mal que somos follamigos...
-Anda cállate, ¿te hace un polvete mañanero? -preguntó Max sentándose encima.
-Venga, vale. -contestó sonriendo.

Hiro y Max se habían acostado muchas veces, sabían lo que le gustaba al otro, lo que no, sus mejores puntos, las posiciones más cómodas... Aún así nunca iba más allá de follar como animales en celo. No había amor romántico, no había “te quieros” en mitad del acto, no había caricias y cigarros después. Max gemía, gritaba y botaba encima de Hiro que solo podía agarrarse de las caderas del menor y darlo todo debajo de las sábanas.

-¿Max? … ¡Max!

El castaño sacó la cabeza de debajo de las sábanas.
-O-Oh... Hola Zero... -saludó incómodo.
-Qué coño... -contestó el peliblanco.
-Venga hombre, ya estoy en medio otra vez, si es que no me libro nunca... -susurró Hiro tapándose la cara con una mano.

Típica escena de comedia romántica. Max se levantó desnudo y encaró a Zero que estaba tan enfadado que podría haber echado espuma por la boca como un perro rabioso.

-¿¡ME ESTÁS ENGAÑANDO CON HIRO!?
-¡NO PERDONA, NOSOTROS AÚN NO SOMOS NADA Y YO SOLTERO ME TIRO A QUIEN ME DE LA GANA!

La cara de Zero se relajó y a la vez se tiñó de preocupación.
-¿Qué...?
-Zero, nos besamos y yo me disculpé y estaba muy triste y nos abrazamos... Fue todo tan rápido, me pillaste con las defensas bajas... No quiero ir tan rápido, necesito saber que estoy completamente enamorado de ti. -concluyó.
-Yo pensaba... Bueno vale, vale, si tengo que enamorarte otra vez lo haré. -dijo con convicción cerrando un puño.

-A todo esto, Hiro, ¿tú no estabas con mi prima? -volvió a decir Zero.
-Yo...
-¡Hijo de puta! ¡No solo engañas a mi prima si no que te tiras a mi futuro novio! -gritó el peliblanco abalanzándose sobre Hiro.
-M-Maaax... Socorro... -murmuró Hiro mientras Zero le asfixiaba.
-No os conozco a ninguno de los dos. -dijo simplemente el menor mientras ordenaba la ropa.



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