domingo, 5 de agosto de 2012

12 | 14/2/07 – Japón, Tokyo. Despejado.

(Tiene un poco de contenido Lemon.)



 Zero se levantó temprano aquel día. Se aseó, desayunó rapidamente y se marchó a trabajar cogiendo las llaves del coche junto con las de la casa.
Max dormía placidamente. Pasaban las horas y Max no despertaba. De repente, el despertador sonó. El chico de ojos azules se despertó sobresaltado a causa del estruendo del despertador. Estiró una mano, adormilado y apago la alarma. Se desperezó lentamente, si había algo que Max odiaba con toda su alma, era madrugar. Aunque esa mañana había mucha luz para ser las 7. Se levantó sin prisas y entonces miró el despertador. Las 12:35 marcaba. ¡MIERDA! pensó Max. Hacía 5 horas que debía haberse levantado, ya no llegaría más que a la última clase... Los exámenes se acercaban y él había faltado a una clase, era imperdonable. Entonces reflexionó... Yo no he cambiado la hora de la alarma, ¿por qué a sonado más tarde? Ni idea... Mientras su cabeza daba vueltas buscando una solución, ir o no ir a clase, reparó en la fecha. Era el día de San Valentín. ¿Le habría preparado algo Zero? ¿Se habría acordado? Zero era bastante romántico, pero ni siquiera le había despertado antes de irse para decirle un triste Te quiero o Feliz San Valentín....
Se levantó y cuando se disponía a ir al baño, sonó su móvil. Se acercó para cogerlo y vio que Zero le estaba llamando. Nunca le había llamado desde el trabajo. Seguramente era algo importante. A lo mejor iba a desearle un feliz San Valentín o a decirle ese Te quiero que aún esperaba. Descolgó.
-¿Max?
-Dime.
-Mira por la ventana de la habitación, ¿no hace un día muy bonito? Hasta luego.
Colgó.
¿Qué era todo aquello? ¿Qué hacía un día bonito? Sería bonito si mi novio se acordara de qué puñetero día es hoy y me diese un poco de amor... Max, resignado y algo decepcionado se acercó a la ventana y la abrió. El frío se coló haciendo que Max se estremeciera. Miró bien y luego susurró algo como qué chorrada... Justo cuando iba a cerrar la ventana vio caer algo... Era un pétalo de rosa rojo. De un rojo carmesí muy intenso. Después cayó otro. Lentamente. Después empezaron a llover literalmente pétalos de rosa. Asomó la cabeza por la ventana para buscarle explicación y entonces alguien gritó abajo su nombre. Bajó la cabeza y vio a Zero, vestido con traje y con un ramo de rosas en la mano, sonriéndole. Entonces, mientras Max sonreía, Zero le señaló al cielo. Max miró y entonces se fijó en unas nubes que decían en grande: “TE QUIERO MAX.” Y una avioneta planeaba alrededor formando un corazón. Max se quedó de piedra, nunca nadie había hecho eso por él, nada tan romántico y tan bonito. Se separó de la ventana y salió por la puerta corriendo, dejándola abierta. Cuando llegó abajo vio a Zero con el ramo aún en las manos sonriéndole. Se lanzó contra él y lo abrazó lo más fuerte que pudo gritándole sin parar te quiero Zero, ¿¡cómo se te ha ocurrido hacer todo esto!? ¡Qué bonito! Mientras Zero abrazaba a Max con felicidad, la gente del bloque se asomaba por la ventana. Al ver el espectáculo y el mensaje del cielo comenzaron todos a aplaudir. Zero hundía la cabeza en Max para que no se notara el rubor de sus mejillas que eran ahora tan rojas como los pétalos. Max se separó sin dejar de coger a Zero del brazo mientras cogía el ramo que este le entregaba.


-Has salido en pijama y descalzo, tonto, te vas a resfriar. -dijo Zero sonriendo.
-Me da igual, te quiero. -contestó Max sin parar de sonreír.

La gente no paraba de aplaudir en las ventanas, formando un ruido que alertó al edificio vecino que empezó a aplaudir también. Max y Zero hicieron una reverencia ganándose un aplauso aún más efusivo. Zero cogió a Max en princesita, que sujetaba el ramo con fuerza y lo subió hasta casa.

Zero dejó a Max en la cama no sin antes tumbarse encima y encargarse de besarlo bien en los labios y en los alrededores durante un buen rato. Llenándolo todo de sudor, Zero puso a Max en cuatro y le llenó la espalda de pétalos de rosa. Entre las risas precoitales de Max y las caricias de Zero acabaron haciéndolo salvajemente en la cama mientras Max gritaba y gritaba de placer y Zero se consumía poco a poco (en una postura que a Zero le gustaba bastante, todo sea dicho).

-¿No tienes trabajo? -preguntó Max desnudo entre sábanas y pétalos sentado sobre Zero.
-¿No tienes instituto? - respondió un Zero desnudo debajo de Max.
-Touché.

Y a partir de ese día, Zero le pilló el gustillo a cambiarle la alarma a Max.  

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