Max
entreabrió los ojos lentamente. No sabía donde estaba. Lo último
que recordaba era haber comido con Zero en el salón, ¿qué hacía
en la cama? Se levantó de golpe y se tapó, por si iba desnudo. Pero
vio que estaba perfectamente vestido. Notó que no había nadie en la
casa. Llamó a Zero. Nadie contestó. ¿Y si lo había drogado,
violado y se había ido? Imposible. Zero no podía hacerle eso.
Aunque por otra parte, lo conocía de un día, no estaba del todo
seguro, por mucha confianza que él le inspirase. Miró a su
alrededor y vio una nota.
“Max,
me he tenido que ir a trabajar, iba a despertarte, pero estabas tan
mono dormido que no he podido. Encima de la mesa te he dejado una
llave, yo vuelvo muy tarde de trabajar, así que vete a tu casa y
piensa bien lo de vivir juntos, cierra con la llave después de
salir. Te quiero.
-Un
número de teléfono móvil- Este es mi móvil, llámame. “
Max se
sonrojó al leer la nota... Le parecía mono durmiendo....
Quería morirse de la vergüenza. Se llevó la nota consigo y cogió
la llave de encima de la mesa del salón. Se acercó a la entrada y
calzó sus zapatos. Salió y cerró la puerta. Miró por unos
instantes la puerta. Sabía que la vería muchas más veces, muchas
más.
Max se
alejó entre el bullicio japonés, pensando en qué excusa le daría
a Toshiro si le veía regresar a las 21:05.
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