domingo, 14 de diciembre de 2014

93 | 28/10/11 – Granada, España. Frío otoñal.

(Todo lo relacionado con Harry Potter pertenece a la maravillosa mente de J.K. Rowling)


Se acercaba Halloween y la casa CLOUD ya estaba decoraba como mandaba la festividad. Calabazas por doquier, guirnaldas de murciélagos, cuencos con chucherías y caramelos en las esquinas... Algunos lo vivían con emoción, otros como si ya formase parte de su vida y otros directamente pasaban de todo; como hacía Max últimamente, que apenas se le veía el pelo por casa, y Zero más de lo mismo, pues por no ver a nadie trabajaba el doble y se pasaba las noches fuera, a veces incluso estaba días fuera sin darle cuentas a nadie, mientras sus amigos y compañeros se preocupaban por él.

Aquel día Scarlett y Tomoe estaban decorando la habitación junto a las escaleras del tercer piso. Estaba vacía desde que se inauguró la sala, por lo que llevaba sus buenos dos años cerrada. Limpiaron el polvo y airearon la habitación. Estaba hecha para dos personas, pero por ahora solo vendría una chica. Amiga de Scarlett, se habían hablado por cartas desde que ésta llegó a la casa CLOUD. La chica en cuestión vivía en un internado en Inglaterra, pero aquel año había terminado, y después de volver a su casa para ver a sus padres, había decidido irse a vivir con su amiga a España, donde le aseguró que tendría casa y comida todo el tiempo que quisiese. Le contó a Tomoe y le dijo que trabajaría con ellas en la cafetería, pues le había hablado muy bien del local y le había gustado, ya le había conseguido el puesto incluso. Bajaron una cama del ático, la habitación ya tenía dos armarios empotrados, un escritorio amplio y tres mesitas de noche. Pusieron la cama junto a la puerta y la vistieron.

Tomoe, que había comenzado a salir con Yumi en agosto, estaba que no cabía en sí misma de la felicidad. Ya casi incluso había dejado su hábito de estudiar a la gente con su blog, Yumi era todo lo que necesitaba. Aunque no fue fácil llegar donde estaban, pues Tomoe no sabía si Yumi le correspondería, pero estaba muy feliz de haberlo intentado. La menor quería a Tomoe como a nadie en el mundo y juntas eran simplemente perfectas. La mayor cuidaba de ella, Yumi le hacía peinados... Solían dormir en la cama de una o la otra, dormir separadas se les hacía imposible.

Era casi la hora de almorzar cuando alguien llamó a la puerta. Scarlett corrió emocionada por el pasillo y abrió estrepitosamente la puerta.

-¡Hola! -saludó sonriendo Emily.
-¡Hola! -exclamó Scarlett lanzándose a sus brazos.
Ambas se abrazaron y después invitó a la recién llegada a pasar, pues hacía frío en la entrada. Emily entró tirando de sus maletas con la ayuda de su amiga.

-No te imaginaba así, Scarlett, eres muy guapa. -le sonrió.
-Pues tú eres tal y como me dijiste. -contestó muy feliz.

Emily tenía 15 años y una laaaarga melena negra hasta la cintura, de un cabello muy fino y lacio. Tenía los ojos oscuros y pintados, así como sus finos labios, siempre de un color rosa-rojo muy bonito. Aunque a simple vista Emily parezca una persona tranquila y calmada, realmente es una chica muy alegre y divertida. Siempre busca cualquier tontería que hacer para pasárselo bien con sus amigas. Amante de todo lo raro o inusual (aunque odia que la llamen rarita), le gusta dibujar y leer, pero sobre todo, le gusta el yaoi. Su padre era japonés y su madre inglesa, había vivido durante mucho tiempo en Japón, pero a los 10 años se mudaron a Inglaterra, donde vivió hasta entonces, antes de partir a España. Había estudiado en un internado durante cinco años, a Scarlett siempre le pareció muy raro que sus cartas las entregase una lechuza, nunca supo donde había estado internada pues la lechuza esperaba hasta que le escribiera una respuesta y entonces se marchaba con la carta.

-¿Qué tal el viaje? -preguntó Scarlett.
-E-Eh... Muy bien, muy bien. -respondió intentando evadir el tema.
-Te hemos preparado tu habitación, la vas a tener para ti sola hasta que llegue alguien más, si llega, claro.
-Qué guay.

Y Emily así lo deseaba, pues la intimidad era primordial para ella. Había secretos que no podía propagar tan fácilmente. Y es que su internado no era otro que el Colegio de Magia y Hechicería, Hogwarts. Sí, era una bruja. Emily había terminado sus TIMO, sacando 7 Extraordinarios. Aunque amaba con toda su alma Hogwarts y la casa de Hufflepuff, quería un cambio en su vida, y Scarlett le había caído tan bien... Se conocieron gracias a la casera de la casa CLOUD, que habló con Emily por carta. Emily le escribió primero pidiéndole ingresar en una de sus casas, pues no sabía que hacer después de Hogwarts. Ésta no solo le permitió quedarse en una de sus casas, si no que le dijo que se cartease con una chica que seguro le caería bien. Añadió, que nadie en la casa sabía de la existencia del mundo mágico, así que debía guardar el secreto. Y así hizo.

Emily se acomodó en su nueva habitación. Escribió su nombre en la placa de la puerta y debajo en pequeño puso una frase que le había calado muy hondo: “Draco dormiens nunquam titillandus”.
Cuando su amiga Scarlett le preguntó por el significado de la frase ésta le dijo simplemente:
-Nunca despiertes a un dragón dormido.

Y con una sonrisa bajó las escaleras para reunirse con su nueva familia.

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