domingo, 2 de septiembre de 2012

46 | 1/7/10 – Granada, España. Soleado.




Era una tarde de jueves normal. Las 20:30. Todas las chicas habían salido. Sakura estaba en el dôjo, Hikari trabajando, Megumi en el conservatorio, Sophie y Kyaa en clases extraescolares, Shinku en el ático, Judith trabajando y Jessica con las pruebas de modelo. Ichigo trabajaba siempre desde muy temprano hasta la noche, por lo que Koichi y Max tenían la casa para ellos solos toda la tarde los días laborales. Koichi trabajaba solo de vez en cuando y por la noche, Max por otro lado, tenía un trabajo independiente. Decidió quedarse con su trabajo-tapadera de poeta, le iba bien. Lo único que tenía que hacer era mandar una poesía a la semana a la editorial de la revista en la que trabajaba. A veces incluso recibía correo de fans.
En ese momento Koichi veía una película mientras Max dormía tumbado con sus piernas en el regazo del moreno. El mayor miraba la televisión son sopor, se iba a quedar dormido él también, pero algo lo sacó de su posible sueño, algo no, alguien.
-¿T-Tú quién eres? -le preguntó al chico que estaba al pie de la escalera.
Era un chico mayor que él, calculaba que tendría unos 23 o 24 años. Era alto, fuerte, con una melena blanca hasta casi los hombros y sus ojos eran de un extraño y brillante lila. Iba vestido completamente de negro, botas negras, pantalones pitillo negros, camiseta de manga corta negra que remarcaba sus músculos.... Es como un armario empotrado, pensaba Koichi.
-Encantado Koichi, soy Zero. -se presentó el extraño.
-¿C-Cómo sabes mi nombre? -preguntó el moreno extrañado.
-Bueno, anoche llegué y me dijeron los nombres de todos los miembros de la familia. Soy nuevo, siento no haber bajado a comer, pero ha sido un viaje largo y quería descansar.
El extraño se acercó y se paró antes de llegar a Koichi, se quedó mirando atentamente a Max. Se puso de rodillas frente al brazo de madera del sofá y miró con atención al menor. Recordaba muy bien aquella cara, aunque había crecido bastante seguía igual, labios carnosos y rosados, piel pálida, largas pestañas... El peliblanco acarició su cabello ahora castaño y le habló suavemente.
-Max.... Max despierta, que ya he llegado.
Koichi los miraba totalmente confundido, sin saber qué decir; Max murmuraba y comenzaba a despertarse.
El castaño abrió los ojos lentamente y no pudo creer lo que estaba viendo. Era el rostro de Zero sonriéndole, como dos años atrás, antes de las peleas. Se quedó un segundo sin saber qué decir, con los ojos como platos. Dos segundos después gritó mientras le pegaba una bofetada a Zero en la cara.
-¡¡UN BICHO!! -gritó Max.
Zero cayó de culo al suelo sujetándose la mejilla dolorida por el tortazo de Max.
-Auch... -se lamentó- menuda bienvenida...
Max se levantó del sofá y miró con asco a Zero cruzando los brazos.
-A ti ni agua. -dijo como escupiendo las palabras.
Zero se acercó a Max y lo cogió suavemente por las caderas, haciendo que Koichi saltara como un resorte del sofá.
-¿No vas a darme un besito de bienvenida? -preguntó Zero acercando su cara a la del menor.
Cuando Max parecía que se lo iba a dar y el mundo de Koichi se derrumbaba (el de Zero se alzaba alto e imponente), éste le pegó de nuevo una bofetada, esta vez en la otra mejilla.
-¿Aún estás enfadado verdad? -preguntó el ojilila.
-Que va... A mí me encanta que me griten “que están hasta los cojones de un niño infantil que le repite siempre la misma mierda.” -contestó irónicamente.
-Max, venía cansado de trabajar y tú te pasabas todos los días repitiéndome lo mismo... -intentó excusarse.
-¿¡Y QUÉ COÑO QUERÍAS QUE PENSARA!? -estalló Max.
-Él era mi amigo...
-Zero, me ha costado mucho olvidarte, llevo dando tumbos de país en país y ahora te presentas aquí... Ol-ví-da-me. - se dio la vuelta- Me voy a fumar. -y subió las escaleras.

En el salón, Koichi y Zero se quedaron solos.
-¿Y éste desde cuando fuma? -preguntó Zero señalando las escaleras.
-¿Y tú de qué conoces a Max?
-Lo conozco desde hace cuatro años, éramos novios.
-Novios... nunca me comentó nada. -mintió Koichi.
-Normal, sigue enfadado conmigo... Lo último que querrá es hablarle de mí a la gente. -dijo Zero apenado dejándose caer en el sofá.
-¿Le dijiste todo eso que ha dicho antes? -preguntó preocupado.
-Sí... Así es como perdí el amor de mi vida... -se lamentó de nuevo.
-Oye... Siento ser cotilla, pero, ¿qué paso exactamente?
Zero comenzó a narrar la historia de como Max le había dejado mientras él pensaba pedirle compromiso. Koichi se apiadó de ambos, comprendía que Max estuviera celoso, pero también sabía lo que era llegar agotado del trabajo y que te quemen la cabeza.
-La culpa fue mía... A fin de cuentas yo soy mucho más celoso que él. Recuerdo que tenía un oso de peluche... Se pasaba todo el día con el jodido oso... Se lo tiré.
-Joder, como te pasas....
-Quiero hablar con él, pero no creo que quiera perdonarme en su vida... Ni siquiera sé si le gusto... Pero... ¿Quién podría querer a alguien como yo? -se lamentó por tercera vez.
-No te pongas así, ya verás como hacéis las paces.
-Si a ti te gusta Max, ¿por qué me animas? -dijo confuso Zero.
-Pero qué.... ¿Y tú porque leches sabes eso? -contestó furioso y sonrojado.
-Un mafioso tiene muchos enchufes. -confesó mirándolo.
-¿Mafioso? -preguntó asustado.
-Sí, pero tranquilo, no voy a hacerte nada. A no ser que me des motivos.
-¿M-Motivos? -preguntó más asustado aún.
-Sí, como tocar más de la cuenta a Max o acercarte... Tengo pipa, ¿sabes? -dijo señalando su bolsillo.
-¡No, no, te lo prometo! -contestó asustado.
-Bueno, voy a ir a por algo de beber.

Zero se fue a la cocina y Koichi aprovechó para subir a la habitación de Max. Llamó y sin esperar respuesta entró. Max lloraba desconsoladamente en su cama, que estaba recubierta de pañuelos usados ya arrugados. Koichi cerró la puerta y se acercó a Max.
-Max...
-No, no me mires... Estoy horrible cuando lloro... -dijo tapándose la cara.
Al otro lado de la puerta había alguien escuchando, sostenía en sus manos una lata de cerveza.
-Tú nunca estás horrible, cuando lloras estás muy mono, pero no me gusta verte llorar.
-Déjame Koichi...
-No, no te voy a dejar solo. Escúchame -dijo cogiendo a Max de la barbilla para que le mirase- Zero es un estúpido sí, pero él te quiere, ¿por qué no le das otra oportunidad?
Zero al otro lado de la puerta estaba deseando escuchar porque.
-¿¡Qué por qué!? -gritó Max atónito levantándose de la cama y situándose delante de Koichi- ¡Pues porque no quiero que nadie me vuelva a gritar como lo hizo él! ¡PORQUE ODIO LOS GRITOS! ¡PORQUE SÓLO MI PADRE ME HABÍA GRITADO ASÍ EN MI VIDA Y NO PIENSO DEJAR QUE UN MINDUNDI DE TRES AL CUARTO ME GRITE PORQUE SE VA CON UN AMIGO A UN HOTEL! -estalló.
Zero al otro lado de la puerta lo entendió todo por fin.... Max no estaba realmente enfadado por lo que le dijo, si no por el tono de voz que empleó... Como el de su padre.
-Max...
-No Koichi no, no pienso volver con ese impresentable, no después de lo de aquella noche. Todo lo que tenga que ver con Zero me repugna, incluso su nombre, así que no le defiendas más en mi presencia, ¿te queda claro?
-S-Sí....
Zero nunca había visto así a Max. A lo mejor era porque él había crecido y se había hecho mayor, pero incluso a él lo asustaba verlo así.
-Y ahora déjame solo por favor... -le dijo Max.
-Claro... Pero que sepas que estoy aquí, ¿vale? -dijo Koichi acercándose peligrosamente a Max.
-Sí, claro...
Koichi, resignado anduvo hasta la puerta, tiempo suficiente para que Zero se separara y fuera hasta su habitación, que era la primera que se veía al entrar al primer piso.
-¿Qué haces? -preguntó Koichi cerrando la puerta de Max.
-Voy a mi cuarto. -respondió nervioso, como si le hubieran pillado.
-Ah... Pensé que te tocaba compartir habitación conmigo.
-No sé, a mí me han asignado esta... Buenas noches... -se despidió secamente.
Koichi asintió y le deseo buenas noches también.

Zero se sentó en su cama al fondo de la estancia. Era bastante sosa la habitación ya que solo había una cama, dos mesitas de noche a ambos lados con sendas lámparas, un armario delante y un escritorio al lado. Escrutaba la habitación con la mirada, intentando imaginarse la cara de Max surcada de lágrimas.

Las chicas y las niñas cenaban tranquilamente mientras los tres chicos estaban en sus habitaciones, sin apetito alguno. Koichi finalmente bajó a petición de sus tripas y Zero, aprovechando que el pasillo estaba desierto se acercó a la habitación de Max.
Pegó la oreja y no oyó absolutamente nada. Abrió lentamente y vio que Max se había quedado dormido sobre el escritorio sentado en la silla. El suelo y la mesa estaban recubiertos de pañuelos de papel arrugados. Aquella escena le partía el corazón a Zero. Éste se acercó y miró de nuevo la cara de Max fijamente. Tenía aún marcas de lágrimas. Se acercó aún más y le besó tiernamente la mejilla. Después se acercó un poco más y le besó delicadamente los labios. Pero había ido demasiado lejos y Max abrió los ojos atónito.
-¿¡QUÉ HACES!?

Max había gritado tan fuerte que se escuchó abajo. Koichi, Sakura y Jessica se levantaron y subieron corriendo las escaleras para ver que le pasaba a su amigo de cabellos castaños.
Mientras tanto en la habitación...
-Solo te estaba besando. -respondió Zero cogiendo por la cintura a Max que se había levantado.
-¡SUÉLTAME!
Max forcejeó y estuvo apunto de propinarle una patada en sus partes a Zero, que rápidamente le paró la pierna en defensa propia. El castaño seguía en su intento de librarse de los musculosos brazos del mayor, que lo asían con fuerza. Consiguió soltarse por una milésima de segundo y le pegó un puñetazo en la cara haciendo saltar la sangre del labio de Zero. Max echó con todas sus fuerzas al peliblanco de su habitación y cerró con pestillo la puerta. Entonces llegaron Jessica, Sakura y Koichi al rellano del primer piso, Zero aporreaba la puerta de Max.
-¡MAX! ¡ÁBREME AHORA MISMO! -gritaba.
-¡ZERO! -le gritó Koichi acercándose para apartarlo de la puerta.
-¡DÉJAME EN PAZ! -gritaba Max desde dentro llorando a más no poder.
-¡NO PODRÁS ESCONDERTE MUCHO RATO, TE JURO POR LA TUMBA DE MI MADRE QUE VOLVERÁS A QUERERME, MAX! -gritaba Zero con el labio sangrando y Koichi llevándolo a su cuarto.

Koichi consiguió meterlo en su habitación mientras las chicas intentaban entrar en la habitación de Max para ver que tal estaba, el chico no quería hablar con nadie y les pidió que lo dejaran solo.

-Zero, ¿¡pero tú te has vuelto loco!?
-No puedo, no puedo vivir sin Max, yo todavía le quiero, y voy a hacer lo imposible.
-¿Y crees que el camino adecuado es gritándole y acosándole? -preguntó Koichi.
-No... Pero yo...
-Zero, déjalo tranquilo... Una temporada... Vais a vivir juntos, seguro que en un tiempo se da cuenta de lo que te echa de menos y volvéis.
-¿Tú crees? -dijo Zero muy inseguro.
-Sí, de verdad... Pero déjalo ya tranquilo, que como siga llorando se va a quedar seco.
Zero sonrío forzosamente y Koichi salió de la habitación. Las chicas seguían en la puerta de la habitación de Max, pero sus caras daban a entender que el castaño no les abriría la puerta.
-He calmado a Zero, va a dejar tranquilo a Max.
-Menos mal... Parecía que estaba loco... -dijo Sakura.
-Pero está buenísimo tía... -dijo Jessica con cara de enamoramiento.
-Para ti todo el mundo está bueno.... -dijo Koichi entrando a su habitación.
-Muy gracioso Takada... -contestó enfadada.

Las chicas bajaron las escaleras mientras los tres chicos volvían a estar solos en sus habitaciones. Koichi, preocupado por ambos no consiguió conciliar el sueño hasta pasadas dos horas. Zero directamente no pudo dormir, tenía a Max a un palmo y no podía ni tocarlo, ni besarlo...
Max por su parte seguía llorando mirando por la ventana y lamentándose de salir de un bache para entrar en otro.



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