Aunque Max no se había ganado el afecto de Koichi, éste parecía
menos enfadado con él, de hecho lo había pillado varias veces
mirándolo con cara de bobo. Max se sentía satisfecho, su trabajo
estaba empezando a dar frutos, dentro de no mucho daría otro paso
más.
Max comenzaba a llevarse bastante bien con Sakura, de vez en cuando
se sentía como una verdadera furcia al darse cuenta de que estaba a
punto de robarle el novio a una amiga. Que no es que se lo quisiera
quedar, pero estaba feo...
-Si no existieran ni los relojes ni los horarios que me recordaran el
paso del tiempo... -recitaba Max de rodillas frente a Sakura- …
estaría cada segundo de mi vida contemplando tus profundos ojos
verdes, en los que me pierdo como si de la mar se tratase. Siento que
debes estar a mi lado para siempre.... -continuó- … debes ser mi
mar para guiarme en este naufragio del amor. -finalizó.
-¿Pero qué...! -exclamó Koichi que acababa de entrar a la sala de
estar.
-Am, hola Koichi. -saludó Max con su típica sonrisa.
-Hola cariño. -saludo amablemente Sakura.
-¿Q-Qué hacéis? -preguntó malhumorado.
-¡Max me estaba recitando un poema de amor!
-Un poema de amor... -dijo lanzándole una mirada venenosa a Max.
-¡Sí! Es que él es poeta y recita tan bien... -contestó Sakura
corriendo al lado del castaño.
-Gracias Sakura, aunque no soy muy experto, tan solo llevo dos años.
-mintió Max.
-Seguro que te has ligado a muchas con el rollo de la poesía, ¿no
pillín? -preguntó Sakura dándole suaves codazos a Max.
-Hahahaha, ¡me has pillado!
Qué bien se llevan estos dos.... pensó Koichi.
-¿Te pasa algo, Koichi? -preguntó Sakura.
-No, que va Sakura, no me pasa nada. -respondió Koichi volteando la
cabeza y cruzando los brazos.
Entonces entró Megumi con un móvil abierto en la mano, tapando el
auricular.
-¿Max? -preguntó ésta.
-Dime.
-Me ha llamado un tal... “Michael Wilson” …. Dice que quiere
hablar contigo.
Qué sospechoso, pensó Koichi.
¿Pero cómo coño se le ocurre llamarme y encima al móvil de
Megumi! Este tío es gilipollas, ¿qué digo yo ahora si me pregunta
como ha sabido su número? pensó Max.
-Hombre Michael colega, ¡cuánto tiempo! -dijo Max, sudando un poco.
-¿Has terminado la misión?
-No, que va, no tengo pasta para salir de copas tío... -contestó
Max.
-¿Y qué cojones haces? Si ya hemos terminado casi todos, solo
faltas tú y Denver.
-Ya, pero es que ser poeta es difícil... Hay que currarse bien los
versos... -dijo dándole énfasis a la última palabra.
-Pues déjate de tanto cariñito y lánzate, que no tenemos todo el
tiempo del mundo.
Max tapó el auricular y se dirigió a Megumi.
-¿Me disculpas? -preguntó Max- Es que se pone pesadito y no hay
quien le cuelgue oye...
-Claro, claro. -dijo Megumi.
Max salió de la sala de estar, soportando las miradas inquisitivas
de Koichi y se metió en la cocina. Adoptó una pose de enfado y
habló en voz baja.
-Mira, entiéndeme... Es un hombre heterosexual, con novia... Es
difícil, por muy guapo que yo sea.
-Me da igual, es la misión y hay que llevarla a cabo, por muy
estúpida que sea.
-Ya lo creo que lo es... Al principio tenía un poco de sentido...
Pero ahora... Es irracional...
-¡Es totalmente idiota!
-Yo estoy poniéndolo celoso con la novia, a ver que tal... Las
mujeres no son lo mío...
-¿Qué no son lo tuyo! ¡Pero si se derriten por ti!
-Sí, pero a mí me gustan más los tíos... A ver si al menos me
puedo llevar al catre a este tío...
-Lo que sea, lo que quieras. Pero que no trabaje. Sonsácale algo de
paso.
-A ver si se deja, porque me tiene enfilao, me tengo que ganar su
confianza. El otro día le vi hablando con una mujer que le estaba
advirtiendo de que iba a llegar alguien de la SIA para enfrentarlo,
qué zorra... No sé quien habrá sido el cabrón que lo ha filtrado,
pero me ha jodido la vida.
-Bueno, tú haz lo que puedas y apura, que no hay tiempo de dormirse
en los laureles.
-Sí, sí, tranquilo tío... Adiós.
Colgó. Al minuto entró Megumi a la cocina pidiendo su móvil. Max
se lo devolvió y le dio las gracias, alegando que no sabía como
podía haber encontrado Michael su número de móvil. Max se despidió
y se salió de la cocina. Mientras Max salía por una puerta, Koichi
entró por la otra. El castaño esperó a ver como entraba el moreno
para escuchar al otro lado de la puerta.
-Megumi, ¿me dejas tu móvil un segundo? -le pidió Koichi.
-Claro.
-Mierda, número privado... -dijo Koichi en voz alta.
Max rió por lo bajini, Michael no sería tan estúpido de llamar
desde un teléfono localizable, pero tenía que admitir que Koichi
era bastante astuto.
Subió a su habitación y leyó un libro hasta quedar dormido. Estaba
sobre la alfombra, en ropa interior y camiseta de tirantes a causa
del calor, aunque en su habitación, como en todas, había aire
acondicionado. Alguien abrió la puerta lentamente y se quedó en el
umbral. Mirando.
Se acercó al cuerpo dormido de Max y lo miró bien. Facciones
dulces. Labios rosados y carnosos. Pestañas largas. Piel tersa y
suave, pálida. Pelo castaño hasta casi los hombros... Koichi se
estaba fijando en demasiados detalles para ser un tío. Nunca se
había fijado así en ningún tío. Realmente no parece un
chico... si tuviera tetas y no tuviera... bueno... eso.... pensó
Koichi. Se acercó más y el chico castaño hizo una mueca de
molestia. Se apartó al instante y entonces el chico de largas
pestañas abrió los ojos.
-Hola, ¿se te ha perdido algo en mi cuarto? -preguntó Max aún
tumbado en la alfombra.
-¿¡Eh!? No, no... Yo solo... Ya me voy.
-No, quédate. -dijo Max cogiendo cariñosamente la camiseta de
Koichi.
Éste se sentó junto a él en la alfombra. Le explicó que no había
ningún chico en la casa y que se sentía algo solo. Max le explicó
que a él no lo consideraba chico casi nadie, que siempre lo habían
confundido con una mujer. Le contó algunas anécdotas de gente que
le había confundido con una mujer. Koichi rió con ganas al escuchar
como un tendero japonés le había confundido con una chica delante
de su novio. Max también le contó que había tenido un novio y que
por eso, aunque fuera bisexual, le gustaban más los hombres.
-Así que no te preocupes, no voy detrás de Sakura. -dijo Max
sonriendo.
-¿Q-Qué? ¿P-Por qué dices eso? Si yo no...
-Koichi, he visto como me mirabas cuando estaba con Sakura. Ella es
una chica amable y simpática, es normal que pienses que te la pueden
quitar, pero a mí no me gusta, es algo... machorra para mí. -dijo
sacándole la lengua.
Koichi sonrió aliviado. Después de oír eso se sentía mucho mejor,
salvo por aquel sentimiento extraño en el fondo de su estómago cada
vez que Max le sonría. Era extraño. Tal vez podrían entablar una
bonita amistad como Max dijo. A lo mejor era más fácil de lo que
Koichi había imaginado.
Fotohistoria aquí