jueves, 21 de noviembre de 2013

75 | 23/2/11 – España, Granada. Soleado.



Tomoe se había adaptado a aquella enorme casa. La biblioteca era casi como su habitación, pasaba largas horas allí, sentada en una de las mesas circulares leyendo, la mayoría libros asiáticos, que había a puñados. Llevaba más de un mes allí y se sentía querida, la mayoría de las personas allí eran amables con ella, y los había analizado a la mayoría, pero sobre todo a las chicas. Era algo innato en ella, para Tomoe, ver una chica equivalía a pasarla por un radar, veía los gustos y los gestos de la gente de una manera diferente a la gente normal.
Había visto a Shinku un par de veces, pero sabía que era una chica fría y con muy pocos o ningunos sentimientos por la gente que vivía allí, a excepción de Sakura, a la cual vio dando un abrazo eufórico mientras Shinku simplemente se dejaba hacer para luego subir a su habitación de nuevo. Sakura, muy amable y servicial le parecía muy comprensible y cariñosa. Megumi también le pareció muy maja, pero algo introvertida, como ella. Habían hablado de música clásica, ya que se enteró de que Megumi tocaba el contrabajo y se sintió interesada, pero luego le contaron que Megumi andaba detrás de Koichi desde hacía siglos, así que lo dio por imposible. Jessica era horrible, pervertida, malhablada, creída y agresiva, a Tomoe ni se le ocurría acercarse a ella pese a que la pelirroja ya había intentado tocarle el trasero. Luego estaba Hikari, tan callada y misteriosa, pero descubrió que hablar con ella era fácil, era simpática y muy trabajadora, se pasaba casi el día entero fuera de casa y cuando estaba se dedicaba a limpiar y poner orden. Judith era una mujer atareada, la habría visto dos veces, y parecía del estilo de Jessica, así como Haruka, ambas con hijos y una vida ya estable, aunque sin pareja. Momoe le parecía muy adorable, del tipo de chica que le gustaban, pero por desgracia tenía pareja y era un hombre, así que tampoco se esforzó mucho. Rei e Ichigo eran majas, pero las veía algo “inestables” mentalmente hablando. Alice le pareció algo fría también, aunque la había visto mucho en la biblioteca y le había lanzado alguna miradita, ésta nunca le correspondió con nada, es más, sentía que cuando la miraba la estaba traspasando como si fuera un cristal y mirase lo que hay detrás, sin percatarse de su existencia. Solo le quedaba Scarlett, llevaba mucho tiempo pensando en ella, lo cariñosa y buena persona que era, lo bien que se le daban los niños y lo buenas amigas que eran, pero con ella ya había tenido un roce y sabía que nada ocurriría entre ellas... Tomoe, desilusionada, se dio por vencida y dejó su blog de lado durante unos días.


En el salón mientras tanto hablaban dos chicas que eran casi una fotocopia la una de la otra.

–Estoy muy contenta de que hayas venido, Yumi. –dijo Megumi cogiendo las manos de su hermana.
–¡Yo también estoy contenta de haber venido, hermana! –chilló Yumi balanceando las manos junto a las de su hermana.
–Qué pena que no dejen venir todavía a Misaki … –dijo triste Megumi.
–Seguro que pronto lo dejarán venir, se sentirá muy solito allí sin mí … Y yo lo echo de menos ya … –gimoteó Yumi.
Tomoe abrió lentamente la puerta del salón y decidió no entrar. Había escuchado la conversación y dedujo que había una chica nueva, la hermana de Megumi al parecer... Yumi. Fue posar sus ojos en ella y quedarse embelesada totalmente. Yumi era una chica preciosa. De corta estatura, no tendría más de 16 años, con una melena ondulada color miel y unos bellísimos ojos castaños ligeramente más claros a los de su hermana. Cualquiera diría que Megumi y Yumi eran casi idénticas, pero Tomoe sabía apreciar los pequeños detalles. Yumi era más bajita, con el pelo más largo, más ondulado y con el flequillo echado a un lado. Su piel era más clara al igual que sus ojos. Megumi era una versión adelantada, era como ver a Yumi en el futuro. Pero Tomoe veía muy especial a la pequeña Yumi, y sus mejillas, totalmente coloradas, se encendían detrás de la puerta del salón.

–Megu-chan … Hay alguien en la puerta …
Megumi giró la cabeza ya que estaba de espaldas a la puerta y vio a Tomoe, que abrió los ojos como platos asustándose mucho, pensó en huir, pero entonces …

–Aaay … Pero Tomoe, ¡ven aquí, que no mordemos! ¡Pasa, pasa, ven a conocer a mi hermana! –le invitó a pasar.
Tomoe entró lentamente colocándose bien el flequillo, estaba algo acalorada.
–¡Vaya, mira te has despeinado! -dijo Megumi acercándose a Tomoe y peinándole el pelo con las manos por atrás.
–N-No es necesario, Megumi …
–Hola Tomoe, yo soy Yumi. –se presentó la hermana de Megumi sonriendo.
–Encantada Yumi … –respondió Tomoe agachando un poco la cabeza.
–¿Te puedo llamar Tomo-chan? –preguntó Yumi sin parar de sonreír.
–C-Claro... C-Como quieras...

Después de las presentaciones, las tres subieron a la que sería la nueva habitación de Yumi. Ésta estaba algo enfadada porque quería compartir habitación con su hermana, pero Megumi le dijo que en su habitación no iba a entrar nadie más. Tomoe estaba nerviosa, deseaba con todas sus fuerzas que la asignaran en su habitación, aunque fuera con Scarlett también, no le importaba mientras estuviera cerca suya. Pero desafortunadamente, llegaron al tercer piso y pasaron de largo la habitación de Tomoe para entrar en la de Momoe. Al entrar vieron a la peliblanca sentada en su cama leyendo un manga shôjo.

–Mira Momoe, aquí tienes a tu nueva compañera, ¡mi hermana Yumi!
–¡Hola, encantada! -saludó Momoe levantándose rápidamente de la cama. Tan rápido que tiró sin querer una lámpara al suelo.
–¡Hola Momo-chan! -chilló de nuevo Yumi abrazándola mientras colocaba la lámpara en su sitio.
–Momoe es mayor que tú, así que tienes que hacerle caso en lo que te diga. Es solo un año mayor pero …
–¿Tu hermana tiene 15 años? –preguntó extrañada Tomoe.
–Sí, ¿por qué lo preguntas?
–Nada, nada... Es solo que me pareció mayor …
–Jaja, se lo dicen mucho, yo creo que es por la talla de pecho, tiene más que yo … -dijo con un deje apenado en la voz– Nos llevamos dos años, y mi hermano pequeño Misaki tiene 12.
–Aaah... –Tomoe se lamentaba profundamente de no llevar encima uno de sus blogs.

Al cabo de un rato Megumi decidió volver a su habitación para estudiar un rato, así que dejó a las tres chicas conociéndose mejor.

–Dime Yumi, ¿qué te gusta hacer? –preguntó Momoe.
–Pueees … Me gustan mucho los animales, estoy intentando convencer a mi hermana para que me dejen tener un gatito. –dijo sonriente– También me gustan mucho las excursiones al campo, y las plantas.
–¡Oh, sería genial ir un día todos juntos al campo! –exclamó la peliblanca.
–¡Sí, sería genial! Tomo-chan, estás muy callada … –dijo Yumi dirigiendo la vista a la castaña.
–E-Eh … Prefiero escuchar …
–¿A ti que te gusta, Tomo-chan? –preguntó sonriendo de nuevo.
–¿A mí? … P-Pues … Me gusta la música, la música clásica sobre todo … –farfulló a duras penas.
–¡A mí también! ¿Tocas algún instrumento? Yo toco el violonchelo.
–Sí, claro, la viola.
–¡Algún día tenemos que tocar juntas! Que suerte que aquí haya un salón de actos y todo. ¿Tú tocas algún instrumento, Momo-chan?
–No, soy demasiado torpe, no se me daría bien ninguno …
–Pues yo creo que sí. –dijo Yumi sonriendo.

La sonrisa de Yumi dejaba a Tomoe sin aliento, era muy bonita, su cara irradiaba felicidad e inocencia pura. Hacía que Tomoe se sintiera muy mal al pensar cosas obscenas sobre ella, pero su mente iba demasiado rápido y su imaginación tenía alas inalcanzables.
Al cabo de un rato hablando las tres sobre sus gustos, Tomoe ya había confeccionado un perfil completo de Yumi. Era una chica muy alegre, la típica persona que es feliz ayudando a los demás. También advirtió que era extremadamente educada, no un poco, si no bastante, porque tiró sin querer la lámpara de Momoe al suelo y se pasó como 5 minutos de reloj disculpándose y haciendo mil reverencias, y eso que la lámpara estaba intacta. Su voz era bastante aguda, haciéndola parecer más infantil y adorable, o por lo menos eso le parecía a Tomoe. Con esa piel y ese cuerpo tan delicado parecía que la hermana de Megumi necesitara protección las 24 horas del día, y Tomoe estaba dispuesta a ofrecérsela si fuera necesario.

Momoe anunció que se iba a duchar y salió de la habitación con ropa limpia dejando a Yumi y Tomoe a solas en la habitación prácticamente en penumbra. Yumi encendió la lámpara que había tirado antes al suelo y miró a Tomoe. Un relámpago cruzó con rapidez su mente. Y su estómago. Asustada, Tomoe se levantó y caminó hasta la puerta.

–Creo que me voy yo también, tengo que … Adiós …
–¿Te vas? -preguntó Yumi cogiéndola del borde de la camisa.
–Eh…
Yumi se quedó callada mirándola a los ojos y Tomoe se dio cuenta de que se tenía que ir de verdad o acabaría besándola en ese mismo momento y no podía suceder. No otra vez.

–Sí, … ya … nos veremos, por … la casa …
–Vale... Buenas noches, Tomoe.

Dijo Yumi y se despidió dándole un beso en la mejilla. Tomoe salió y se metió en su habitación. Rozó con la punta de los dedos el sitio donde le había besado Yumi. No se lo podía creer. Podía morir allí mismo de felicidad.

–¿Qué te pasa, Tomoe? Estás como un tomate. –preguntó Scarlett.
–¿Qu-qué haces aquí? –preguntó asustada Tomoe.
–Estaba dibujando. ¿Te ocurre algo?
–¿A-A mí? Nada, qu-qué me iba a pasar a mí? Pues … Nada …
–Ah … Parecías un poco febril.
–Estoy … Estoy bien.

Tomoe dio por finalizada la conversación sentándose en su escritorio. Sacó un blog y lo dedicó entero a estudiar a Yumi. Sacó todas las ideas que había encontrado escuchando en la habitación de Yumi y Momoe unos minutos atrás, aún seguían en su mente y no quería perderlas. Estaba tan concentrada que no oyó a Scarlett acercarse por detrás.

–Así que te gusta Yumi, ¿eh? –preguntó la morena mirando por encima del hombro de Tomoe.
–¿¡QUÉ!? ¡¿QUÉ MIRAS?! –gritó horrorizada.
–Tranquila, yo te guardo el secreto. –le dijo guiñando un ojo.
–S-Si es que no …

Al final Scarlett consiguió que Tomoe se lo contara todo. Cómo la había conocido, las mariposas que sentía revolotear en su estómago cada vez que la miraba y sonreía …

–Pues lánzate si tanto te gusta.
–Es … Es que no sé, no sé ni siquiera si le gustan las mujeres …
–Bueno, pues demuéstrale que son las mujeres lo que le gustan, adelante Tomoe, no tengas miedo, yo te cubriré las espaldas. –dijo guiñando el ojo de nuevo.
–G-Gracias, Scarlett …

Fue entonces cuando Tomoe se dio cuenta de que Scarlett ya era un amor del pasado, que besarla fue un error y que estaba mucho más enamorada de Yumi de lo que había creído.


Fotohistoria (solo una parte) aquí

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