viernes, 17 de enero de 2014

79 | 30/3/11 – Granada, España. Soleado.



La hora después de comer. A esas horas, la casa siempre estaba muy tranquila. Algunos iban a clases por las tardes, otros simplemente se echaban a dormir la típica siesta española. Esa tarde de miércoles, Yumi jugaba en el salón con unos peluches, era, simplemente, adorable. O eso le parecía a Tomoe, que estaba espiándola desde el hueco de la escalera con un blog y un lápiz en las manos. Hubo un segundo en el que Yumi giró la cabeza creyendo que alguien la observaba, pero al comprobar que no había nadie, siguió jugando tranquilamente. Tomoe se agarraba el pecho escondida en las escaleras. Por qué poco, pensó la castaña. Le gustan los peluches, apuntó.

Koichi bajó las escaleras y saludó distraídamente a Tomoe mientras ésta seguía escribiendo en el blog. El moreno entró en el salón y se acercó a Yumi.

–Yumi, ¿has visto a Sakura?
–Etto … Creo que acaba de pasar por aquí … Por cierto, mi hermana te estaba buscando. –respondió sonriendo.
–Vale. –dijo Koichi sonriendo también.

Koichi estaba preguntándose para qué le estaría buscando Megumi, pero dejó de pensar cuando Sakura entró por la puerta con un vaso en la mano.

–Anda, ahí está. –dijo Koichi corriendo detrás de Sakura que estaba recogiendo la mesa. –S-Sakura, quería hablar contigo …
–¿Sí? –preguntó sin tan siquiera mirarlo.
Koichi no pudo preguntar nada, un hombre rubio, alto y de ojos azules amarillentos acababa de irrumpir en la habitación, se había acercado a Sakura y la había abrazado por la cintura. Koichi no podía procesarlo con la rapidez que le habría gustado.

–Hola cariño. –saludó Kevin besándole la mejilla.
–Hola. –sonrió Sakura.
–¿Qué! –exclamó Koichi que no daba crédito a lo que sus ojos veían.
–Eh, Koichi yo … –farfulló la morena.
–Déjalo Sakura, ya hablo yo con él.
–Eso es exactamente lo que me pasó a mí …
Todos giraron la cabeza y vieron que Zero estaba en el sofá sentado mirando al suelo. Nadie se había percatado de que estaba allí.
–Coñe Zero, qué susto …  Ahora nos cuentas que te pasa. –exclamó Kevin con sorpresa.
–No hace falta …
Kevin volvió a encarar a Koichi mientras Sakura recogía la mesa e intentaba pasar desapercibida, aunque a Zero se le daba mejor.

–Lo siento tío, yo la vi el otro día, bueno, hace dos semanas, me acerqué … –empezó a decir Kevin pasándole al moreno el brazo por los hombros.
–¿Qué, qué? Espera … ¿Me estás diciendo que lleváis dos semanas enrollados y no me he enterado hasta ahora? –preguntó Koichi indignado.
–Sakura no quería contar nada, pero ayer hablamos y pensamos que lo mejor era no mantenerlo en secreto … Por ti.
–Por eso … ¿Por eso el otro día que entré en tu habitación estabas tan nervioso? ¿Estaba ella contigo? –preguntó de nuevo el moreno enfadado.
–Emmm … Sí. Estaba en el armario escondida … –respondió Kevin con un deje de culpabilidad.
–Joder …
–Tío, lo siento de verdad, yo solo me acerqué a consolarla y para cuando me quise dar cuenta nos estábamos enrollando …
–Tú no eres un colega ni eres nada, ¡eso no se le hace a un amigo! –exclamó Koichi dolido.
–Y-Ya lo sé, pero …
–¿Cuál es la norma principal de los colegas?
–Los colegas antes que las tías.
–Esa no, aunque también, la otra.
–Un colega no se liará con la ex novia de otro colega bajo ninguna circunstancia.
–Pues tú no la has respetado. –dijo Koichi mirando a su amigo a los ojos.
–Lo siento tío, en serio …
–Mira, déjalo, si da igual … Solo quiero pedirte que hagas feliz a Sakura y que no cometas los mismos errores que yo … –sentenció el moreno apartando la mirada.
Sakura los miró en la “lejanía” (porque en realidad estaba a dos metros escasos) sin poder creer que Koichi dijera algo tan bonito como aquello. Solo lo hacía más difícil para ella. Los amigos se dieron un solemne apretón de manos con la frase final de Kevin, Da eso por hecho, colega. Sakura terminó de recoger y dejó a los chicos solos en el salón, ya que con tanta gente, Yumi había huido hace rato a su habitación.

–¿A este no le pasaba algo? –preguntó Koichi girándose para mirar a Zero.
–Eso, eso, tú no te libras. Conversación de tíos pero ya.
–¿E-Eh? Que no, que no … –dijo Zero intentando escapar.
Tarde, porque Koichi se había sentado a su derecha y Kevin a su izquierda. Zero prácticamente se derrumbó en el sofá.
–Se ha ido con otro. –dijo tocándose la frente con una mano.
–No jodas, ¿con quién? –preguntó Koichi.
–Siempre pensé que Max era un poco ligero de cascos, pero madre mía, qué rapidez. –dijo Kevin riendo.
–No te rías joder … No sé quien es, solo sé que no es de aquí, creo que viene de la casa de Lacey, Sebastian y todos estos.
–Quizás deberías echarte tú también un novio, igual se pone celoso. –sugirió Koichi.
–¡Eso es! ¿Y Richard? Está coladito por ti, si lo tanteas un poco cae fijo. –dijo Kevin.
–A mí solo me gusta Max, no me gusta ninguna otra persona en el mundo … Y Richard no está colado por mí, es mi compañero y punto. –finalizó enfadado.
–Claro, claro …
–Espera, ¿quién es Richard? –preguntó Koichi.
–Nadie, no es nadie. –dijo Zero en un intento por dar la conversación por terminada.
–Es un compañero nuestro del trabajo, se encarga de traducir y tal. Se pasa el día sobando a Zero. –volvió a reír Kevin.
–¡Qué no me soba, coño!
–Vale … INTENTA sobar a Zero. –se corrigió Kevin.
–Hahahah. –rió Koichi.
–Estúpidos.

Koichi y Kevin seguían riéndose del pobre Zero cuando alguien bajó las escaleras y entró en el salón. Una chica de corta melena castaña color miel. Llevaba unas ropas muy bonitas, un chaleco azul y una camiseta amarilla con una mini-falda azul y unas medias amarillas también haciendo que conjuntara todo a las maravillas. Sus botas azules se pararon y encararon a Koichi, el que estaba más cerca de ella.
–H-Hola Koichi, ¿podemos hablar un momento? –preguntó Megumi.
–S-Sí … –contestó ruborizado.
–¡A por todas tigre! –lo animó Kevin.
–Cállate …  –le regañó por lo bajini antes de levantarse.

Koichi se acercó a la chica, parecía nerviosa, como si llevara toda la tarde preparando la conversación palabra por palabra. Obviamente Koichi no lo sabía, pero ciertamente, era verdad.

–V-Verás, había pensado qué …
–Qué guapa estás. ¿Te has puesto así por mí? –preguntó ansioso.
–D-Déjame terminar … –pidió nerviosa Megumi.
–Ah, sí, sí, dime.

La tensión se palpaba en el aire. Bueno, la notaba Megumi, porque Koichi para esas cosas siempre había sido muy inocente; menos con Max, él sí sabía como quitarle la inocencia. Mientras ellos hablaban, Kevin intentaba subirse encima de Zero alegando que “Se le veía muy desesperado y seguro que no había hecho nada desde que Max le dejó”, a lo que Zero se defendió con patadas silenciosas para no cortarle el rollo a la parejita que tenían al lado.

–B-Bueno pues eso, que había pensado que … Como tú ahora no tienes … novia, que si querías que saliéramos a tomar algo … o bueno, si no quieres no pasa nada, yo …

Koichi contestó con un tierno beso que dejó a Megumi con menos palabras aún de las que ya tenía. Aquella preciosa escena con Kevin de fondo intentando meter mano a Zero pidiéndole al menos un abrazo de consuelo era enternecedora. Y rara.

–Vamos al cine. –dijo Koichi sonriendo.
–¡Vale! –contestó muy emocionada.

Megumi y Koichi dejaron el salón. Zero prefirió subir a la habitación a estar más tiempo a solas con Kevin. Subió las escaleras y fue llegar al rellano del primer piso y escuchar gritos. Le molestaban mucho. Era Max, con su nuevo novio, y para variar estaban follando. Joder, pensó Zero.
Volvió a bajar, total, prefería que Kevin le intentara meter mano a escuchar al amor de toda su vida gimiendo con otro hombre.




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