domingo, 9 de septiembre de 2012

48 | 26/7/10 – Granada, España. Soleado de nuevo.




Un chico castaño y delgado escribía tranquilo en su escritorio. Tenía a medias la poesía de la semana y llevaba un día de retraso, así que se puso manos a la obra. Su mesa estaba llena a rebosar. Papeles en blanco, papeles con letras tachadas y borrones, platos con pasteles, cestas con galletas, una tableta de chocolate a la mitad y mordisqueada...
Buscaba las palabras adecuadas, pero todo le quedaba triste... O triste o como un intento de asesinato. Se rascaba la cabeza de vez en cuando, intentando sacar una idea, una frase, una mísera palabra. Mordía el lápiz y lo remordía.
-Solo olvídame. Tu presencia se clava como un puñal en mi entristecida alma...
Alguien tocó su hombro de repente haciéndolo saltar como un resorte de la silla.
-¡Aay, qué susto! -gritó dándose la vuelta en la silla y tocándose el pecho.
-Perdona, no quería asustarte. -dijo Sakura preocupada.
-No pasa nada, tranquila. Bueno, ¿me buscabas para algo? -preguntó.
-Sí, ¿recuerdas que me dijiste que a ver cuando te daba clases de gimnasia?
-Anda sí, es verdad, te lo dije hace ya un mes, ¿no?
-Pues venga, vente conmigo.
-¿A-Ahora? Estaba trabajando... -Sakura ya tiraba de su brazo levantándolo de la silla.
-Sí, y vamos rápido, que te tengo que poner ropa de gimnasia.
-¿R-Ropa de gimnasia? No me gustan los chándal...
-No te voy a poner un chándal. -contestó con una risita.


Al cabo de media hora, Max se encontraba con Sakura en el salón, en la alfombra. Habían apartado todos los puffs para tener espacio. A Max le resultó extraño que hicieran gimnasia allí y no en el gimnasio, pero no le puso pegas, ya que no había nadie allí y no podría ser humillado. Sí, humillado. Sakura le había puesto una camiseta de tirantes verde que dejaba ver su ombligo y unos leggins negros apretados. Max intentaba bajar la camiseta, pero por más que lo intentaba ésta no cedía.

-¿En serio tengo que ir así vestido?
-Claro. Está bien, empezaremos con posturas normales y luego subiremos de nivel, ¿de acuerdo?
-V-vale...Pero no te pases que soy cinturón blanco. -tartamudeó Max sentándose en el suelo junto a Sakura.
-Vamos a trabajar la flexibilidad, y luego podríamos hacer algo de lucha.

Ella en cambio vestía más normal. Un top amarillo chillón que dejaba ver su tripa y unos pantalones rojos de tela china. Estaban practicando algunas posturas y Sakura le preguntó si sabía abrirse mucho de piernas, ya que por la constitución de Max sería normal que tuviera más flexibilidad que un hombre normal. Max le dijo que sí sabía y ambos probaron a hacerlo a la vez. Max calentó un poco primero ya que tenía los músculos agarrotados de pasarse el día en la silla pensando en poesía.
Cuando lo consiguió, y Sakura lo miraba orgullosa, entraron Koichi y Zero en el salón por la puerta.
-Sí y entonces...
Koichi iba contando lo que sin duda sería algo interesante si no tuvieran ante sus ojos algo MUCHO más interesante que cualquier historia que el moreno pudiera contar. Se callaron al segundo y se quedaron mirando embelesados.
-¡Hola chicos! Que, ¿os unís? -preguntó Sakura desde el fondo.
-No tranquila, nos sentaremos aquí sin molestar.... -contestó Koichi arrastrando a Zero a un sofá alejado pero frente a la alfombra, desde allí tenían preciosas vistas.
Se dejaron caer en el sofá mientras seguían mirando sin parar, como si pestañear estuviera prohibido y penalizado con cárcel.
-Yo creo que me voy, me estoy poniendo malo... Como lo siga mirando así se me van a salir los ojos... -anunció Zero haciendo amago de levantarse.
-No digas tonterías... A mí me gustan los dos... Es peor. -contestó agarrando el brazo de Zero sin dejar de mirar a Max y Sakura.

-¿Te apetece hacer una lucha? ¿Sabes pelear?
-Claro, guapa, he estado en la SIA, ¿vale?
-Hahaha, claro, será divertido.

Sakura comenzó con una patada alta que Max paró sin moverse. Tiró del talón de Sakura que había agarrado y ella dio una vuelta en el aire cayendo de rodillas al suelo. La ojiverde se lanzó al ojiazul sin miramientos y lo cogió por las piernas haciendo que cayera al suelo, donde se soltó de la atadura de la chica y le hizo una llave cogiéndola por el cuello.
-Está Max más mono con esa ropa... Reparte hostias como panes, ¿eh?
-Sí, pero Sakura es excelente en artes marciales... Y no se queda atrás, ¿has visto que pantalones más apretaditos lleva?
Alguien se había sentado entre los dos aprovechando la confusión de sus mentes con el espectáculo.
-¡Solo les falta el barro! -gritó Jessica alzando los brazos.
-¡Coño, la loca pervertida! -dijo asombrado Zero.
-Eres una pervertida Jess....
Jessica cogió a ambos chicos por el cuello de las camisetas y los miró con un profundo odio.
-Como me volváis a llamar pervertida en ese tono os juro que os hago castrati.
-E-Es una chica muy maja, ¿no Koichi? -dijo Zero asustado mirando a su amigo.
-P-Por supuesto... E-Es una bellísima persona... -contestó Koichi devolviéndole la mirada.
Jessica los soltó para ver el final de la pelea entre Sakura y Max. Habían parado y estaban el uno frente al otro mirándose, de rodillas en el suelo y respirando aceleradamente. De repente, y sin previo aviso, Max se desplomó. Sakura se acercó con prisa y lo puso boca arriba.
-N-Necesito... dulces....
Fue lo único que logró decir. Sakura entre risitas lo levantó del suelo y lo llevó a su habitación. Después, ella salió y bajó las escaleras para reunirse con Koichi. Ambos salieron por la puerta y se fueron. Zero, que se había quedado a solas con Jessica prefirió subir y hablar con Max, no le gustaba quedarse a solas con ella.
Abrió lentamente la puerta y vio que Max estaba sentado en su silla, comiendo dulces y ojeando una revista. Nada más verlo, la cerró y miró a Zero sorprendido. El peliblanco entró en la estancia y cerró la puerta.
-Max, tenemos que hablar, por favor escúchame. -suplicó de nuevo.
-Bueno, empieza.
Max volvió a abrir la revista y se reclinó en la silla, haciendo como si no lo escuchara. Zero, asombrado por el hecho de que Max le hubiera dejado hablar y no lo echara, hinchó el pecho y comenzó a explicarse.
-Max... Yo siempre te he querido y siempre te querré, y lo sé desde el momento que choqué contigo con mi bici y caímos al lago...
-Ajam... Me tiraste las galletas... -dijo molesto.
-Después te compré muchísimas... Max, tienes que entenderme, yo no te dije esas cosas en serio, las dije a lo loco, venía cansado de trabajar y tú me venías con lo mismo... ¿Cómo te sentirías si la persona a la que has amado desde un primer momento creyese que le pones los cuernos porque te vas con un amigo de viaje de negocios?
-Pues sería un sentimiento normal en mí, ya que tú siempre has sido un celoso de aúpa.
-¡Ya lo sé, ya sé que soy un inútil y que no me merezco tu amor, pero me gustaría que por lo menos fuéramos amigos! -gritó Zero cerrando fuertemente los ojos.
-Ah, ¿solo quieres amistad? -preguntó incrédulo- ¿Dónde has metido al Zero que yo conocí, el que si quería algo lo conseguía y no tenía miedo de nada? -volvió a preguntar dejando ya a un lado la revista.
-Está aquí Max, pero sí tengo miedo de algo, de perderte de nuevo, me he pasado los últimos dos años buscándote sin descanso, deprimido, bebiendo... ¿Es que todo eso no significa nada para ti? ¿Tan congelado tienes el corazón? -confesó dolido.
Se hizo un absoluto silencio. Max se levantó de la silla dejando caer la revista.
-¡YO ESTUVE VIVIENDO EN LA CALLE, EN UN PUÑETERO CALLEJÓN, DROGÁNDOME, SOBREVIVIENDO SIN DINERO NI ESPERANZA! ¡ABANDONÉ TODA MI VIDA Y TODAS MIS COSAS! ¡DESPUÉS MI MADRE MURIÓ Y TUVE QUE VOLVER A LONDRES DONDE MI PADRE ME LLEVÓ A JUICIO! ¡¡Y TODO ESTO CON 16 PUÑETEROS AÑOS, ASÍ QUE NO ME VENGAS CON QUE SUFRISTE PORQUE NO TIENES NI IDEA DE LO QUE ES EL SUFRIMIENTO! -explotó Max.
Después de la declaración, Max de desplomó de rodillas en el suelo, tapándose el rostro con las manos mientras el suelo se llenaba de sus lágrimas.
-Yo solo quería olvidar y empezar una nueva vida... -dijo entre sollozos.
-Pero Max... Yo te quiero... -le dijo Zero arrodillándose a su lado.
-Pues yo estoy intentando olvidarte y no quererte, y que estés aquí no me ayuda nada... No te puedo echar porque tampoco es mi casa, así que...
-Max...
-Me volveré a Inglaterra. -anunció alzando el rostro.
-¡NO! ¡MAX, NO TE PUEDES IR! Si te vas... ¡Si te vas te seguiré y volverás a verme!
-Zero por favor, déjame en paz... -le pidió el castaño apartándolo con una mano.
-Es que no ves que no puedo, no puedo vivir sin ti, sin abrazarte Max, sin tenerte a mi lado, sin... besarte.
Dicho eso último se acercó peligrosamente a Max, que en el acto se puso del mismo color que un tomate.
-¿Se puede saber que hacéis ahí los dos solos? -gritó Jessica abriendo la puerta de par en par.
-¡NADA! -respondió Max levantándose con la cara aún roja.
-Ya... Está hecha la cena, ya podéis bajar.
-S-Sí... -contestó Zero levantándose con la cara roja también.
Jessica dejó la puerta abierta y bajó las escaleras. Max miró a Zero con una ceja arqueada y los labios muy tensos, Zero podría haberlos besado aún en ese estado. Se dio la vuelta y bajó también las escaleras, dejando a Zero solo.

Jessica, Hikari, Megumi, Koichi, Sophie, Lillium, Shinku, Max y Zero cenaban en la misma mesa. Ichigo estaba aún trabajando y Sakura seguía entrenando. Comían animadamente, Lillium hablaba sin parar con Sophie que no parecía prestarle la más mínima atención, más bien miraba a Shinku todo el rato, sin decir nada, con su típica cara de pocas pulgas (que se parecía a la de Shinku). Shinku por su parte comía en silencio. Megumi, Hikari y Jessica discutían sobre estudios y sobre moda. Koichi y Zero comían en silencio a ambos lados de Max, que se sentía algo incómodo al estar entre ellos dos. El peliblanco no paraba de mirar de reojo a Max, pero la mayoría de veces Max le pillaba, arqueaba una ceja y volvía furioso a su comida. Al terminar la cena, Max creyó oportuno anunciar que se iría.
-Chicas, creo que esta va a ser mi última cena aquí, mañana mismo cogeré un avión a Londres.
-¿¡QUÉ!? -gritaron todas mirándolo atónitas.
-Sí, creo que han habido algunas... diferencias que hacen imposible la convivencia, así que me iré mañana, cuanto antes mejor. -concluyó limpiándose la boca con una servilleta, se levantó de la mesa y cogió su plato.
Nada más levantarse las chicas comenzaron a discutir sobre la partida de Max, mientras Zero se levantaba también con su plato y seguía a Max a la cocina.
-¡Max! Max, por favor, esto es algo precipitado, ¿no crees? -preguntó Zero dejando el plato en el lavavajillas.
-No, y déjame en paz.
A Max no le dio tiempo para decir nada más, ya que Zero lo había acorralado con sus brazos y su cuerpo contra la encimera. Se acercaba mucho a su cara y Max intentaba esquivarlo, pero el peliblanco ya le había cogido con fuerza por la barbilla. Sus labios se fundieron una vez más después de dos años. Max sabía igual, a dulces y a infancia, ahora a esto último menos. Zero seguía sabiendo a tabaco y alcohol, aunque con un toque dulce. Zero sujetaba a Max por la nuca y lo besaba con ansia pero con una dulzura y delicadeza que solo Max conocía. Lo cogía suavemente por la cintura y echaba su cabeza hacia atrás para que abriera más la boca. Max mientras tanto tenía una batalla interior. Quería besarlo, pero no quería, deseaba estar con él y a la vez pegarle tal paliza que no se volviera a levantar nunca. Zero metía su lengua en la boca del menor y jugaba, se divertía, se sentía vivo de nuevo, aquella sensación de calor que le invadía el cuerpo entero, ese cosquilleo en el estómago... Cosas que solo Max sabía hacerle sentir. Koichi les miraba desde fuera.
Max se separó de Zero y lo miró con la cara enfurruñada.
-Déjame.
-Pues no has hecho mucho por separarte.
Koichi se fue de allí dejando su plato en la mesa junto al de Jessica, enfadado, y subió a su habitación.
-Q-Qué me dejes ya de una vez Zero, eres muy pesado...
Max se apartó y salió de la cocina agachando la cabeza para que no se viera que su rostro estaba descompuesto y rojo. Subió corriendo las escaleras y él también se metió en su cuarto. Se tocó los labios con dos dedos, hacía años que Zero no le besaba y estaba más confuso que nunca.
Zero por su lado, salió al jardín a fumar. Miraba el cielo y se sentía satisfecho, la cara de Max había sido como victoria para él. El humo subía por el cielo estrellado. Max, asomado a su ventana, miraba atentamente a Zero sin que éste se diera cuenta. Koichi escrutaba el exterior desde su ventana, Max mirando a Zero, suspirando por él.... Se fue a su cama y se metió enfadado entre las sábanas.




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