lunes, 7 de enero de 2013

58 | 19/9/10 – España, Granada. Soleado de nuevo.

(Tiene contenido Lemon.)




Cinco días. Max dormido. Zero dormido también a su lado en un sillón. La habitación daba verdadero asco. Había latas de cerveza y botellas de whiskey vacías tiradas por el suelo. El peliblanco, con unos pantalones vaqueros y una camiseta gris con una quemadura de un cigarro, descansaba un par de minutos apoyado en el brazo del sillón.

Hiro entró silenciosamente en la habitación y le enterneció bastante la escena. Se acercó con sigilo a Zero y sonrió, lo veía bastante cansado, así que, bolsa de plástico en mano, comenzó a limpiar la habitación empezando por la basura. Zero estaba tan cansado que ni los ruidos del moreno lo sacaban de su sueño, y así, en diez minutos estaba casi completamente limpia la habitación. Cogió todos los ceniceros y los vació en la bolsa de plástico también, estaban llenos de ceniza y cigarros acabados, seguramente todos los que Zero se fumó por la desesperación de ver a su amante dormido.

Una vez limpia la habitación, había incluso sacado la ropa sucia para echarla a lavar, se acercó al peliblanco y se sentó en el borde de la cama. Le tocó suavemente el hombro y este comenzó a despertarse.

-Umm...¿Qué pasa? ¿Se ha despertado Max? -preguntó abriendo los ojos con esperanza.
-No, lo siento. Y aféitate hombre, que si Max abre los ojos y te ve así se vuelve a dormir.
Zero desvió la mirada avergonzado.
-Venía a hablar contigo...
-¿H-Has limpiado la habitación? -preguntó incrédulo.
-Sí, estaba asquerosa, y si Max se levanta y la ve así, se vuelve a dormir. -repitió burlándose.
-Deja la bromita por favor... ¿Qué me querías decir? -preguntó acomodándose en el sillón sin quitarle el ojo a Max.
-Bueno...
Comenzó por contarle la conversación que tuvo con Yasu y que se quedaba en la casa, aunque no podía molestar a nadie. Viendo que Zero iba a empezar una discusión a gritos lo intentó calmar y finalmente Zero cedió.
-Realmente venías a hablarme de otra cosa, ¿verdad?
-Qué listo eres...
-Dispara.
-Verás... Es que es difícil...
-Si me vas a decir que estás enamorado de Max, no. Guárdatelo para ti, porque si no tendría que matarte.
-No es eso... Aunque van por ahí los tiros... Estoy enamorado.
-Enhorabuena... ¿Y? -preguntó secamente, como si le importara un comino. ¿Hola? ¡Max lleva en una especie de coma extraño del demonio ya cinco días! pensaba.
-Bueno.... Es que Momoe y yo estamos saliendo. -dijo al fin.
-¿¡QUÉ QUE!? -gritó Zero casi tirando el sofá al suelo.
-S-Siéntate Zero, no te alteres...Sé que debería habértelo dicho antes, porque llevamos ya casi una semana saliendo, pero estábamos asustados de que te enfadaras... O me quisieras matar...
-No, si ya tenía ganas de matarte desde hace mucho tiempo, y no haces más que darme más ganas a cada noticia que me das. -le dijo mirándolo con odio.
-¿C-Cómo que desde hace mucho tiempo? ¿Por qué? -preguntó asustado el moreno.
-¡Pues porque Max deja que te duches con él! ¡Y conmigo no! ¡No entiendo porqué, si cuando vivíamos juntos nos bañábamos los dos juntos muchas veces! -refunfuñó.
-¿Y yo qué culpa tengo? Es como mi hermano pequeño y ya lo sabes que no quiero nada con él, y ahora menos que tengo novia...
-Bueno... Si ella te quiere, yo no me voy a meter... Además, no voy a ser yo quien se oponga por motivos de edad después de salir con Max desde los trece años...
-Hahaha, sí, eras un poco pederasta. -se rió Hiro.
-En fin... Que gracias por habérmelo contado al menos, a mí con que Momoe sea feliz me basta, y mejor si es con alguien de confianza. -dijo sinceramente pasándole el brazo por los hombros.
-Muchas gracias Zero, tú bendición era muy importante para nosotros. -dijo Hiro al borde del llanto.
-No llores tío... -le pidió asqueado quitando el brazo.
-Bueno, yo me tengo que ir, he quedado con Momo-chan. -dijo feliz levantándose.
-¡Mas te vale no dejarla preñada! ¿Me oyes? -le gritó Zero mientras el moreno salía por la puerta.

Zero escuchó unas risas de Hiro y la puerta cerrándose. Se sentó en el borde de la cama y se cogió la cabeza con las manos. Hiro con su prima... Solo tenía quince años, y Hiro era un tío hecho y derecho de veintitrés ya... Realmente ahí no podía hacer nada, cuando Max tenía trece años el tenía diecinueve, no es nadie para meterse en temas de amor y edad. Intentó alejar la imagen de Hiro y su prima enrollándose porque, sinceramente, no le gustaba nada.

-Uuuhmmm.... -murmuró Max.
 Zero volteó la cabeza sorprendido y se acercó rápidamente.
-¡Max! ¡Max cariño! -le gritó Zero viendo como Max se tocaba la cabeza aún sin abrir los ojos.
Una vez Max había abierto por primera vez los ojos en cinco días su cara cambió completamente y Zero se veía radiante, con barba de cinco días pero radiante. Max por su parte lo miró extrañado, como si no supiera donde estaba. Arqueó una ceja y se dirigió al peliblanco.
-Ehmm.... ¿Quién eres? -preguntó el ojiazul.
Zero se quedó de piedra. No podía ser. Max había perdido la memoria. No sabía quien era él. Su novio desde hacía tantos años. La persona más importante para Zero le había olvidado completamente en solo cinco días de sueño. Con los ojos como platos y apunto de desmayarse, vio como una sonrisa se formaba en la boca de Max.
-¡HAHAHAHAHAHA! ¡Te lo has creído! ¡Oh Dios Zero, deberías haber visto la cara que has puesto! ¡Hahahaha! Lo siento, solo bromeaba Zerito... -dijo Max.
Zero dejó los ojos entrecerrados, frunció un poco el ceño y suspiró aliviado. Sus músculos estaban relajados de nuevo después de ser estirados casi hasta el punto de romperse incluso.
-Joder, pensaba que se te había ido la memoria o algo chungo... No vuelvas a hacer eso por favor...
-Uum....¡Vaaaaleee! -le dijo Max sonriendo.
-Ven aquí estúpido, que me has tenido muy preocupado. -le ordenó Zero abriendo los brazos.
Max se lanzó a sus brazos y lo abrazó como si no existiera el mañana. El peliblanco, apunto de llorar, contuvo las lágrimas de alegría y lo apretó con fuerza contra su pecho.
-¿Cuánto tiempo llevo dormido? -preguntó sin dejar de abrazarlo.
-Cinco interminables días.
-Lo siento. -dijo Max dándole un beso a su amante.
-No es culpa tuya...
-Fue Yasu... Me hizo revivir hasta recuerdos de hace años... Sus poderes son muy fuertes... -dijo Max con cierta aura misteriosa.
-Sí, el del parque de atracciones, lo dijo antes de largarse el muy... Por cierto, hablando de poderes... Él dijo...
Pero Zero no pudo terminar la frase ya que Ryuichi había entrado como un huracán en la habitación y se estaba lanzando al cuello de su primo.
-¡Max! ¡Por fin has despertado! ¿Estás bien? ¿No te duele nada? -preguntó precipitadamente abrazándolo.
-E-Estoy bien Ryuichi...

Y después de eso todos pasaron a verlo y a preguntarle qué tal se encontraba. Max no veía porqué darle tanta importancia si se sentía igual que siempre, puede que incluso mejor, se notaba con más fuerzas, después del largo descanso de cinco días que se había tomado.
Hikari propuso que, a lo mejor, el propio cerebro de Max hizo que no despertara porque necesitaba descansar. Max no lo negó ya que había estado varios días durmiendo bastante mal antes del incidente, y según le habían dicho, después del ataque y de volver a respirar, se había quedado dormido, probablemente porque el propio Max tenía sueño. A Zero ya todo le daba igual, porque por fin Max, estaba despierto. Era como su renacer.
Max se quedó en el cuarto de Zero para descansar un poco más, pero en realidad, no le apetecía nada descansar.

Ya por fin estaban ambos solos en la habitación.

-¿Qué era lo que me querías preguntar antes de que entraran todos, Zero? -preguntó Max que estaba con su espalda apoyada en el pecho del peliblanco.
-Nada Max.... Es solo, que me alegro de que hayas despertado.
Max le sonrió y Zero le respondió la sonrisa. Prefería no preguntarle nada porque, realmente sabía a lo que se refería Yasu con “ los poderes de Max”, de hecho, había tenido cinco días para pensarlo bastante bien y después de aquellos días de reflexión sacó en claro muchas cosas.
Ahora entendía porqué cuando quería algo, Max aparecía con eso en la mano, o porqué el ojiazul se acercaba al teléfono y entonces empezaba a sonar, o porqué una vez había visto como un salero se acercaba unos centímetros a Max, que creyó fue una ilusión óptica suya. Probablemente serían poderes como solían llamar “telequinéticos” , porque, al fin y al cabo, nunca había visto a Max hacer magia.

-Zero, ¿quieres que te haga un truco de magia? -preguntó de repente.
-En serio Max, ¿cómo lo haces? -le preguntó ya de una vez por todas.
-¿El qué? ¿Leerte la mente? Creo que lo sabes desde hace unos años.
-Sí, pero me gustaría escucharlo de ti.
-Lo siento... Es que no me gusta ir contando esto...
-Lo mismo dices cuando te preguntan porqué eres tan listo y no les quieres decir que eres superdotado, pero eso sí me lo contaste, ¿por qué esto no?
-Bueno, lo vi un poco tonto, además, no quería que te asustaras si te dijera que puedo leer la mente...
-Pero...¿En serio lees la mente? -preguntó cubriéndose la frente con la mano, como para impedir que se la leyera.
-No... Es como... Que noto lo que piensas así por encima... ¿Como cuando quieres una cerveza o un cigarro y te lo doy? Pues eso... Pero todo lo que piensas no, si no, sería horrible... Me pasa con todo el mundo, no pienses que es solo contigo...
-No, ya imagino... ¿Y lo de acercarte al teléfono antes de que suene?
-Es todo intuición, no es que oiga tus pensamientos claramente, ni que escuche el teléfono, es un simple presentimiento que me dice lo que tengo que hacer.
-Vaya... ¿Y lo de mover cosas?
-Eso sí que no tengo ni la más mínima idea... Me pasa desde pequeño, y siempre son objetos a una distancia muy corta, de hecho una vez probé a intentar mover cosas que están a una mayor distancia y me era imposible... Pero para cosas que están cerca sí, es práctico además.
-Joder... Joder Max... No hay día que no me sorprendas con algo. -le dijo sonriendo.
Max le devolvió la sonrisa.
-Pero no le digas nada a nadie, ¿vale?
-De acuerdo, será algo entre los dos. Pero un consejo, no lo muestres mucho, porque te vas a delatar tú solito... cariño.
-Ya, es que a veces es casi inevitable...
Rieron un rato y mientras Zero le quitaba la vía con el suero le contó como lo habían cuidado esos cinco días y lo triste que había estado sin él. Y, había que reconocerlo, cinco días sin sexo para Zero, después de su racha de al menos una vez al día y a veces incluso dos, pues estaba algo falto de amor.

-Por cierto Zero, ¿y esta barba? -preguntó tocándole la cara mientras se reía.
-Si no me queda bien me la quito, ¿eh? No, es que como ya te he dicho, yo no me he despegado de ti... De hecho, porque me traían cosas de comer a la habitación, que si no... Bueno, reconozco que salí un par de veces para ir al baño, pero te juro que yo quería traerme un bote para hacerlo aquí, pero me pareció algo asqueroso y...
No pudo contestar porque Max le estaba besando. Y con bastante ansia parecía. Agarraba con fuerza la camiseta del peliblanco mientras este rodeaba su cintura con los brazos. No paraban de besarse y sí, Dios, Zero lo necesitaba con urgencia. De repente Max se separó y lo empujó contra la pared aún sentado en la cama.
-Estás muy sexy con esa barba. Me gusta.
-A-Ah...
Max lo estaba mirando con una cara de perversión que Zero descubrió al llegar a España. Recordó las primeras veces que lo hicieron al volver de Japón. Era evidente que Max había crecido porque ahora era mucho más morboso y porqué no decirlo, más sexy. Había evolucionado tanto física como mentalmente y a veces tenía como único objetivo minar la resistencia sexual de Zero, que delante de Max era prácticamente inexistente. Desde entonces se pasaba los días como Zero solía decir “calentándole la polla, básicamente”, y estaba feliz por ello, veía a Max mucho menos tímido que cuando lo cogía con delicadeza años atrás. Ahora Max quería caña de verdad y Zero estaba dispuesta a dársela a su adolescente favorito.

Max se estaba sentando encima suyo mientras no dejaba de besarlo y acariciarle el torso. Zero se dejaba hacer mientras cogía a Max de la espalda y las nalgas. Sin separarse de su amante, Max desabrochaba la camiseta del pijama de Zero y tocaba sus trabajados músculos que tanto le gustaban. Zero ya respiraba agitadamente, y no solo por las caricias de Max, si no porque éste no tenía otra manía que mover las caderas, y sentado encima de él era todavía peor. Zero sabía que tenía poder suficiente sobre él y la verdad, no se iba a oponer a nada que le hiciera.
Max se levantó de encima de Zero y éste captó enseguida lo que le quería decir, así que se levantó él también y se quitó del todo la camiseta. Max había insistido muchas veces en que le ponía mucho Zero sin camiseta, y claro, con esos músculos, ¿quién no quisiera verlo sin camiseta?
Y eso hizo, pero mientras se la quitaba Max ya estaba deshaciendo el nudo del pantalón y bajándoselo.
El peliblanco sabía perfectamente qué significaba eso y no iba a decir que no desde luego. Si había algo que le encantaba eran los “trabajitos” orales de Max. Y el menor ya estaba liberando el miembro de Zero que llevaba muy duro un buen rato, encerrado en su jaula de tela, pero ahora era libre y, ¿feliz?
El mayor bajó la mirada para ver a su novio, que estaba sonriendo con una malicia que a Zero le ponía bastante mientras se relamía los labios alegando que “llevaba cinco días sin comer nada”.
A veces Zero sentía que se podría correr solo con las palabras de Max. Éste empezó a lamer el miembro de Zero, que empezaba a gemir con el contacto de la lengua de Max. Lamía de arriba abajo y luego el glande. Zero no podía casi ni respirar, cerraba los ojos y agachaba la cabeza. A Max le encantaba ver como lo tenía completamente a su merced, así que introdujo el miembro entero de Zero en su boca mientras lo lamía a conciencia. El mayor gemía y gemía ya agarrando la cabeza de Max para que no parase. Sabía perfectamente que no pararía, pero era algo que no podía evitar. El menor seguía metiendo y sacando el pene de Zero en su boca hasta que éste agarró fuertemente a Max del pelo y se corrió entre gemidos. El menor se limpió la boca con la manga de la camiseta y miró a Zero con media sonrisa y una ceja arqueada. Zero sonrió perversamente también y lo cogió para sentarlo sobre él. Abrazó a Max mientras lamía y mordía el cuello del menor. Sabía que era una zona muy sensible del cuerpo de éste y se confirmaba siempre por los gemidos del menor hasta sin hacerle casi nada. Max gemía mientras intentaba quitarse los pantalones y los calzoncillos. Zero sin parar de morderle le ayudó y lo cogió por las nalgas apretándolas con fuerza. Max no podía aguantar más, agarró con una mano el miembro de Zero y lo dispuso en su entrada sin parar de gemir. Zero, sabiendo que ahora empezaba “lo bueno” dejó de morder a Max y lo agarró de las caderas penetrándolo de imprevisto. Max gritó y Zero se disculpó mientras seguía cogiéndolo con fuerza. El castaño se agarraba al cuello del peliblanco mientras subía y bajaba sin parar, gimiendo y gritando. Si había algo que calentaba a Zero de verdad era verlo gemir y gritar encima suyo, tenía asientos de primera fila y pensaba disfrutar la función entera. Siguió penetrando a Max y gimiendo, sudando, mojado. Max por su parte, cada vez se agarraba con más fuerza a Zero. Cuando ya faltaba poco para el clímax, Zero empujó a Max contra la cama y se tiró encima, sin dejar de penetrarlo. Max gritaba y gemía, y le arañaba la espalda como una gata en celo. Zero se apoyaba en la cama sin parar de embestir a Max que estaba con las piernas totalmente abiertas y la cara roja. Al momento Zero y Max gritaron al unísono y Zero se corrió dentro de Max, haciendo que este se corriera sobre su estómago.

Después de unos segundos, al haber recuperado el ritmo de respiración normal, Zero sacó su miembro del culo de Max y lo besó tiernamente en la mejilla. Max sonrió y se levantó.

-¿Te quieres duchar conmigo? -preguntó el pequeño.

No había nada que hiciera más feliz a Zero que volver a ducharse con él después de dos años.



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