Frío. Muchas capas de ropa. Mantas. Guantes. Sopa. Chocolate
caliente. Si alguien le pidiera a Max que describiera el invierno así
lo haría. Adoraba llevar un montón de ropa, taparse hasta las
orejas con las mantas, tomar bebidas calientes... Zero aunque no le
disgustara la Navidad, tampoco le encantaba. Recordaba cuando vivía
con su padre. Le dejaba un sandwich mal hecho encima de la mesa y se
iba a beber y a comer por ahí. Zero comía un triste bocadillo, se
sentaba frente la ventana mientras nevaba fuera y susurraba Feliz
navidad, mamá.
Max había tenido navidades muy felices, con toda su familia al
completo, como en los dibujos de las postales de año nuevo. Por
supuesto que sus padres le regalaban cosas, las que él quisiera. Su
madre claro, su padre solo hacía regalos para Nadeshiko y para su
madre, nadie más. De hecho una navidad estuvo azotando a Max en el
trasero por haber tirado accidentalmente el árbol de Navidad encima
de su madre, que pasaba casualmente delante. Su madre trataba de
explicar que no le había pasado nada y que el chico no tenía la
culpa, pero cada vez que su padre encontraba una ocasión para pegar
a Max, no la dejaba pasar por alto.
A Zero le habían dado unas pequeñas vacaciones hasta después del
fin de año, aunque a Max aún le quedaba una semana para acabar el
trimestre en el instituto.
Aquella noche, Zero llegó un poco más tarde. Se excusó diciendo
que como era su último día se había estado despidiendo de sus
compañeros. Traía consigo una botella de sake. Max lo miraba
extrañado y Zero le dijo que era para después de la cena.
Habían terminado de cenar cuando Zero sacó la botella de sake y
sirvió unos pequeños vasitos.
Zero cogió su vaso y lo alzó.
-Por estos preciosos meses, que espero se conviertan en años. -dijo
sonriendo.
-Por esta burbuja de felicidad que espero que no se rompa nunca.
-respondió Max alzando su vaso.
Brindaron y ambos bebieron. Max se quejó del fuerte sabor y el ardor
que le producía en la garganta. Zero contestó que era normal, que
tomara un poco más y se le pasaría. Max, no muy convencido seguió
bebiendo con Zero.
Como Max había advertido bastantes meses atrás, él, con un poquito
de alcohol ya estaba totalmente ebrio, era muy poco resistente al
alcohol, cosa que Zero aprovechó. Él no estaba muy borracho,
digamos que con el puntillo, pero nada más.
-Annnda, que ya essstás muy bo-borracho, déjalo. -dijo Max
quitándole la botella a Zero y echándose más.
-¿Qué dicess? Si tu eres el primero que está como una cuba...
-contestó arrebatándole la botella.
-Y-Yo no esstoy borrachooh, aquí el ú-único alcohoooolico eresssh
tú. -dijo señalándolo como pudo.
-Venga ya... Hey, ¿por qué no jugamos a verdad o atrevimiento?
-dijo Zero alzando una ceja.
-Tssssssk, vash a perder... -espetó Max apoyando la cabeza en su
brazo.
-Empezamos, ¿verdad o atrevimiento?
-¿Y por quééé tengo que empezar yo? Empiezas tú, cagao. -dijo
Max poniéndose valiente.
-De a-acuerdo... Atrevimiento.
-Atrevete... Atrevete a bajar en calzoncillos a la calle y gritar
¡Soy gay! -dijo Max riéndose.
-S-Si hombre, no te jode...
-No hay huevoossh, es eso, ¿verdad?
-¿Qué no? Vas a ver...
Zero empezó a desvestirse furioso rapidamente, abrió la puerta de
par en par y salió corriendo.
Max se asomó rapidamente a la ventana y sacó una cámara que tenía
en el dormitorio. Esperó a que Zero saliese a fuera. Había un
montón de gente aun siendo las 1 de la madrugada, y entonces del
portal salió Zero en ropa interior y gritó: ¡SOY GAY!
Max no podía parar de reir mientras Zero subía a tropicones muerto
de la vergüenza. Llegó y cerró la puerta tras de sí. Max seguía
riéndose mientras veía sin parar la escena en la videocámara.
-¿¡Me has grabado!? -dijo Zero acercándose.
-¡Sí! Hahahahaha. -rió Max.
-Te vas a cagar. ¿Verdad o atrevimiento?-dijo Zero furioso.
-Atrevimiento, ¿qué te creesssh que soy? ¿Un cagao? -dijo Max, aún
borracho.
-Bien... Vas a ir, en ropa interior también, al vecino este de aquí
al lado y le vas a pedir... Condones. -dijo contento por su elaborado
plan.
-De acuerdoooh....
Zero no había previsto que Max dijera que sí, aunque en el estado
en el que estaba, como para decirle que no a cualquier cosa. Se
desvistió, aunque con el equilibrio algo minado por el alcohol y
abrió la puerta. Zero se quedó en el umbral de la puerta mirando, a
ver que le decían y a reirse un poco de paso, como venganza.
Max llamó al timbre y abrió un hombre de unos 20 años, alto,
pelirrojo y con unos preciosos ojos verdes.
-H-Hola guapo... ¿Me podríasshh dar condones? -dijo Max apoyándose
en el marco de la puerta.
-¿Perdona? -dijo nervioso el vecino.
-Que si tienes condonesssh....
-Esto.... Sí, claro... -dijo mirándolo de arriba a abajo con cierta
sonrisa en sus labios.
-Perrrfecto. -llegó a decir Max.
-Entra y te enseño donde están. -dijo sonriendo el chico.
-N-No puedo, esssh que si entro me voy a quedar, y mi novio te va a
cortar la...
Zero salió al rellano, cogió a Max a lo saco de
patatas y se lo llevó. Soltó a Max en el sofá y se quedó mirándolo
enfadado.
-¿P-Por qué me mirash así? Encima que no he he-hecho nada porque
te quierrro...
-Que me quieres... Anda, ven aquí.
Zero se lo llevó al dormitorio y le puso el pijama. Max gritaba que
no quería sexo, que veía doble y prefería que lo hicieran a solas
sin otro Zero allí presente. Lo metió en la cama y se fue a ordenar
el salón un poco. Después, se puso el pijama y se metió en la
cama, muerto de frío ya que el calorcito del alcohol se había
disipado. Max se dio la vuelta y lo abrazó cariñosamente, a lo que
Zero respondió gustoso.
-Buenas noches cariño, feliz navidad. -susurró Zero antes de
quedarse dormido.
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