Max se subió encima de Hiro sin parar de besarlo. Este, que no
parecía descontento con la osadía del menor, se dejó llevar
mientras agarraba con fuerza a Max por las caderas. Los besos se
volvían más físicos y apasionados conforme Max se frotaba
semidesnudo contra el cuerpo musculado de Hiro, que ahogaba gemidos
por la fricción. El moreno se incorporó un poco y se quitó la
camiseta salvajemente, dejando ver su perfecto cuerpo dibujado al
óleo y esculpido por los ángeles, mientras Max desabrochaba su
pantalón con ansiedad.
El mayor cogió a Max y lo sentó encima suyo, lamiéndole y
mordiéndole el cuello a placer. Se fundían, y dios, Max lo
necesitaba tanto... Necesitaba amor de alguien puro y no corrompido,
cada vez que recordaba la noche anterior en el callejón se le
revolvían las tripas.
Hiro se bajó los pantalones y los calzoncillos un poco para liberar
su miembro y Max se deshacía completamente de los suyos. Sentándose
encima y con mucho cuidado, Max introdujo el miembro totalmente
rígido de Hiro en su culo mientras profería un grito de placer.
Hiro, que nunca había estado con ningún chico, se le hizo rara
aquella sensación. Está mucho más estrecho y apretado que una
mujer... Claro, es un hombre... pensó Hiro. Max comenzó a
botar sobre Hiro, gimiendo sin miramientos, sin preocuparse por si
alguien los oía; desde luego, Hiro tampoco parecía que se quisiera
esconder, porque empezó a gritar y gemir como nunca lo había hecho
antes, con ninguna mujer. El movimiento de las caderas de Max era
perfecto, profundo, en círculos, rápido y después lento, le estaba
sacando el alma por la polla literalmente, no sabría si aguantaría
mucho más.
Hiro sujetaba firmemente las caderas de Max mientras lo embestía con
fuerza, hacía bastante que no hacía nada, sí. Después de
un rato gimiendo, gritando, sudando y cabalgando, Hiro y Max llegaron
juntos al orgasmo con un gran griterío y una corrida bestial del
moreno en el interior del rubio, que se corría sobre el abdomen de ambos.
Max, ya vestido con su ropa limpia, estaba sentado en el salón,
mirando al tatami. No sabía como había llegado al punto de follarse
a un tío nada más conocerlo. ¿Tan puta soy? pensó Max.
En ese momento entró Hiro, vestido también y se sentó junto a él,
dispuesto a pedirle un par de aclaraciones.
-Max...
-Dime...
-Bueno..yo.... Esto que ha pasado... Yo no soy gay, ¿eh? Bueno... Ha
sido alucinante, de hecho ha sido el mejor polvo de mi vida -Max
sonrió- pero sé que no soy gay... Así que...
-Tranquilo Hiro... A lo mejor eres bisexual.
-¿Qué! Yo... Nunca me había planteado el acostarme con un chico,
en mi vida... Pero ahora estoy... confuso... Y no quiero que te
pienses que estoy enamorado, ni que quiero una relación estable,
siento si te has desilusionado pero...
-Tranquilo, si a mí tú no me gustas. -respondió con toda la
naturalidad del mundo.
-¿Qué?
-Pues eso, a mí no me gustas...
-Ah.
Era lo único que atinaba a decir, la verdad es que nadie había
rechazado nunca a Hiro, digamos que era una especie de casanova
que aunque no fuera engreído, se sentía agradecido de tener
tanta... gente detrás suyo.
-¿Qué pasa, a qué viene esa cara?
-Bueno... Es la primera vez que alguien me rechaza...
-No te he rechazado porque tú no me has pedido nada. Además, yo
ahora lo último que quiero es una relación, no después de la
última...
Max había omitido todo detalle acerca de la apariencia o nombre de
su exnovio, no le apetecía recordarle, pero muy a su pesar, lo tenía
constantemente en sus pensamientos. Hiro se preguntaba como sería
aquel hombre que tanto había hecho sufrir a su amigo.
-Es más, para mí eres como... Un hermano mayor.
-Yo.... Es justamente lo que sentí ayer al recogerte... Un afecto
fraternal... Pero después me haces esto y...
-¿Que yo te hago esto? Perdona, pero tú en ningún momento
me has parado. -contestó Max de mala manera con la cara enfurruñada.
-Bueno, es que llevaba mucho tiempo a palo seco...
-¿Entonces?
-Entonces supongo que somos... Amigos que se acuestan, ¿quizás? -se
aventuró a preguntar.
-... Ni yo podría haberlo definido mejor.
Tras un largo rato riendo y hablando de tonterías varias, Hiro le
habló de su trabajo, el de músico por supuesto, el de mafioso se lo
calló para no asustarlo y ahorrarle una preocupación.
-Toco la guitarra con mi grupo en un club cerca de aquí, de hecho,
la entrada trasera está en el callejón donde te encontré.
-Vaaaya, ¡yo quiero ir a verte tocar! -dijo Max entusiasmado.
-Claro, cuando quieras, te pondremos en la mesa que esté más cerca.
-contestó Hiro sonriente.
-Que pena que tengáis teclista, a mí se me da bien el piano, podría
haberos ayudado.
-Bueno, el chico que lo toca en la banda sabe bastante, pero aún así
creo que entre los dos haríais un gran trabajo.
-La verdad es que no me apetece acercarme a un piano, me trae malos
recuerdos... -confesó Max apenado.
Le contó acerca de su padre y como lo había torturado desde
pequeño, es una buena razón para no querer tocar el piano en
milenios.
-Vaya.... En fin, siempre puedes venir a vernos y apoyarnos.
-Por supuesto, da eso por hecho, y mucha suerte, a ver si encontráis
vocalista. -le deseo Max.
-Gracias chibi. -contestó Hiro esbozando una sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario