miércoles, 5 de febrero de 2014

84 | 2/6/11 – Granada, España. Siniestro a pesar del cálido sol.

(El personaje de Kyo no me pertenece.)


Aquel día fue recordado durante años.

Zero cada día estaba más furioso, furioso consigo mismo, furioso con “El perillas”, furioso con el mundo en general.

¿Por qué ser feliz era tan difícil?

El aire soplaba cálido, las 17:35 de la tarde, un parque tranquilo cerca de la casa CLOUD, Max, Kyo y el aire fresco. Se abrazaban, estaban felices, o por lo menos eso creían. El menor se sentía incómodo, no sabía cuando contárselo a Kyo, cómo explicarlo, así que simplemente lo dejó estar.

En la lejanía apareció un hombre. Alto, fuerte, con una melena blanca como la leche y unos profundos ojos lilas. Se acercaba con paso decidido, los había visto abrazarse tanto tiempo, había llegado a su límite y estaba dispuesto a matar si hacía falta. Sus puños se cerraban con tal fuerza que se clavaba las uñas en las palmas de las manos.

Siguió andando en dirección a la pareja que se besaba en aquel momento, y movido por una ira sobrehumana se metió en medio y apartó a Kyo de un empujón. El moreno cayó al suelo derribando una moto que había aparcada cerca mientras se sujetaba la cabeza por el golpe. Zero se agachaba mientras agarraba a su rival de la camiseta con fuerza, gritaba insultos con la vena del cuello hinchada. Kyo, confundido pero enfadado, empujó a Zero al suelo donde siguió el juego de insultos.
Los dos chicos seguían insultándose y pegándose, por suerte a esa hora no había nadie en la calle, aquel espectáculo tan lamentable solo era presenciado por Max que no paraba de gritar aterrado que parasen. Ya habían llegado a los puños cuando el menor comenzó a llorar exclamando sin parar que cesaran de una vez.

–¡Me has arruinado la vida, estúpido de mierda! –gritaba Zero.
–¡Yo no te he hecho nada, lo has hecho tú solito! –contestaba a gritos Kyo.

Seguían peleando e ignorando a Max, que con lágrimas en los ojos se fue corriendo, no quería presenciar aquello y el pecho le dolía más que nunca. El menor comenzó a correr huyendo de la pelea e intentando dejar atrás sus problemas, pero, de repente paró en seco.

–Aaah … M-Mi corazón …

Fue lo último que dijo antes de desplomarse en el suelo y perder la consciencia.




Fotohistoria aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario