domingo, 20 de octubre de 2013

73 | 14/2/11 – Granada, España. Nublado día de amor.

(Tiene alto contenido Lemon.)




El día del amor. Todo el mundo lo vivía muy contento. A excepción de tres ex parejas. Zero insistía cada día a Max que le perdonase. Koichi intentaba hablar con Sakura pero ésta siempre salía corriendo llorando. Haruka por su parte ignoraba a Kevin como si fuera polvo del suelo que luego la asistenta barre.

Hiro y Momoe habían celebrado aquel día tan bonito el día anterior, ya que ese día Momoe salía con su clase para un intercambio al Reino Unido. Shinku y Sakura se habían encerrado en la habitación de ésta última para no tener que ver a nadie, y las niñas estaban durmiendo. Kevin y Zero tenían turno de noche en el trabajo, por lo que salieron, tampoco tenían nadie con quién celebrarlo.

Max y Koichi veían la televisión embutidos en una manta. Estaban entre aburridos y deprimidos. Max había estado en casa de Lacey después de la discusión con Zero, se llevaba bastante bien con la gente de allí y lo acogieron como si fuera uno más de la familia.

Hiro bajó las escaleras y vio el panorama. Era una película de amor y Koichi lloraba a moco tendido con un mar de pañuelos de papel sobre la manta. Max tenía cara de asco constante. Nunca le habían acabado de gustar aquellas películas.

-¡Chicos! ¡Qué depresión por favor! ¡Animad esas caras! -gritó Hiro acercándose al sofá.
-¡Claro, como a ti Momoe no te ha dejado es muy fácil decirlo! -le respondió Koichi llorando.
-Ay, que pesado... -susurró Max volteando los ojos.
-Max... El pobre lo está pasando mal, y tú también aunque no quieras admitirlo.
-Yo no estoy triste como él... Estoy enfadado.
-Ya, por una tontería. -dijo Hiro desafiante.
-No te metas en mi relación con Zero, te lo advierto. Ni pinchas ni cortas. -respondió Max levantándose.
-Mira qué humor tienes... ¡Ya sé lo que vamos a hacer! Estamos los tres solos, ¿os echáis una partida de “Yo nunca”? -sugirió Hiro.
-¿Qué es eso? -preguntó Koichi hipando.
-Es un juego de beber. Una persona dice “Yo nunca...” y si los demás lo han hecho, tienen que beber. -explicó Max.
-Bueno, vale... -dijo Koichi levantándose.
-Vamos a jugar a la habitación de Max. -propuso Hiro mientras iba a la cocina a por bebidas.
-Vale, yo cojo los vasos. -se ofreció Max.

Ya estaban los tres arriba en la habitación de Max, sentados en la alfombra blanca.

-Venga, una fácil... -dijo Koichi, que no sabía muy bien qué decir.
-Empiezo yo. -dijo Hiro- Yo nunca... ¡Me he acostado con un hombre! -dijo riendo.
Todos sonrieron y bebieron a la vez. Max puso una cara de ardor y se agarró la garganta. Koichi parecía muy satisfecho y Hiro bebió con normalidad, como si fuera agua.
-Esto es muy fuerte... Sabes que yo no... -dijo Max a medias.
-Sí, lo sé, pero tú también y estás bebiendo. -respondió Hiro arqueando una ceja.
-Yo nunca me he liado con un amigo delante de mi supuesta novia y me ha tirado la bebida a la cara. -dijo Max vengativo mientras Hiro bebía.
-¿Ah, que quieres pique? -preguntó Hiro- Yo nunca he gritado tanto mientras lo hacía que el vecino salió al pasillo a preguntar si estaba bien. -dijo sonriendo.
-Hijo de puta... -bebió Max. -Eh, se nos escapa Koichi.
-¿Eh, yo? No, no seguid, me lo estoy pasando bien. -dijo Koichi riendo también.
-A mí no me ponen los chicos vestidos de colegiala.
-Eres un cabrón...-murmuró Koichi por lo bajito mirando a Max mientras bebía.

El pique continuó una hora más y cuando Max ya no podía articular palabra pensaron en dejarlo. Hiro, Koichi y Max estaban totalmente colorados, riendo por cosas sin sentido y tirados por el suelo.

-¿Shabéis lo que shiempre he penshado? -dijo Hiro a duras penas sujetando la botella de Whiskey.
-¿Quéh? -preguntó Koichi.
-Algún día demeríamosh hacer un tríoh... Joder, shomosh alucinantesh, eshtaría bien...
-Yo siempre he.... he querido grabar un vídeo porno... -dijo Max intentando levantarse.
-¡Qué me escuchesh, que yo quiero un trío! -le gritó Hiro cogiéndolo de una pierna.
-¿Por qué no t-te lo montas con... Con Koichi y yo lo grabó? -sugirió Max.
-¿E-Eh? ¿Por quéh conmigoh?-dijo Koichi indignado.
-Porque quiero grabar yo... Quiero hacer... así... escenas en picado... y … grabarte la cara.
-Por mi bien...Ven aquí cariñín. -dijo Hiro saltando a la cama junto a Koichi.
-¡No, déjameh! -gritó Koichi forcejeando con Hiro.
-¡Si te dejash no tiene gracia, ashí mejor!
Max se acercó con una cámara y la encendió. Apenas podía sostenerse en pie pero comenzó a grabar como Hiro le quitaba al pobre e indefenso Koichi la ropa.
-Así... así...
-¿Tienesh condonesh? -preguntó Hiro mientras lanzaba lejos la camiseta y los pantalones de Koichi.
-N-No... ¡KOICHI, TE... TE HAS HECHO UN PIERCING EN EL OMBLIGO!-gritó Max asombrado.
-¿E-Eh? Síh... Me loh hice hace pocoh... Hiro, deja estoh, yo...
-¿Qué dicesh? Shi te estásh poniendo duro y todo... -dijo Hiro acariciando el paquete del moreno.
-N-Noh... Bastah Hiroh...

Max se sentó y apoyó la cabeza de Koichi en su regazo mientras le grababa la cara. Estaba muy sonrojado y no paraba de soltar débiles gemidos. Hiro se había desecho ya de toda su ropa interior y  estaba masturbando a Koichi con la mano derecha mientras se masturbaba él con la izquierda. Koichi seguía gimiendo y Max enfocaba su cara y los bajos de ambos periódicamente. Hiro estaba empujando el miembro de Koichi contra su piercing haciendo que Koichi jadeara incontroladamente.
-Me eshtash poniendo muy cachondo, Koichi.-dijo Hiro-Dame lubricante, Max.
El castaño metió una mano en un cajón del escritorio con cierta dificultad y sacó un tubo de plástico que dejaba ver un gel transparente. Se lo lanzó a Hiro pero le dio en la frente y Koichi empezó a partirse de risa.
-¿Estah eso grabadoh? ¡Jajajajajajaja!-rió el moreno.
-¡Sí, sí jajajajaja....jajajaja!
-Ahora te vash a enterar...
Hiro que los miraba enfadado por haberse reído de él, envolvió su miembro con una capa de lubricante y entró sin miramientos en el interior de Koichi, que gritó de dolor. Hacía mucho que no lo hacía siendo pasivo y se notaba. Estaba muy estrecho y el miembro erecto de Hiro estaba totalmente comprimido contra las paredes del interior de Koichi. Hiro comenzó a moverse y a embestir a Koichi sujetándolo por las caderas.
-¡Aaah... Ah, Hiro, más, más despacioh, por favor! -suplicó intentando agarrar de los brazos a Hiro.
-Ah... Estás muy estrecho Koichi... -dijo Hiro agachando la cabeza y apretando los dientes.
Hiro continuaba embistiendo a Koichi mientras este gemía sin parar y Max le retorcía un pezón con su mano libre. El mayor estaba apunto de llegar al clímax cuando Koichi comenzó a gritar como una niña corriéndose antes. Hiro acabó poco después y después de salir del interior de Koichi le echó un vistazo.
-She nota que llevabash un tiempo a palo sheco, Koichi. -dijo Hiro riendo.
-No teh rías de míh...
Max apagó la cámara y la dejó sobre la mesa.
-Genial ya soy... director de cine porno... -se acercó y apagó la luz- Bueno chicos... Me... Me estoy mareando bastante, así que creo que me voy a dormir... -dijo acercándose a la cama.
-¿Dormir? Ahora te toca a ti. -dijo Hiro divertido agarrando a Max de la cintura.
-¡Esoh! -gritó Koichi apoyando a Hiro.
-No, chicos... Yo no...
No llegó a decir mucho más porque Koichi le estaba desabrochando los pantalones desde delante y Hiro le quitaba la camiseta por atrás. Max les gritaba que lo dejaran tranquilo, que solo quería dormir, pero hicieron caso omiso de sus deseos. Hiro se acercó al cuello del menor, sabía que era su punto débil y teniendo en cuenta que estaba borracho, en cuanto empezase Max no querría parar, así que abrió la boca y comenzó a morder y lamer el cuello de Max. El menor reaccionó al segundo con gemidos y jadeos, intentando zafarse de las manos de Hiro que recorrían su torso. Mientras, Koichi se deshacía del resto de su ropa.

-¿Alguna vez hash hecho el 69 con un tío, Koichi?-preguntó Hiro.
-N-Noh... -respondió nervioso.
Hiro le indicó que se tumbara y cogió a Max que a regañadientes se puso encima.
-Max va a tener que hacer trabajo doble, pero no pasha nada, she le da bien, que lo shé yo. -dijo Hiro acercando su miembro a la boca de Max.
-¿Comoh que trabajoh doble? -preguntó Koichi sin saber que quería decir Hiro.
Hasta que notó como una delicada mano agarraba su miembro y lo acercaba a su boca. Koichi, que ya se sentía bastante en las nubes con el efecto del alcohol, ahora se sentía en el cielo. La lengua y las manos de Max tocaban cada centímetro de piel de su pene y sentía terriblemente acalorado.
-¿Te hash fijado en las vishtash, Koichi? Ah... -preguntó Hiro mientras cogía la cabeza de Max que se encargaba de darle placer a él también.
-¿Eh?
Koichi subió la mirada y efectivamente, tenía a Max completamente encima suyo, no se había percatado de lo cerca que estaban sus cuerpos, o de lo duro que estaba Max... Koichi cogió a Max por las caderas y empezó a lamerlo por todas partes. Hiro aprovechó y se acercó más a Max, frotándole los pezones con los dedos. Max gemía y Koichi lo notaba por todas partes, no sabría describir como le llegaban las oleadas de placer de Max, que lo estaba poniendo más caliente que nunca. Comenzó a lamer la entrada de Max y éste gritó con el miembro de Hiro aún en la boca.
-Mira, Max tiene mucho eshpacio aquí dentro... -explicó Hiro acercando un dedo a la entrada de Max.
-A ver... -dijo Koichi metiendo otro.
-Ah... Pero todos a la vez no... ¡A-Aaaah! -gimió Max.
Hiro y Koichi metían los dedos y los movían en el interior de Max haciéndole enloquecer, pocas cosas ponían a Max más que unos dedos. El menor continuaba su trabajo mientras lamía los miembros erectos de sus amigos y estos metían más dedos en su culo. Aceleraron y Max comenzó a mover la cadera excitando más a Koichi y Hiro que gemían también al ritmo de Max. A los pocos minutos Max gritó anunciando que no aguantaba más y se corrió sobre Koichi haciendo que Koichi y Hiro acabaran en su cara. Max se dejó caer sobre Koichi exhausto mientras Hiro lo miraba sonriendo.
-Já, Max con las corridash en la cara parece la portada de un yaoi hard. -dijo riendo.
-¿Tienes muchos, noh? -preguntó Koichi sonriendo también.
-No muchosh realmente...
Max se incorporó y se limpió la cara con una camiseta que había cerca y miró a Hiro y a Koichi ceñudo.
-Cómo os volváis a correr en mi cara os mato... -amenazó algo mareado por el alcohol.
-¿Qué pasha? ¿Sholo Zero she puede correr en tu cara, Max? -preguntó Hiro subiendo una ceja.
-Gili....pollas...
-Oyeh chicos, unah preguntah... -dijo Koichi- ¿Tres tíos loh pueden hacer en plan... buenoh...?
-Lo acabamos de hacer, no sé si... estabas por aquí... -respondió Max.
-No, she refiere a... Ya... Shí, pero tiene que tenerlo bien abierto uno porque shi no... -respondió Hiro.
-¿Eh? No... No... ¿Por qué... me miráis así? -preguntó Max intentando alejarse.
-Ven aquí, que vamosh a probarlo hoy. -dijo Hiro cogiendo a Max de la cintura.
-¡No quiero! ¡ME HAN DICHO QUE DUELE MUCHO, NOOOO! -gritó Max.
-Coge el lubricante, Koichi. -pidió Hiro mientras sostenía a Max.
-¡S-Síh!
Koichi hizo caso de Hiro y cogió el lubricante, luego, por instrucciones de Hiro, lo extendió sobre su miembro y sobre el de Hiro. Luego hizo lo mismo con la entrada de Max que seguía resistiéndose.
-¡No, joder que no... Hiro, que me va a... doler! -gritó Max.
-Que no, shi te relajash ya verásh como no. Mejor de pie, ¿no?
Se levantaron Koichi y Hiro, Max se quedó en la cama, con los brazos cruzados negándose en rotundo.
-¡Ya verásh como te gusta! -dijo Hiro cogiendo a Max en brazos-¡Ayúdame Koichi!
Koichi se puso detrás de Max que estaba colgado como un koala de Hiro. Cuando ya estaban como un sandwich Max continuó sus intentos de escapar, pero Hiro, que ya estaba agarrándolo por las nalgas lo levantó unos centímetros e introdujo su miembro entero y completamente duro en el interior de Max.
-¡Aaah! -gimió Max.
-Ah... Venga, ahora tú, Koichi.
Koichi asintió y acercó su miembro a la entrada ya “completa” de Max mientras éste apretaba los dientes, asustado. Hiro le hacía señas de que se relajara, porque si no, sería peor. Aun con algunas dificultades, el miembro de Koichi comenzó a entrar lentamente, el lubricante chorreaba por todas partes y Max se agarraba con fuerza a Hiro clavándole las uñas en la espalda. Cuando ya se acomodó en el interior de Max, Koichi soltó un gemido y sujetó el torso de Max que se dejaba llevar hacia atrás. Koichi y Hiro empezaron a moverse y Max, que no tenía donde agarrarse se dejaba coger de Koichi por los brazos y de Hiro por las piernas. Max sentía el doble de todo. Cuatro manos que le apretaban las nalgas, los muslos, los pezones, los costados... Y dos miembros que le estaban perforando el alma, ambas se alzaban por alcanzar el final y cuando lo hacían a la vez Max sentía que moría un poco más de placer. Intentó moverse él un poco también aunque la posición era incómoda para moverse mucho, pero Hiro y Koichi respondieron a eso jadeando más y el menor lo aprovechó y siguió moviendo las caderas. Los dos chicos sudaban, jadeaban y embestían al castaño con rapidez y fuerza. Sus miembros entraban y salían, y chocaban dentro, estaban más estrechos que nunca, tanta fricción no podía ser buena. Al poco rato comenzaron a embestir a Max más fuerte  jadeando y agarrando a Max con más fuerza y se corrieron dentro del menor que lo hizo sobre el pecho de Hiro. Ambos salieron del interior de Max y las piernas de Max se llenaron de lubricante y otros fluidos.
Hiro ayudó a Max a limpiarse porque no podía apenas mantenerse en pie. El esfuerzo de la posición había sido devastador y a los minutos acabaron rendidos en la cama de Max tapados con una fina manta.


Amaneció y como de costumbre, Zero llamó a la puerta de Max. Eran las 12:30 y quería suplicarle un poco al menor, o por lo menos verle la cara. Al ver que nadie contestaba decidió entrar, el pestillo no estaba echado, y eso quería decir que no estaba Max en la habitación, ya que él siempre echaba el pestillo por si Zero se colaba es su habitación. Y hacía bien porque el peliblanco se estaba colando. Pero aquella no era la vista que esperaba ver. Esperaba ver la habitación vacía, o como mucho a Max durmiendo plácidamente con su típica cara de ángel que había olvidado echar el pestillo. Pero en cambio, vio el suelo lleno de botellas de alcohol vacías, los muebles y la habitación en general llena de ropa tirada de cualquier manera y pañuelos de papel usados. Y en la cama nido abierta estaban Hiro, Koichi y Max durmiendo con una manta por encima, despatarrados, a Hiro y a Koichi se les veían el pecho hasta la cadera y a Max las piernas y los brazos. No se lo esperaba para nada y se quedó plantado en el sitio bastante sorprendido.

-¿Qué pasa Zero, a pedirle perdón otra vez a Max? -preguntó Kevin entrando en la habitación- ¡JODER! ¡Qué coño ha pasado aquí? -gritó.
Los tres bellos durmientes comenzaron a despertarse por los gritos de Kevin y a hacer caras extrañas. Max, que no soportaba la luz escondió la cabeza debajo de la manta y pasó de todo. Hiro abrió lentamente los ojos y Koichi se agarró muy fuerte la cabeza mientras se incorporaba. Koichi y Hiro se miraron por un momento atónitos, después miraron debajo de las mantas, se asustaron aún más, luego miraron a Max, se volvieron a mirar y por último miraron a Kevin y a Zero.

-¿Qué coño...? -llegó a decir Koichi.
-Dios... -dijo Hiro-Max, despierta.-zarandeó al menor.
-Déjame dormir...
-Pues vístete primero...
-¿Qué... ?
Max abrió lentamente los ojos con gesto contrariado, no quería despertarse, quería dormir. ¿Y quién coño había subido la persiana? Entraba mucha luz, era molesta... Y le dejaba ver que estaba desnudo en la cama con Hiro y Koichi.
-¿¡QUÉ COÑO!? -gritó el menor incorporándose por completo.
-Me parece que nos hemos montado un trío. -dejó caer Hiro.
-¿¡NO ME DIGAS!? Mierda... Joder, no... -exclamó Max intentando taparse todas las zonas expuestas de su cuerpo.
-No sé porqué te tapas, si aquí todos te hemos visto sin ropa... -dijo Koichi que seguía frotándose la cabeza-Ay... Qué resaca...

Zero miró una vez más a Max y se fue de la habitación con paso ligero. Kevin lo imitó y se fue también, solo que él salía riéndose.
-Zero yo...

Ya estaban los tres vestidos y algo avergonzados de lo que habían hecho. No se miraban directamente a los ojos y evitaban cualquier roce físico.
-Yo... Lo siento, fue culpa mía, no debí sugerir que jugáramos a un juego de beber...
-No es culpa tuya, creo que yo dije algo de grabar un vídeo porno...
-El caso es que culpa mía no es... -murmuró Koichi.
-Oye, que tú en ningún momento has dicho 'vamos a parar'. -dijo Hiro enfadado.
-¡Sí que lo dije! Creo...
Los tres se miraron y sonrieron. En el fondo aquello había sido como... una nueva experiencia entre amigos.

72 | 8/2/11 – Granada, España. Despejado y triste.



Era un día como otro cualquiera. Una tarde normal. Cada uno a sus asuntos. A excepción de tres chicos. Llevaban horas sentados en aquel sofá. Kevin, que la noche anterior había perseguido a su mujer hasta su habitación le suplicó perdón, pero realmente él no lo esperaba de Haruka, una mujer con ese carácter y ese genio... Era imposible. El día anterior, nada más terminar de pelear de nuevo con su ex mujer, bajó al salón, no le apetecía dormir y al parecer todos habían subido a sus habitaciones. 
Esperaba encontrar el salón vacío pero en su lugar encontró a Zero sentado en el sofá. Se sentó a su lado. No abrieron ninguno de los dos la boca. Y eso que Kevin solía soltar bromas en los momentos menos oportunos, pero aquel momento era realmente inoportuno para nada. 

Kevin era casi de la quinta de Zero, dos años mayor. Se conocieron hace años en el trabajo, en Japón. Por su pinta cualquiera diría que es un hombre con el que no puedes andarte con tonterías, pero el hecho es que Kevin era bastante tonto, le gustaba hacer bromas en los momentos en los que no se suelen hacer bromas (Funerales, por ejemplo). Era un hombre podrido. Sodomizar, herir, escuchar súplicas eran algunos de los mayores placeres de Kevin. No distinguía entre hombre y mujer, pero contra más inofensivo y desprotegido se encontrara, más le gustaba. 

Se pasaron toda la noche sentados en el sofá, incluso vieron amanecer. Vieron sin ver. La gente pasaba, de hecho, Haruka pasó por delante y miró de soslayo a Kevin que la miró con pena. Ésta le ignoró con orgullo y salió con la niña de la mano que le preguntaba a su madre porque no hablaba con papá. Algunas chicas se paraban a preguntar qué tal. Kevin negaba con la cabeza y Zero no hacía ningún gesto. Eran las 12 y la casa estaba desierta. Max tampoco había vuelto a casa. Zero se había pasado toda la noche persiguiéndolo. Llegaron a un parque y Max le gritó que como le siguiera persiguiendo llamaría a la policía, así que tuvo que volver resignado, no le convenía a un mafioso mezclarse con los maderos.

A las 12:34 Koichi bajó las escaleras, tenía los ojos totalmente enrojecidos y un aire alicaído. Se sentó junto a Kevin en el sofá. 

-Hola, encantado, soy Koichi. -se presentó sin ánimo.
-Encantado, yo Kevin. ¿Qué te pasa a ti, Koichi? -preguntó.
-Sakura, mi novia, me ha dejado por segunda vez, dice que no he superado lo que tuve con Shinku y con Max... ¿Al final vosotros qué? 
-Max me ha dejado...
-Haruka me ha pedido el divorcio... 
-¿¡QUÉ!? Pero si Max y tú sois la pareja perfecta... Siento no poder decirte nada Kevin, no te conozco... Pero sé que violaste a Max. -dijo con odio. 
-¿Por qué eso lo sabe todo el mundo?-preguntó Kevin agachando la cabeza.
-Porque lo gritó Max en mitad del salón. He tranquilizado un poco a Hiro, porque está hecho una furia, fue él el que rescató a Max el día que tú... Bueno, eso... Y está bastante enfadado, quería partirte la cara. 
-Vaya...
-No te mato porque tengo ganas de suicidarme... -dijo Zero.
-¡Ya veréis como volvemos con ellos-ellas! Si en el fondo nos quieren mucho... -intentó animar Koichi.
-Yo no sé qué decir de Haruka, nunca ha sido muy cariñosa conmigo... Pero me duele, porque como Hibiki no es mi hija biológica, no la puedo reclamar... 
-¿Tienes una hija? ¿Es la niñita esa del pelo rubio? -preguntó curioso Koichi. 
-Sí, es adoptada. Haruka no puede tener hijos pero le encantan los niños y la adoptó antes de que nos conociéramos. Pensó que no querría estar con ella por la nena, pero yo acepté y quiero mucho a Hibiki... -contestó el rubio apenado.
-Vaya... 
La habitación quedó en silencio de nuevo. Koichi miraba el suelo. Kevin se frotaba la nuca. Zero apoyaba la cabeza en un brazo. 
-Zero, estás muy callado... -dijo Kevin.
-No quiero hablar de nada... -respondió fríamente.
-Dejémoslo, el pobre quiere demasiado a Max... Por cierto, Kevin, ¿qué relación tienes con Hikari? Me han llegado rumores de que tú fuiste su padre muerto reencarnado en otro cuerpo, pero no me lo creí mucho... -contó Koichi.
-Haces bien, es una trola como una casa de grande. Soy su hermano, su hermano secreto.-dijo guiñando un ojo.
-¡Oh! Cuenta, cuenta. -pidió Koichi como una maruja. 
-Verás...





-¿Perdona? -preguntó Hikari. 
-Sube un momento, te lo explicaré donde no haya tanta gente... 
Ambos subieron las escaleras en silencio y se metieron en la habitación de Kevin y Zero. Hikari estaba algo extrañada y se preparaba para lo peor, aquel chico no le inspiraba nada bueno. 

-Esto... Siento habértelo dicho tan directamente, no me gusta andarme por las ramas. Siéntate. -le pidió Kevin sentándose él también en la cama. 
-B-Bueno... -balbuceó sentándose. 
-Hace unos años, nuestra madre conoció a un americano en una fiesta erasmus y bueno... Soy el fruto de una noche de pasión intensa en un hotel. -relató el rubio.
-Vaya... ¿Se supone que me tengo que creer eso? -preguntó algo contrariada. 
-Créeme por favor. Me puse en contacto con mamá hace no mucho y hablamos durante horas. Me contó la historia con detalles... Demasiados detalles... Eres muy joven, así que he omitido algunos... 
-Jopé... Siempre pensé que era hija única...-respondió Hikari mirándose las manos. 
-Pues ya ves la vida... Cuando nací yo, mamá no quería saber nada de hijos, me iba a dar en adopción pero mi padre si quería, así que me quedé con mi padre. Después conoció a otro hombre, se enamoró de él y te tuvieron a ti...
Hikari sintió una punzada de dolor al escuchar la mención a su padre, pero siguió escuchando.
-...mamá se disculpó por haberme “abandonado”, y lloró mucho. Me mandó recuerdos para ti, hermana. Estoy... Muy contento de haberte conocido, Hikari. 
-Y yo estoy muy contenta de tener un hermano (Aunque sea un violador)... -dijo casi llorando.
-Pero no llores mujer... (Que voy a llorar yo también...)-la consoló abrazándola.





-Dios... La verdad es que os parecéis bastante... El pelo claro, los ojos azules, las cejas son iguales... 
-¿Tú crees? -preguntó el rubio sonriendo. 
-Zero... -soltó Koichi.
-¿Estás llorando, Zero? -preguntó Kevin sorprendido volviéndose. 
-No...-respondió secamente ocultando su cara con las manos. 
-Déjalo, que el pobre llora pocas veces, que se desahogue... -dijo Koichi frotándole el brazo a su amigo.
-Pobre Zerito... 
-Zerito tu puta madre... 
Koichi y Kevin sonrieron, si aún contestaba así era que no todo estaba perdido. 

La gente comenzó a llegar, y Zero, algo más recompuesto decidió subir a su habitación. Kevin captó que quería estar solo, por lo que salió al jardín al tomar el aire. Koichi se quedó con las chicas viendo una película de drama mientras comían helado. Se sentía patético y algo afeminado, pero no le importó. Sakura no había salido de su habitación, pero las chicas la habían visto con Shinku, la única que podría consolarla de verdad, y se sintieron más relajadas, le subían la comida y no salía más que para ir al baño. Por su parte, Max seguía sin aparecer. 

Momoe subió a ver qué tal estaba su primo, ya que la peliblanca estaba terriblemente preocupada.

-Pobre Zero-san... -dijo después de estar un rato acariciando la cabeza de su primo que se apoyaba en su regazo en la cama. 
-No puedo vivir sin Max... Me quiero suicidar... -dijo Zero levantándose tranquilamente.
-¡No digas eso ni en broma! -le ordenó Momoe al borde del llanto otra vez. 
Zero abrió un cajón del escritorio y sacó una pistola. Momoe se llevó las manos a la boca y abrió los ojos como platos. 
-¿Cómo que no? 
-¡Zero-san, no por favor! -gritó Momoe levantándose.
-¡No te acerques! ¡Ahora mismo pienso quitarme la vida! -gritó Zero apuntando el cañón de la pistola a su sien. 
-¡Zero-san, por favor, no! -imploró de nuevo. 
La mano de Zero temblaba como nunca. Quería morir, no estaba dispuesto a vivir una vida donde Max no estuviese con él. No después de lo mal que lo pasó aquellos años solo en Japón. No volvería a aquella vida. No quería... Pero... 

La mano de Zero tembló mucho más. 

El simple hecho de poder ver cada día a Max... No podía morir... La pistola cayó de su mano y se estampó contra el suelo. Tenía hasta el seguro puesto.
-¿¡A QUIÉN VOY A ENGAÑAR!? No puedo hacerlo... -gritó Zero desesperado derrumbándose en el suelo. Golpeándolo. -Déjame solo, por favor... 
-De acuerdo... -dijo Momoe. 
Le acarició la cabeza una última vez y salió cerrando la puerta lentamente. 

Las lágrimas brotaban de los ojos de Zero. El hombre que no lloraba por nada en el mundo. Solo por una persona. Aquellas lágrimas solo caían por él. Por el amor de su vida, que volvía a dejarlo solo. Sin saber donde buscarlo, sin saber donde estaba, sin saber como se sentía... Zero se agarraba a lo poco que tenía... Una pequeña esperanza de que Max, ahora adulto, reflexionara y decidiera darle una oportunidad. Otra más. 

-Te necesito, Max... -susurró Zero apoyado en la cama empapándola de lágrimas.




Fotohistoria aquí

71 | 7/2/11 – Granada, España. Noche.




Noche de lunes. Muchos podrían afirmar que los lunes son odiosos, pero después de aquella noche, tres hombres asegurarían que ese fue el peor lunes de toda la historia.

La casa llena, como de costumbre. Hikari, Megumi, Jessica y Judith jugaban a las cartas en pijama. La pelirroja había insistido en jugar al strip poker pero las demás se negaron en rotundo, a lo que Jessica murmuró un “estrechas” que nadie llegó a oír.
Momoe le hacía trencitas a Hiro mientras éste limpiaba las cuerdas de su guitarra sentado en el suelo. Se dejaba hacer, según él, Momoe era simplemente adorable y no podía decirle que no a nada.

Koichi estaba sentado en un sofá viendo la televisión mientras esperaba a su novia. Se había puesto el pelo castaño cobrizo hacía unas semanas, y eso, añadido al moreno de su piel le hacía parecer una zanahoria gigante (Palabras textuales de Max).
Sakura abrió la puerta y saludo con una sonrisa a los demás. Se la veía cansada. Más apagada de lo habitual, ya que Sakura solía ser la fuente de energía viva de la casa, con su alegría y su buen humor con todo el mundo. Se acercó a Koichi y le indicó por señas que saliera al pasillo con ella. Koichi la obedeció y cerró la puerta a sus espaldas, confuso... Si tenía que decirle algo y no podía ser en presencia de los demás, no podía ser nada bueno.

-Hola cariño, ¿qué tal el día? -preguntó Koichi besando a Sakura, quién solo puso la mejilla.
-Muy bien, pero Koichi... Tenemos que hablar.
-Euh... (¿Qué has hecho esta vez Koichi? Es la peor frase que te puede decir una mujer... O la has dejado preñada, o te va a dejar... ) Dime cielo...
-Verás Koichi, llevo un tiempo dándole vueltas y...
-Ajam... (Me deja fijo...)
-Koichi... Nunca estás conmigo. Cuando tienes un tiempo libre te lo pasas o con Max o espiando a Shinku, porque te he visto. Hemos estado juntos en toda la semana una vez... Creo que no has superado esos dos amores, Koichi...
-Pero Sakura, qué cosas tienes, eso es mentira... Y-Yo tengo muy superados a Max y a Shinku, n-ni me gustan, n-ni los miro, n-ni nada... -tartamudeó Koichi hecho un manojo de nervios.
-Koichi, estás tartamudeando, pareces Lady Gaga.
-E-Eso no es verdad... -contestó Koichi desmoronándose.
-Lo siento, pero lo mejor es que lo dejemos, ya lo hemos intentado y sigue sin funcionar, yo... No puedo más, soy comprensiva, pero Koichi, tengo un punto y tú lo has sobrepasado... -dijo Sakura cogiéndolo de la mano.
-S-Sakura por favor, no puedo vivir sin ti...-imploró Koichi agarrándose a la mano de Sakura.
-Lo siento... -dijo Sakura soltando la mano de Koichi.
-No Sakura, por favor, no me dejes otra vez...
-Lo siento Koichi. -repitió Sakura entrando al salón.

Koichi se quedó unos segundos plantado en el sitio y rompió a llorar. Los tacones de Sakura resonaron, estaba subiendo las escaleras, seguramente para meterse a su cuarto a llorar también, pensó Koichi. No podía contener las lágrimas aún cuando abrió la puerta del salón y vio a todas las chicas y a Hiro mirándolo de hito en hito.
-¡Koichi! -gritó Hikari levantándose de la mesa.
-¿Estás bien? -preguntó Hiro dejando una cuerda de su guitarra en el suelo.
-E-Estoy bien... -dijo Koichi, pero el simple hecho de pronunciar esas palabras hizo que rompiera a llorar aún más fuerte.
Las chicas y Hiro lo rodearon y lo sentaron en una silla con ellas. Hiro le daba pequeñas palmadas en la espalda mientras lloraba desconsoladamente sobre la superficie pulida de la mesa con los brazos extendidos. Las chicas lo apoyaban y le acariciaban suavemente como muestra de comprensión.
-Terapia. -dijeron todas a la vez.


La única persona que no se había enterado de nada era Max, que dormía en un sofá del salón. Había estado estrujándose el cerebro todo el día escribiendo poemas y no podía más. Sucumbió al sueño mientras veía una serie en la televisión. Aquellos días habían sido muy duros para él. Kevin no desaprovechaba ningún momento en el que Zero no estuviese presente y Max tenía que ir corriendo a los brazos de cualquier persona de la casa (Excluyendo a Jess, porque seguramente ésta propondría un trío y Kevin aceptaría). Las chicas y Hiro animaban a Koichi en silencio al fondo del salón. Habían encendido el fuego para que se sintiera más reconfortado.

Zero, que había estado meses preparando la pedida de matrimonio había fracasado todas las veces. La primera, la cual iba a ser en un restaurante de lujo fue una chapuza ya que, justo cuando se lo iba a pedir y estaba empezando el discursito, la cocina prendió fuego y tuvieron que desalojar el restaurante. La segunda fue interrumpida por Ryuichi, que según Zero era muy jodidamente oportuno. Así que desechó las ideas románticas y pensó pedírselo allí mismo delante de todo el mundo si hacía falta. Bajó las escaleras decidido, con el anillo en el bolsillo y listo para pedírselo a Max.

Llegó al piso de abajo y aunque vio a toda aquella gente no se acobardó, al fin y al cabo estaban a lo suyo, y Zero tampoco tenía pensado gritar. Tal vez por la presión Max se vería obligado a decir que sí, y eso ponía de muy buen humor a Zero.

-Cariño, despiértate, tengo algo importante que decirte.-susurró Zero al oído de Max mientras lo zarandeaba un poco para despertarlo.
-Hhhmm... ¿Qué pasa? -preguntó Max incorporándose y frotándose los ojos.
Zero hincó rodilla y sujetó con firmeza la mano de Max.
-Max, ¿quieres casarte conmigo? -preguntó mirando a su amante a los ojos.
-¿¡EH!? -gritó sorprendido el menor.
Se hizo el silencio y todos los seres vivos de aquella habitación miraron a Zero. Éste sentía hasta la mirada de una mosca que molestaba volando cerca de una ventana.
Max sonrió y antes de poder contestar Zero hizo un ademán para que guardara silencio.
-Antes de que me des tu respuesta, tengo que contarte algo... -dijo Zero sentándose junto a Max en el sofá.
-¿El qué? -preguntó Max arqueando una ceja, pues no le gustaba el tono en el que lo había dicho su amante y se olía a chamusquina.
-Es un poco largo así que... Bueno... Verás, hace mucho tiempo, antes de conocerte, en mi trabajo en la mafia se integró un nuevo miembro, Yuki. Era una chica muy normal, amable y simpática. Se enamoró de mí, pero por aquel entonces yo no quería ni oír hablar de amor -Max ya no miraba a Zero- Yuki siempre me acompañaba a las misiones, y bueno, aunque no me guste admitirlo le pillé confianza -Max estaba frunciendo el ceño aunque Zero no lo veía- Un día le encomendaron una misión en una planta nuclear y le dije... Algo horrible. Le dije que podía hacerlo sola, que estaba capacitada. Acabó yendo sola y con la radiación de los productos tóxicos nucleares... Enfermó. De cáncer. Fue un cáncer que avanzó muy rápido, y cuando estaba en su lecho de muerte se confesó, dijo que estaba enamorada de mí y que quería morir casada conmigo -Max tenía la mirada perdida en el suelo- Yo, aunque no quisiera no podía decirle que no, no podía decirle que no quería casarme con ella cuando fue mi culpa que arriesgara su vida de aquella manera... Le dije que sí y nos casamos, pero, a los pocos minutos... Falleció. Y yo, pues... Me sentí muy mal, y ahora quiero tener un matrimonio con amor, y que dure más de una hora a ser posible. Max, necesitaba contarte esto, no podía guardármelo, no podía mirarte a la cara y decirte que eres la primera persona con la que me he casado... -terminó Zero.

La habitación estaba de nuevo en completo silencio. Hasta Koichi había dejado de hipar y sollozar. Miraban con los ojos como platos a Zero, y Momoe, muy triste estaba apunto de llorar. Max seguía mirando el suelo.

-¿M-Max? -preguntó Zero preocupado tocando el brazo de su amado.
-¿¡O SEA QUE HAS ESPERADO TODOS ESTOS AÑOS PARA CONTÁRMELO!? -gritó Max quitando la mano de Zero de un golpe y levantándose.
-Max yo...
-¿¡Y ME LO DICES EL DÍA QUE ME PIDES MATRIMONIO!? -gritó de nuevo atónito.
-Tampoco te tienes que poner así, eso fue hace ya mucho tiempo, ni tan siquiera te conocía...
-¿¡QUÉ NO ME PONGA ASÍ!? ¡Recuerdas cuando llegaste y me enteré de que eras mafioso! ¡Me sentí fatal, todos estos años engañado! ¡Y no me importó! ¡Te pregunté si tenías algo más que decirme y te callaste! ¡TE CALLASTE! ¿¡Y AHORA ME VIENES CON  ESTO!? ¿¡SABES!? ¡SE ACABÓ! -gritó Max enfadado.
-¡No, Max, espera! -suplicó Zero levantándose también.
-¡NO, ZERO! ¡SABES DE SOBRA QUE NO SOPORTO QUE ME ESCONDAN COSAS!

Mientras seguía la disputa y nadie decía nada por miedo a llevarse un golpe de Max, que parecía bastante enfadado, Kevin abrió la puerta del rellano y entró extrañado.

-¿Qué pasa chicos, a qué viene tanto grito? -preguntó acercándose.
-No pasa nada Kevin... -contestó Zero mirando a su amigo.
-¿¡AH, O SEA QUE AHORA NO PASA NADA!? ¡PUES QUE SEPAS QUE KEVIN, TU AMIGUITO, ME VIOLÓ HACE DOS AÑOS EN UN CALLEJÓN PORQUE NO TENÍA DINERO PARA PAGARLE LA DROGA!
-¿Qué dices, Max... ?-preguntó Zero totalmente confuso.
-¡SÍ, YO TAMBIÉN SÉ GUARDAME COSAS! ¡Y SI NO TE LO CONTÉ ES PORQUE ES TU AMIGO, PERO COMO YA NO SOMOS NADA, TE LO DIGO CON TOTAL TRANQUILIDAD!-le volvió a gritar Max.
-Tranquilidad no tienes mucha... A ver Max, que estás nervioso y no sabes ni lo que dices... -contestó Zero.
-Lo que ha dicho es verdad Zero... -confesó Kevin de espaldas a la puerta del rellano que se abría cuidadosamente.-Pero lo hice porque... Bueno, es que yo tenía una misión por la zona, y lo vi solo, y tan mono... Jamás me habría imaginado que había salido contigo ni nada, tú nunca lo describiste y... ¡Yo respeto las parejas! -se excusó Kevin.
-¿Ah sí? -preguntó una voz a las espaldas del rubio.
-C-Cariño... -tartamudeó Kevin dándose la vuelta lentamente.
-Porque esto lo sabía de antes, que si no... ¡Qué sepas que estoy muy enfadada! ¡Apenas llevábamos un año saliendo y tú vas y violas a un niño de 15 años?-espetó Haruka.
-Pero... ¿Cómo te has enterado? -preguntó asustado.
-Cuando vi que te obsesionabas tanto con el niño pensé que estaría bien ponerte un detective. Al parecer hubo testigos oculares de lo que hiciste, o sea, que si quiere, Max puede denunciarte ahora mismo.
-Haruka yo... Te juro que te lo quería contar... (Max, ¡no me denuncies!)
-Que sepas que ayer te puse los cuernos con cuatro negros, no había ni uno que la tuviera tan pequeña como tú. -confesó Haruka con una sonrisa.
Provocó risitas de las chicas al fondo de la sala. Jess gritó un “¡Así se hace muñeca, y yo pensando que me caías mal!
-Quiero el divorcio. -dijo Haruka.
-¡No, espera, por favor! -gritó Kevin siguiendo a su mujer escaleras arriba.

La habitación volvió a quedar sumida en el silencio.

-Max, yo...
-Zero no, estoy harto. Harto de mentiras, de follones de... De todo. Escapé de Japón por ti y me seguiste. Te dí una segunda oportunidad. La has desaprovechado. Adiós, Zero. -dijo Max y se fue corriendo de la casa.
-¡Max, no, espera! -gritó Zero persiguiéndolo.

Volvió el bullicio a la habitación y las chicas comenzaron a cuchichear.
-Esto parece un culebrón... -sentenció Hikari.
-Y que lo digas... O un cine. -la apoyó Megumi.
-Van a acabar todos muy mal, menos mal que Koichi está mejor. -dijo Judith.
Koichi sollozó sobre la mesa y Hikari le dio unas palmaditas en la espalda.
-Oh, pues si Kevin está libre, yo ataco. Y seguro que me puedo tirar otra vez a Max. Con Zero ya lo veo más complicado, es un peliblanco estrecho... -enumeró Jessica con los dedos y un aire soñador.
-Madre mía... Me va a tocar consolarlos a todos... -dijo Hiro tocándose la frente.
-Pobre Zero-san... Tengo que ir a hablar con él... -dijo Momoe muy preocupada al borde del llanto.


Pero no todo eran malas noticias. En otra casa, no muy lejos de allí, un chico de pálida tez y oscuros cabellos acechaba en una esquina. Llevaba ropas negras, una chaqueta sin mangas y el brazo lleno de cadenas negras. Se disponía a atacar.

Allí está Lacey, le voy a dar una sorpresa...

-¡Señorita Hate, prepárese para ser violada!-gritó agarrándola desde atrás por la cintura.
-¡Ay Yasu! ¡Qué susto me has dado! -contestó la morena sonriendo.
-Tengo algo muy importante que decirte.
-¿De qué se trata? (¿La violación para cuando?)
-¿Quieres casarte conmigo? -preguntó el demonio hincando rodilla con la mano de Lacey entre las suyas.
-¿¡Qué!? -gritó emocionada tapándose la boca.
-Pero sería una ceremonia satánica... No pienses que voy a rebajarme al nivel de los humanos normales...
-¡CLARO QUE QUIERO! -gritó la vampira saltando a los brazos de su futuro marido.
-Entonces, ¿de verdad quieres? Piensa, que no hay vuelta atrás. -dijo el demonio abrazándola.
-Yasu, hemos pasado muchas cosas juntos, compartimos una hija y te quiero como nunca he querido a nadie en mis 549 años de vida... Quiero estar contigo hasta el final de los tiempos, por lo tanto, sí quiero. -contestó a punto de llorar.
-Aunque no me oigas mucho decirlo... Te quiero Lacey, te quiero mucho.
-Lo sé, yo también te quiero Yasu.
Entrelazaron sus manos y escucharon un llanto, era Zoe. Yasu se ofreció a ir y Lacey se quedó mirando a su futuro marido con mucha felicidad.




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sábado, 19 de octubre de 2013

70 | 27/1/11 – Granada, España. Día terriblemente frío.



Era un jueves por la tarde. Sophie perseguía como de costumbre a Shinku, que, extrañamente no estaba encerrada en su habitación, en el ático o fuera de la casa (haciendo a saber qué). Estaban sentadas junto a una mesa del salón, Shinku leía un pesado libro alemán y Sophie la imitaba con un cuento infantil mientras le lanzaba disimuladas miradas de admiración. Koichi las observaba divertido desde el sofá.

A pesar de ser tan solo las 6 de la tarde, el cielo estaba totalmente oscuro. Unas nubes grises cubrían la ciudad y la oscurecían, dejándola totalmente apagada y sin vida. Max dormía en la habitación de su novio, solía echarse largas siestas mientras éste trabajaba. Soñaba. Veía sombras confusas. Le amenazan. Le mostraban el terror de su pasado. Los traumas de su vida. Un hombre rubio y alto... De tétricos ojos azules amarillentos.

Alguien abría lentamente la puerta de la habitación de Zero. No quería despertar a nadie. Le habían dicho que Max estaba durmiendo en aquella habitación. No desaprovecharía una ocasión así, sin Zero molestando. Tendría un rato a solas con un “viejo amigo”.

Una mano tocó el brazo de Max y otra su cabeza. Lo zarandeaban suavemente. Max no quería despertar, aún tenía sueño. Seguían moviéndolo. Se resistió y acabó abriendo lentamente los ojos. La habitación estaba en penumbra, había bajado las persianas ya que detestaba que la luz perturbase su sueño, tan solo entraba una débil franja de luz debido a que la puerta no estaba cerrada del todo. Una mano comenzó a acariciarle la cara con el dorso.

-Cuanto tiempo Max...

La sangre de Max se congeló. La manta y el pijama que lo arropaban no despedían calor. El mundo no despedía calor. Se había apagado. Notaba fría y seca su garganta. Aquella voz que tanto detestaba. Que lo acosaba en sueños durante tanto tiempo...

-¿Te acuerdas de mí, verdad?-preguntó el hombre en la oscuridad.

Max dio media vuelta, no le hacía ninguna gracia tener aquel individuo justo detrás, le ponía muy nervioso.

-¿Qué haces en mi habitación? ¡Largo! -le gritó Max aún tumbado.
-Esta no es tu habitación, es la habitación de Zero, y ahora también la mía, porque me la han asignado. -respondió con calma.
-Pero... No deberías estar aquí... -murmuró Max.
-Mira por donde sí que estoy, he venido a verte de nuevo, que hace mucho que no nos vemos, ¿verdad? -dijo el hombre de rodillas en la cama.
-Pues yo no tengo ganas de verte de nuevo, apenas ni me acordaba de ti. -mintió Max.
-Eres un mentiroso... -dijo acercándose más- ¿Tampoco te acuerdas de aquella noche en el callejón? Te me escapaste muy rápido, aún quería hacer muchas cosas contigo, pequeño. -susurró en el oído del menor.
-Déjame en paz, ¿no tuviste suficiente?-dijo Max con una voz llena de terror.
-Quizás no...

Se oían pasos. El hombre se levantó rápidamente de la cama y se puso a examinar su maleta. A los pocos segundos se abrió la puerta.

-¿Qué pasa chicos? -preguntó Zero.
-Nada, he despertado sin querer al pequeño Max, no sabía que estaba en la habitación. Es tal y como me lo habías descrito.
Max permaneció en silencio con la cabeza gacha.
-Tío me voy, tengo que ver a mi mujer y a mi hija, están abajo esperándome. ¡Adiós Zerito! -se despidió el hombre con una palmada en el hombro de Zero.
-Zerito tu padre. -gruñó Zero mientras el otro salía por la puerta.

Zero dirigió su mirada a Max, que estaba pálido como la luna, con la mirada perdida y cara de terror.
-Max, ¿te encuentras bien? Estás pálido...
-E-Estoy bien, tranquilo...
Se abrazaron mientras Zero se preocupaba en sus adentros por Max; Max por su lado, no se atrevía a contarle nada a su amante. ¿Cómo explicarle a tu novio que uno de sus mejores amigos te violó en un callejón cuando eras un niño de 15 años?


El piso de abajo estaba bastante concurrido. Shinku y Sophie seguían en las sillas, Sophie parecía ya incómoda con la silla, pero Shinku ni se inmutaba. Koichi veía la televisión, ahora abrazado a su novia Sakura y Hikari entraba por la puerta que daba al pasillo, acababa de llegar de trabajar. Se encontró de frente con Kevin que bajaba alegremente las escaleras, victorioso.

-Anda, tú eres el nuevo, ¿no? Encantada, soy Hikari. -se presentó la chica.
-Hola Hikari, te estaba buscando.
-¿A mí? ¿Nos conocemos de algo? -preguntó extrañada.
-Soy tu hermano.
-¿Perdona?



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martes, 15 de octubre de 2013

69 | 16/1/11 – Granada, España. Cielo encapotado.


Era una tarde tranquila de enero. Hiro llevaba mucho tiempo dándole vueltas. De nuevo junto a Max le encantaría poder volver a formar la banda. Recordaba con nostalgia los días de ensayo, las actuaciones en The Blue Palm, las noches de fiesta con las fans... Pero sobre todo echaba de menos su guitarra. Tenía tanto trabajo y tanto agobio encima que apenas tenía tiempo para ella. Para Hiro, su guitarra era como... Su fiel compañera en la vida. Su vida, casi. Max hacía muchas bromas al respecto, según el castaño, Hiro no necesitaba mujeres, ya tenía el mástil de su querida guitarra.

La casa CLOUD había vuelto a la normalidad, la Navidad había acabado y las chicas volvieron a guardar todos los adornos en cajas que acabaron al fondo de un oscuro armario empotrado, esperando la próxima Navidad.

Koichi, Max y Hiro descansaban y charlaban alegremente en el salón. Koichi, que según él sabía tocar la guitarra, soltaba acordes desafinadísimos y horribles para cualquiera que lo escuchara por poco que supiera de música.

-No Koichi, es un Fa#, no un La. -le corrigió Hiro sonriendo.
-No tienes ni idea chaval, la toco mejor que tú. -dijo Max riéndose apoyado en el hombro de Hiro.
-Jopé, que hace un montón que no la toco, no os riáis de mí... -pidió Koichi totalmente avergonzado dejando la guitarra a un lado.
-En cambio, Max canta muy bien. Vuelve a poner esa voz de “uke-kawaii” por favor. -imploró Hiro partiéndose de risa.
-Como ponga la de macho te vas a cagar... -contestó Max cruzado de brazos.
Ese último comentario fue la gota que colmó el vaso y Koichi y Hiro estallaron en unas sonoras carcajadas mientras Max los miraba entre ofendido y vergonzoso.
-¡Sois estúpidos!
Mientras Max les gritaba y pegaba con los puños cerrados, alguien bajaba los escalones de la escalera de madera. Los tres chicos giraron la cabeza pero solo llegaron a ver unas largas y esbeltas piernas de mujer que acababan en unos botines de tacón blancos. Seguían sin saber quién era la misteriosa mujer, cuando se oyó un ruido sordo, como si algo hubiera caído en uno de los escalones que no llegaban a divisar. La extraña mujer se agachó para recoger el objeto que había producido el sonido y llegaron a ver una mini falda muy corta blanca de encaje y un trasero bastante atractivo. No se podía describir la cara de los tres chicos, estaban totalmente embelesados con la magnífica vista (incluso Max). La mujer se incorporó y continuó bajando la escalera. Los chicos se quedaron petrificados.
-Hola Koichi. -saludó Sakura acomodando el bolso en su brazo derecho.
-S-Sakura... Con vosotros ya hablaré luego... -terminó la frase en un tono más bajo y amenazante.
Hiro y Max se miraron por un segundo sonriendo ante la comicidad de la escena. Sakura se acercó a su amante y le plató un beso en los labios para luego pararse delante de los chicos.
-Chicos quería pediros un favor.
-¿Qué pasa? -preguntó Hiro.
-Me han encargado cuidar de una niña nueva, pero me han adelantado una clase y no puedo encargarme de ella, ¿podríais hacerlo por mí? -expuso Sakura un tanto preocupada.
-¿Una niña? Por mí de acuerdo, pero... -llegó a decir Koichi.
-Gracias chicos. Ahora bajará, está recogiendo sus juguetes. ¡Muchísimas gracias, de verdad! ¡Hasta luego! -se despidió andando con rapidez hasta la puerta.
-¡Hasta luego! -gritaron los tres.
-Nos ha cargado el muerto... -dijo Koichi una vez Sakura había cerrado la puerta.
-¿Se va así a clase? Madre mía, su profesor tiene suerte. -dijo Max entre risitas.
-¡Callaos ya! -les gritó Koichi ya que no paraban de reír.

A los diez minutos apareció por la escalera una niña pequeña, de no más de 7 u 8 años. Era rubia, muy rubia, con unos preciosos ojos ámbar. Miraba todo con aire indiferente mientras sostenía entre sus brazos unos ositos de peluche.
-¿Se ha ido ya Sakura? -preguntó la niña.
-Uuuuuy, ¡qué niña más mona! Sí, se ha ido, pero yo me quedaré a jugar contigo, ven aquí. -dijo Max arrodillado con los brazos abiertos.
-Vale...

La niña, sin cambiar la expresión sin expresión de su cara se acercó a Max y se sentó en sus piernas. La pequeña era ligera como una pluma y llevaba un vestido rosa y una torera blanca muy bonitas.

-¿Cómo te llamas? -preguntó Max.
-Me llamo Hibiki. ¿Y tú?
-Yo soy Max. Encantado, Hibiki. -contestó Max con una sonrisa.
La pequeña Hibiki que contestó con otra sonrisa y se pusieron a jugar en la alfombra.

-Qué bien se le dan los niños, no sé porqué no quiere tener uno con Zero... -dijo Hiro.
-Pero... Si los hombres no podemos tener hijos entre nosotros... -contestó Koichi confuso.
-Digo adoptar, coñe.
-Pues no sé... Es muy joven, ¿no crees?
-Es cierto... ¿Sabes? Esa niña me suena de algo, y no sé de qué es... ¿Quién será su mad--
La pregunta de Hiro quedó suspendida en el aire ya que de repente y sin previo aviso la puerta que conducía al pasillo se abrió con estrépito y apareció una mujer con una larga cabellera negra.

-¿Por qué estáis vosotros con mi hija? -preguntó Haruka enfadada.
-(Ya decía yo que me sonaba...) Sakura nos dijo que le cambiaron una clase y se tenía que ir...
-¿Pero qué se ha creído que es mi hija? ¿Una planta? ¿Qué se la dejas al vecino para que te la riegue? -gritó Haruka cogiendo en brazos a su hija totalmente indignada.
-Bueno, tampoco es para tanto, mujer... -la tranquilizó Max.
-¡Por supuesto que es para tanto! ¡No la volveré a dejar a su cargo!
-¿Es usted nueva? -preguntó Koichi, tratándola de usted ya que le daba un poco de miedo.
-Sí, llegué hace unos meses con mi hija, pero he estado fuera la mayor parte del tiempo. Mi marido está a punto de llegar también.
-Que bien que Kevin viva con nosotros, ¡tengo tantas ganas de verlo!-exclamó Hiro.

A Max se le helaba la sangre cada vez que alguien mencionaba ese nombre. O su simple recuerdo.
Su cerebro no podía procesar lo que acababa de escuchar. ¿Que iba a vivir en su misma casa? ¿Bajo su mismo techo? ¿Aquel hombre que lo había tratado tan mal y había jugado con él como...? Max rezaba en su cabeza, rezaba y le pedía a Dios que por favor no fuera el mismo Kevin, que fuese otro amigo de Hiro que casualmente era el marido de Haruka...

-¿Max, estás bien? -preguntó Hiro acercándose al castaño.
-¿Eh? Sí... Estoy... Estoy bien...
-¿Max? Anda, tú eres el chico que me ha dicho mi marido que está deseando conocer. -dijo Haruka mientras arreglaba el vestido de su hija.
-¿Eso le ha dicho? Jé... Qué ilusión... -mintió Max.

Esa frase se lo confirmó. Era aquel hombre. El marido de Haruka. El amigo de Zero. El amigo de Hiro. El mafioso. El que vendía droga por los callejones...



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