domingo, 23 de marzo de 2014

88 | 13/7/11 – Granada, España. Soleado para variar.


Haruka había vuelto a hacer de las suyas. Llevaba un tiempo pensándolo. Ella siempre quiso una gran familia. Aún no tenía al padre, pero eso no significaba que no pudiera tener más hijos.
Había vuelto a un orfanato en Japón, donde adoptó a Hibiki años atrás. Allí había conocido a una niñita muy curiosa.

Tenía una melena castaño cobrizo, como un león, muy alborotada y con mucho volumen. Correteaba y hablaba con todo el mundo y aunque no le hicieran caso o se riesen de ella, Violet siempre sonreía. A Haruka le llamó mucho la atención, así que como había hecho ya en dos ocasiones, la adoptó.

No necesitó hablar mucho con ella para cogerle cariño, pues Violet era extremadamente extrovertida, no paraba de hablar y de sonreír y de mirar todo por la ventanilla del coche en el camino a casa desde el aeropuerto.

Al parecer y según le habían contado, sus padres murieron cuando ella era aún muy pequeña, su familia no se quiso hacer cargo de ella y la metieron en un orfanato, el asesino de sus padres jamás fue encontrado. Vivió en el orfanato desde los 5 años hasta los 15 cuando Haruka la sacó de allí.

Para sus 15 años, Violet era mucho más infantil que cualquier chica de su edad, solo pensaba en jugar y pasárselo bien, no tenía ningún interés en ningún chico o chica ni quería maquillarse o salir con sus amigas. Por otro lado, tampoco podría haber ido muy lejos, el orfanato era un lugar muy estricto.

Nada más llegar Violet conocío a Kyaa, quien después se convirtió en su mejor amiga. Ambas congeniaban a la perfección, eran como uña y carne. Hyun y Hibiki estuvieron un poco reacios a conocerla, pues era algo inquieta y ellos eran algo más calmados y tranquilos, pero finalmente la aceptaron como una más de aquella peculiar familia.

Haruka estaba sentada en el sofá, veía como Hyun y Matt hacían los deberes en una de las mesas, Matt no paraba de pincharle la mejilla, Hyun se quejaba pero tampoco hacía mucho por pararlo. Kyaa y Violet jugaban en el suelo junto con Hibiki, que al lado suya, dibujaba en un cuaderno.

La morena sonrió, aquello era lo que siempre había deseado... Una familia.