martes, 22 de abril de 2014

89 | 28/7/11 – Granada, España. Curiosamente nublado.



Sábado, 18:30 de la tarde en la casa CLOUD. A pesar de haber estado tan ajetreada, en aquel momento la casa estaba prácticamente vacía. Los mayores habían salido, otros sin embargo tenían que trabajar, algunos se encerraban en sus habitaciones con el ordenador o escuchaban música. Los  que reinaban la casa aquella tarde de verano, eran los pequeños. Todos jugaban en el patio interior de la casa, junto al árbol, era su sitio favorito.
Era pleno julio pero el sol no brillaba igual, como si estuviera cansado de resplandecer sin parar durante todo el verano y se hubiese tomado unas pequeñas vacaciones. Había estado nublado todo el día, y aunque eso suele entristecer a niños como Matt, Hyun agradecía un poco de sombra, no estaba acostumbrado a un clima como el de España al fin y al cabo. Hibiki y Sophie dibujaban tumbadas junto al bordillo, Allan intentaba acercarse a Sophie, pero ésta parecía reacia a que se le acercase nadie en general. Kyaa y Violet jugaban con unas muñecas de la pelirosa que amablemente le dejaba a su mejor amiga. Matt simplemente dormía con la cabeza apoyada en el regazo de Hyun mientras éste leía. Hyun jamás admitiría que estaba a gusto con el contacto humano de su nuevo “amigo”, pero verdaderamente lo estaba. Sentía una ternura y una calidez que jamás había experimentado y que le ponía bastante nervioso. Quería dejar de mirar el rostro durmiente de Matt para proseguir con su lectura, pero le era difícil concentrarse. Aunque más le sería después de lo que estaba a punto de pasar.

De repente, cerca de la puerta se abrió lo que parecía un agujero negro, un vórtice oscuro. Soplaba el viento y los niños se habían quedado anonadados ante aquel extraño suceso. Hyun, que no comprendía las caras atónitas de los demás, giró la cabeza y compartió la expresión, pues no le veía lógica a lo que estaba viendo. Hyun se había vuelto tan bruscamente que Matt comenzó a despertarse. Él tampoco entendía el rostro de Hyun, ni sus ojos rasgados abiertos como platos. Giró la cabeza él también mientras se incorporaba para entender qué pasaba.

Todos seguían mirando asustados la extraña puerta a otro posible mundo. Allan, emocionado, se levantó e hizo ademán de acercarse a lo que fuera que era aquello, pero algo lo frenó en seco. Más bien alguien. Del interior del vórtice vieron salir una pierna, después unas manos, un torso y finalmente una cara. Era un niño. Un niño de la edad de Hyun y Matt más o menos, unos 13 o 14 años. Vestía ropa antigua, como de los cuentos victorianos que leía Matt. Tenía una melena negra que le cubría casi toda la cara y una piel tan pálida que asustaba.

Dieron un paso atrás, menos Hyun y Matt que estaban sentados y eran los que más cerca estaban. Al entrar el niño, automáticamente el vórtice se cerró. El chico, asustado, se dio rápidamente la vuelta, intentando volver por donde había venido. Decepcionado vio que había desaparecido, y con aquello, las esperanzas de volver a su casa. Se giró de nuevo y vio a todos los niños que le miraban fijamente. No le gustaba que le mirasen tanto, así que abrió la puerta y se fue corriendo. Hyun y Matt se levantaron con velocidad y corrieron tras él, no podían dejarlo escapar, parecía que no sabía ni donde estaba. Kyaa y Violet estaban aterradas, les había dado mucho miedo el niño y preferían quedarse allí, por su lado, Hibiki y Sophie volvieron a sus dibujos como si no hubiera pasado nada, ya que para ellas aquello no tenía ningún interés. Allan quería ir, pero no quería apartarse del lado de Sophie así que decidió quedarse a esperar.

El chico había corrido por todo el pasillo y había entrado al salón. No sabía donde estaba, aquello era todo muy extraño, no parecía ni su época, ni su país... Era como otro mundo completamente diferente.
Matt y Hyun lo alcanzaron y cerraron la puerta tras ellos.

–Tranquilo, no te vamos a hacer daño, solo queremos saber quién eres. –dijo Matt con tranquilidad.
–¿Yo? –preguntó el chico.

Automáticamente se calló. Había hablado una lengua que no conocía, la había entendido y usado como si fuera su lengua materna. Todo aquello era muy extraño.

–Sí, tú. ¿De dónde eres? –preguntó Hyun seriamente.
–Soy Kain, de Meridian, Nosgoth.
–¿Nosgoth? Nunca había oído hablar de un país que se llamara así … ¿Será una ciudad? –le preguntó el rubio a Hyun.
–No existe... Espera... El vórtice ese extraño... A lo mejor es de otra dimensión, u otro mundo...
–¿O-Otro mundo? ¿Cómo puede ser eso posible? –preguntó aterrado Matt.
–Si alguien se enterase de esto podrían capturarlo para hacerle experimentos y pruebas, no puede saber nadie que está aquí... –dijo Hyun perspicazmente.
–Pero a los mayores se lo tendremos que decir, nos harán preguntas...
–Kain, cuéntanos todo.
–No sé a qué te refieres con todo. –contestó fríamente.
–A todo, como era tu ciudad, con quien vivías, si hablabas nuestra lengua...
Kain inspiró profundamente y empezó a hablar.
–Me llamo Kain Sekhmet, vivía en Meridian, un pueblo de Nosgoth, con mi madre. Mi padre es el gobernador de Nosgoth, pero no sabe que tiene un hijo, estaba esperando el momento oportuno para emprender un viaje a Coorgahen y contárselo. No hablaba esta lengua, pero al empezar a hablar aquí... Ha sido como si mi mente se adaptara a este lugar...
–Interesante... ¿Cómo llegaste aquí? –siguió preguntando Hyun.
–Estaba andando por un callejón cuando vi una especie de agujero negro, me acerqué y noté que corría aire frío. Solo quería saber qué había al otro lado, no esperaba que se cerrase.
–Entonces... ¿Estás atrapado aquí? –preguntó Matt preocupado.
–Parece que sí, a no ser que alguien de aquí sepa abrir una brecha espacio-temporal y encontremos su mundo. –respondió Hyun.

Se quedaron callados unos instantes. Matt y Hyun se estaban callando, pero el moreno parecía tener los colmillos bastante largos y afilados, no dijeron nada porque pensaron que eran imaginaciones suyas, al fin y al cabo había mucha gente que tenía los colmillos inusualmente largos.
Kain intentaba asimilar todo, pero era complicado, era todo tan diferente. Tenía que encontrar la manera de volver a casa o se quedaría allí para siempre. Aunque por otra parte tampoco tenía mucho que perder, con su madre nunca se había entendido y su padre ni sabía que existía. No tenía hermanos, ni otra familia, ni siquiera amigos.

–Kain se quedará con nosotros hasta que encontremos la manera, mientras tanto no tiene otra opción. –dijo Hyun.
–Tú no eres quien para decidir sobre mi destino. –respondió Kain bruscamente y decidido a coger la puerta e irse.
–¡Por favor, Kain! ¡Esto no es como tu mundo! Podría pasarte cualquier cosa fuera... –suplicó Matt agarrando del brazo al moreno.
Este gesto no es que le hiciera mucha gracia a Hyun, porque además Kain no parecía que le molestase el contacto físico con el rubio. El moreno sopesaba los pros y los contras, y claramente había cosas allí fuera que no serían como en su mundo, podría morir si no tenía cuidado.

Finalmente y a desgana aceptó y decidió quedarse un tiempo hasta que encontrase alguien que pudiera llevarlo de vuelta a su hogar.
–Ven Kain, voy a darte ropa de nuestro mundo, creo que con esa vas a pasar bastante calor. –dijo Matt cogiéndolo del brazo y arrastrándolo escaleras arriba.
–¡Oi! ¡Esperadme! –gritó Hyun corriendo detrás.
Hyun les siguió y seguía sin hacerle ni pizca de gracia que hicieran buenas migas, o por lo menos que las hiciera Matt, porque Kain parecía que le importaba todo una mierda.

Después de un rato buscando ropa, Kain por fin estaba vestido. Llevaba una camiseta ancha negra y unos pitillos negros, entre eso y la melena parecía un gótico.
–Creo que esto es de tu estilo, ¿no? –dijo Matt sonriente.
–Parece Marilyn Manson... –opinó Hyun por lo bajini.
–¿Quién? –preguntó bruscamente el chico pálido.
Matt apareció con unas tijeras en la mano.
–¿Qué vas a hacer con eso? –preguntó Kain a la defensiva retrocediendo.
–Son unas tijeras, sirven para cortar, y te voy a cortar el flequillo, ¡no se te ve la cara! –dijo Matt acercándose.
–¡No!
Kain gritó enfadado y agarró la muñeca de Matt, no le cortaría el pelo, y menos el flequillo. Matt intentó forcejear pero no tenía suficiente fuerza y pidió ayuda a Hyun. Éste sujetó a Kain de los brazos y lo obligó a sentarse en la cama. Matt se acercó pero el moreno se libró y corrió hasta la esquina.
–No me vas a cortar el pelo.
–Te crecerá, tonto, ¿no ves que ni se te ven los ojos? –dijo Matt.
–No quiero que se me vean los ojos.
–¿Por qué no?

Kain, cansado de aquella estúpida situación, se quitó el flequillo de la cara y los miró directamente a los ojos. Matt y Hyun se sorprendieron durante un instante y se quedaron parados sin saber qué decir. Los ojos de Kain eran de un blanco apabullante, incluso sus pupilas eran blancas, y con un ligero toque violeta de fondo. Daban terror, o eso pensaba Kain, por eso los escondía, si alguien en Meridian se enterase de su condición...

–Soy un vampiro. No quería que nadie se enterase donde vivía y los oculté con mi pelo.
–¿Vampiro? ¿Como Lacey, Sebastian y Zoe? –preguntó Matt.
–¿Hay vampiros aquí? –preguntó Kain que no daba crédito a lo que oía.
–Sí, Lacey y Sebastian son vampiros y el novio de Lacey, Yasu, es un demonio, los dos tuvieron una hija, Zoe.
Kain se quedó estupefacto, había vampiros en ambos mundos, y se juntaban con demonios también...
–¿Hay muchos vampiros en este mundo?
–Que va, aquí son como una especie de leyenda, pero reales hay unos cuantos. –respondió Hyun
–¿Ves? No tienes de qué preocuparte, aquí puedes ser quien tú eres realmente. Deja que te corte el pelo.
Kain volvió a quedarse callado, necesitaba hablar con aquella familia de vampiros, quizás ellos podrían ayudarlo. Asintió y dejó que Matt le cortase el pelo. El rubio se acercó a él con una especie de botella con un líquido transparente parecido a...
–¿¡ESO ES AGUA!?
–Sí, ¿por qué? Necesito echarte agua para cortarlo.
–No te pongas así por un poquito de agua. –dijo Hyun sentado en la otra cama.
–El agua es mortal para los vampiros, si me echas agua moriré.
–¿En serio? ¿Cómo os laváis entonces?
–A lo mejor al estar en nuestro mundo no te afecta.
–El chico estúpido tiene razón, échame un poco en la mano. –dijo Kain.
–¿Qué me ha llamado? … – preguntó en voz baja Hyun a punto de estallar.
–Déjalo Hyun... Está bien, te echo un poco y si te duele lo cortaré sin agua.

Matt roció la mano de Kain con el pulverizador. El vampiro estaba preparado para sufrir un intenso dolor, pero en lugar de aquello, no sintió nada. Incluso era agradable y refrescante. Abrió los ojos y vio su mano, un poco mojada, pero intacta. Miró a Matt y este le sonrió y se acercó para cortarle el pelo.
Kain miraba de vez en cuando a Hyun, éste le fulminaba con la mirada, a él tampoco le había caído bien, supuso que sería algo así como un odio a primera vista. Cuando el rubio terminó de cortarle el pelo (porque además le cortó de largo un poco también), le ofreció un espejo. En aquel mundo también podía ver su reflejo en el espejo.

–Nunca me había visto en un espejo antes...
–Este es uno de Lacey, se lo he cogido del desván. Se lo regaló nuestra casera, al parecer sirve para los vampiros ya que no se pueden ver en un espejo. ¿Qué te parece?
–Está... Bien.

Kain no sabía qué más decir, era la primera vez que su rostro le devolvía la mirada, una mirada gélida y aterradora, con razón habían puesto esa cara antes, él mismo también se daba miedo. Matt quitó el espejo y le dijo que podría dormir con él esa noche mientras le buscaban una cama. El rubio fue a buscar un pijama y Hyun aprovechó para hablar con él a solas.
–Dormirás conmigo.
–No pienso dormir contigo.
–No vas a dormir con Matt.
–¿Te gusta?
–¿Q-Qué? –respondió Hyun sonrojándose.
–Me miras mal cuando está cerca mío, te gusta, ¿no? Por eso no quieres que duerma con él.
–¡No digas tonterías! Es que... No me fio de ti.

Kain se volvió a callar. Matt entró y Hyun le dijo que no se preocupara, que ya dormía él con Kain, Matt insistió en que no le importaba, pero finalmente Hyun y Kain durmieron apretujados esa noche en la cama del coreano.
–Estás gordo, muévete. –dijo Kain en mitad de la noche.
–No estoy gordo, colmillos.
–¿Cómo me has llamado?
–Colmillos, pálido estúpido.
Kain y Hyun empezaron a pelearse en el reducido espacio de la cama hasta que, rendidos, se quedaron dormidos.