jueves, 27 de febrero de 2014

87 | 7/7/11 – Granada, España. Con un calor asfixiante.



Una tarde veraniega de jueves. La casa CLOUD estaba inusualmente tranquila. Haruka llevaba esperando aquel día bastante tiempo. Ella, una mujer joven, guapa y bien asalariada. ¿Quién podría pensar que fuera tan frágil realmente?

Lo era. Cuando los médicos le dijeron que era estéril, Jae Hyun (su auténtico nombre) supo que podría morir. Su mayor sueño, ser madre, se veía truncado por un cuerpo marchito que no le permitía quedarse embarazada. Tras muchos intentos, la pobre, desistió. Pero Haruka no es una mujer que se rinda fácilmente, así que comenzó los tramites para una adopción. No le fue fácil ya que no tenía pareja, pero con la ayuda de un amigo del trabajo, ambos fingieron un matrimonio y adoptaron a Hibiki en Japón.

Habían pasado años, y Haruka lo que siempre había deseado era una gran familia. Muchos niños, correteando por un gran pasillo. Rompiéndole quizás alguna pieza de arte. Aquel día, llegó su segundo hijo, Hyun.

Esta vez lo había adoptado en Corea del Sur. Hyun Lee era un niño de unos 13 años, pelo corto y ensortijado color castaño claro tirando a pelirrojo, y unos preciosos ojos verdes opacos. Haruka no se imaginaba como serían sus padres, pero el niño era verdaderamente guapo. Al conocerse, Hyun daba la impresión de ser un chico reservado, frío y algo distante, pero conforme Haruka lo visitaba, el chico fue abriéndose, y la mujer, contenta, decidió por fin llevarlo a España.

Llegaron sobre las 17:22 de la tarde. Hacía buen tiempo y el sol brillaba más que nunca. Era una hora sofocante, así que nada más salir del taxi se apresuraron a entrar en la casa. Hyun estaba alucinado, la casa era enorme y Haruka ya le había dicho que habría más niños con los que podría jugar y pasárselo bien. En ese aspecto Hyun no era muy dado a hacer amigos, en el orfanato no tenía y siempre pensó que no tendría, pero se equivocaba.

–Ya estamos cariño, siéntate en el sofá, te voy a presentar a alguien. –dijo Haruka sonriente mientras subía las maletas de su hijo al piso de arriba.

Hyun escrutaba el ambiente. Era una casa acogedora, ajetreada, pero muy familiar. No sabría decir si aquel lugar le gustaría, pero desde luego, el hecho de tener un sitio al que llamar hogar le motivaba. A los pocos minutos bajó su “madre” con una niñita rubia en brazos. Haruka la dejó en el suelo y les presentó.

–Hibiki, este es tu nuevo hermanito, Hyun. –dijo sonriente.

Los dos “hermanos” se miraron unos instantes. Hibiki era el silencio hecho carne y Hyun, al cual le costaba mantener contacto físico con otra persona, se limitaba a observarla. La pequeña dio un par de pasos y le cogió la mano a su nuevo hermano.

–Hola.

Haruka, muy sorprendida, sonrió como una tonta mientras Hyun se ruborizaba y le devolvía el saludo.

–H-Hola...
–Oh, qué monos sois, por favor... Hibiki nunca había hecho esto antes... Seguro que os lleváis muy bien. –dijo la madre sin parar de sonreir–Hyun, creo que es un poco pronto, pero creo firmemente en la disciplina desde el principio. Eres el hermano mayor de Hibiki, así que cuando yo no esté, está bajo tu responsabilidad, debes cuidarla. Y tú Hibiki, pórtate bien con tu hermano, ¿vale?

Ambos asintieron. Haruka tenía que irse a trabajar, aunque le habría encantado llevárselos a los dos a un parque de atracciones y pasar el día juntos, pero no podía ser. Besó a sus hijos y le dijo a Hibiki que le enseñara a Hyun su nueva habitación.

Hyun Lee Yong, un niño de 13 años, pelo ondulado castaño cobrizo, complexión delgada, ojos verdes... Hyun era un chico muy reservado, al que no le gusta enseñar nada a nadie, a no ser que se trate de corregir, algo que hace sin cesar y sin querer, corrige a todo el mundo, por lo que suelen tacharlo de arrogante. Le gusta leer, estudiar, en definitiva actividades en solitario que estimulen su intelecto. No soporta los gritos así como las situaciones o personas que le dejan en ridículo.
Hyun vivió con sus padres hasta los 2 años, después se quedó a cargo de sus tíos, que se encargaron de darle la mejor educación. Al cumplir los 10 años, sus tíos fallecieron en un accidente y al no encontrar a sus padres, ingresaron a Hyun en un orfanato donde vivió hasta el día de su decimotercer cumpleaños.

La mano de Hibiki estrechaba con fuerza la de Hyun mientras le dirigía por las escaleras. Pasaron de largo el primer piso y se pararon en el segundo. Hibiki le señaló su habitación con un cartelito que ponía “SOPHIE – KYAA – HIBIKI” y después señaló la puerta a la derecha, que ponía “MATT – HYUN”. Después de eso Hibiki entró en su habitación y lo dejó solo en el pasillo.

Iba a compartir habitación con un completo desconocido. No sabía ni como era, ni si le caería bien, solo sabía que lo habían metido en aquella habitación porque sí y ya está. La habitación de su hermana se abrió de nuevo y Hyun vio como Hibiki intentaba sacar su maleta de la habitación. Corrió a cogerla y Hibiki le volvió a señalar la habitación. Hyun comprendió que aquella era su nueva habitación y que no había duda. Hibiki se le quedó mirando con los ojos muy abiertos. Hyun realmente no sabía qué decir, nunca le habían mirado así antes. Hibiki dibujó lo que pareció casi una sonrisa y se fue corriendo a otra habitación con un cartel que ponía “SALA DE JUEGOS”.

Hyun estaba otra vez solo en mitad del pasillo. Bueno, ahora tenía una maleta, pero eso no le ayudaba mucho. Se encaminó a la puerta y llamó. No quería molestar a quien estuviese dentro. Si es que había alguien, porque nadie le contestó. Hyun, alegre, pensó que tal vez el chico no estuviera en la habitación y podría acomodarse sin tener que presentarse ni nada. Abrió la puerta. Era una habitación doble, dos armarios de pared completa, dos camas, dos escritorios y en medio una alfombra. Y en medio de la alfombra un niño. O bueno, eso parecía, porque si no llevara el pelo corto, Hyun lo habría confundido con una niña. Tenía los cabellos rubios, casi blancos, no veía más que su espalda y sus brazos, muy muy blancos. Sostenía un portátil y tenía unos cascos puestos, así que supuso que por eso no le había oído. Hyun, que no era descortés, se acercó para presentarse aunque no le apeteciera nada. Le tocó el hombro al chico rubio.

–H-Hola, soy nuevo y...
–¡AAAH!

Matt gritó y tiró el portátil y los cascos del susto. Por suerte no era mucha altura y no sufrieron daños, pero a Matt casi le dio un infarto.

–¡Perdona! No quería asustarte...
–No pasa nada... Oh … ¿Tú eres el nuevo? –preguntó Matt levantándose.
–S-Sí, soy Hyun Lee Yong, encantado. –se presentó extendiendo la mano.
–¡Por fin!
Matt gritó y se lanzó a los brazos de Hyun. El castaño, que no entendía nada se ruborizó e intentó apartar al rubio.
–¿Q-Qué haces! –exclamó Hyun.
–¡Por fin otro chico de mi edad! ¡Encantado yo soy Matt! –gritó sin dejar de abrazarlo.
–¡S-Suéltame!
–Perdona, es que me he emocionado. –se disculpó sonriendo.
Hyun, que no sabía ni porqué, se volvió a sonrojar esta vez más que antes.
–Aquí solo hay dos niños aparte de mí, pero tienen 10 años, son un poco... trastos y me aburro aquí solito... –dijo apenado.
–Ehm … –balbuceó Hyun.
–¡Pero a partir de hoy Hyun será mi mejor amigo! –exclamó otra vez el rubio abrazando a Hyun.
–¿P-Por qué me abrazas tanto, ni siquiera me conoces!
–Porque me has caído muy bien. –contestó mirándolo a los ojos.

Hyun no sabría explicarlo, pero Matt era la única persona a la que no podía simplemente apartar o corregir; no se lo explicaba, y eso no le gustaba, todo aquello sin explicación era ilógico para él. Pero aunque ilógico también era cierto que ver sonreír a aquel rubio le ponía de buen humor.

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