domingo, 26 de agosto de 2012

36 | 18/1/10 – Inglaterra, Londres. Lluvia.



Max paseaba por una adoquinada calle inglesa, bajo su paraguas negro. Observaba cada esquina y cada pared escuchando música en su nuevo Ipod. Gracias a la herencia de su madre, Max compró todas las cosas que tenía antes, un Iphone, un Ipod, un Mac, ropa cara (ahora algo más adulta), en general, las cosas que se había dejado en casa de Zero. Sí, todavía pensaba en él, cada vez con menor frecuencia por supuesto; se sentía bien, lo estaba superando. Caminaba tranquilo, sin pausa, sin prisa, sin rumbo, solo paseaba bajo la lluvia por una calle de Londres. La gente no se percataba de que él pasaba a su lado, nadie miraba a nadie, una ciudad como ninguna otra, desde luego, pensó Max. Después de 15 minutos andando en la misma dirección, se paró frente a un escaparate. Era una tienda vieja y destartalada. Parecía que había sido una gran tienda de zapatos, pero en aquel momento estaba cubierta de polvo, con algún cristal roto y el cartel a punto de caer. Max se fijó en la pared del local, estaba cubierta de carteles, algunos promocionaban conciertos en la ciudad, otros eran anuncios de “se busca compañer@ de piso” y uno bastante extraño llamó la atención de Max.
El papel anunciaba:

“Se busca chico de entre 16 y 20 años. Atractivo, inteligente, con dones de gente y hábil. (Número de teléfono)”

¿Para qué será? pensó Max. Aunque en aquel momento tenía dinero como para jubilarse, Max quería trabajar, echaba de menor sentirse útil y hacer algo por alguien, aunque fuera cobrando una miseria como en aquel café o al principio en los conciertos. Apuntó el número en su Iphone y volvió al hotel.

22:14.
Max seguía debatiendo consigo mismo. ¿Debo llamar? ¿Y si es un trabajo chungo? Porque parece que buscan un gigoló o algo parecido.... pensaba Max. Finalmente decidió llamar, a fin de cuentas, si lo querían para hacer “trabajitos” él no estaba dispuesto a aceptar ese trabajo, la dignidad ante todo era una de las frases preferidas de Max. Marcó el número y antes de llamar vaciló un momento. Después de un par de segundos, llamó y escuchó varios tonos, entonces un hombre con una voz muy grave habló.

-Buenas tardes. -le saludó la voz.
-Hola, llamaba por el anunció “se busca chico”, quería saber en qué consiste ese trabajo exactamente.
-Bien, antes de comentarle algo acerca del trabajo necesito saber de usted, edad, apariencia, gustos, estudios...
-Perdone, pero no estoy obligado a dar ninguna información a no ser que me la dé usted antes. -contestó Max fríamente.
-Un momento, por favor.
El hombre tapó el auricular. Max supuso que estaría hablando con alguien. La voz volvió.
-Tiene usted carácter, nos gusta. Si le parece bien el trabajo estaría usted contratado, bueno, no sin antes hacerle una pequeña entrevista.
-Perfecto, ahora, si no le importa decirme en qué consiste el trabajo...
-Sí, bueno, ante todo le pedimos que adopte una mente abierta, este trabajo es muy serio y es llevado a cabo por una gran organización.
-Claro.
-Nosotros somos la CIA argentina.
-¿Perdón? -preguntó Max confuso.
-Somos una organización argentina enemiga de la CIA, somos la SIA.
-Vaya... ¿Y pretende que me crea eso?
-Bueno, si viera nuestras instalaciones seguramente se lo creería, ¿no?
-Puede... Bueno, continúe.
-Gracias. Verá, nosotros tenemos muchos departamentos como puede imaginar, muchísima gente contratada, pero, tenemos un pequeño vacío en algunas misiones.
-Entiendo... -contestó Max como si se tratara de una broma de un niño de cinco años.
-Nosotros usamos cualquier método por poco ortodoxo que sea para atacar a nuestro rival, y hemos desarrollado un plan infalible.
-Ajam....
-El plan consiste en que chicos y chicas de entre 16 y 20 años seduzcan a los 10 primeros comandantes de la CIA que se encargan de los grandes asesinatos.
-¿Qué!
-Le explicaré mejor. Tenemos topos que nos han filtrado que en la CIA tienen una “armada invencible” con los 10 mejores asesinos a sueldo. El problema es que la mayoría de veces esos asesinatos son a gente de nuestras filas, y no podemos seguir sufriendo más bajas.
-Sí... -Max le empezaba a encontrar sentido, creyó por un momento que se estaba volviendo loco.
-Entonces el plan de nuestra jefa es que gente joven y atractiva seduzca a esas personas con el fin de que rechacen su trabajo, no lo cumplan o si tienen parejas que rompan.
-Pero... Eso es horrible...
-Sí, por eso necesitamos gente sin escrúpulos.
-Pero yo no...
-Piense que es por el bien de la humanidad, esa gente es asesina, ni siquiera nosotros que vamos justamente detrás de la CIA en cuanto a popularidad hacemos ese tipo que cosas.
-Pero ustedes juegan con los sentimientos y eso...
-¿No quiere el trabajo por esa tontería? Piense que nosotros le pagaremos todos los viajes, su sueldo será bastante bueno y el trato en nuestra empresa es excepcional.
-El dinero no me interesa, yo hablo en términos morales...
-Nos ha gustado mucho, realmente necesitamos gente como usted, tiene potencial y personalidad. A juzgar por su voz, debe ser atractivo. Por favor, le necesitamos.
Le necesitamos... Resonaba en la mente de Max.... Ser útil de nuevo...
-B-Bueno... Todo esto es absurdo yo...
-Le rogamos que nos crea, si no, le pagaremos un billete para Los Ángeles donde está la sede principal de nuestra organización.
-E-Está bien... acepto el trabajo.
-Bien, mañana mismo le llegará por correo el billete y todo lo necesario. Tendrá una habitación de hotel de cinco estrellas para usted mientras esté aquí, después será trasladado al país del comandante que le encarguen.
-B-Bien...
-Buenas tardes. -dijo despidiéndose.
-A-Adiós....

Colgó el teléfono. Era la historia más absurda que le habían contado en la vida. ¿La SIA? Pero si parece el título de una organización de dibujos animados... pensó Max. Tras mucho meditar cogió su portátil y buscó en internet acerca de la SIA. Salía en el mismo artículo de Wikipedia que la CIA diciendo que era su empresa enemiga. No hablaban mucho de ella, no debía ser muy popular pensó Max. Después hizo las maletas. En el tiempo que había estado en Londres había comprado una cantidad de ropa desmesurada, por lo que tuvo que comprarse varias maletas si se daba el caso de mudarse. Desde luego, Max había pensado en mudarse, pero a España, no a América... A lo mejor me destinan a España, se consoló Max antes de caer rendido en la cama entre ropa.

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