jueves, 20 de diciembre de 2012

55 | 14/9/10 – España, Granada. Oscuro y nublado. (2)



La luz que emanaba del cuerpo de Yasu pese a su tonalidad negra como el azabache, comenzaba a deslumbrar a Max y Zero que seguían sentados en el sofá. Cubrían sus rostros a la espera de lo peor, de un posible monstruo que les arrancaría las entrañas para comérselas después.
Pero no todo estaba perdido ya que en ese momento Shinku apareció como de la nada. Llevaba su precioso vestido rojo carmesí, de terciopelo, miraba la escena mientras se acercaba lentamente.

-¿Por qué hacéis tanto jaleo? En esta casa ya no se puede tomar una el té tranquila. -soltó enfadada con las manos en las caderas.

Yasu paró en seco y la luz negra de disipó como la neblina londinense. Se acercó a Shinku no sin antes inspeccionarla de arriba abajo.

-Hola guapa, no nos han presentado, me llamo...

A Yasu no le dio tiempo a terminar su bien elaborada frase para ligar, Shinku le había pegado una bofetada en la mejilla derecha.

-No hace falta que te presentes, no quiero conocerte. -desvió la mirada y la centró en Hiro que continuaba lamentándose en el suelo.
-Auch... Una chica difícil, ¿eh? …

La luz negra emanó de nuevo del cuerpo de Yasu que cerraba los ojos y se concentraba a conciencia. Shinku extendió un brazo causando una gran espectación, Max creía que esa luz negra se lo arrancaría de cuajo, pero al contacto de la mano de Shinku con la extraña luz, esta se redució y  de su mano salió una bola de luz roja intensa que expulsó a Yasu hacía la pared de en frente.

-Atacarme con una magia tan patética solo me produce arcadas. Y vosotros, otro ruido y sufriréis las consecuencias.

Max y Zero asintieron con firmeza y rápidez. Shinku por su parte pasó al lado de Yasu ignorándolo, como si fuera una mosca pesada que volaba a su alrededor y que ahora yace en un rincón medio muerta. Subió las escaleras y la perdieron de vista.

-Uuugh.... Maldita rubia estúpida... -murmuraba Yasu incorporandose, apoyado en la pared.
-Le pierden las mujeres... Menos mal que ha aparecido Shinku... -dijo de repente Hiro que se había levantado del suelo y caminaba con una mano en el estómago y otra apoyándose en la pared.
-Tú a callar, gilipollas de tres al cuarto... -dijo Yasu, asqueado.
-¡CIERRA LA BOCA!
Max había recorrido la distancia entre él y Yasu en milésimas de segundo, pues, después del insulto hacia Hiro, éste estaba al lado de Yasu propinándole un segundo puñetazo en la cara.
Yasu, sorprendido ante la rapidez del menor y el hecho de que no lo hubiera notado al llegar, cayó de nuevo al suelo. Estaba comenzando a enfadarse de verdad, nunca le habían pegado tanto como aquella noche... Era como si sus poderes no le respondieran, y no podía permitirlo. No podía permitir que Max volviera a ganar, tenía que matarlo.
-¡Estoy harto de que solo vengas a quejarte de tonterías! ¡Si yo tenía más éxito que tú, te jodes! ¡Habértelo pensado mejor eso de ir dando mala fama al grupo! -le gritó cerrando puños y ojos.

Yasu, cansado de tantas gilipolleces de alguien tan insignificante como Max, se incorporó y cargado de furia, le asestó un golpe a Max. Su puño cubierto de magia negra impactó en el pecho del menor lanzándolo hacia atrás unos metros. Max cayó de espaldas contra el frío suelo profiriéndo un grito sordo de dolor.
Zero saltó ahora sí del sofá y corrió hacia Max. Sakura y Koichi bajaron rápidamente las escaleras alegando haber oído un grito aterrador. Y contemplaron la escena. Max tendido en el suelo, aparentemente inconsciente, Zero encima de Yasu, agarrándolo con fuerza por la camiseta y gritándole “¡TE MATO!”, Hiro, sujetándolo, intentando que no hiriese a Yasu (aunque se lo merecía).
-¡Zero, cálmate, basta! ¡Koichi, ayúdame! ¡Sakura, atiende a Max! -ordenó Hiro a gritos.

La pareja asintió y corrieron cada uno a sus puestos. Koichi acudió a ayudar a Hiro, Zero estaba fuera de sí y tenía más fuerza que ellos. Gritaba “¡Lo mato! ¿¡Cómo se le ocurre hacer algo así!?
Hiro cogía fuertemente a Zero por los brazos mientras Koichi empujaba a Zero hacia atrás. Yasu permanecía callado y con la cabeza gacha, sin decir nada.

Sakura sujetaba con dulzura la cabeza de Max sobre su regazo. Sus ojos cerrados y su delicado rostro dormían, o eso parecía. Sakura comprobó que Max no respiraba y las lagrimas afloraban en sus ojos. Lloraba sobre la cara de Max que no se inmutaba ante nada.
-Max... Te vas a curar... Respira por favor... Te daré chocolate... Despierta por favor... Max...

Ante el sollozo de Sakura, todos pararon en el acto. Zero miraba la escena sin mirarla. Sentía sin sentir. Era como su todo su mundo se derumbara por momentos. Podía ver en la lejanía el rostro de Max dormido, parecía que jamás fuese a abrir los ojos otra vez.

Zero se levantó y dejó a los demás en el sitio, estáticos. Caminó lentamente susurrando el nombre de Max. Sin consciencia. Sin ganas de vivir. Sin vida.
Sakura se apartó al momento de agacharse Zero. Este cogió a Max entre sus brazos y lo miró con tristeza y rabia. Decía palabras sin sentido. Sakura no podía parar de llorar y Koichi había comenzado también a sollozar por lo bajo. Hiro, con los ojos húmedos y el sentimiento de impotencia en sus manos miraba sin parar a Zero y Max.

Max, con su cuerpo completamente inerte, descansaba sobre Zero que lloraba a lágrima viva, tal vez más que la vez que se escapó por su ventana dejándolo solo por dos años. Sentía como se le escapaba la vida por la punta de los dedos, por cada articulación y por cada centímetro de su cuerpo.
Pero, entonces oyó una voz... Era una voz masculina... Estaba muy triste, lloraba, quizás. Le llamaba por su nombre... Le susurraba y pedía cosas...

-Max.... Max... Despierta por favor... Max... T-Te vas a poner bien... Te llevaré al parque de atracciones... ¿Te acuerdas de cuando fuimos juntos?... Lo pasamos muy bien... Despierta por favor Max, no me dejes solo....

Max lo recordaba. Una tarde de verano. Andando por un parque de atracciones cogido de la mano de un chico alto, al que no distinguía su cara... Solo su preciosa sonrisa que parecía sonreir cada vez que él decía algo. Había globos por todas partes. Él quería uno pero no quería que lo viera como un niño pequeño... Pidió un helado. Se montaron en las atracciones. Gritaron, jugaron, rieron, se lo pasaron como nunca. Al final del día, sentados en un banco contemplaron el atardecer. El chico le dijo una frase: “Te quiero, ojalá estemos juntos para siempre.” “Y yo”, contestó Max.

-¡Max está respirando! -exclamó Zero feliz.

Todos se acercaron, a excepción de Yasu y se encaramaron alrededor de la pareja. Zero ahora lloraba de felicidad y abrazaba más fuerte aún a Max. Sakura cubría su rostro y sonría satisfecha, Koichi la abrazaba mientras se secaba las lágrimas de su moreno rostro. Hiro le dio unas palmadas de ánimo a Zero y sugirió acostar a Max en una cama. Zero ofreció la suya para tenerlo mejor controlado y para que nadie lo molestara. Zero se incorporó y cogió a Max en princesita.
Yasu se levantó también.

-Qué conmovedor...
La mirada de Zero hacia Yasu destilaba un odio sobrenatural, mucho más que el del extraño ojo del moreno.
-Parece ser que Max y yo hemos tenido una conexión mental a causa de la colisión de nuestros poderes.
-¿Qué poderes? -preguntó Zero extrañado, Max no tenía poderes como los de Yasu.
-Los de Max y los míos. Max ha podido volver a respirar porque ha escuchado tu voz. Ha recordado un día que le llevaste a un parque de atracciones. Qué bo-ni-to. -deletreó Yasu con asco.
-¿Q-Qué? -Zero no podía estar más extrañado.
Yasu corrió hacia ellos, y cuando todos se apartaron se dieron cuenta que realmente se dirijía a la ventana. Estalló y todos los cristales volaron por la habitación. Yasu se subió a la ventana y unas grandes alas negras salieron de su espalda. Después, miró por última vez a Max con cierto asco y emprendió el vuelo.
Atónitos, Koichi, Sakura, Hiro y Zero se quedaron plantados en el sitio sin decir nada. Al cabo de un par de segundos, Zero reaccionó y subió escaleras arriba seguido por Hiro. Koichi y Sakura se quedaron en el salón a limpiar el estropicio que el moreno les había causado.

El peliblanco acostó a Max en su cama y comenzó a desvestirlo para ponerle el pijama y que descansara agusto. Hiro mientras tanto estaba sentado en una silla cerca del escritorio, mirando.
Después de cambiarlo, lo metió en su cama y comprobó sus constantes. Tenía el pulso estable aunque un poco más bajo de lo normal y parecía en buen estado. Se sentó en el borde de la cama y miró a Max, con las palabras de Yasu aún en su mente: “Parece ser que Max y yo hemos tenido una conexión mental a causa de la colisión de nuestros poderes.”
¿Max tenía poderes? ¿Por qué nunca se lo había dicho? ¿Qué clase de poderes eran? ¿Era posible que ni él mismo supiera que los tiene?




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