miércoles, 8 de mayo de 2013

60 | 26/10/10 – Granada, España. Despejado.




La rueda del destino no para de girar y girar... 

Todo marchaba de maravilla para la familia CLOUD. A excepción de dos chicas. Jessica y Judith. Llevaban semanas sin hablarse. Bueno, realmente, la que no quería saber nada de la otra era Jessica, que ignoraba a Judith con todas sus fuerzas y le dedicaba miradas de odio en las comidas familiares. Judith, que la quería muchísimo, se resignaba a seguir disculpándose con la cabeza gacha.
-Lo siento Jessica, déjame que te explique... -suplicaba la rubia.
-¡Déjame en paz! -exclamaba la pelirroja dando por terminado su almuerzo.

Aunque no todo eran peleas. Por otra parte, Zero y Max estaban más felices que nunca, de hecho, estaban tan felices, que llevaban una semana buscando piso. Zero insistía en que quería una casa grande para tener muchos hijos y que corretearan felices por un amplio jardín. Max, por el contrario, prefería algún piso, y en cuanto al tema de los hijos, insistía en que era algo pronto para convertirse en mamá. Lo dijo en broma obviamente, pero Zero le siguió la broma y se pasó toda la semana tratándolo como a una mujer, cosa que desquiciaba bastante al menor, odiaba que lo confundieran con una mujer, pero le sacaba de sus casillas que encima lo hicieran a propósito.

Aquella tarde de martes, Zero descansaba en un sofá del salón, con varios periódicos y revistas de alquiler y venta de domicilios. Max se acercó y se sentó en el brazo del sofá acariciando la cabeza del mayor.
-Zero, ¿qué tal va la búsqueda? -preguntó sonriendo.
-Mal... ¿Y tú por qué no buscas? -preguntó enfadado.
-¿No dices que soy una mujer? Pues le dejo el trabajo sucio al hombre. -respondió con rintintín tumbándose encima de su amante.
-Que tonto eres... Anda mira, este es perfecto. -dijo Zero señalando un anuncio en concreto.
-¡Niaaaaa, pero que guay! -gritó Max.- ¿Cuándo vamos a verlo?
-Pues podríamos ir esta misma tarde si quieres.
-¡Qué bieeen! -gritó de nuevo el menor, eufórico.
Zero acarició la cadera de su novio.
-¿Tendremos que celebrarlo no? -dijo el peliblanco sensualmente.
-Acabas de chafar el momento con tus pervertidos pensamientos... -refunfuñó el castaño dándose la vuelta cruzado de brazos.
-Perdón... -se disculpó.
Habría seguido la conversación. Quizás Zero habría insistido un poco más y lo habrían hecho en el sofá. Pero el destino es caprichoso. En ese momento, bajó las escaleras Jessica, solo en braguitas, seguida por Judith, que le imploraba perdón como de costumbre.
-Jessica, escúchame por favor, si yo te lo quería contar, solo estaba esperando el momento y...
-¡Olvídame! ¡No quiero saber nada de ti!
La pareja contemplaban la escena algo perplejos.
-¿Y a estas qué les pasa? ¿Y qué hace Jessica desnuda? -Preguntó Max.
-Ni idea... Cosas de tías... Aunque a lo mejor tú las entiendes. -se burló de nuevo entre risas.
-Tu puta madre, Zero. -le contestó el menor enfadado.
Calladito estoy más guapo, pensó Zero.

En el otro extremo de la habitación la pelea no cesaba y ambas chicas se enjaularon en aquella disputa sin tan siquiera percatarse de la presencia de los chicos al otro lado del salón.
-¿¡Tan importante es que no confías en mí!?-exclamó Jessica señalándose.
-Por supuesto que confío en ti, pero entiéndeme, no es algo que se pueda ir gritando a los cuatro vientos... -se excusó la rubia.
-Basta por favor, déjame... -suplicó Jessica dándose la vuelta, intentando apartar a su “ex-amiga”.
-Déjame que te explique... Pero por Dios, no se lo digas a nadie...
-A ver...
Las dos se sentaron en el sofá más lejano a los chicos y Judith comenzó a hablar en voz muy baja muy baja. Max intentaba agudizar el oído pero le era imposible.

-Jo, ¿qué será? Hablan tan bajito que no me entero...
-Ni yo, pero tampoco me interesa... Mira que eres cotilla... Otro síntoma de mujer. -Y Zero volvió a estallar en carcajadas.
-Zero me estás tocando ya los cojones, ¿eh?
-¿Ah, pero tienes? Pensé que eras una mujer. -siguió con la burla sujetándose el estómago de tanto reír.
-Se acabó, esta noche me voy a dormir con Hiro y Koichi.
-¡No, con ellos no! Que conociéndolos seríais capaces de montaros un trío.
-Habértelo pensado mejor antes... Con lo masculino que soy... -concluyó Max mirando a otro lado.
-C-Claro cariño... -le intentó dar la razón su novio. No me sale llamarle macho, pensó Zero.

Al otro lado del salón, las dos chicas habían finalizado su amena charla.
-Vale... Ahora lo entiendo todo... Normal que lo quisieras mantener oculto... Te juro que no se lo diré a nadie. -dijo la pelirroja.
-Gracias por entenderme Jessica, esto era muy importante para mí. -contestó al borde del llanto.
Y se fundieron en un amistoso abrazo mientras Jessica se disculpaba por haberle gritado y la rubia a su vez se disculpaba por no haberla informado antes.

-¡¡Qué bonito!! -gritó Max alzando el puño mientras las chicas le sonreían.
-Coño, qué susto me has dado... -dijo Zero a su lado cogiéndose el pecho.
-Jessica, vístete, anda...
-¿No te ha gustado nuestro abrazo semidesnudo? -preguntó perversa, como siempre.
-Pues... no mucho.
-Qué sosa eres...
-No soy sosa, soy heterosexual.

Y con esto, la casa volvió a la normalidad... O casi.


La rueda del destino puede reconciliar personas... 

Shinku estaba sentada en su sillón de terciopelo rojo y piedras doradas en el ático. Miraba por la ventana circular. Nostálgica. Con su peluche sentado en el suelo a su lado. Pensando en lo mucho que extrañaba a sus hermanas. Eran un total de 7 hermanas. Todas con poderes extraños, o eso decía Sakura, la rubia se lo había comentado un par de veces, pero, como todo lo que rodeaba a Shinku, era un misterio.

Alguien misterioso también irrumpió en el ático. Se trataba de Yasu. Un japonés de unos 25 años, de talla media, cabellera negra hasta los hombros y unos extraños ojos que asustaban a todo ser viviente.

-Hombre, pero si es la chica más lista de la casa. -saludó Yasu a su manera.

-Algo importante te va a pasar. -dijo simplemente Shinku.

-¿D-De qué hablas? -preguntó el moreno intrigado.

-No se puede evitar, la rueda del destino gira y gira... No deja de girar. No puedes escapar de tu destino.

-Vamos, que es algo malo.

-Según lo mires. -sentenció la rubia cogiendo su peluche de Kun-Kun y andando elegantemente hasta la entrada. Cerró la puerta a sus espaldas.

Yasu caminó lentamente hasta la ventana y se tumbó en el suelo mirando fijamente el despejado cielo azul de aquella preciosa tarde.


...o producir incógnitas desesperantes... 

-Mujeres... -resopló Yasu cogiéndose la nuca con las manos- Hablando de mujeres... ¿Qué estará haciendo Lacey ahora? Espero que lo que me vaya a pasar no tenga nada que ver con ella...





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