miércoles, 5 de febrero de 2014

85 | 2/6/11 – Granada, España. Siniestro a pesar del cálido sol. (2)

(El personaje de Kyo no me pertenece.)



La pelea había acabado y Zero había vuelto a casa. Estaba histérico, solo quería olvidarlo todo de una jodida vez, dejar de sufrir, dejar de pensar en Max, dejar de pensar en todo. Entró en el salón, que estaba vacío y le pegó una patada al sofá, volcó mesas y sillas, estaba enfadado y fuera de control. Después de tirar todo por los suelos se sentó en el sofá, abrumado por todo. Koichi y el primo de Max, Ryuichi, miraban a Zero desde el hueco de las escaleras, sabían que se le pasaría, así que simplemente lo dejaron estar, ya se calmaría. Incluso Ryuichi se sentía mal por él en aquel momento.

–No lo soporto más, aquí ya no pinto nada … Me vuelvo a Japón.




Max estaba en una habitación de hospital. Tumbado sobre la cama, con los ojos cerrados y vestido de blanco parecía un ángel caído del cielo. Respiraba lenta y acompasadamente. Hiro lo había encontrado en la calle tirado un minuto o dos después de que se desmayara y lo había llevado corriendo al hospital donde lo encamaron. Se apresuró y llamó a Kyo que llegó en cinco minutos y sin aliento. Ambos esperaron a que los médicos les dijeran algo. Esperaron y esperaron hasta que un hombre mayor con una bata blanca entró con una carpetita. Les contó que Max había sufrido lo que comúnmente se denomina Síndrome del Corazón Roto, o cardiomiopatía de Takotsubo. Les explicó que eso suele suceder cuando el paciente está expuesto a un gran estrés físico o emocional, como una fuerte discusión o la pérdida de un ser querido y que era casi lo mismo que un ataque cardíaco pero temporal y sin secuelas, el problema era que no conseguían despertarlo, y podía ser que hubiera entrado en un pequeño coma. Los médicos estaban muy extrañados puesto que el Síndrome del Corazón Roto no lleva nunca al coma, pero dado la historia médica de Max, no podían determinar nada seguro. 

Hiro y Kyo se miraron, Kyo con culpa y Hiro con reprimenda, no pensaba echarle la charla, pero le encantaría, y a Zero más de lo mismo. 

–No se despierta … –dijo Kyo sentado en un sillón bajando la cabeza. 
–Lo sé … Tengo que irme, te quedas con él, ¿no? –dijo Hiro. 
–Tranquilo, yo me quedo con él. 

Hiro miró una última vez a Max y salió de la habitación. 

–Max … Despierta por favor … –imploró el moreno. 

Habían pasado dos horas. Kyo había ido de aquí para allá, sin saber qué hacer. Se había vuelto a sentar en el sillón, derrotado. Hasta que Max comenzó a moverse y murmurar. 

–Hhhmmm … 
–¡Max! ¡Max! ¿Cómo te encuentras? –dijo Kyo corriendo hacia él. 
–Mmmm … ¿Dónde estoy? –preguntó frotándose los ojos. 
–Has tenido un problema cardíaco y te trajo Hiro al hospital. Me alegro de que te hayas despertado. 
–Mierda … ¿Tú no te estabas peleando con Zero? –preguntó el menor. 
–Al final se fue, luego me llamó Hiro y me contó que estabas aquí y vine corriendo. –explicó. 
–Aham … Kyo, tenemos que hablar. 

A Max no se le ocurría otro momento, ya lo había aplazado bastante. Kyo lo entendió perfectamente puesto que ya se había dado cuenta y se despidió de Max con un beso en la mejilla. El menor se sintió más aliviado después de haberlo soltado y se dejó caer en la cama. 

Al rato de salir Kyo entró Hiro otra vez. 

–¿Cómo estás? Kyo me ha llamado diciendo que te habías despertado. 
–Bien … Gracias por recogerme otra vez de la calle Hiro … 
–Y todas las que hagan falta. –respondió sonriendo. 
–¿Puedes hacerme un favor? –pidió Max. 
–Si claro, ¿cuál? 
–Llama a Zero y dile que venga, quiero verle. 
–Claro. 



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