El taxi dejó a Max frente a una gran casa. Bueno, si a “aquello”
podía llamarlo casa. Parecía más bien un palacio japonés enorme.
Pagó al taxista y se bajó. Descargó las maletas y se acercó a la
entrada. La mansión estaba rodeada por una muralla de piedra de unos
dos metros y medio de alto. La puerta doble, labrada en roble, se
erguía debajo de un cartel que con letras redondas e infantiles
decía “CLOUD”. Había un pequeño telefonillo con cámara. Llamó
dos veces y esperó. Después, una voz distorsionada, la misma del
vídeo, le habló.
-Hola, bienvenido a la que a partir de hoy será su casa.
-H-Hola... -saludó Max.
Las puertas se abrieron automáticamente y entró. Al pasar las
puertas se cerraron violentamente tras él. El jardín era sumamente
enorme. A la izquierda había lo que parecía un garaje muy amplio.
Deben de caber 20 coches, pensó Max. A la derecha había una
gran piscina de agua clara. Delante de él había un pequeño camino
de tierra con flores a los lados. Anduvo durante unos minutos
observándolo todo. La casa rodeada de árboles diferentes, cerezos,
arces, robles, pinos.... Miraba su alrededor extasiado, era una casa
fabulosa. Se acercó al porche. Max no tenía llaves, así que no
tenía ni idea de cómo entrar. A lo mejor está abierta,
pensó. Se acercó y giró el pomo. Efectivamente estaba abierta,
señal de que esperaban su llegada.
Al entrar contempló un gran pasillo, delante de él había una
puerta con un cartel que ponía “PASILLO-PATIO INTERIOR”. Giro a
la derecha y al final de un largo corredor vio otra puerta. Se acercó
dejando las maletas en la entrada. Había otro cartel. “SALA DE
ESTAR”. Abrió lentamente la puerta y vio una habitación enorme.
Tenía por lo menos cinco alfombras, todas con motivos rojos y
naranjas preciosos. En el centro de la estancia, pegada a la pared,
había una chimenea enorme. Apagada en aquel momento, hacía
demasiado calor para un fuego. Delante de la puerta había unas
escaleras que conducían al primer piso y al fondo, a la izquierda,
había una gran mesa circular. Había cuatro chicas sentadas que
discutían alegremente. Max se quedó en el marco de la puerta unos
segundos. Oía a la perfección la conversación de las chicas.
-¿Al final lo has dejado con Eric? -preguntó una chica de ojos
verdes.
-Sí, supongo que la distancia era muy grande... ¡Pero no me voy a
desanimar! Estoy en la caza de un nuevo hombre. -contestó la chica
pelirroja de su izquierda sonriendo pícaramente.
-Con esa mirada de pervertida das miedo Jessica.... -dijo timidamente
una chica de cabello corto color miel.
-¿Os habéis enterado de los nuevos encargos al sastre? Por fin voy
a tener un uniforme de enfermera en condiciones. -dijo una chica de
ojos azules y cabello casi blanco.
-Yo sí me había enterado -contestó la chica castaña- también hay
algo para Sakura. -dijo riendo.
-¿Para mí? -preguntó la chica de ojos verdes.
-Sí, solo diré que cuando te vea Koichi te va a raptar. -dijo entre
risas la chica del pelo blanco.
Todas prorrumpieron en risas mientras Max miraba al suelo por un
instante. Koichi, ese era el chico que vivía allí, y al parecer, su
objetivo principal. Michael ya le había hablado sobre él. Sus
aficiones, su aspecto, personalidad... Salvo su nombre al muy zopenco
se le había olvidado.
Max decidió acercarse un poco, lentamente y sin hacer mucho ruido.
La chica del pelo blanco, la del pelo corto castaño y la pelirroja
se le quedaron mirando, mientras la de ojos verdes seguía riendo a
espaldas de Max. Este le sonrió a las chicas.
-¿Qué pasa chicas? -preguntó la chica de espaldas a Max.
-Hola. -saludó desde su espalda sonriendo.
La chica, de pura sorpresa, cayó al suelo de la silla con un grito.
Max se acercó y la sujetó por la nuca.
-No te asustes, que no muerdo. -dijo Max con una sonrisa radiante.
-A-Ajam...-llegó a decir la chica de pelo largo pelirrojo y negro.
-Perdón por mi impertinencia, encantado señoritas, soy Max Adams y
a partir de hoy viviré con vosotras. -saludó amablemente.
-¡Bienvenido! Yo soy Hikari. -dijo la chica del pelo blanco.
-Encantada, soy Megumi Itachi. -saludó con una reverencia la chica
del cabello color miel.
-Yo soy Jessica,pero puedes llamarme... cuando quieras. -se presentó
la pelirroja.
-Uuuhm...Soy Sakura Ying, encantada Max. -sonrió la chica de los
ojos verdes.
Max la identificó al instante. Era la novia del chico que tenía que
seducir. Su plan iba a la perfección.
-Bueno, espero que nos conozcamos bien y entablemos una bonita
amistad, chicas. -concluyó Max con caballerosidad.
-¿Cuántos años tienes? -preguntó Hikari.
-¿En qué trabajas? -preguntó Megumi.
-¿Cuánto te mide la...? -preguntó Jessica antes de ser cortada por
una patada de Hikari- Auuch... Maldita peliblanca estrecha.
-Tengo 17 años, soy poeta desde hace dos años en una revista
literaria y si la pregunta era cuando me mide el pene, he de decir
que es bastante grande. -contestó sonriendo.
Todas se quedaron de piedra durante unos instantes y después le
levantaron formando un corro alrededor de Max.
-¡Bienvenido a casa Max! -le gritaron todas al unísono.
-Jessica, no aproveches el revuelo para tocarme el culo, que ya nos
conocemos. -dijo Hikari.
-Tranquila Hikari, ya me lo está tocando a mí. -contestó Max algo
incómodo por la mano de la pelirroja en su trasero.
Jessica soltó una risa malvada mientras Megumi y Sakura reían
alegremente. En ese momento entró por la puerta un chico de unos 19
años, sin camiseta y con unos pantalones de cuero negro. Lucía una
melena negra hasta los hombros y un largo flequillo que le tapaba
casi toda la cara. A su lado, había una niña de unos 7 años con el cabello azul eléctrico. Llevaba un peluche y hablaba con el
chico en voz baja. Max intentó no observarlo mucho para no levantar
sospechas, pero el chico se acercó al corro en el que Max era el
centro.
-Eh, tú. -espetó el chico.
-¿Es a mí? -preguntó inocente Max.
-Sí, claro que es a ti.
-¿Qué pasa?
-Tienes todo el equipaje en la puerta estorbando, ¿no crees que
deberías quitarlo de ahí? Molesta.
-Vaya, lo siento muchísimo, hablando con las chicas se me ha subido
el santo al cielo. Lo lamento.
-No te preocupes, yo te enseñaré tu habitación y la casa. -dijo
Sakura sonriendo.
-Me encantaría, muchísimas gracias. -contestó con su mejor
sonrisa.
Koichi lo miraba receloso con los brazos cruzados. Antes de salir de
la sala de estar llegó a escuchar una conversación entre el moreno
y la niña pequeña.
-Este tío me da mala espina. -dijo Koichi.
-Lo que pasa es que estás celoso de que lo traten tan bien las
chicas. -contestó con frialdad la niña.
-Tú a callar enana, hay que ver, que poco respeto tiene la
juventud...
Max salió del salón junto a Sakura y recogió su equipaje. Abrieron
la puerta con el cartel de “PASILLO-PATIO INTERIOR”. Sakura hacía
como una guía enseñando los monumentos de una gran ciudad. Al abrir
la puerta se veía otra justamente delante con un cartel que ponía
“BIBLIOTECA”. A la derecha se veía un gran patio interior. El
suelo de piedra se hundía en la casa junto a un gran árbol que
subía hasta la última planta. Sakura le condujo por el pasillo
cuadrado alrededor del patio interior. Frente la puerta por la que
habían entrado, al fondo, habían dos grandes arcos. Sakura le
explicó que aquella era la COCINA-LAVANDERÍA, que como ya era su
casa también, si tenía hambre no tenía más que bajar y coger algo
de comer. Volvieron al salón y subieron las escaleras. Koichi estaba
sentado en un sofá con los brazos cruzados y miraba sin pestañear a
Max. Este le dedicó una sonrisa y el chico moreno desvió la mirada
al suelo, ruborizándose ligeramente.
Subieron las escaleras y Sakura abrió una puerta justo delante con
otro cartel. “PRIMERA PLANTA”. Max preguntó por los carteles y
ella le explicó que como la casa era muy grande, era lo mejor. Había
sido idea suya poner carteles. Nada más entrar al nuevo pasillo,
giraron a la derecha y vieron de nuevo un cuadrado en el centro.
Había barandillas de seguridad y el árbol seguía creciendo hacia
arriba. Sakura le señaló una puerta con un cartel que ponía en
japonés “KOICHI”.
-Ahora duerme el solo, imagino que si vienen más chicos tendrá que
compartir la habitación con alguien. -dijo Sakura.
Justo al lado de la puerta había otra puerta.
-Esta es tu habitación.
Max abrió la puerta y se encontró con una amplia habitación. Todos
los muebles eran de madera y las paredes estaban pintadas de un azul
celeste pastel muy bonito. El suelo era de madera clara y una gran
alfombra blanca se situaba en el centro de la estancia. También
había un gran armario, Max intuyó que era un vestidor y se apresuró
a abrirlo. Así era, un vestidor. Realmente la persona que había
decorado su habitación lo conocía bastante bien. Sakura miraba
divertida como Max observaba emocionado el vestidor. Dejó las
maletas en la habitación y después regresó al pasillo junto a
Sakura. Al lado de su puerta había otra puerta más. Era la de los
baños. Sakura le explicó que había un aseo y aparte, dentro, otra
habitación con duchas y una bañera enorme. Era solo para chicos,
por lo que solo la usarían él y Koichi. Después le señaló la
pared de enfrente, al otro lado del cuadrado del patio interior. Allí
había una habitación sin ocupar y al lado una gran habitación con
un cartel que ponía “GIMNASIO”. Sakura se lo mostró. Era una
habitación enorme llena de aparatos de ejercicio físico. También
había una gran televisión. Sakura le comentó que a veces ponían
vídeos para motivarse y que otras veces hacían aerobic. Al fondo
había otra habitación con el cartel de “VESTUARIOS”. Ahí
estaban las taquillas y también había un frigorífico con bebidas y
un armario con toallas limpias. Después de enseñarle el gimnasio
subieron a la segunda planta. Llegaron a otra puerta que ponía
“SEGUNDA PLANTA”. Pasaron y tuvo un deja vu. Era exactamente
igual a la planta de abajo, solo que en lugar de haber tres
habitaciones, un gimnasio y unos baños, esta planta constaba de tres
habitaciones, una sala de juegos, unos baños de chicas y un
auditorio. Este último consistía en una especie de sala de teatros.
Había un montón de butacas y al fondo un escenario. Sakura le
explicó que detrás del escenario había una habitación para
guardar sus instrumentos. Max preguntó por un piano y Sakura le
contestó que tenían un piano y un teclado, que los cogiera cuando
quisiera. Salieron y Sakura le explicó que esa planta estaba
destinada a los más pequeños; la habitación de juegos estaba llena
de juguetes y la única habitación ocupada era la de la pared de la
derecha donde dormían dos niñas de 7 y 10 años. También le
explicó que la primera planta estaba dedicada a los chicos y que la
tercera era para chicas. Subieron de nuevo otras escaleras y se
encontró de nuevo con un cartel que ponía “TERCERA PLANTA”.
Pasaron y vieron de nuevo un mismo pasillo cuadrado con un árbol que
chocaba contra un techo. Sakura le señaló una habitación al fondo.
Allí dormía ella sola. Después le dijo que dos habitaciones a la
izquierda de la suya la ocupaba una chica llamada Shinku, su mejor
amiga al parecer. No la había visto y tampoco sentía mucha
curiosidad, pero le gustó la caligrafía de su nombre en el cartel,
daba la sensación de ser una chica muy inteligente y pulcra. Sakura
señaló una puerta en la pared de la izquierda. Había un cartel que
ponía “JESSICA, MEGUMI & HIKARI”, cada nombre con una
caligrafía diferente. Después señaló la puerta a su lado. Era el
baño de las chicas. Cuando se dirigían abajo de nuevo, Max paró a
Sakura.
-Oye, ¿y estas escaleras?
-Llevan al ático, allí no hay nada, está todo vacío. No sé si
pretenderán hacer algo ahí dentro o lo tenemos solo para acumular
polvo, igualmente a nadie le gusta subir, a veces se oyen ruidos
raros.
-Entiendo...
Ambos bajaron las escaleras. Max se quedó en el primer piso alegando
que estaba bastante cansado y Sakura se despidió y bajó las
escaleras. Max escribió su nombre en la puerta, ocupando todo el
espacio del cartel, a fin de cuentas, no se quedaría mucho tiempo,
no tendría compañero de habitación.... Esperaba.
Fotohistoria aquí
Fotohistoria aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario