jueves, 27 de agosto de 2015

99 | 18/2/12 – Granada, España. Sol frío.


Sábado. Sábado por la tarde para ser más concretos. Lo normal sería que la casa CLOUD estuviese abarrotada de gente, ya eran casi 40 personas conviviendo en aquella maravillosa estancia. Pero no. Había como de costumbre gente en sus habitaciones, otros habían aprovechado el sábado para salir por ahí al centro y otros no tenían más remedio que ir a trabajar.

Un sábado por la tarde, el salón casi vacío, algo muy inusual. Los hermanos Hate sentados en el sofá. No había panorámica más rara que aquella.

-¡Joder tío, era Ryuichi Sakuma! -gritó Tatsuha.
-Es la decimosexta vez que lo dices, ya lo sé. Además llevo viviendo en la misma casa que él desde hace más de un año. -contestó Yasu muy molesto.
-Podrías habérmelo dicho, sabes que lo adoro...
-Pero si estabas perdido no sé donde.
-No estaba perdido, estaba... Encontrándome a mí mismo. -dijo distraídamente.
-Ya, follando todo el día con mujeres y comiendo intestinos de personas.
-Hombre, es que dicho así...

No es que fueran los hermanos más unidos del mundo, pero Tatsuha admiraba mucho a su hermano mayor, siempre había sido una referencia para él. A Yasu por su parte le costaba la vida reconocer sus sentimientos, por no hablar de expresarlos en voz alta, pero quería mucho a todos sus hermanos pequeños.
Alguien bajaba por las escaleras, bastante fresco para la época del año en la que estaban, y claro, ese solo podía ser Max.
-Tatsuha, ¿puedo hablar contigo un momento? -preguntó el castaño acercándose.
-¿Eh? Sí, sí, claro.
-Me voy. -anunció Yasu de repente.

Abrió la ventana, sacó sus alas negras como el azabache y se perdió en el cielo. Desde que firmó el contrato en el que juró no hacerle ningún daño a Max, quería encontrárselo lo menos posible, sus pensamientos cada vez que lo veía eran del plan qué patada en la boca tiene este niño.

-Oye Tatsuha, ¿te puedo pedir un favor? -preguntó sentándose a su lado en el sofá.
-Lo que quieras, guapo. -respondió echándose un poco encima.
-No seas pegajoso. -pidió el menor quitando los brazos de Tatsuha de su cintura.
-Es que te pareces mucho a Ryuichi Sakuma. -dijo con cara de ilusión.
-¿Será porque es mi primo, quizás? -dijo arqueando una ceja y cruzando los brazos.
-¡NO JODAS!
-Y que te enteres ahora...
-Ya decía yo que os parecíais... Bueno, ¿qué querías?
-Ah sí. Verás, mañana se van a ir casi todos de excursión y quiero aprovechar para quedarme solo aquí con Zero y hablar con él de... Una cosa. El caso es que Ryuichi no va a salir y necesito que me lo entretengas toda la tarde.
-¿Vas a mojar, eh? -preguntó sonriendo de medio lado.
-¡No voy a mojar, estúpido! -gritó sonrojándose a más no poder.
-Pero... Yo... ¿Una cita?... ¿Con Ryuichi? -se dijo Tatsuha a sí mismo abstraído completamente.
-Sí, sí, llévatelo por favor, si no tienes dinero, yo te lo pago, y si tienes planes... ¡Por favor, te lo suplico! -pidió Max con la mejor cara de pena que tenía reservada para esas ocasiones.
-Que sí, que sí, si yo encantado. -sonrió el moreno.
-¿De verdad? ¡Muchas gracias! -dijo Max abrazando efusivamente al demonio.
-De nada. Uhm... Tienes el mismo cuerpecillo que Ryuichi... -dijo mientras abrazaba a Max toqueteándolo.
-Ryuichi está más fuertote que yo, ¿eh?
-Pero igualmente os parecéis...

Max se separó de Tatsuha y se levantó del sofá, estaba muy contento, por fin podría hablar con Zero a solas y sin interrupciones. Se despidió con un adiós mientras escuchaba como le decía el demonio que no hiciera sufrir mucho a Zero. Solo lo que se merecía, pensó Max. Solo un poquito.

El menor buscó por todas partes a Zero, le habían dicho que aquel día no tenía trabajo y quería aprovechar para decirle que hablarían seriamente mañana y que sería a solas. Max, que iba vestido entero de negro y con pantalones cortos de cuero, buscó y buscó hasta que, cansado de no encontrar a Zero, salió a tomar un poco el aire fuera, solían poner la calefacción bastante fuerte en invierno y se estaba asando como un pollo.

Y allí estaba, totalmente dormido, apoyado en la mesa de madera y sin camiseta. En febrero. Zero era un tipo duro e insensible a los factores medio ambientales. Max se acercó y se sentó en la silla de al lado, mirando como Zero dormía. Zero. Ese hombre de pelo blanco que siempre tenía el ceño fruncido,  que miraba con indiferencia a todo el mundo. A todos excepto a él. Max siempre había sido la excepción de Zero, la única persona que recibía cariño de él, la única persona que le había gustado y según pasaba el tiempo, la única que le gustaría en toda su vida.

-Zero... -susurró Max.
-Uumm... -murmuró antes de abrir los ojos.
-Hola. -saludó el menor sonriendo apoyando la cara en la mesa junto a la del peliblanco.
-¡Ah! Qué susto... -exclamó el mayor echándose hacia atrás al ver a Max.
-Perdona.
-¿Qué pasa, Max? -preguntó deseando saber porqué le buscaba.
-Mañana se van todos de excursión.
-Lo sé.
-No voy a ir. Quiero hablar contigo mañana. A solas.
-¿Completamente... Solos? -preguntó sonrojándose ligeramente.
-Sí, pero no te pienses nada raro... -respondió enfurruñándose y apartando la vista.
-No, no, solo... hablar. Pero...

La frase se vio interrumpida por un arrebato de Max en el que se lanzó como si su vida dependiera de ello al cuello del mayor. Le besó y Zero, que no le había dado tiempo a procesar nada, se dejó hacer pensando si aún estaría dormido y todo aquello solo fuese un bonito sueño. Pero parecía que no era un sueño, porque era tan real, y tan cálido. Y joder, estamos en febrero y me arde la piel. Seguían besándose sin parar, Zero ya por fin había respondido y abrazaba a Max que se había sentado encima suyo. Y Max, que no podía más le estaba mordiendo la oreja a Zero, que, si el menor no podía más, Zero estaba a punto de estallar. Como siga así le pongo contra el muro de la casa aquí mismo. Fue entonces cuando Max, que ya le estaba desabrochando el pantalón, se levantó y se sentó en la silla de al lado.

-Sí. Hablar. -contestó sonriendo y subiendo una ceja.
-S-Sí... -respondió como pudo el mayor, que respiraba agitadamente.

Max se levantó de la silla y se despidió de Zero, se tenía que ir y dejó a Zero solo, respirando con dificultad y con el pantalón hinchado.

-¿Y ahora que hago yo con ESTO?


Fotohistoria aquí.

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