miércoles, 12 de diciembre de 2012

54 | 14/9/10 – España, Granada. Oscuro y nublado.






Era una noche oscura y fría de mediados de septiembre. Las sombras se colaban por cada minúsculo rincón de la gran estancia. El salón estaba oscuro y tenebroso, ERA una noche oscura y tenebrosa, Max lo podía sentir, podía sentir como algo “maligno” se acercaba. Max siempre había tenido este tipo de sensaciones, era muy sensible a todo lo que le rodeaba, tanto física como mentalmente.

Alguien abría con lentitud la puerta de la entrada, sin hacer ni un solo ruido, como si de un espíritu se tratara. Mientras tanto, en el salón, Hiro aguardaba impaciente (no de felicidad precisamente) la llegada de un viejo compañero, amigo quizás. No, ya no. Él había hecho cosas horribles y era una mala persona, nadie en su sano juicio se acercaría a él ni para pedirle la hora. Max y Zero descansaban en el sofá.
Hiro había hablado con Zero acerca de la repentina “visita” de su antiguo “amigo”. Le contó que iría a por Max y que no pararía ante nada, era un demente y poco le importaba meterse en una pelea a muerte contad de vergarse. Zero, un poco nervioso también, esperó en el sofá mientras miraba la delicada cara de su novio dormir placidamente en su regazo.
Una noche cualquiera, en la que alguien peligroso se movía entre las sombras.

Cruzaba el pasillo lentamente, como si flotara, mientras murmuraba en voz baja:
-O sea que aquí vives cabrón... Te despedazaré tanto que el forense no reconocerá tu cadáver...

Seguía avanzando sin dejar de hablar para sí mismo:
-Hablan muy bien de la seguridad de estas casas, pero mi poder es mucho mayor que cualquier sistema de seguridad de mierda...

Abrió de par en par la puerta que conducía al salón creando un gran estrépito y sorpresa. La televisión se apagó de repente, como si su sola presencia cortara toda electricidad y comunicación.
Hiro probó a encender la luz. Se habían fundido los plomos.

-¿Dónde te escondes? Ven aquíiii... -susurró en una macabra voz mientras inspeccionaba la habitación.
-¿Qué quieres? ¿A qué has venido? -preguntó Hiro con la voz más seria que pudo adoptar dando un paso hacia delante.
-Tan solo quería hacerle una visita a mi querido amigo... -contestó simplemente encogiéndose de hombros. Su larga y negra melena hasta los hombros se desparramaba por su pálido rostro.
-Tú y yo no somos amigos, nos dejaste tirados y te fuiste a hacer a saber qué.
-Solo un pequeño matiz, me echasteis vosotros... Pero Hiro, no se pongas así, tú nunca has sido agresivo... -le suplicó en un tono que sacaba de quicio a Hiro.
-Quiero que te vayas de esta casa ahora mismo. -espetó.
-¿¡SABES POR QUÉ OS DEJABA TIRADOS SIEMPRE!? -estalló- Porqué pensé que no valíais la pena... Y fíjate, después...
-Te lo tienes bien merecido. Además, el que nos hundía eras tú, con tus drogas y tu irresponsabilidad.
-Ya, el OTRO podía aportaros mucho más que yo... -dijo irónico.
-Él solo quería rehacer su vida, y si es mejor que tú, pues te aguantas, sé un hombre y admítelo.
-¡ÉL NO ES MEJOR QUE YO! -gritó haciendo que varios cristales saltaran por los aires- ¡Yo soy muchísimo mejor cantante que él y os dejé tirados porque Masao y tú no valéis la pena!
-Eres... Un engreído y un estúpido. -soltó al fin Hiro.
-¿¡Quieres respuestas!? ¡Pues las tendrás! He venido a partirle la cara a ese estúpido cantante que metisteis... cómo se llama... ah, sí... Max. El ser más vil y repugnante que he visto jamás. Con esos aires de superioridad y esa fanfarronería, me saca de quicio...
Zero estuvo apunto de saltar de sofá pero se contuvo.
-Él nunca te dijo o hizo nada, porque no te conocía basicamente, ni tú a él... Él solo quería cantar porque por tu culpa nos quedamos sin vocalista. Lo que a ti te molesta es que después, cuando él se metió en el grupo, nos fue muchísimo mejor, hacíamos conciertos y la gente nos quería... Porque contigo nos veían por pena. Qué después de cantar te ibas al callejón a drogarte y eso quieras qué no, da muy mala fama... -explicó Hiro mirándolo a los ojos.
Yasu permaneció en silencio y Hiro se dio la vuelta decidido a marcharse.
-Aaah...ahahha....ahhahahha....¡¡HAHAHAHHAHAHA!! -comenzó Yasu a reir rocambolescamente. Daba verdadero miedo.
Hiro y Zero lo miraron asustados e incrédulos, como si no pudiesen concebir que una persona fuera capaz de reir de esa manera.
-¿Con quién te crees que estás hablando? ¿Con un cualquiera? -preguntó Yasu alzando los brazos.
-Estás loco... La rabia y la envidia te han vuelto esquizofrénico...
-¿Qué vas a saber tú? Yo estoy perfectamente... Sobre todo... Desde que Satán me nombró su mano derecha....Hahhaahhaa....
La estancia quedó sumida en un silencio sepulcral. Estaba completamente loco, ahora hablaba de Satán.
-Está mal, se le ha ido la pinza... -dijo al fin Zero desde el sofá.
-Tsk... Tú aférrate a tu novio porque dentro de poco será un cadáver.
-No dejaré que te haga nada... -le susurró Zero a Max mientras lo abrazaba con más fuerza.
Yasu al fin alzó la cara dejando ver su pálido rostro. Lo que antes eran dos ojos celestes clarísimos ahora eran...  Su ojo derecho seguía igual, intacto... Pero el izquierdo... Era completamente negro y una pequeña circunferencia blanca rodeaba la pupila. ¿Sería una lentilla? Se preguntaba Hiro. Pero sabía perfectamente que no, lo que sentía al mirarlo era como... Un terrible pánico interior, como si todos sus temores salieran a la luz a través de aquel extraño ojo...
-Ups, no me he presentado a tus amigos, Hiro. Hola, encantado, soy el ex vocalista de RockCatz y me conocen por el nombre de Yasu.
Zero pudo apreciar también sus estrambóticos ojos, se le erizó todo el vello del cuerpo.
-Has... Cambiado mucho... -dijo Hiro de repente.
-Sí, supongo... Lo que no cambia es nuestra amistad, Hiro. -contestó Yasu adoptando otra vez aquel horrible tono suplicante y sibilino.
-Mientras tengas en mente herir a Max olvídate de nuestra amistad. -dijo tajante.
El chico pálido se acercó a Hiro y rodeó sus hombros con uno de sus brazos. A pesar de ser dos años mayor que él era más bajito y lo miraba desde sus centímetros de diferencia con una superioridad que su talla no reflejaba.
-Hiro, ¿acaso te cae mejor Max? A mí me conociste primero...
-Él es buena persona, no como tú.
-Hhmm... era eso... Entonces a lo mejor si lo quito de en medio volvemos a ser amigos, ¿no?
-Eso empeoraría las cosas.
-En cualquier caso pensaba mataros a ambos...

Todo ocurrió muy rápido. Yasu posó su mano en el estómago de Hiro y de ella salió una bola de luz negra que lo propulsó contra la pared, se deslizó por ella y acabó tendido en el suelo, dolorido.
-Uno menos... -susurró Yasu.
Hiro se retorcía en el suelo mientras Zero se incorporaba un poco en el sofá. Llevaba la pistola escondida en su espalda y no quería moverse mucho para que no se notase. Max seguía durmiendo ajeno a todo el peligro que corrían con semejante bestia en casa.
-Ni te acerques. -dijo Zero viendo que el moreno avanzaba hacia ellos.
-Qué bonita pareja... Qué pena Zero, con lo guapo que eres... -le dijo Yasu acariciándole el hombro con suavidad.
De repente Yasu se vio golpeado por un potente puño y cayó de espaldas desde el sofá al suelo. Dolorido se tocó la mejilla y levantó la vista para ver a su agresor.
-¡A ZERO NI TE ACERQUES! -le gritó Max que se incorporaba alzando un puño victorioso.
-Max, estate quieto... -le susurró Zero sujetándolo con firmeza.
-Ouch... ¿Sabes artes marciales? Qué completo es este niño... Es una de las pocas veces que me han pegado en toda mi vida... Qué honor que hayas sido tú... -volvió a utilizar el tono de voz de súplica.
Max luchaba con el brazo de Zero que lo sujetaba de levantarse y pegarle una paliza mortal por haber tocado a su novio mientras el peliblanco pensaba “No me lo creo, otro gay... Lo que faltaba...
-Tranquilo Zero, que no soy gay. Digamos que me va de todo un poco. Y tú tienes un polvazo...
-Qué coño... -murmuró Zero atónito.
Max inspeccionaba la habitación con la mirada y entonces vio a Hiro. Tirado en el suelo y pegado a la pared, aferrando con dolor su estómago y retorciéndose lentamente.
-¡HIRO! -exclamó el ojiazul.
-Tranquilo, no va a morir... Aunque tú no correrás la misma suerte. -saltó Yasu levantándose.
Pero no le fue posible ya que la suela de una bota le asestó una patada en la cara haciendo que cayera de nuevo hacia atrás, al suelo.
-Sobre mi cadáver. -escupió Zero.
-Creo que estoy desentrenado, voy a necesitar más fuerzas....
De pronto, Yasu se incorporó y una luz negra comenzó a emanar de todo su ser y lo envolvió, como un caparazón de plumas negras. Una niebla oscura comenzó a inundar la sala.



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