martes, 15 de octubre de 2013

69 | 16/1/11 – Granada, España. Cielo encapotado.


Era una tarde tranquila de enero. Hiro llevaba mucho tiempo dándole vueltas. De nuevo junto a Max le encantaría poder volver a formar la banda. Recordaba con nostalgia los días de ensayo, las actuaciones en The Blue Palm, las noches de fiesta con las fans... Pero sobre todo echaba de menos su guitarra. Tenía tanto trabajo y tanto agobio encima que apenas tenía tiempo para ella. Para Hiro, su guitarra era como... Su fiel compañera en la vida. Su vida, casi. Max hacía muchas bromas al respecto, según el castaño, Hiro no necesitaba mujeres, ya tenía el mástil de su querida guitarra.

La casa CLOUD había vuelto a la normalidad, la Navidad había acabado y las chicas volvieron a guardar todos los adornos en cajas que acabaron al fondo de un oscuro armario empotrado, esperando la próxima Navidad.

Koichi, Max y Hiro descansaban y charlaban alegremente en el salón. Koichi, que según él sabía tocar la guitarra, soltaba acordes desafinadísimos y horribles para cualquiera que lo escuchara por poco que supiera de música.

-No Koichi, es un Fa#, no un La. -le corrigió Hiro sonriendo.
-No tienes ni idea chaval, la toco mejor que tú. -dijo Max riéndose apoyado en el hombro de Hiro.
-Jopé, que hace un montón que no la toco, no os riáis de mí... -pidió Koichi totalmente avergonzado dejando la guitarra a un lado.
-En cambio, Max canta muy bien. Vuelve a poner esa voz de “uke-kawaii” por favor. -imploró Hiro partiéndose de risa.
-Como ponga la de macho te vas a cagar... -contestó Max cruzado de brazos.
Ese último comentario fue la gota que colmó el vaso y Koichi y Hiro estallaron en unas sonoras carcajadas mientras Max los miraba entre ofendido y vergonzoso.
-¡Sois estúpidos!
Mientras Max les gritaba y pegaba con los puños cerrados, alguien bajaba los escalones de la escalera de madera. Los tres chicos giraron la cabeza pero solo llegaron a ver unas largas y esbeltas piernas de mujer que acababan en unos botines de tacón blancos. Seguían sin saber quién era la misteriosa mujer, cuando se oyó un ruido sordo, como si algo hubiera caído en uno de los escalones que no llegaban a divisar. La extraña mujer se agachó para recoger el objeto que había producido el sonido y llegaron a ver una mini falda muy corta blanca de encaje y un trasero bastante atractivo. No se podía describir la cara de los tres chicos, estaban totalmente embelesados con la magnífica vista (incluso Max). La mujer se incorporó y continuó bajando la escalera. Los chicos se quedaron petrificados.
-Hola Koichi. -saludó Sakura acomodando el bolso en su brazo derecho.
-S-Sakura... Con vosotros ya hablaré luego... -terminó la frase en un tono más bajo y amenazante.
Hiro y Max se miraron por un segundo sonriendo ante la comicidad de la escena. Sakura se acercó a su amante y le plató un beso en los labios para luego pararse delante de los chicos.
-Chicos quería pediros un favor.
-¿Qué pasa? -preguntó Hiro.
-Me han encargado cuidar de una niña nueva, pero me han adelantado una clase y no puedo encargarme de ella, ¿podríais hacerlo por mí? -expuso Sakura un tanto preocupada.
-¿Una niña? Por mí de acuerdo, pero... -llegó a decir Koichi.
-Gracias chicos. Ahora bajará, está recogiendo sus juguetes. ¡Muchísimas gracias, de verdad! ¡Hasta luego! -se despidió andando con rapidez hasta la puerta.
-¡Hasta luego! -gritaron los tres.
-Nos ha cargado el muerto... -dijo Koichi una vez Sakura había cerrado la puerta.
-¿Se va así a clase? Madre mía, su profesor tiene suerte. -dijo Max entre risitas.
-¡Callaos ya! -les gritó Koichi ya que no paraban de reír.

A los diez minutos apareció por la escalera una niña pequeña, de no más de 7 u 8 años. Era rubia, muy rubia, con unos preciosos ojos ámbar. Miraba todo con aire indiferente mientras sostenía entre sus brazos unos ositos de peluche.
-¿Se ha ido ya Sakura? -preguntó la niña.
-Uuuuuy, ¡qué niña más mona! Sí, se ha ido, pero yo me quedaré a jugar contigo, ven aquí. -dijo Max arrodillado con los brazos abiertos.
-Vale...

La niña, sin cambiar la expresión sin expresión de su cara se acercó a Max y se sentó en sus piernas. La pequeña era ligera como una pluma y llevaba un vestido rosa y una torera blanca muy bonitas.

-¿Cómo te llamas? -preguntó Max.
-Me llamo Hibiki. ¿Y tú?
-Yo soy Max. Encantado, Hibiki. -contestó Max con una sonrisa.
La pequeña Hibiki que contestó con otra sonrisa y se pusieron a jugar en la alfombra.

-Qué bien se le dan los niños, no sé porqué no quiere tener uno con Zero... -dijo Hiro.
-Pero... Si los hombres no podemos tener hijos entre nosotros... -contestó Koichi confuso.
-Digo adoptar, coñe.
-Pues no sé... Es muy joven, ¿no crees?
-Es cierto... ¿Sabes? Esa niña me suena de algo, y no sé de qué es... ¿Quién será su mad--
La pregunta de Hiro quedó suspendida en el aire ya que de repente y sin previo aviso la puerta que conducía al pasillo se abrió con estrépito y apareció una mujer con una larga cabellera negra.

-¿Por qué estáis vosotros con mi hija? -preguntó Haruka enfadada.
-(Ya decía yo que me sonaba...) Sakura nos dijo que le cambiaron una clase y se tenía que ir...
-¿Pero qué se ha creído que es mi hija? ¿Una planta? ¿Qué se la dejas al vecino para que te la riegue? -gritó Haruka cogiendo en brazos a su hija totalmente indignada.
-Bueno, tampoco es para tanto, mujer... -la tranquilizó Max.
-¡Por supuesto que es para tanto! ¡No la volveré a dejar a su cargo!
-¿Es usted nueva? -preguntó Koichi, tratándola de usted ya que le daba un poco de miedo.
-Sí, llegué hace unos meses con mi hija, pero he estado fuera la mayor parte del tiempo. Mi marido está a punto de llegar también.
-Que bien que Kevin viva con nosotros, ¡tengo tantas ganas de verlo!-exclamó Hiro.

A Max se le helaba la sangre cada vez que alguien mencionaba ese nombre. O su simple recuerdo.
Su cerebro no podía procesar lo que acababa de escuchar. ¿Que iba a vivir en su misma casa? ¿Bajo su mismo techo? ¿Aquel hombre que lo había tratado tan mal y había jugado con él como...? Max rezaba en su cabeza, rezaba y le pedía a Dios que por favor no fuera el mismo Kevin, que fuese otro amigo de Hiro que casualmente era el marido de Haruka...

-¿Max, estás bien? -preguntó Hiro acercándose al castaño.
-¿Eh? Sí... Estoy... Estoy bien...
-¿Max? Anda, tú eres el chico que me ha dicho mi marido que está deseando conocer. -dijo Haruka mientras arreglaba el vestido de su hija.
-¿Eso le ha dicho? Jé... Qué ilusión... -mintió Max.

Esa frase se lo confirmó. Era aquel hombre. El marido de Haruka. El amigo de Zero. El amigo de Hiro. El mafioso. El que vendía droga por los callejones...



Fotohistoria aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario