THE BLUE PALM.
1:09 de la madrugada. Un chico de unos 21 años esperaba sentado en
un taburete, detrás del escenario. Tenía una larga cabellera negra
lisa y unos grandes ojos azul marino. Estaba afinando su guitarra
eléctrica cuando alguien le llamó desde atrás.
-Hiro, tenemos que cancelar la actuación... -dijo un chico rubio
bastante apenado.
-¿¡Qué, por qué!? -gritó Hiro sin dar crédito a lo que oía.
-Yasu...
Si había algo que sacara de quicio a Hiro era Yasu. Yasu era un
chico alto, con una melena corta negra que le resbalaba por la cara.
Tenía un estilo muy punk gótico japonés y unos ojos azules
clarísimos... Daba un miedo espantoso, y eso que Hiro era un chico
bastante alto y musculado.
-Seguro que ya está drogándose en el camerino, como siempre...
-No sé en qué idioma decirle que esa no es la mejor imagen para el
grupo... -respondió el rubio.
-Deberíamos echarlo, a fin de cuentas seguro que hay por ahí
cualquier chico normal con una buena voz, no debe ser complicado de
encontrar... Además, Yasu es muy irracional, nos mete en líos
constantemente...
-Tienes razón, deberíamos ir a decírselo.
-Ahora mismo.
Hiro, con paso decidido, fue por un pasillo del fondo del escenario y
giró a la derecha seguido por el chico rubio. Siguió hasta el fondo
y abrió una puerta con un rótulo que decía en japonés “Camerino”.
-¿¡Se puede saber qué haces!?
Un chico pálido, alto y medianamente musculado se levantó de una
silla delante del espejo para maquillarse. Estaba ligeramente
borracho y drogado, se tambaleó un poco hasta que encontró su punto
de gravedad.
-Esnifar cocaína... HAHAHHAHAHAH. -comenzó a reír exageradamente.
-Tío, esto no puede seguir así... -dijo el rubio desde la espalda
de Hiro.
-Tú cállate Masao, gilipollas.
-¡No, cállate tú Hate! Estoy harto de que nos hagas quedar en
evidencia delante de todo el mundo porque al señorito le de la gana.
-¿Evidencia? Pero si no me ve nadie.
-Ah, ¿y qué te crees que tengo que decir cada vez que me preguntan
porqué no actuamos?
-¿Qué coño les has dicho a los del local de mí? -preguntó Yasu
enfandado.
-Pues que eres un niño caprichoso que hace lo que le viene en gana,
pero se te ha acabado el chollo. Coge tu micrófono y tus drogas y
vete de aquí, no te queremos más en la banda.
-¿Me estáis echando?
-Sí.
La cara de Yasu causaba pánico. Ojerizo, pálido, con esos
penetrantes ojos celestes...casi blancos....
-Muy bien, no os necesito, ¡se van a pegar por mí! ¡En menos de un
mes estaré en un grupo más conocido que esta mierda! -dijo
escupiendo al suelo mientras miraba con asco a Masao y Hiro.
-Estupendo, lárgate. -sentenció Hiro saliendo de allí.
Hiro fue directo a la parte de atrás del escenario para recoger su
guitarra y todos los cables. Aquella noche no tendría actuación. Se
había quedado sin el sueldo de una noche. Por suerte tenía su otro
trabajo, aquel que no le gustaba mencionar. Estaba trabajando en la
mafia italojaponesa por la mañana mientras que por la noche daba
conciertos junto con Masao al teclado y Yasu como vocalista. Podría
seguir pagando el alquiler gracias a sus dos sueldos, pero su sueño
realmente era ser músico reconocido, y no guitarrista de un pub
cutre de los suburbios de Tokyo.
-Voy a salir a fumar un cigarrillo. -dijo Hiro, algo más calmado.
-Tío, está lloviendo un montón...
-Da igual, quiero despejarme un rato.
Haciendo caso omiso de las advertencias de Masao, Hiro salió por la
puerta de atrás, situada al fondo del escenario a la izquierda.
Abrió la puerta y salió. Las 1:29 de la madrugada. Miró sobre la
puerta que acababa de cerrar, había una pequeña luz. Veía un
mosquito revoloteando alrededor y poco más. Se apoyó en la pared de
en frente y encendió el cigarro, tapándolo de la lluvia.
Cuando estaba apunto de dar su primera calada vio algo que le heló
la sangre por completo.
A unos pocos metros de él, tendido en el suelo de rodillas había
alguien. Se acercó sigilosamente, a lo mejor estaba muerto o
muerta... No... Se movía muy lentamente, como si le costara
respirar.
Se acercó más y vio de lo que se trataba. Un niño de unos 15-16
años en el suelo, con unos pantalones cortos y una camiseta de manga
larga que resbalaba por uno de sus hombros. Totalmente mojado, con
magulladuras en la cara y aspecto cansado. Se acercó y el chico
abrió levemente los ojos asustando a Hiro.
-A-Ayudame... por favor...
Fue lo único que pudo entender. Hiro era un chico de gran corazón,
cuando había alguien peleando, allí estaba él para separarlos,
cuando alguien lloraba, ahí estaba él para consolarlo, y si alguien
le pedía ayuda en aquellas condiciones, no se iba a negar.
Se acercó al chico y lo cogió en brazos. Vaya, no pesa nada...
pensó Hiro. Lo metió dentro del pub y cerró la puerta con la
pierna. Lo dejó encima de una silla y se acercó corriendo a Masao
que recogía el teclado.
-Masao, no te lo vas a creer, me acabo de encontrar a un niño tirado
en un callejón.
-¿¡Qué dices!?
Ambos volvieron corriendo donde se encontraba el chico. Tenía una
expresión de calma y paz, pero sus heridas decían lo contrario.
Hiro le contó que le había pedido ayuda y que parecía que alguien
le había pegado. Masao propuso llevarlo a comisaría, pero algo
le dijo a Hiro que lo mejor... lo mejor para el chico era llevárselo
a su casa.
-¿Cómo te lo vas a llevar a tu casa? ¿Y si alguien chungo lo está
buscando o tiene algún lío con la mafia?
-Tío, que tendrá 15 años, lo de la mafia es imposible... (De
hecho te digo por experiencia que no es posible)
-Bueno Hiro, tú sabrás lo que haces... Yo me voy a ir ya... Mañana
pondré un anuncio en el periódico.
-Vale, gracias tío, hasta mañana. -se despidió Hiro dándole un
abrazo y una palmada en la espalda.
Después de despedirse de su amigo vio como Yasu salía como un
huracán, sin mirar a nadie, tropezando y tirando a varias personas
al suelo. Le daba tanto asco aquel niñato... Lo odiaba tanto...
Se volvió hacia Max y lo miró con ternura, no sabía porqué, pero
le producía un sentimiento fraternal muy fuerte, como si hubiera
reencontrado a su hermano pequeño perdido.
Dejó su guitarra junto con el teclado y los micrófonos en el
camerino y cerró con llave. Después, cargó a Max en su espalda y
lo cubrió con su chaqueta de cuero.
Hiro no vivía muy lejos del pub, a unos 10-15 minutos andando.
Mientras caminaba con el chico sobre la espalda bajo la lluvia, se
hacía mil preguntas, ¿quién sería el chaval? ¿Qué le habría
pasado para estar tirado así en un callejón a esas horas?
Al llegar, Hiro abrió la puerta y se descalzó. Atravesó un pasillo
y abrió otra puerta, la de su habitación. Sacó una manta del
armario y la puso sobre el suelo para después tender a Max sobre
ella. Apreció que era un chico muy delgado, con apariencia femenina
y un pelo rubio muy mojado y lacio. Es bastante adorable,
pensó. Sacudió la cabeza. ¿Por qué piensas estas tonterías?
Es solo un crío... Quitó las converse rojas de los pequeños
pies de Max y las apartó. Después, intentando no mirar, lo
desvistió y le pasó una toalla por encima para secarlo. Max se
movió y murmuró algo por lo bajini cuando Hiro le secaba el
vientre. Que mono... pensó de nuevo Hiro. ¡PARA YA,
ESTÚPIDO! ¡TÚ NO ERES GAY! Se dijo a sí mismo en voz alta sin
querer, haciendo que Max frunciera el cejo unos segundos para después
volver a la normalidad. Le puso un pijama suyo a rayas blancas y
verdes de botones y lo acostó en el futón.
Fue a la entrada y dejó los zapatos de Max junto a los suyos y fue a
la cocina a por una cerveza.
Hiro era el típico guaperas japones de larga melena rockera y vicios
de músico, pero, realmente era un pedazo de pan incapaz de hacerle
daño a una mosca.
Hiro nació en Yokohama, prefectura de Kanagawa en 1987, tenía la
misma edad que Zero. Vivió allí hasta los 18 años, cuando se mudó
a Tokyo, la gran ciudad. Quería ser un músico mundialmente
conocido, pero por ahora se contentaba con actuar por las noches en
un pub llamado The Blue Palm (La palmera azul). Si hay algo que
distinga a Hiro de los demás es que siempre aparece en el momento
oportuno y propicio, algo muy valioso. Es el amigo y amante perfecto,
cariñoso, amable, encantador, no es engreído como su apariencia
demuestra y es capaz de hacer cualquier cosa por un amigo.
Hiro bebió una cerveza y después se fue a dormir. No sabía si
dormir con el chico, que tenía mejor aspecto después de cambiarlo y
secarlo, o coger una almohada e irse al salón a dormir. Estaba
tumbado admirando la belleza del chico de cabellos rubios. Era una de las personas más hermosas que había conocido nunca. Facciones
delicadas, rostro angelical, cabello fino y liso... ¿Por qué
estoy acariciándole la cara? se preguntó Hiro. La mano del
pequeño agarró con fuerza la de Hiro. El corazón le dio un
vuelco, pensaba que se iba a despertar, pero solo cogió su mano con
fuerza y no la soltó. Ese gesto le hizo gracia, y después de
esbozar una tierna sonrisa, se quedó dormido junto al chico de
cabellos de ángel.
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