jueves, 18 de diciembre de 2014

96 | 26/1/12 – Granada, España. Soleado por primera vez.


Hacía un frío que pelaba, y seguramente fuese porque estaba totalmente despejado, incluso soleado. Un sol que no calentaba nada. Habían movido las mesas pequeñas del salón, ahora estaban frente a la chimenea, pues era el lugar más cálido de la casa CLOUD. Sakura y Kevin no desaprovechaban la ocasión para sentarse en una de ellas junto al fuego.

La “pareja”, si es que podían llamarse así, hablaban distraídamente mientras comían pastas y bebían té. No eran novios. Tampoco amigos. Sakura realmente no sabía ni qué eran, pero llevaban juntos unos 10 meses. No pasaban mucho tiempo juntos, no salían a pasear o al cine, tampoco se decían cuanto se querían, pero estaban juntos. Besos furtivos y noches de sexo era lo único que les quedaba.

-Qué rico. -murmuró Sakura.
Kevin le sonrió falsamente y volvió a mirar el crepitar de la leña, con la mirada perdida.
-Así solíamos sentarnos Haruka y yo, junto al fuego.-dijo Kevin de repente.
-Aaam... Eso se lo podría haber ahorrado, pensó Sakura.

Sakura se disponía a seguir hablando con Kevin cuando Megumi y Koichi entraron, muy agarrados, hablando acaloradamente. La otra pareja se sentó junto a Sakura y Kevin en la mesa de al lado, junto al fuego también, pues venían de la calle donde hacía un frío polar.

-Bueno, ¿y qué tal el trabajo? … ¿Qué coño? -soltó Sakura cuando Koichi le dio sin querer con el brazo desde atrás.
-¡Ostras! -exclamó Koichi.
-¿Q-Qué hacéis aquí? ¡Aquí estamos nosotros! -dijo Sakura enfadada.
-Koichi y yo tenemos una cita. -contestó Megumi sonriente.
-No te pongas así, la casa es tan mía como tuya y nos sentamos donde queremos. -explicó Koichi.
-Ah, me alegro por vosotros... -soltó Sakura quitándole importancia.

Lo cierto era que Koichi y Megumi tampoco podían considerarse pareja. Al principio, cuando Koichi se enteró de que Kevin y Sakura estaban juntos decidió ir a por todas con Megumi, quería darle celos, demostrarle que las tías se matarían por él y que no la necesitaba. Koichi no podía estar más equivocado, pues tan solo después de su primera cita en marzo del año pasado, el moreno había comprobado que no solo no quería estar con Megumi, si no que le aburría un montón. Aún con todo eso él había seguido saliendo de vez en cuando con ella para intentar molestar a Sakura, la cual a veces se picaba bastante y eso le daba ánimos. Alternaba sus citas con polvos con Max, hasta que se echó otro novio y tuvo que quedarse de nuevo a dos velas (Megumi no pasaba de algún besito esporádico). Koichi, ya saliendo con Megumi por puro aburrimiento, decidió seguir molestando a Sakura a ver si por fin podían volver a estar juntos. La echaba tanto de menos...

-Eres tan guapa Megumi, eres la chica más guapa que HE CONOCIDO JAMÁS. -le dijo Koichi resaltando el final de la frase.
Jódete, Sakura. 
-Kevin, TE QUIERO. -dijo Sakura súbitamente.
¿Está intentando ponerme celosa? 
-Y yo, cariño... -contestó Kevin un poco abrumado.
¿Qué dice ésta ahora?
-Llevo un tiempo dándole vueltas y quiero que salgas conmigo, Megumi. -se declaró el moreno.
-¿D-De verdad? -preguntó ilusionada.

Sakura estaba empezando a enfadarse bastante.
-Sabes Kevin... Llevamos mucho tiempo saliendo y... ¡CREO QUE DEBERÍAMOS CASARNOS!
-¿¡Cómo!? -se sorprendió el rubio.
-¿¡QUÉ!? ¡A  MÍ DESPUÉS DE DOS AÑOS JUNTOS NO ME LO PEDISTE! -saltó Koichi encarándolos.
-¡DÉJAME EN PAZ, YO HARÉ LO QUE QUIERA, Y ME VOY A CASAR CON KEVIN! -le respondió a chillidos la morena-pelirroja.
-A ver... Que esto se nos está yendo de las manos... -susurró Kevin.
-Tú has venido aquí a ponerme celosa, ¿verdad? -acertó Sakura levantándose de la silla.
-¿Y-Yo? Pero qué tonterías dices... Yo ahora estoy con Megumi y no quiero ponerte celosa.-disimuló el moreno.
-Ya, ya, por eso te has sentado al lado nuestro teniendo esta pedazo de casa. ¡Eres un mentiroso! -gritó Sakura.
-¿¡YO MENTIROSO!?

Koichi intentó serenarse, pero estaba ya harto, de fingir que no le dolía verla con su amigo, de fingir que no le encantaría estar con ella cada día de su vida.
-Para que veas que no soy un mentiroso... Te quiero, Sakura.

La habitación se quedó en el más absoluto silencio. Megumi había abierto los ojos como platos, sin dar crédito a lo que oía, Kevin, que no estaba sorprendido, simplemente se quedó mirando. Solo pasaron 2 segundos hasta que ambos se abalanzaron el uno contra el otro para fundirse en un precioso beso. Ahora sí que abrió bien los ojos Kevin, sorprendido.

-Yo exageré mucho, ya sé que te enamoraste de Shinku y Max, pero es que me puse tan celosa que pensé que aún sentías algo y yo no... -balbuceó Sakura abrazando al moreno.
-No, no, es culpa mía, yo no te hice todo el caso que debía y te desatendí... Pero te prometo que no pasará nunca mas, te quiero pedir una oportunidad más, aunque sé que no me la merezco, ya me has dado muchas y no tienes porqué darme otra más, pero yo te quiero Sakura...
-Koichi... Todo esto tan de repente...
-Lo sé, lo sé, pero no podía aguantar más verte con Kevin, me hacía mucho daño...

Los enamorados se abrazaron intensamente durante unos instantes. No se querían separar jamás, ¿para qué?
-Sube, que te llevo a caballito como hacía siempre. -dijo Koichi agachándose.
-¡Vale!
Sakura se subió en la espalda de Koichi y se fueron escaleras arriba, dejando solos a Kevin y a Megumi en sus respectivas mesas. El ambiente era tan extraño, en apenas dos minutos dos “parejas” habían pasado a ser una y dos personas abandonadas. Kevin se quedó contemplando la escena unos instantes, después se levantó y se sentó en la silla que había dejado vacía Koichi.

-¿Quieres un café? -le invitó Kevin.
-No... -susurró Megumi a punto de llorar.

Líos amorosos, y es que la casa CLOUD si tenía algo era amor, amor que rezumaba por las paredes, que se colaba por cualquier recoveco, por cualquier rincón. Las personas no olvidan.


Max estaba dándole vueltas a la cabeza, iba a pedirle perdón a Zero, estaba asustado, no sabía como reaccionaría. No esperaba que lo perdonase así porque sí, le había hecho mucho daño y Max lo sabía. Esperó en silencio en su habitación, esperando oírlo llegar de trabajar. Y así fue, al cabo de unos minutos se oyeron unas pisadas cansadas y el abrir y cerrar de una puerta. Max abrió un poco la puerta para asegurarse de que era Zero. Un hombre alto, vestido de negro y con una melena blanca entró lentamente en la habitación. Le daría unos momentos para asentarse y después entraría y le diría todo. Que lo sentía, que se había portado fatal, que no había querido a nadie como lo quería a él...

Zero había llegado por fin a casa. Había sido un día duro, estaba muy cansado. Se quitó la chaqueta y la dejó sobre la cama, aflojó la corbata y desabrochó los primeros botones de la camisa. El peliblanco se dejó caer en el sillón, de espaldas a toda la habitación. Se quedaría dormido ahí si fuese necesario, total, para lo que hacía despierto mientras no trabajaba, que era básicamente nada, prefería dormir y evadirse de la realidad.

Estaba a punto de quedarse dormido cuando alguien llamó a la puerta. Dijo simplemente Adelante, no sabía ni quien era ni le interesaba, solo esperaba que fuese rápido, pues estaba muy cansado y no estaba para tonterías.

-Zero... ¿Podemos hablar?

Al peliblanco se le cortó la respiración. Era la voz de Max. A no ser que estuviese alucinando. Pero las alucinaciones no llaman a la puerta. Se quedó de espaldas al menor, no quería darle la satisfacción de hacerle saber que estaba sorprendido de que estuviese allí, en su habitación, y es más, que quisiese hablar con él.

-Bueno, no hace falta que digas nada, en realidad solo venía a … Disculparme.

Zero se quedó aún más sorprendido si es que se podía. Max. Max pidiendo perdón. Max disculpándose. Sí que debía ser una alucinación, pues el orgullo de Max le hacía casi imposible pedir perdón. Se movió un poco en el sillón, solo para hacerle saber que estaba ahí, pero no pensaba darse la vuelta.

-Quería pedirte perdón por todo, me comporté fatal y tú no tenías la culpa de nada... Lo siento mucho... No sé si será por la bipolaridad, la doble personalidad o que directamente soy un estúpido asqueroso, pero yo no... -intentó disculparse el menor.

Las lágrimas le brotaron de los ojos exageradamente, no podía soportarlo más y a duras penas podía articular palabra. Quería seguir disculpándose pero las palabras se le atropellaban; llorar, hablar y respirar era casi imposible y desistió completamente.

Zero al primer momento de oírlo llorar se le puso toda la piel de gallina. El llanto de Max era lo más triste que el peliblanco (y casi cualquiera que conociera a Max) había escuchado jamás. Se levantó y se acercó un poco al menor, sin saber qué hacer.

-P-Pero no llores hombre... -intentó consolarle Zero.
-¡Es que no... Yo me... me porté muy mal contigo, y tú siempre has sido tan bueno conmigo y no, yo... ! -intentó seguir disculpándose.
-Max, déjalo, ya lo he pillado... -contestó Zero abrazándolo.
-No me merezco ni que me toques... -dijo el menor llorando su hombro.
-No digas eso... Yo... Aprecio que te disculpes, pero no es necesario Max...
-Sí, sí lo es, y y y... Y puedes humillarme si quieres, yo te lo hice y no... No es justo, no... -dijo de nuevo el menor sollozando aún más fuerte.
-¿Q-Qué dices? No te quiero humillar... Anda, tranquilízate. -le ordenó mientras le acariciaba la cabeza.
Todo el discurso que Max había pensado se fue al garete. No esperaba ponerse llorar sin que ni siquiera le mirase a los ojos mientras se disculpaba, pero se sentía muy culpable, se sentía sucio y asqueroso. Zero le abrazaba mientras él lloraba contra su pecho, sabía que no merecía que le abrazase así, menos después de todo lo que había hecho, pero tenía aún menos fuerzas para apartarse de su lado.

-Anda, no llores... Que me da mucha pena... -dijo al final Zero, después de 5 minutos de llanto ininterrumpido.
-Encima ahora te hago pasar pena... Perdón... -contestó el menor con la cabeza enterrada en el pecho del peliblanco.
-Venga, que estás diciendo ya muchas tonterías... Max, yo lo he pasado mal, pero no por lo que me has hecho, si no porque no has estado a mi lado, todo lo demás me da igual...

Max subió la mirada y a Zero se le congeló el corazón, su cara de ángel llorando siempre le había dado muchísima pena, pero aquel día estaba especialmente triste.

-¿Seguro? … -preguntó no muy seguro el menor.
-Seguro. -contestó Zero abrazándolo.

Max volvió a dejarse enterrar en los brazos del peliblanco. Zero por su parte no sabía qué sentir. Era obvio que le había molestado el comportamiento del menor, pero cuando lo abrazaba, cuando lo sentía tan cerca dejaba a un lado todo el rencor, dejaba a un lado el mundo entero si era Max el que estaba a su lado...

-Bueno venga, que como venga tu novio y nos vea así...
-¿Eh? …
-Tu novio...
-Ah, pensé que lo sabías... hace un tiempo que no estamos juntos.
-Ah, ¿no? …

Ahora sí que no sabía qué pensar. ¿Había ido Max a disculparse y de paso volver con él? ¿Era el segundo plato porque el otro le había dejado? O simplemente...

-No quiero que pienses esas cosas... Si te he pedido perdón es porque hacía mucho tiempo que lo pensaba...
-Agh, no hagas eso... -dijo Zero tapándose la frente como impidiendo que le leyese los pensamientos.
-Perdona... Solo quería hacerte saber que el que ha tenido la culpa era yo y que... Lo siento mucho... -dijo separándose sin mirar a Zero a los ojos.

Se quedaron unos instantes sin saber qué decir. Max esperaba una respuesta o algo. Zero no sabía qué responderle.

-Nunca he querido a nadie como te quiero a ti, Zero. -dijo Max mirándole esta vez directo a los ojos.

Zero se había quedado mudo. El menor aprovechó la confusión para salir antes de que dijera algo más y la situación fuese más embarazosa aún, pero antes de llegar al pomo, Zero ya le había agarrado por la otra mano y lo había atraído hacia sí. El mayor no podía aguantarse más las ganas de besarlo y lo cogió con todas las fuerzas de su corazón. Max, que hacía tantísimo que alguien no le sujetaba así, se agarró de la nuca de Zero para hacer el beso más profundo. El mayor sentía que podía morir allí mismo, allí era feliz, no necesitaba nada más. Max se separó y cuando Zero se volvió a acercar él simplemente le paró con las manos.

-Yo... Creo que no deberíamos ir... muy rápido... Yo... M-Me voy.
Dicho eso, el menor dejó la habitación con rapidez y el rostro sonrojado como un tomate. Zero, al que le encantaba verlo con esa cara de vergüenza, sonrió y se tumbó en la cama.

Era la primera vez en meses que le apetecía pensar en la cama y no quedarse nunca más dormido.

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