martes, 7 de agosto de 2012

16 | 26/12/07 – Japón, Tokyo. Niebla.


La navidad había vuelto. Esa época del año tan familiar. Zero no la había disfrutado nunca hasta el año pasado, cuando pasó la navidad más fantástica de toda su vida. Junto a Max.
Zero se enfrentaba a una difícil situación. El año siguiente, 2008, Zero tenía un viaje de empresa a mediados de diciembre. El viaje duraría en cuestión unas dos semanas y debía hacerlo con un compañero de profesión. No sabía que hacer con Max en aquellas dos semanas, ni siquiera si él vería bien que lo dejara solo. No sabía tampoco como planteárselo a su amante sin que se deprimiera como hacía cuando tenía que trabajar un día extra. Estaban muy apegados, dependían mucho el uno del otro. Zero no veía molestia en nada de eso, al revés, le encantaba, y a Max parecía que tampoco le molestaba.
El día siguiente al día de navidad, decidió contárselo. Faltaba aún un año,pero cuanto antes se lo dijera, mejor.
 
-¿Max? -preguntó Zero sentándose en el sofá junto al rubio.
-Dime.
-Verás... Es que tengo algo que contarte acerca de mi trabajo...
-¿Qué ha pasado?
-No, nada grave... Es solo que... Bueno.... El año que viene tengo un viaje de negocios...
-Ajam...
-Y tendré que dejarte solo dos semanas.
-Bueno... No importa.
¿Ya está? ¿Y esa facilidad? ¿Desde cuándo no le importaba a Max estar separado de él durante dos semanas? ¿Es que ya no me quiere como antes o es que se está haciendo.... mayor?
-Ojo... Que son dos semanas...
-Ya te he dicho que no importa, es tu trabajo y lo entiendo... ¿Qué vas, solo?
-No, voy con un compañero.
-¿Un compañero? -preguntó receloso.
-Sí... Richard.
-¿QUÉ?



Max recordaba bastante bien a Richard. Un día, Zero volvió temprano a casa y llegó con dos amigos. Uno de ellos se llamaba William, era alto, con una media melena negra y ojos avellana. Era divertido y le miraba descarado, perverso, como hacía Zero cuando quería algo más que darle un beso. El otro amigo se llamaba Richard. Estatura media, pelo corto rubio ceniza, ojos claros, tono agudo de voz... Y algo que no hacía gracia a Max. No paraba de tocar a Zero. Estaba constantemente cerca de él, en cuanto podía le rozaba o le tocaba. Zero era realmente estúpido, no se daba cuenta de nada, pensaba Max, es claramente gay y le gustas, seguía pensando el menor, bastante ofuscado.

-Voy a ducharme cariño. -se acercó y besó a Zero.
Antes de irse, miró a Richard que estaba en el sofá sentado junto a William y Zero. Su mirada destilaba odio. ¿Hacia mí? pensó Max. ¿Por qué? Pues porque le gusta Zero, tonto, le repetía su subconsciente.
Iba camino al baño cuando oyó unos pasos a su espalda. Se giró y allí estaba el rubio de los cojones, dios, como le odiaba. Se acercó con paso decidido y lo cogió del cuello de la camisa estampándolo contra la pared.
-Deja a Zero, es solo mío, yo lo conocí antes. -espetó Richard.
-Su-suéltame o te juro que aviso a Zero y te van a hacer falta más de dos piernas para salir corriendo de aquí con vida. -respondió Max con todo el odio contenido.
Richard lo soltó y después dijo tranquilamente como si nada hubiera pasado:
-Voy a entrar un momento en el servicio y ahora te dejo pasar. -sonriendo.




-¿QUÉ?
-B-Bueno... Pensé que no le darías importancia a eso...
-Es que tú no te das cuenta de nada...
-¿Qué quieres decir con eso?
-Pues que tú le gustas a Richard, ¿cómo crees que me siento ahora que me dices que te vas a ir de viaje con él durante dos semanas?
-¿Qué yo le gusto? Hombre por favor, que él es claramente hetero, no te tienes que preocupar por eso...
-Zero, te lo juro... El día que le conocí... Me amenazó. Me dijo que eras solo suyo y que él te había conocido primero...
-Max, estás muy cansado, han sido muchas horas de estudio, mira que hora es, son las 11 de la noche, en serio, deberías de irte a dormir.
-¡Qué no es falta de sueño, cojones! ¡Qué me amenazó! Si incluso me puso contra la pared.
-Sí claro, estando yo en el salón te puso contra la pared... ¡Deja de inventar! Te cayó mal, porque te cayó mal, que lo noté, y me sacas ahora excusas...
-¡Pues claro que me cayó mal! ¡No paraba de tocarte! ¡A cada cosa que tú decías, él se reía y aprovechaba para acercarse más! ¿O es que no lo ves? -dijo Max fuera de sus cabales.
-¿Pero tú te estás oyendo? Estás celoso, ¿eh? -dijo Zero pinchándole.
-Pues sí, y con motivo, más motivos de los que tienes tú para ponerte celoso.
-¿A qué viene eso ahora? -preguntó Zero ya un poco cabreado.
-Pues que tú siempre estás celoso de todo hombre que me mira, o toca, y muchas veces sin razón alguna.
-A ver, dame un ejemplo tío listo.
-El tipo de la playa.
-¡¡Te estaba metiendo mano!!
-Zero, me estaba ayudando a salir del mar porque se me enganchó el pie en una alga...
-¿Y qué? Menudo cachitas socorrista de los huevos, anda que no te sobó ni nada....
-Bueno, ¿y qué me dices del chico de la calle?
-¿Qué chico?
-El que saludó y se acercó corriendo por detrás y me abrazó.
-Coño, tú mismo lo has descrito.
-Sí, se había equivocado de persona y tú casi le partes la cara.
-Bueno, no, casi partirle la cara es exagerado... Pero lo de Richard...
-Te mira, toca y te habla con una cara de bobo supremo, está clarísimo, lo que pasa es que no concibes que un amigo se haya enamorado de ti.
-¡Eso es mentira!
-¿Te estás dando cuenta? Estamos teniendo nuestra primera discusión en meses y es por culpa de ese idiota.
-No, no, es culpa tuya que eres un paranoias. -dijo enfadado.
-¿Ah sí? Pues como soy un paranoias, te vas tú solo al baño a darte amor, porque no quiero que lo busques en la cama. -respondió dándose media vuelta camino al dormitorio.

Zero, enfadado y dolido, se sentó en el sofá en mitad de la oscuridad pensando. ¿Tendría razón Max? No, no puede ser, es una tontería, Richard enamorado de él. Acabáramos. Está celoso y punto. Pero no quiero que se enfade conmigo... Zero se quedó dormido en el sofá, pero en mitad de la noche, a las 3 de la madrugada se despertó con una pesadilla horrible. Max le dejaba y se iba con William alegando que él la tenía más grande y que se fuera de viaje con el otro.
Se levantó del sofá y tomó un vaso de agua en la cocina. Sopesó. Lo mejor sería rechazar el viaje de negocios... Aunque Max no sabía lo que tenía preparado con el dinero extra que le dieran por la misión. Quería comprarle un anillo. Todavía no podían casarse porque Max es menor, pero podía ser su prometido. Sonaba bien... Prometido.
Zero fue a la habitación y se metió en la cama. Con el ruido, Max se despertó, pero ignoró a Zero y se dio media vuelta. Zero lo abrazó por detrás.

-Max, yo te quiero, y aunque hipoteticamente le gustase a Richard, yo nunca haría nada con él...
-¿Y eso que tiene que ver? Él sí podría hacerte algo a ti, y yo estaría muy lejos para arrancarle los pelos...
-Max, ¿en serio crees que ese puede conmigo? Pensé que creías que tenías un novio fuerte, y no enclenque como él.
-Y-Ya, pero...
-Te quiero. -dijo volteándolo.
-Y yo a ti...
-Pues entonces deja de pensar en él y bésame a mí.

Max obedeció y lo besó, aún pensando en el tema sin cesar. 

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