domingo, 2 de septiembre de 2012

43 | 20/6/10 – Granada, España. Soleado como siempre.




El plan de Max iba viento en popa mientras se insinuaba sin miramientos delante de Koichi. Una palmada en el trasero, una mordida de oreja o una caricia en el abdomen de Koichi eran suficientes para que el moreno adoptara el color de cara de un tomate y se pusiera a maldecir a Max a diestro y siniestro. Max, que se divertía bastante con las bromas, hablaba con Hikari y Sakura en en el salón.
Hikari le masajeaba la espalda, le había comentado que siempre había tenido contracturas y que de la posición en la silla al escribir estaba agravando el problema y Hikari, siempre muy servicial y atenta, le dijo que había hecho un cursillo de fisioterapia y que le haría un masaje encantada.

-Entonces el resfriado se te ha ido ya, ¿no? ¿Te encuentras mejor? -preguntó Sakura preocupada.
-Pues sí, aunque suelo caer enfermo con frecuencia, si no tengo tos tengo mocos y viceversa, así que...
-¿Te duele menos la espalda, Max? -preguntó Hikari dando fin al masaje.
-¡Sí! ¡Muchisimas gracias Hikari, eres un sol! -exclamó Max.
-¡De nada Max! ¡Eres tan adorable! -gritó Hikari saltando a sus brazos.
-Hahahah, ¡qué graciosa! -fingía Max mientras le tocaba el culo disimuladamente.
Sakura se había levantado del sofá.
-Bueno, yo voy a ir un rato al gimnasio, tengo que ponerme en forma, que últimamente estoy muy descuidada.
-Cuando tenga tiempo, me tienes que dar clases de gimnasia. -le dijo Max guiñando un ojo.
-¡Por supuesto! -se despidió Sakura mientras subía las escaleras.
-Yo también me voy, entro a trabajar en media hora. Que descanses Max.
-Gracias preciosa, adiós. -dijo Max con una sonrisa.
En cuanto Hikari se perdió por la escalera, alguien entró en el salón por la puerta. Con unos pantalones negros de cuero y una camiseta negra ajustada. Tenía una melena negra hasta los hombros, con los brazos cruzados y una expresión enfadada.
-Eres un aprovechado. -dijo Koichi.
-¿Estás celoso? -preguntó Max cogiendo al moreno por las caderas.
-Para nada... -mintió Koichi desviando la mirada.
-Que nerviosillo te pones, como se nota que me amas con locura. -dijo Max pasando uno de sus brazos por el hombro del moreno.
-Tonto... -fue lo único que atinó Koichi a decir.
-¿Interrumpo algo, parejita? -preguntó lascivamente una pelirroja que se asomaba por la escalera.
-No tranquila, ¿qué pasa? -dijo Max separándose de Koichi.
-Max... Quería enseñarte una cosa de mi habitación. -dejó caer Jessica tocándole el pecho al castaño.
-Por supuesto -dijo sonriendo- Hasta luego Koichi. -se despidió sacándole la lengua y cogiendo a Jessica por su delgada cintura.
La pareja desapareció por la escalera entre risas precoitales y el sonido de los tacones de la pelirroja.
Koichi se sentó totalmente indignado en uno de los sofás de la estancia. Con los brazos aún cruzados y la mirada perdida en un punto fijo de la moqueta, recordaba la manera de despedirse de Max. ¿Cómo podía ser tan arrogante? ¿Cómo podía hacerle eso en sus narices después de acostarse con él? Esas y muchas más preguntas pasaban con rapidez por la mente de Koichi.
Mientras Koichi pensaba y pensaba, alguien entró en la habitación. Era Shinku. Llevaba un precioso vestido rojo hasta las rodillas, con mangas cortas abombadas y encaje negro en todos los bordes. Buscaba algo o alguien con la mirada, después se dirigió hacia las escaleras. Se dirigió pero no lo consiguió ya que Koichi le paró en seco.
-Sh-Shinku, ¿qué haces aquí? -preguntó nervioso.
-Vivo aquí.
Koichi, que no estaba muy acelerado mentalmente, rió falsamente y retomó la conversación que estaba en un punto casi muerto.
-Digo en el salón, ¿buscas a alguien? ¿Quieres que te ayude?
-Koichi, no seas pesado y déjame en paz.
El moreno agarró a la chica de los tirabuzones suavemente por los brazos.
-Aún me sigues gustando. -confesó.
-Eso estaba totalmente superado, suéltame.
La chica lo empujó con una fuerza que no aparentaba tener y subió por las escaleras. Koichi se quedó en el sitio, plantado de nuevo en el mismo punto donde Max lo había dejado minutos atrás.

Y es que, cuando Koichi llegó a aquella casa solo habían dos chicas. Sakura y Shinku. Con el tiempo, comenzó a conocer a Sakura, les gustaban las mismas cosas, ella era algo machorra, pero era muy buena con él, tan dulce... Koichi se enamoró de ella y poco después le pidió salir.
El tiempo pasaba en aquella casa y varios miembros se fueron sumando a la comunidad de CLOUD. En nochevieja tuvieron un incidente con una chica que Koichi encontró en la calle. Shinku había estado hablando con ella, ya que, según la rubia, esa chica tenía poderes sobrenaturales. Después de muchos problemas en la casa (Shinku secuestró a Megumi) Koichi se dio cuenta de que, sin quererlo, se había enamorado de otra chica. Shinku Reiner Rubin.
Una chica alemana que aparentaba unos 17 años. Nadie sabía mucho sobre su pasado. Shinku era una chica fría y calculadora, con unos reflejos sobrehumanos y unos poderes que no procedían de este mundo. Poco habladora, poco cariñosa, difícil de entablar una amistad, por supuesto mucho menos entablar una conversación. Le gustaba el té negro en su punto exacto, la música clásica, un peluche de un perro que tiene y que no dejaba tocar a nadie... Poco más se sabía de ella... A veces, se escuchaba un violín. Ese sonido casi siempre provenía del ático, donde sospechaban que Shinku subía a tocar de vez en cuando. Sakura les contó una vez, que Shinku tenía unas 7 u 8 hermanas, pero que su padre las separó al nacer; como la chica no hablaba mucho, jamás pudieron preguntarle como eran sus hermanas ni si las había visto siquiera.

Sakura en cambio, era otro mundo. Provocadora, sexy, pero muy amable y modesta a la vez. Humilde, servicial, cariñosa. MUY comprensiva, teniendo en cuenta que había perdonado a Koichi cuando éste besó a su mejor amiga. Con un arte inigualable en la cocina y con la katana. A sus 16 años ya sabía hacer de todo. Sakura le explicó a Koichi que ella vivía en China con sus padres a pesar de ser toda su familia japonesa. A la edad de cinco años, su madre murió. La chica creció con una depresión incurable. También le confesó que a los 14 años se le había aparecido su madre un día de lluvia y le había pedido que no estuviera triste por su muerte, que viviera feliz y que corriera muchas aventuras. Con todo aquello y sus 15 años, Sakura se fugó de casa y viajó al extranjero, donde la casa CLOUD la acogió amablemente.
Cuando llegó solo había una chica. Shinku. Muy callada y áspera. Sakura por el contrario, y dispuesta a vivir y a relajarse, era muy animada y enérgica, le encantaba abrazar a la gente y darle todo su amor y cariño. Al estar las dos solas, Shinku tuvo que soportar todo el amor que Sakura había guardado por más de 10 años. Acabaron convirtiéndose en mejores amigas, un dúo bastante inusual, pero, aunque Shinku no lo reconozca, Sakura es y será la persona más importante para ella.

Koichi en cambio tenía una historia mucho más extraña que por ahora todos habían creído. Koichi provenía de otro planeta. Literalmente. Vivía en Venus, donde estalló una guerra y se llevaron a su hermano gemelo Hiro. Koichi odiaba la guerra, y por nada del mundo quería ir a una muerte segura. Así que robó una nave y huyó del planeta. Sabía perfectamente a donde quería ir. La Tierra. La había observado desde que era pequeño, su madre le contaba que tenían un escudo protector porque los habitantes de la Tierra eran muy curiosos y querían saber que pasaba en Venus. La nave que había cogido Koichi se quedó sin combustible y se precipitó contra la atmósfera de la Tierra.
Koichi cayó en un oscuro callejón japonés. Totalmente confuso y sin saber donde se encontraba miró a todas partes. Un hombre de mediana edad se acercó a él y lo observó detenidamente.
Koichi le preguntó qué quería, pero nada más hablar, se quedó totalmente sorprendido de ver que podía hablar la misma lengua que los habitantes de la Tierra y calló al segundo. El hombre le contestó que le había parecido un chico muy fuertote y que tenía un trabajo para él. Koichi, pensando que los tiros iban en una dirección que no deseaba, lo rechazó. El hombre gordo y bajo le respondió que era un trabajo de asesino a sueldo en una gran organización a nivel mundial. Luego añadió que a las chicas les encantan ese tipo de hombres, cosa que convenció totalmente al moreno.
Aceptó y tras muchos papeleos y muchos líos, lo mandaron a España para seguir allí con su trabajo.
Allí es donde la casa CLOUD le dio cobijo y techo para toda su vida.

Koichi volvió en sí y subió también las escaleras. Se detuvo en su habitación y miró la puerta de la habitación de su amigo. Se acercó y pegó el oído a la puerta. Había alguien dentro. Llamó dos veces.
-Pasa. -dijo una voz desde dentro.
Koichi giró el pomo y entró en la habitación. Max estaba con un cómic en las manos y las piernas sobre el escritorio, en ropa interior.
-¿Qué pasa? -preguntó el menor echando su pelo hacia atrás.
-Eh... Qué... rápido, ¿ya has terminado? -preguntó Koichi con retintín.
-Sí, a mí con veinte minutos me vale, creí que ya lo sabrías. -dijo también con segundas.
-Claro, claro... Pero, ¿sabes qué? -dijo Koichi enfadado cerrando la puerta detrás de él.
-¿Qué? -preguntó secamente Max.
-Pues que... Que no entiendo porqué tuviste que hacer de seme el otro día.
-¿Estás enfadado por eso? Hahahahhahahaha. -Max rompió en risas bajando los pies del escritorio.
-¡N-No te rías! ¡Sí Max, me gustas! Pero pensé que eras un uke... Que con esto no te digo que no me gustase lo del otro día pero...
-¿Pero qué? -preguntó el castaño secándose las lágrimas de risa de sus ojos.
-Pues que... Quiero ser yo el seme.
-¿Perdona?
Koichi se acercó a Max y lo cogió por la barbilla acercándose mucho.
-Pues que aquí quien tiene que poner el culo, eres tú.
Una sonrisilla se dibujo en el angelical rostro de Max.
-No es tan fácil llevarme a mí a la cama, te aviso ya.
-¿Ah no?
Koichi que estaba apunto de coger a Max cual saco de patatas se frenó en seco cuando el menor le dio una patada en la cara desde la silla. Koichi, cogiéndose la cara de dolor se encorvó mientras Max se levantaba de la silla.
-Te he dicho que no sería fácil, yo no soy una guarra cualquiera, ¿te ha quedado claro Koichi?
-Ah... Sí, vale... Qué daño...

Koichi salió de la habitación de Max humillado mientras éste retomaba su lectura como si nadie la hubiera interrumpido.



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