domingo, 26 de agosto de 2012

38 | 9/4/10 – Granada, España. Jodidamente soleado.




El taxi dejó a Max frente a una gran casa. Bueno, si a “aquello” podía llamarlo casa. Parecía más bien un palacio japonés enorme. Pagó al taxista y se bajó. Descargó las maletas y se acercó a la entrada. La mansión estaba rodeada por una muralla de piedra de unos dos metros y medio de alto. La puerta doble, labrada en roble, se erguía debajo de un cartel que con letras redondas e infantiles decía “CLOUD”. Había un pequeño telefonillo con cámara. Llamó dos veces y esperó. Después, una voz distorsionada, la misma del vídeo, le habló.

-Hola, bienvenido a la que a partir de hoy será su casa.
-H-Hola... -saludó Max.
Las puertas se abrieron automáticamente y entró. Al pasar las puertas se cerraron violentamente tras él. El jardín era sumamente enorme. A la izquierda había lo que parecía un garaje muy amplio. Deben de caber 20 coches, pensó Max. A la derecha había una gran piscina de agua clara. Delante de él había un pequeño camino de tierra con flores a los lados. Anduvo durante unos minutos observándolo todo. La casa rodeada de árboles diferentes, cerezos, arces, robles, pinos.... Miraba su alrededor extasiado, era una casa fabulosa. Se acercó al porche. Max no tenía llaves, así que no tenía ni idea de cómo entrar. A lo mejor está abierta, pensó. Se acercó y giró el pomo. Efectivamente estaba abierta, señal de que esperaban su llegada.
Al entrar contempló un gran pasillo, delante de él había una puerta con un cartel que ponía “PASILLO-PATIO INTERIOR”. Giro a la derecha y al final de un largo corredor vio otra puerta. Se acercó dejando las maletas en la entrada. Había otro cartel. “SALA DE ESTAR”. Abrió lentamente la puerta y vio una habitación enorme. Tenía por lo menos cinco alfombras, todas con motivos rojos y naranjas preciosos. En el centro de la estancia, pegada a la pared, había una chimenea enorme. Apagada en aquel momento, hacía demasiado calor para un fuego. Delante de la puerta había unas escaleras que conducían al primer piso y al fondo, a la izquierda, había una gran mesa circular. Había cuatro chicas sentadas que discutían alegremente. Max se quedó en el marco de la puerta unos segundos. Oía a la perfección la conversación de las chicas.

-¿Al final lo has dejado con Eric? -preguntó una chica de ojos verdes.
-Sí, supongo que la distancia era muy grande... ¡Pero no me voy a desanimar! Estoy en la caza de un nuevo hombre. -contestó la chica pelirroja de su izquierda sonriendo pícaramente.
-Con esa mirada de pervertida das miedo Jessica.... -dijo timidamente una chica de cabello corto color miel.
-¿Os habéis enterado de los nuevos encargos al sastre? Por fin voy a tener un uniforme de enfermera en condiciones. -dijo una chica de ojos azules y cabello casi blanco.
-Yo sí me había enterado -contestó la chica castaña- también hay algo para Sakura. -dijo riendo.
-¿Para mí? -preguntó la chica de ojos verdes.
-Sí, solo diré que cuando te vea Koichi te va a raptar. -dijo entre risas la chica del pelo blanco.
Todas prorrumpieron en risas mientras Max miraba al suelo por un instante. Koichi, ese era el chico que vivía allí, y al parecer, su objetivo principal. Michael ya le había hablado sobre él. Sus aficiones, su aspecto, personalidad... Salvo su nombre al muy zopenco se le había olvidado.
Max decidió acercarse un poco, lentamente y sin hacer mucho ruido. La chica del pelo blanco, la del pelo corto castaño y la pelirroja se le quedaron mirando, mientras la de ojos verdes seguía riendo a espaldas de Max. Este le sonrió a las chicas.
-¿Qué pasa chicas? -preguntó la chica de espaldas a Max.
-Hola. -saludó desde su espalda sonriendo.
La chica, de pura sorpresa, cayó al suelo de la silla con un grito. Max se acercó y la sujetó por la nuca.
-No te asustes, que no muerdo. -dijo Max con una sonrisa radiante.
-A-Ajam...-llegó a decir la chica de pelo largo pelirrojo y negro.
-Perdón por mi impertinencia, encantado señoritas, soy Max Adams y a partir de hoy viviré con vosotras. -saludó amablemente.
-¡Bienvenido! Yo soy Hikari. -dijo la chica del pelo blanco.
-Encantada, soy Megumi Itachi. -saludó con una reverencia la chica del cabello color miel.
-Yo soy Jessica,pero puedes llamarme... cuando quieras. -se presentó la pelirroja.
-Uuuhm...Soy Sakura Ying, encantada Max. -sonrió la chica de los ojos verdes.
Max la identificó al instante. Era la novia del chico que tenía que seducir. Su plan iba a la perfección.
-Bueno, espero que nos conozcamos bien y entablemos una bonita amistad, chicas. -concluyó Max con caballerosidad.
-¿Cuántos años tienes? -preguntó Hikari.
-¿En qué trabajas? -preguntó Megumi.
-¿Cuánto te mide la...? -preguntó Jessica antes de ser cortada por una patada de Hikari- Auuch... Maldita peliblanca estrecha.
-Tengo 17 años, soy poeta desde hace dos años en una revista literaria y si la pregunta era cuando me mide el pene, he de decir que es bastante grande. -contestó sonriendo.
Todas se quedaron de piedra durante unos instantes y después le levantaron formando un corro alrededor de Max.
-¡Bienvenido a casa Max! -le gritaron todas al unísono.
-Jessica, no aproveches el revuelo para tocarme el culo, que ya nos conocemos. -dijo Hikari.
-Tranquila Hikari, ya me lo está tocando a mí. -contestó Max algo incómodo por la mano de la pelirroja en su trasero.
Jessica soltó una risa malvada mientras Megumi y Sakura reían alegremente. En ese momento entró por la puerta un chico de unos 19 años, sin camiseta y con unos pantalones de cuero negro. Lucía una melena negra hasta los hombros y un largo flequillo que le tapaba casi toda la cara. A su lado, había una niña de unos 7 años con el cabello azul eléctrico. Llevaba un peluche y hablaba con el chico en voz baja. Max intentó no observarlo mucho para no levantar sospechas, pero el chico se acercó al corro en el que Max era el centro.

-Eh, tú. -espetó el chico.
-¿Es a mí? -preguntó inocente Max.
-Sí, claro que es a ti.
-¿Qué pasa?
-Tienes todo el equipaje en la puerta estorbando, ¿no crees que deberías quitarlo de ahí? Molesta.
-Vaya, lo siento muchísimo, hablando con las chicas se me ha subido el santo al cielo. Lo lamento.
-No te preocupes, yo te enseñaré tu habitación y la casa. -dijo Sakura sonriendo.
-Me encantaría, muchísimas gracias. -contestó con su mejor sonrisa.
Koichi lo miraba receloso con los brazos cruzados. Antes de salir de la sala de estar llegó a escuchar una conversación entre el moreno y la niña pequeña.
-Este tío me da mala espina. -dijo Koichi.
-Lo que pasa es que estás celoso de que lo traten tan bien las chicas. -contestó con frialdad la niña.
-Tú a callar enana, hay que ver, que poco respeto tiene la juventud...

Max salió del salón junto a Sakura y recogió su equipaje. Abrieron la puerta con el cartel de “PASILLO-PATIO INTERIOR”. Sakura hacía como una guía enseñando los monumentos de una gran ciudad. Al abrir la puerta se veía otra justamente delante con un cartel que ponía “BIBLIOTECA”. A la derecha se veía un gran patio interior. El suelo de piedra se hundía en la casa junto a un gran árbol que subía hasta la última planta. Sakura le condujo por el pasillo cuadrado alrededor del patio interior. Frente la puerta por la que habían entrado, al fondo, habían dos grandes arcos. Sakura le explicó que aquella era la COCINA-LAVANDERÍA, que como ya era su casa también, si tenía hambre no tenía más que bajar y coger algo de comer. Volvieron al salón y subieron las escaleras. Koichi estaba sentado en un sofá con los brazos cruzados y miraba sin pestañear a Max. Este le dedicó una sonrisa y el chico moreno desvió la mirada al suelo, ruborizándose ligeramente.
Subieron las escaleras y Sakura abrió una puerta justo delante con otro cartel. “PRIMERA PLANTA”. Max preguntó por los carteles y ella le explicó que como la casa era muy grande, era lo mejor. Había sido idea suya poner carteles. Nada más entrar al nuevo pasillo, giraron a la derecha y vieron de nuevo un cuadrado en el centro. Había barandillas de seguridad y el árbol seguía creciendo hacia arriba. Sakura le señaló una puerta con un cartel que ponía en japonés “KOICHI”.
-Ahora duerme el solo, imagino que si vienen más chicos tendrá que compartir la habitación con alguien. -dijo Sakura.
Justo al lado de la puerta había otra puerta.
-Esta es tu habitación.
Max abrió la puerta y se encontró con una amplia habitación. Todos los muebles eran de madera y las paredes estaban pintadas de un azul celeste pastel muy bonito. El suelo era de madera clara y una gran alfombra blanca se situaba en el centro de la estancia. También había un gran armario, Max intuyó que era un vestidor y se apresuró a abrirlo. Así era, un vestidor. Realmente la persona que había decorado su habitación lo conocía bastante bien. Sakura miraba divertida como Max observaba emocionado el vestidor. Dejó las maletas en la habitación y después regresó al pasillo junto a Sakura. Al lado de su puerta había otra puerta más. Era la de los baños. Sakura le explicó que había un aseo y aparte, dentro, otra habitación con duchas y una bañera enorme. Era solo para chicos, por lo que solo la usarían él y Koichi. Después le señaló la pared de enfrente, al otro lado del cuadrado del patio interior. Allí había una habitación sin ocupar y al lado una gran habitación con un cartel que ponía “GIMNASIO”. Sakura se lo mostró. Era una habitación enorme llena de aparatos de ejercicio físico. También había una gran televisión. Sakura le comentó que a veces ponían vídeos para motivarse y que otras veces hacían aerobic. Al fondo había otra habitación con el cartel de “VESTUARIOS”. Ahí estaban las taquillas y también había un frigorífico con bebidas y un armario con toallas limpias. Después de enseñarle el gimnasio subieron a la segunda planta. Llegaron a otra puerta que ponía “SEGUNDA PLANTA”. Pasaron y tuvo un deja vu. Era exactamente igual a la planta de abajo, solo que en lugar de haber tres habitaciones, un gimnasio y unos baños, esta planta constaba de tres habitaciones, una sala de juegos, unos baños de chicas y un auditorio. Este último consistía en una especie de sala de teatros. Había un montón de butacas y al fondo un escenario. Sakura le explicó que detrás del escenario había una habitación para guardar sus instrumentos. Max preguntó por un piano y Sakura le contestó que tenían un piano y un teclado, que los cogiera cuando quisiera. Salieron y Sakura le explicó que esa planta estaba destinada a los más pequeños; la habitación de juegos estaba llena de juguetes y la única habitación ocupada era la de la pared de la derecha donde dormían dos niñas de 7 y 10 años. También le explicó que la primera planta estaba dedicada a los chicos y que la tercera era para chicas. Subieron de nuevo otras escaleras y se encontró de nuevo con un cartel que ponía “TERCERA PLANTA”. Pasaron y vieron de nuevo un mismo pasillo cuadrado con un árbol que chocaba contra un techo. Sakura le señaló una habitación al fondo. Allí dormía ella sola. Después le dijo que dos habitaciones a la izquierda de la suya la ocupaba una chica llamada Shinku, su mejor amiga al parecer. No la había visto y tampoco sentía mucha curiosidad, pero le gustó la caligrafía de su nombre en el cartel, daba la sensación de ser una chica muy inteligente y pulcra. Sakura señaló una puerta en la pared de la izquierda. Había un cartel que ponía “JESSICA, MEGUMI & HIKARI”, cada nombre con una caligrafía diferente. Después señaló la puerta a su lado. Era el baño de las chicas. Cuando se dirigían abajo de nuevo, Max paró a Sakura.
-Oye, ¿y estas escaleras?
-Llevan al ático, allí no hay nada, está todo vacío. No sé si pretenderán hacer algo ahí dentro o lo tenemos solo para acumular polvo, igualmente a nadie le gusta subir, a veces se oyen ruidos raros.
-Entiendo...
Ambos bajaron las escaleras. Max se quedó en el primer piso alegando que estaba bastante cansado y Sakura se despidió y bajó las escaleras. Max escribió su nombre en la puerta, ocupando todo el espacio del cartel, a fin de cuentas, no se quedaría mucho tiempo, no tendría compañero de habitación.... Esperaba.



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