sábado, 19 de octubre de 2013

70 | 27/1/11 – Granada, España. Día terriblemente frío.



Era un jueves por la tarde. Sophie perseguía como de costumbre a Shinku, que, extrañamente no estaba encerrada en su habitación, en el ático o fuera de la casa (haciendo a saber qué). Estaban sentadas junto a una mesa del salón, Shinku leía un pesado libro alemán y Sophie la imitaba con un cuento infantil mientras le lanzaba disimuladas miradas de admiración. Koichi las observaba divertido desde el sofá.

A pesar de ser tan solo las 6 de la tarde, el cielo estaba totalmente oscuro. Unas nubes grises cubrían la ciudad y la oscurecían, dejándola totalmente apagada y sin vida. Max dormía en la habitación de su novio, solía echarse largas siestas mientras éste trabajaba. Soñaba. Veía sombras confusas. Le amenazan. Le mostraban el terror de su pasado. Los traumas de su vida. Un hombre rubio y alto... De tétricos ojos azules amarillentos.

Alguien abría lentamente la puerta de la habitación de Zero. No quería despertar a nadie. Le habían dicho que Max estaba durmiendo en aquella habitación. No desaprovecharía una ocasión así, sin Zero molestando. Tendría un rato a solas con un “viejo amigo”.

Una mano tocó el brazo de Max y otra su cabeza. Lo zarandeaban suavemente. Max no quería despertar, aún tenía sueño. Seguían moviéndolo. Se resistió y acabó abriendo lentamente los ojos. La habitación estaba en penumbra, había bajado las persianas ya que detestaba que la luz perturbase su sueño, tan solo entraba una débil franja de luz debido a que la puerta no estaba cerrada del todo. Una mano comenzó a acariciarle la cara con el dorso.

-Cuanto tiempo Max...

La sangre de Max se congeló. La manta y el pijama que lo arropaban no despedían calor. El mundo no despedía calor. Se había apagado. Notaba fría y seca su garganta. Aquella voz que tanto detestaba. Que lo acosaba en sueños durante tanto tiempo...

-¿Te acuerdas de mí, verdad?-preguntó el hombre en la oscuridad.

Max dio media vuelta, no le hacía ninguna gracia tener aquel individuo justo detrás, le ponía muy nervioso.

-¿Qué haces en mi habitación? ¡Largo! -le gritó Max aún tumbado.
-Esta no es tu habitación, es la habitación de Zero, y ahora también la mía, porque me la han asignado. -respondió con calma.
-Pero... No deberías estar aquí... -murmuró Max.
-Mira por donde sí que estoy, he venido a verte de nuevo, que hace mucho que no nos vemos, ¿verdad? -dijo el hombre de rodillas en la cama.
-Pues yo no tengo ganas de verte de nuevo, apenas ni me acordaba de ti. -mintió Max.
-Eres un mentiroso... -dijo acercándose más- ¿Tampoco te acuerdas de aquella noche en el callejón? Te me escapaste muy rápido, aún quería hacer muchas cosas contigo, pequeño. -susurró en el oído del menor.
-Déjame en paz, ¿no tuviste suficiente?-dijo Max con una voz llena de terror.
-Quizás no...

Se oían pasos. El hombre se levantó rápidamente de la cama y se puso a examinar su maleta. A los pocos segundos se abrió la puerta.

-¿Qué pasa chicos? -preguntó Zero.
-Nada, he despertado sin querer al pequeño Max, no sabía que estaba en la habitación. Es tal y como me lo habías descrito.
Max permaneció en silencio con la cabeza gacha.
-Tío me voy, tengo que ver a mi mujer y a mi hija, están abajo esperándome. ¡Adiós Zerito! -se despidió el hombre con una palmada en el hombro de Zero.
-Zerito tu padre. -gruñó Zero mientras el otro salía por la puerta.

Zero dirigió su mirada a Max, que estaba pálido como la luna, con la mirada perdida y cara de terror.
-Max, ¿te encuentras bien? Estás pálido...
-E-Estoy bien, tranquilo...
Se abrazaron mientras Zero se preocupaba en sus adentros por Max; Max por su lado, no se atrevía a contarle nada a su amante. ¿Cómo explicarle a tu novio que uno de sus mejores amigos te violó en un callejón cuando eras un niño de 15 años?


El piso de abajo estaba bastante concurrido. Shinku y Sophie seguían en las sillas, Sophie parecía ya incómoda con la silla, pero Shinku ni se inmutaba. Koichi veía la televisión, ahora abrazado a su novia Sakura y Hikari entraba por la puerta que daba al pasillo, acababa de llegar de trabajar. Se encontró de frente con Kevin que bajaba alegremente las escaleras, victorioso.

-Anda, tú eres el nuevo, ¿no? Encantada, soy Hikari. -se presentó la chica.
-Hola Hikari, te estaba buscando.
-¿A mí? ¿Nos conocemos de algo? -preguntó extrañada.
-Soy tu hermano.
-¿Perdona?



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