lunes, 3 de febrero de 2014

81 | 23/4/11 – Granada, España. Noche ajetreada.

Eran las 23:05, Max, incómodo en un sofá de cuero blanco, aguardaba la llegada de Hiro, que lo había llevado a un pub apartado del centro. Iba a actuar de nuevo y quería que lo viera en un escenario, cómo en los viejos tiempos. Hiro estaba moviendo sus contactos para formar la banda de nuevo, y le habían dado una oportunidad para escucharlo. Max, que estaba muy feliz por su amigo, lo había acompañado al local donde actuaría. Era un local poco conocido, todo negro y con mujeres ligeras de ropa. Estaba solo, esperando que Hiro terminara de hablar con los técnicos y otros músicos. Se aburría horrores. Ahora que tenía novio tampoco podía divertirse ligando con algún tío para después decirle que no le interesaba, cómo tantas veces había hecho, solo por diversión. Sin contar que había demasiada mujer para su gusto, pues algunas no paraban de mirarle y Max no sabía decir con la mirada que era gay. El aburrimiento siempre lo hacía sentirse incómodo, y más aún en un local como aquel.

Joder, ¿dónde se habrá metido Hiro? Esto está lleno de putas y tíos raros… pensó Max sentado en el sofá.

Estaba incómodo pero medianamente tranquilo, hasta que apareció él.

–¡Anda, hola Max! –saludó Kevin acercándose a él con una copa.
–Ah... H-Hola …
–Se me hace raro verte en una fiesta, y menos una que no es de ambiente. –dijo Kevin sentándose con Max en el sofá.
–Es que Hiro va a tocar aquí y me ha traído para que lo vea. –contestó secamente.
–Ajam … ¿Quieres? –preguntó el peliblanco acercándole su copa.
–No gracias, no me gusta mucho el alcohol … –lo rechazó Max.
–¿Y eso?
–Bueno, es que me emborracho muy fácilmente, así que prefiero no beber nada. –contestó sincero.
–Aaah …

Kevin volvió la cabeza, y con la cara de mayor violador del siglo pensó “Max, eso es lo peor que podrías haberme dicho.

–Bueno, puedo pedirle al camarero, que es amigo mío, que me dé algo sin alcohol para ti. –le ofreció Kevin.
–Es que …
–Max, yo sé que te he hecho mucho daño, y tal vez nunca podrás olvidar aquello, pero quiero ser tu amigo Max. –dijo suplicante Kevin.
–Vale, vale, tráeme algo … –respondió el menor.
Cómo se ha puesto, por favor … “ pensó Max.

Kevin desapareció entre la multitud. Se acercó a la barra y pidió lo más fuerte que tuvieran pero que no se notara mucho que fuera alcohol. El camarero, algo confundido le sirvió lo mejor que pudo y Kevin volvió con dos copas. Max le dio las gracias y bebió por compromiso, pero notó que la garganta le ardía horrores, a lo que Kevin le dijo que era normal, porque era un licor muy bueno, sin alcohol claro, y que era carísimo. Max, que no sabía si creerle, siguió bebiendo, pensando que estaba bastante bueno.




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