Muy
poco. A Max le faltaba muy poco para hacer sus exámenes de ingreso
en la universidad. Estaba estudiando al máximo mientras los demás
estudiantes menores se preparaban para las ansiadas vacaciones de
primavera. Max en cambio no tendría primavera.
Habían
pasado tres meses desde que Zero le contó lo de su viaje de negocios
con aquel... estúpido
ser,
pero Max seguía pensando en ello de vez en cuando y recordándoselo
a Zero.
Zero
por su parte, que ya estaba algo quemado, intentaba buscar la calma y
la tranquilidad en sus horas libres en el trabajo. Trató por todos
los medios posibles que le destinaran a otra misión o por lo menos
que le cambiaran al compañero. Fue imposible, una mezcla de falta de
personal y misiones, por lo que Zero no podía rechazarla, o si no,
no podría comprarle el anillo a Max.
Hizo
más horas extra y más misiones, pero aún así, no era mucho dinero
el que conseguía juntar. Quería un buen anillo, no cualquier
tontería. Max, por otro lado, pensaba que las horas extra eran para
que lo dejara tranquilo, al fin y al cabo, no paraba de sacarle el
tema en cuanto podía. Cosas como, tú
verás lo que haces, si te vas con él conmigo no vuelvas, o
quédate
allí y yo me iré con el socorrista de la playa. Max
sabía que se estaba pasando un poco, pero realmente Richard le
sacaba de sus casillas, era molestísimo. Se había planteado más de
una vez ir al trabajo de Zero y darle una paliza, pero ni sabía
donde trabajaba Zero ni creía que fuera capaz de ganarle una pelea,
aunque ganas no le faltaban, desde luego.
-Ya
estoy en casa cariño...
Zero
llegaba cada vez más tarde. Cada vez hacían menos el amor. Cada vez
se peleaban más. Cada vez se odiaban un poco más. Zero nunca llegó
a pensar que podría enfadarse con Max, pero a medida que él crecía,
se volvía más chulo y vacilante, se volvía más receloso y estaba
más a la defensiva. No paraba de recordarle día tras día la misma historia,
estaba francamente harto.
Max
lloraba cada noche, siempre trataba de no hacerlo delante de Zero.
Una noche lo pilló y le estuvo consolando durante horas. Max no
paraba de repetir que le iba a engañar, dos
semanas en un hotel con alguien a quien le gustas, es de cajón,
repetía el rubio. Y Zero no paraba de explicarle que le quería
sobre cualquier cosa en el mundo, y que si no dejaba ese viaje era
por una buena razón.
Razón
que no mencionó a Max, y que hizo fuera más receloso aún.
Las
cosas se ponían difíciles. ¿Acaso
era eso lo que Richard quería? ¿Lo tendría planeado?
pensaba Max.
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