Una tarde más. Veraniega, española, CALUROSA con todas sus letras.
Koichi yacía en un sofá del salón viendo la televisión sin verla,
estaba más ocupado mirando a Max. Éste, jugaba en el suelo con
Kyaa, la niñita de 12 años del pelo rosa como un algodón. Ambos
jugaban con piezas de lego, construían una especie de casita donde
metían muñequitos dentro. Max adoraba los juguetes y aunque no le
gustase mucho reconocerlo seguía divirtiéndose como un niño de 7
años.
Max notaba una mirada clavada en su nuca, giró la cabeza y vio que
Koichi le miraba fijamente desde el sofá. Se levantó dispuesto a
irse.
-¡No te vayas Max! ¡No quería mirarte así! -le pidió Koichi
extendiendo los brazos.
-Solo voy a salir para fumar un poco...
-Te vas a morir si sigues así. -dijo Koichi severamente.
Tsk, es lo que quiero... pensó Max mientras subía a su
habitación.
El plan se había estancado bastante. Sus jefes estaban enfadados con
todos los que aún no habían completado la misión y para colmo le
habían pedido tan solo unas horas atrás que no hiciera nada, que
iba a recibir una llamada por la tarde. Max, asustado ante el posible
despido y con la conciencia más cargada que nunca, sacó un
cigarrillo y se sentó en su silla, dando pequeñas caladas pero
profundas. El humo subía hasta el techo y se desvanecía. Se sentía
mal consigo mismo, con todos, odiaba las mentiras, desde siempre, y
lucrarse de ello solo lo hacía más miserable.
De repente el móvil de Max sonó. El chico se acercó lentamente al
teléfono, sin ganas. Contestó.
-Aquí MA120.
-Aborta la misión.-dijo una voz femenina, su jefa- Hay cambios.
-¿Cómo que cambios?
-La misión ha terminado, dile a todos que les has mentido.
-¿¡CÓMO QUIERES QUE HAGA ESO!? ¡ME VAN A MATAR!
-Dentro de poco me pasaré allí en persona para hablar contigo.
-Pero...
-Buenas tardes.
Colgó.
El castaño golpeó con fuerza la superficie del escritorio con un
puño y dijo una palabrota.
Max se sentía más enfadado y confuso que nunca. ¿Cómo va a
entrar alguien del exterior? No será.... Los temores de Max se
estaban confirmando. Según tenía entendido nadie del exterior
podría entrar a no ser que se quedara a vivir por orden de KUMO.
Max odiaba con toda su alma a su jefa. Era extraña, mandona y...
Simplemente le caía mal, no concebía como una chica de 15 años
fuera su jefa.... Todo en la vida de Max era extraño, pero desde que
entró en aquella casa le daba más la sensación de que la gente que
se encontraba allí estaba por motivos especiales... Shinku tenía
unos extraños poderes, Sakura había escapado de su casa y había
visto el espíritu de su madre, Koichi era de otro planeta, Kyaa
tenía el pelo rosa y sus padres habían muerto en un terrible e
inexplicable incendio, Sophie era la prima de Koichi y procedía de
otro planeta, Hikari era una enfermera con extraños poderes
curativos, Megumi y Judith eran las únicas que les parecían
normales, pero a saber si escondían algo más...
Tras un rato sopesando las diferentes maneras de confesar su engaño
a todos, abrió la puerta de su habitación y bajo las escaleras con
parsimonia, cuanto más retrasara el momento, mejor.
Finalmente llegó al salón donde estaban todos, toda la familia al
completo (menos Shinku). Era bastante raro ya que la mayoría tenía
trabajo o cosas que hacer, pero en aquel momento estaban todos en el
salón, como si lo esperaran. Las chicas estaban sentadas en una
mesa, merendando y hablando animadamente. Las niñas jugaban en la
alfombra y Koichi seguía mirando la televisión. Al irrumpir en el
salón notó como varios ojos se dirigían a él.
Max aclaró su garganta para atraer la atención de todos. Funcionó,
todos lo miraban. Notaba que sudaba en exceso.
-Esto...Familia, tengo que confesaros algo...
Todos lo miraban atento.
-Veréis yo.... Yo... No soy poeta. Bueno sí, pero es un trabajo
tapadera. Realmente yo soy empleado en la SIA y me han mandado aquí
para conquistar a Koichi y convencerlo de dejar su trabajo... Os
he.... engañado...
La chica del largo pelo rubio se levantó de sopetón.
-¡¡LO SABÍA!! ¡KOICHI, TE LO DIJE!
Koichi se había quedado sin palabras y clavado al sofá. Sakura
miraba a su novio atentamente.
-Sakura, te prometo que mi intención nunca fue quitarte a Koichi...
A mí él no me gusta...
Koichi sintió morir una parte de su alma.
-Koichi... -le llamó Sakura desde la distancia.
Hikari ordenó a Kyaa y a Sophie a subir a sus habitaciones, esto era
algo que no incumbía a dos niñas pequeñas, y Max agradeció el
gesto con una sonrisa forzada que Hikari imitó.
-Sakura yo...
-¡Confiesa Koichi!
Max hubiera querido enterrarse bajo tierra, porque se estaba
derrumbando lentamente.
-Sí, Max me gusta, Sakura... Pero te juro que pensaba contártelo, me
siento fatal por todo y yo solo te quiero a ti...
-Koichi yo... -se había acercado a su novio con la cabeza gacha.
-Sé que es difícil y egoísta pedirte una segunda oportunidad
después de lo de Shinku... Pero te juró que yo te quiero a ti.
-Tiene razón Sakura, yo lo he estado provocando desde que vine, y sé
que estaba arrepentido de todo lo ocurrido conmigo porque te quiere
mucho. -mintió Max.
Koichi, que no se sentía arrepentido de nada de lo que había hecho
con Max, lo miró esta vez viendo a un amigo de verdad.
-Lo siento, siento las molestias, de veras.... -dijo Max apoyándose
en la pared con lagrimas resbalando por sus mejillas sonrosadas.
Megumi y Hikari se acercaron a Max y lo abrazaron diciéndole que no
se preocupara, que le perdonaban.
-¿Conmigo te acostaste para poner celoso a Koichi? -preguntó
Jessica indignada.
-Sí... Lo siento, a mí no me gustan las mujeres, yo soy gay.
-confesó Max de una vez por todas.
-¿Te gusta Koichi, Max? -preguntó Sakura.
-Ya te lo he dicho Sakura, a mí Koichi no me gusta. No es que te
encuentre feo Koichi -dijo mirándolo- es que no eres... mi tipo.
-dijo secándose las lágrimas.
Koichi se acercó y apartando a Megumi y a Hikari abrazó a Max que
se sorprendió al instante.
-Max, te entiendo, sé lo que es tener un trabajo que odias, y tú lo
hacías por obligación, sé que eres un buen chico. Y yo te quiero
igual, como amigo, ¿eh?
-Koichi....
Max abrazó con todas sus fuerzas a Koichi mientras seguía llorando.
Sakura comenzó a llorar también y se acercó a los chicos y los
abrazó.
-Max, no te preocupes, somos una familia y todos te perdonamos y te
entendemos.
Koichi y Max se separaron anonadados por la actitud tan madura de
Sakura.
-Siempre y cuando me prometas que no intentarás nada más con mi
novio. -dijo sacando la lengua.
-Te lo prometo, y si no, que me claven mil agujas.-contestó el
castaño.
Mientras todos se abrazaban y lloraban, Judith y Jessica se acercaron
a Max con caminar intimidatorio. Jessica apartó bruscamente a Koichi
con un brazo y miró fijamente a Max que seguía apoyado en la pared.
-Creo que mereces un pequeño castigo.
-¿C-Castigo?
Max tragó saliva y se preparó para lo peor. Jessica y Judith se lo
llevaron por los brazos mientras Max las miraba asustado. Koichi le
dio ánimas mientras veía como se lo llevaban escaleras arriba.
Veinte minutos habían pasado desde que Judith y Jessica se habían
llevado a Max. Koichi estaba tumbado en un sofá del salón esperando
a la noche para salir a trabajar. Por otro lado, la estancia se había
ido vaciando gradualmente. Sakura se había llevado a las niñas de
excursión, Hikari y Megumi estaban en su habitación y Shinku como
de costumbre estaba desaparecida.
Al cabo de media hora de espera, Judith y Jessica bajaron con aire
triunfal las escaleras. Reían y miraban unos papeles.
-¿Qué le habéis hecho al pobre Max? -preguntó Koichi desde el
sofá.
-Jiji, bueno, unas fotos comprometidas, aparte de disfrazarlo. -dijo
Jessica entre risillas.
-Sí, y no podrá quitarse esa ropa en todo el día si no quiere que
nos lo bajemos al sótano. -dijo Judith haciendo una seña al suelo.
-Pobre...
Ambas salieron por la puerta y Koichi escuchó como se abría y
cerraba la puerta de la calle. Se quedó en el sofá por otros cinco
minutos hasta que la cabeza de Max apareció por el hueco de las
escaleras.
-¿Estás solo? -preguntó Max desde el hueco.
-Sí, ¿por qué?
Max bajó las escaleras y Koichi entendió la pregunta. Max iba
vestido con un uniforme de colegiala y un lazo en la cabeza. Llevaba
unos calentadores blancos y estiraba la falda, que era algo corta
para él.
Max fue sollozando hasta el sofá para sentarse junto a su amigo
mientras se tapaba la cara con ambas manos.
-Pero que mono estás... -dijo Koichi rodeando la cintura de Max con
un brazo.
-¡Suéltame, pervertido acosador! -le gritó Max quitándole la mano
de su cintura.
-¿Perdona? ¿Quién se metió en mi cama? -preguntó Koichi
arqueando una ceja.
-Vale... Lo siento...
-Déjame que te sobe un poco... Así vestido te pareces a las
colegialas de mis películas hentai... -dijo Koichi volviendo a pasar
su brazo por la cintura de Max y acariciando el muslo del castaño
con la otra.
-¿Tienes películas hentai? Eres un pervertido... Suéltame, quiero
ir a fumarme un cigarro.
-Te he dicho ya muchas veces que no me gusta que fumes, a la próxima
saco un flus con agua y te apago el cigarro.
-Como se te ocurra hacer eso te juro que te tragas el cigarro.
-Sí, sí... -hizo caso omiso y se acercó al cuello del menor.
-Aaah, ¡qué me dejes en paz! -seguía gritando Max.
-Ahora estamos solos, y tú estás vestido de colegiala, ¿no te
apetece? -preguntó con lascividad.
-¿Perdona? Tío, que Sakura te acaba de perdonar, ¿no sabes dónde
está el límite?
-Me pones mucho así... -dijo Koichi tocando el muslo de Max.
-Perfecto, pues me voy y así se te pasa... -dijo intentando escapar.
-No, no, venga Max, ¿cuánto hace que no te acuestas con alguien de
verdad?
Era una buena pregunta. Max adoraba ser el uke, para él eso era el
sexo de verdad y no lo que hacía con las chicas por las noches ni lo
que hizo con Koichi la última vez. Desde que vivía con Hiro no lo
había hecho “en condiciones” y estaba bastante desesperado. Pero
Sakura les había perdonado a ambos y no quería estropearlo.
-Pero es que...
-Subimos a tu habitación, para asegurarnos de que no nos ve nadie.
-sugirió Koichi con una sonrisa.
-Pero Koichi...
No le dio tiempo a responder ya que el moreno lo había cargado en su
hombro y lo subía por las escaleras. Al llegar a la habitación de
Max abrió y dejó a Max sobre la alfombra en el suelo.
-Koichi, que no, que esto no está bien leches. -dijo Max, ya algo
enfadado.
-¿Sabías que con esa faldita se te ve todo a distancia?
-¡Estúpido!
Max corrió a taparse pero Koichi ya había echado el pestillo y se
echaba sobre él abriéndolo de piernas. El moreno le besaba y lamía
el cuello mientras Max intentaba quitarlo de en medio. Totalmente
imposible, los músculos de Koichi eran casi tan duros y fuertes como
los de Zero, para alguien de la constitución de Max resultaba
complicadísimo librarse de alguien con esos brazos.
Koichi metía sus manos debajo de la falda de Max levantándola. A
Koichi se le daba bien meter mano debajo de faldas, a diferencia de
Max, él era bastante heterosexual. El menor, que ya había
abandonado, se aferraba al cuello de Koichi mientras éste levantaba
un poco sus caderas para apoyarlo sobre su miembro que estaba más
erecto que nunca.
-Mira que te gustan cosas raras, eres un morboso. -dijo Max mientras
Koichi le bajaba los calzoncillos.
-Ya si te hubieran puesto bragas se me caen los bóxers al suelo.
-dijo Koichi riendo.
Max se dejaba hacer mientras se sujetaba a los hombros del moreno que
liberaba su miembro de la esclavitud de sus bóxers húmedos. Koichi
se disponía a agarrar el miembro de Max cuando éste le soltó una
bofetada.
-¿Qué pasa? -preguntó Koichi extrañado.
-Como me toques la polla te la corto. -dijo Max tajantemente.
-¿P-Por qué?
-Porque nadie me la toca, no me gusta, ¿te ha quedado claro?
-sentenció Max.
-Luego el raro soy yo... Bueno vale, menos trabajo para mí.
Koichi, ignorando el miembro de Max que estaba también rígido,
colocó las piernas del menor en sus hombros y buscó la entrada con
los dedos. Max gimió cuando éste la encontró y la humedeció con
su saliva. Después Koichi, se inclinó hacia delante y colocando su
miembro en el culo de Max lo embistió de golpe. Max que llevaba
algún tiempo sin ninguna actividad sexual en aquella zona maldijo a
Koichi por lo bajo. Le había hecho un poco de daño, pero no tanto
como la primera vez desde luego. El moreno le preguntó si estaba
bien, a lo que Max contestó que sí y dejó que el mayor continuara.
Koichi, cogiendo a Max por las caderas comenzó embistiéndole con
lentitud y después aumentó el ritmo. Ambos gemían aunque no tanto
como hubieran deseado, por si alguien los pillaba. Max gemía y gemía
cogiéndose al cuello de Koichi que se había inclinado más para
entrar hasta el fondo.
-Aaah... -gemía Max- ¡Ah!
-Max, por favor, no me gimas en la oreja si no quieres que me corra
antes que tú... -suplicó Koichi sin parar.
-Aaah... Pues no te eches tanto encima... Aah, ah... -respondió
entre gemidos.
-Vale....
Koichi entre gemidos y respiraciones aceleradas se incorporó y
estiró una pierna de Max para que su tobillo se posara sobre su
hombro mientras la otra pierna yacía en el suelo. Koichi seguía
embistiéndolo no sin la ayuda de las cadera de Max, que las movía
de arriba abajo y en círculos.
-¿Max, haces danza del vientre? Porque esto que haces con la cadera
es la hostia... -dijo Koichi.
Max no contestó y siguió moviendo las caderas, aumentando el ritmo
mientras ambos gemían acaloradamente. Koichi bajó la pierna de Max
y lo cogió por la cintura atrayéndolo y mentiéndosela más
adentro. Max enredó sus piernas alrededor de la cadera de Koichi
mientras gemía agarrándose a la alfombra. Koichi que no podía
aguantar más, lo embistió con todas sus fuerzas y hasta el fondo
haciendo que Max se corriera sobre su abdomen, y unos segundos
después, Koichi sacó su miembro y se corrió sobre el pecho de Max
que subía y bajaba rápido.
Max se cambió y se puso un pijama de verano, harto de aquel estúpido
uniforme de colegiala (aunque lo guardó en su armario). Koichi se
había ido a su cuarto hace unos quince minutos y al parecer nadie se
había enterado de nada. Max, aliviado se sentó en su cama y abrió
su portatil.
Koichi por su parte estaba tumbado en la cama, mirando por la ventana
las estrellas. A los cinco minutos entró Sakura lentamente. Le habló
sobre la excursión y lo bien que lo habían pasado. Koichi la miraba
sin pensar en ella, si no en el chico que escuchaba música en la
habitación de al lado.
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