lunes, 4 de febrero de 2013

59 | 15/10/10 – España, Granada. Cielo nocturno despejado.




2:30 am. Una noche normal, tranquila. Koichi, Sakura, Megumi y Kyaa se habían quedado dormidos mientras veían una película que ponían esa noche en la televisión. Era una escena un tanto extraña, pues parecía que todos habían muerto. Hiro veía esa escena desde una silla bastante bien: Sakura tumbada en el sofá completamente dormida, en braguitas. Koichi tendido sobre el suelo con una pierna apoyada en el sofá, con la camisa medio abierta. Megumi dormía en la alfombra y Kyaa abrazada a su espalda. 
El moreno mientras tanto, descansaba en una silla con los pies apoyados sobre la mesa. “Si me viera mi madre diría que quitase las botas de la mesa a gritos...” pensó Hiro.
Se tocó el cuello con ambas manos y habló para sí mismo. 

-Hhhmmm... Mi primera noche sin curro desde hace semanas... Ojalá hirieran a casi todos nuestros hombres más veces... Aunque tendré que hacer horas extra mañana seguro... Pero que me quiten lo “bailao”. -se dijo a sí mismo sonriendo. 
De repente se oyó un taconeo, provenía del piso de arriba, era como si alguien estuviera nervioso y buscara algo por toda la habitación. Después el ruido de los tacones se fue extendiendo hasta que Hiro vio una melena pelirroja aparecer por el hueco de la escalera. Era Jessica. Llevaba un vestido color salmón con toques dorados, precioso. Parecía muy preocupada cuando se acercó al japonés. 

-¡Hiro ayúdame! ¡Esto es una tragedia! -le gritó alzando un brazo.
-¿¡Qué pasa!? -preguntó preocupado.
-El vestido, que no me cierra la cremallera. -sentenció la pelirroja dándole la espalda. 
-Joder, que susto me has dado... -suspiró mientras le subía la cremallera. -Cuando te lo vayas a quitar avísame, que no me alcance la onda expansiva. -se burló Hiro cerrando aquel vestido que parecía que iba a explotar. 
-Haha, muy gracioso Nakano... -dijo enfadada la pelirroja mientras subía las escaleras con prisa. 

Hiro volvió a su tranquilidad. Se reclinó en la silla y suspiró aliviado, pensando en las pocas ocasiones que había estado en aquella “casa” con calma y serenidad...

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAH! -gritó alguien débilmente en el piso de arriba. 
-¡MAX! -gritó Hiro reconociendo la voz del menor y tirando la silla al suelo. 

Hiro corrió al piso de arriba y al ver que había luz en la habitación de Zero abrió la puerta de par en par. Zero y Max se le quedaron mirando como quien mira a un asesino en serie: con cara de trauma. Max abrió muchísimo los ojos enrojeciendo completamente mientras Zero lo miraba entre enfadado y atónito. Hiro se quedó de piedra. 

-Max, ¿estás... bien? -articuló torpemente Hiro al abrir la puerta.

Era cierto que el moreno sabía de sobra que Zero y Max hacían sus cosas, como buena pareja que eran, pero nunca los había pillado. Ahora se podría decir que sí. Max abierto de piernas (Fantástica flexibilidad, pensó Hiro) y Zero encima, el menor desnudo al completo y el mayor con los calzoncillos por debajo del culo. A Hiro le hubieran entrado ganar de reír si no fuera por la mirada asesina que le echó Zero y lo rápido que se levantó de la cama dirigiéndose a él.

-¡Ven aquí Hiro, te voy a matar! -gritó Zero mientras se levantaba de la cama subiéndose los bóxers.
-¡Lo siento! -se disculpaba el moreno mientras corría para salvar su vida. 
-A mí se me ha cortado el rollo pero vamos, completamente... -se lamentó Max tapándose con una manta. 
-¿¡QUÉ!? ¡AHORA SÍ QUE TE MATO HIRO! -gritó aún más enfurecido Zero. 
-¡¡Lo siento!! -volvió a disculparse. 

Pero era tarde. Ambos habían rodeado “el hueco del árbol” (así es como llamaban al espacio central de la casa que tenía un árbol) y Hiro se había quedado arrinconado en una esquina del cuadrángulo. 

-Zero en serio, lo siento, no sabía que estabais... bueno... dándoos amor.-se disculpó por tercera vez Hiro.
-Pues muchas gracias Hiro, porque ahora se le ha cortado el rollo, ¿ahora qué hago? -dijo enfadado el peliblanco. 
-Pues teniéndola aún levantada es una putada la verdad... -dijo algo sonrojado Hiro señalando las partes pudendas de Zero. 
-Joder Hiro... -se avergonzó Zero mirando a otro lado. 

Pero cuando crees que una situación no puede ser más embarazosa o extraña, llega alguien para rematarla del todo. 

-¡Hiro-san! -gritó Momoe desde la puerta que da al primer piso corriendo hacia su novio. -¿Qué pasa? He escuchado gritos y... ¡Zero-san, por Dios, tápate! -gritó horrorizada y roja como un tomate tapándose los ojos. 
-Pues no mires ahí joder... -dijo Zero tapándose mientras se iba a su habitación de regreso con Max. 
-¿Pero qué hacía Zero así aquí en mitad del pasillo? -preguntó su prima preocupada. 
-Nada... Intentar matarme... -respondió Hiro sin saber ni qué decir. 

Ambos se fueron a la habitación de Hiro donde estarían más a gusto allí solos. Mientras tanto, Zero discutía en su habitación con Max. 

-Joder, necesito un cerrojo... -se lamentó mientras encendía un cigarro. 
-Sí, porque en mi habitación es imposible hacer nada, Ryuichi se presenta en los momentos más inoportunos... -dijo Max encendiendo otro cigarro. 
-¿Por qué será? -se preguntó Zero con sarcasmo. 
-¿A qué viene ese tonito? 
-A que a tu primo le gustas Max, eso es lo que quiero decir. -le dijo Zero sin tapujos.
-No sé ya en que idioma decirte que eso es imposible, Ryuichi es mi primo, mi familia, yo no le puedo gustar ni le gusto, ¿te ha quedado claro? -preguntó Max enfadado. 
-Lo que pasa es que tú tienes un velo de la ignorancia que no te deja ver nada. 
-¿Qué velo ni que pollas, que es mi primo por el amor de Dios! -dijo ya desquiciado.
-Cariño, lo hemos hablado muchas veces, a mí me da igual... Mientras no te toque más de lo necesario... -dejó caer el mayor abrazándolo por la espalda.
-No me toca más de lo necesario... En serio, no te recordaba tan posesivo, Zero. 
-Bueno, es que eres demasiado mono, vivo con el miedo constante de que venga alguien y se te lleve. 
-¿Se me lleve? ¡Hahahahaha! -comenzó a reír. 
-¿Por qué te ríes? 
-Porque pareces un narrador de cuentos en plan: Y si te portas mal, vendrá el Rey de los Goblins y se te llevará a su castillo. 
-Mira que eres tonto... -sonrió Zero atusando el pelo del castaño. 



Jessica se encontraba en el salón. Ya todos habían subido a sus habitaciones para dormir en una cama confortable y no en una alfombra o como Koichi, directamente en el suelo. Se estaba ajustando bien los tacones; se iba de fiesta, había quedado con Judith en un pub que estaba bastante bien, irían a la caza de algún hombre fornido y atractivo con el que pasar una noche divertida sin compromiso. 

-Let's take off his leather paaaantsssss... -canturreaba feliz la pelirroja. 
-Hombre, pero si es la pelirroja más guapa de la casa. -susurró sensualmente una voz a su espalda. 

Jessica volteó la cabeza asustada por la repentina voz y vio allí plantado a Yasu. Le habían hablado de él, era un chico alto, de unos 25 años, una melena negra hasta casi los hombros y un profundo ojo celeste clarísimo, el otro.... El otro nadie lo había descrito aún, era eso, indescriptible. Si te quedabas un rato mirándolo fijamente podías ver en su interior a todos tus demonios, todos tus miedos, todos tus secretos más ocultos... Era aterrador. Pero a Jessica eso le daba igual, porque se estaba fijando más en su cuerpo que en otra cosa. Llevaba ropa punk-gótica, pero aún así pensaba que estaba buenísimo. La miraba divertido, parecía un niño pequeño en un parque de atracciones. 

-Joder tío, qué susto me has dado... ¿Qué haces aquí, qué quieres? -preguntó la pelirroja tocándose el pecho. 
-Verás, no he podido evitar fijarme en la buena relación de amistad que tienes con Judith... 
-Sí, ¿qué pasa? -preguntó confundida.
-Digamos que sois... mejores amigas.
-Sí, nos lo contamos todo. 
-Pues hay algo que no te ha contado, algo... importante. Demasiado importante... -dejó caer desviando la mirada. 
-P-Pero... Eso no puede ser...nosotras... nosotras nos lo contamos todo...
-Parece ser que eso no te lo quiere contar... 
-¿Qué es? -preguntó curiosa.
-Con el tiempo te lo dirá. O no, eso depende de lo buena amiga que sea o que tú le parezcas. -contestó simplemente. 
-Será... ¿Cómo ha podido hacerme algo así Judith? Esto no se lo perdono.

Y enfadada, se levantó de la silla y subió a su habitación pisando fuerte, como si fuera un elefante herido y enfadado.

-Ah... Qué bien se me da crear conflictos... -se dijo a sí mismo el demonio. 

Nada más desaparecer por la escalera, la puerta se abrió y entró Judith, que se acercó algo asqueada a Yasu.
-Ah, ¿pero que aún sigues viviendo aquí? -preguntó la mujer mirándolo de arriba abajo.
-Por supuesto, ¿algún problema rubia? -preguntó Yasu. 
-Ninguno, pero por tu bien, no armes mucho follón. -le ordenó.
-Lo que la dama desee. -respondió el demonio haciendo una reverencia. 
-Malditos seres del infierno... -maldijo Judith por lo bajini dándole la espalda. 
-Yo que tú no hablaría así cuando gente de tu propia familia lo es. -sonrió malévolamente Yasu. 

Judith ignoró el comentario y subió también las escaleras. Había quedado con Jessica pero no se había presentado, por lo que volvió a casa un poco aburrida y triste al ver que su mejor amiga le había dado plantón. Supuso que se había encontrado con alguno de sus numerosos amigos y que se habría ido con él a tener una noche divertida en un reservado o en algún hotel. El comentario del demonio aún resonaba en su mente. Por supuesto que jamás hablaría así de su familia, pero el infierno, le había hecho mucho mal. 





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